ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




1 de septiembre de 2008

Selene. Capítulo XXIV.

CAPÍTULO XXIV: ALGO O ALGUIEN.
- Hola… ¿Cómo estamos? – Dice Selene entrando tras la barra.

- ¿Dónde está mi camarera favorita? – Le responde él.

- Soy la única que tienes. – Alega sonriente mientras se interna en la tras tienda.

La noche estaba avanzando bastante tranquila. Selene dispensaba las copas tras la barra, un par de borrachos cantaban junto al altar de los corazones rotos y, algunos amigos, bebían cerveza apaciblemente haciendo un hueco para los cubatas. Parecía que todo iba bien y bastante tranquilo, a pesar del ajetreo de gente.

En un momento de relax, ella decide ir al servicio. Odiaba andar por aquel largo y estrecho pasillo. Siempre estaba solitario y sólo en hora punta, podías encontrar, a lo sumo, dos o tres personas en el servicio de caballeros. El de señoras, rara vez se llenaba, pero ¿qué mujer sola iba a entrar en ese antro? Y ¿qué novio la iba a llevar a aquel sitio en una de sus citas? Era demasiado para cualquier mente femenina. Ellas eran demasiado remilgadas para ese ambiente; lo cierto es, que después de bien entrada la madrugada, ciertos grupos de amigas, que bailaban como un cefalópodo en tierra seca, se aventuraban atravesando las puertas de madera pútrida y entablaban conversación con los barítonos que frecuentaban el local.

Camina a paso ligero hacia el interior, el ruido de sus tacones se escucha en la lejanía mientras la luz blanca parpadea. Abre la puerta del servicio y ve, a través del espejo colocado justo tras la puerta, unos ojos que la miran a pocos metros tras de ella. Nota como sonríe, sabe que por lo menos es algo con cierta conciencia, ya que no sabe exactamente qué tipo de criatura puede acontecer en la noche. Entra, accede a al inodoro y cierra la puerta con pestillo, no hay forma de invadir ese pequeño habitáculo, pero tampoco de salir; está atrapada y temblorosa. Permanece en silencio cuando unos pasos penetran en la habitación contigua, contiene la respiración. Aquel individuo se acerca cada vez más y más a la puerta, su respirar se hace cada vez más evidente y pronto una voz en la lejanía se atreve a exhalar su aliento sonoro.

- ¿Selene? – Dice una voz. – Sé que estás ahí, ¡sal! Por favor. – Una cara pega la mejilla a la puerta de madera que le separa de Selene. – ¡Escúchame! Quiero hablar contigo. – Continúa su discurso sacando un pañuelo largo del bolsillo. – Te dije que no me ahuyentarías fácilmente. – Con la otra mano fuerza el picaporte de la puerta con un destornillador, mientras continúa hablando. – No hagas las cosas más difíciles ¡venga mujer! que solo quiero verte.

El destornillador había hecho su trabajo, el pestillo había cedido ante su presión, al igual que su dueño. Entró de una forma estrepitosa, creía que caería sobre ella, pero no había nada allí dentro; a parte de un par de cucarachas, un rollo de papel higiénico y la cadena que presionaba el inodoro. Sus ojos cada vez más y más, intentaban desvelar el escondrijo de su presa, pero allí seguía sin haber nada que pudiera delatar que había ni siquiera una simple ventana.

Entre el ruido de sus voces y la música lejana, a penas se podía escuchar un pequeño respirar que intentaba a compasar un corazón enfurecido. Estaba lleno de miedo, pero decidió no moverse de su sitio, desde su perspectiva podía notar hasta el calor de su cuerpo.

- Será mejor que salgas de esta sección, está reservado para mujeres. – Se escucha una voz ronca.

No dijo nada, simplemente se fue al notar el frío metálico en su nuca. Dio la espalda a Fepico y se largó.

- Ya puedes salir, ese cretino se ha llevado un buen susto. – Habla a la pared mientras limpia una cuchara con la camiseta.

- Gracias.

Unos ojos blancos se abrieron descubriendo la posición de su dueña. Esta por fin decidió moverse, con la espalda colocada en el techo, poco a poco su cuerpo iba recobrando su color original.

- ¿Te has asustado mucho? – Dice él tirando el pitillo al suelo.

- Lo que estoy es furiosa, odio que me pillen en desventaja. – Dice mientras echa al otro lado de la puerta a su salvador. – Y yo meándome….¡Ahhhh! Creía que me lo hacía encima. ¡Cómo lo pille! – Comenta a Fepico, mientras ella vuelve a abrir la puerta. – Se ha cargado el pestillo.

- Por eso te contraté. – Y sale por donde ha venido.

La noche prosigue, pero algo le dice que aquella persona sigue en el local. No ha podido verle la cara y Fepico tampoco. Nota como la vigila, a pesar de todo continúa con su rutina normal, decide que no es motivo suficiente para perder los nervios y mucho menos por una minucia. Le han ocurrido cosas peores. De pronto, mira a una esquina y… ¡Ahí está! No puede verle la cara, pero es él. La forma de mirar se fija en una persona como una huella dactilar. Lo ve, parpadea y… desparece. Gira la cabeza hacia otra esquina, otra vez vuelve a verlo; mira de nuevo al lugar anterior, puede que se esté volviendo loca, pero no está en ese sitio. Se encuentra recostado sobre una columna, la mira y sonríe; es rápido, mucho. Por eso no ha podido verlo antes.

Vuelve a mirar a la columna, pero ya no está. ¿Cuánto ha tardado? A penas unos segundos, pero ya no se encuentra en aquel lugar. Se le erizan los pelos, puede encontrarse justo tras ella. Entonces comienza a sudar, ella pensaba que era solo un humano, pero ahora juega en desventaja, no sabe qué o quien puede ser, a lo mejor un pequeño brujo. Está paralizada.

- Hola preciosa, ¿podrías decirme qué hora tienes? Es que ayer se me paró el reloj cuando te volví a ver.

- Víctor. – Responde ella sin mirar atrás. – Veo que sigues igual de subnormal que siempre.

- Antes te gustaba. – Le responde.

Ni siquiera lo ha escuchado, sale corriendo hacia la puerta para saludar a su novio. Eso marca la hora de salida y la recogida de la paga.

Luis la coge por la cintura y la besa, ella le sonríe antes de susurrarle algo al oído. Se acercan a su jefe y este le suelta el dinero de la noche.

- Selene, ¿qué estás haciendo? – Dice Víctor al verla coger su paga. – A ti no te hace falta esto.

- No. – Responde guardándose el dinero en el bolsillo. – Pero sé lo que vale un duro, ¿a que tú no? – Lo mira desafiante. – ¿Te he presentado a Luis?

- Encantado. – Le dice Luis estrechándole la mano. – Lo cierto es que, casi conozco a su puño hace unos días. – Dice en forma de sarcasmo. – ¿Nos vamos?

3 comentarios:

sangreybesos dijo...

¿Cómo que los tíos no llevan a sus novias a sitios como el bar de Fepico? ¿No hemos dado tú y yo con nuestros huesos en algún tugurio parecido al final de la noche?

HMJ dijo...

Muy bueno, me ha gustado parece casi real como si lo hubieses vivido en tus carnes; y me gusta todo el arco de emociones que siente Selene.

Silderia dijo...

Me alegro que os este gustando mi historia, recordad que todavía quedan muchas cosas por pasar