ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




30 de abril de 2008

Selene. Capítulo XII.

CAPÍTULO XII: BLACK ROSE.

Eran las cinco de la tarde, Selene estaba en clase cuando una voz chillona y estridente interrumpió su apacible charla con las amigas.

- Perdona, ¿sabes qué el negro es un color muy oscuro y que los pinchos ya no se llevan? – dice una pequeña figura vestida como una artista pop desfasada. – Es a ti.

Selene se mira la ropa, efectivamente va completamente vestida de negro, como casi siempre. Por lo que no encuentra nada raro en su atuendo y, esta vez, se ha puesto una correa de cuero con putas de acero romas. Toca la cadena que adorna aún más su correa, si cabe, y desconcertada mira a la rubia de bote con una expresión de entre asco y asombro.

- Y ¿tú quién eres?… ¿la diva de la moda? – Le responde tras una breve pausa. – Anda y veta rápido de aquí que llegas tarde al reparto de cerebros. – Responde haciendo un gesto de invitación a irse.

- Solo quería avisarte que eso ya no se lleva este año. – Le responde bajo la mirada atenta de Silvia.

- Paso. – Se gira Virginia y continúa la conversación con las chicas. - ¿Qué te parece si vamos al cine a ver una peli? Echan una muy buena.

Aquel pequeño personaje se va, parece ofendida, a pesar de su impertinencia se resiste a pensar que ella es la intrusa o que ha podido ofender a alguien. Su puesto no queda libre mucho rato, parece que las incidencias no han acabado para Selene. Roberto y Sergio se dirigen a ella que no se da cuenta que hay problemas.

- ¿Cómo lo hiciste? - Dice Roberto mientras la gira violentamente hacia él. - ¡Dímelo!

- ¿El qué? – Le responde mientras se suelta de su opresor. – Con lo tranquila que yo estaba hoy. Vamos a hacer una cosa te vas por donde has venido que voy a seguir peleándome con la flower power que ha venido antes a incordiarme. Por lo menos con ella era divertido.

- No te hagas la tonta, ¿cómo me dejaste la marca que llevo detrás del pantalón? – Le dice cada vez más enfadado.

- Tú sabrás. – Le dice con monotonía. – A ver que recuerde,…. ¡Ah, sí! Te pusiste muy tonto el sábado, discutí contigo del mismo tema de siempre y después me fui. Pero yo no se nada de una marca. – Lo mira con una sonrisa maliciosa. – ¿Algo más?

- Tú si sabes algo, te pusiste como una fiera y me dejaste una marca con una media luna. Eras como un demonio.

- Me parece que todavía estás alucinando, ¿una media luna? Yo de eso no se absolutamente nada. – Los ojos de Selene volvían a teñirse de negro gradualmente.

Selene levantó la vista, lo miró sonriendo pícaramente. Roberto no reaccionaba, se había vuelto a quedar, como una piedra, no podía creer lo que estaba viendo de nuevo. Aquellos ojos se le habían clavado en su mente como un sello de hierro incandescente marca la numeración del ganado. Abrió la boca y comenzó a temblar, la chica estaba hablando mientras notaba cómo se le petrificaba el cuerpo, escuchaba aquella voz dulce y armoniosa de la otra vez y, al mismo tiempo, veía como sus dientes se afilaban y su aliento gélido resurgía de sus labios rojos carmesí.

No dijo ni una palabra más, dejó a Selene con la palabra en la boca y se fue completamente aturdido. “Todavía tengo el efecto de esa mierda” – pensaba - mi mente me juega malas pasadas, eso es todo.­- Intentaba tranquilizarse para sus adentros. Sin embargo algo le dijo que saliera de allí pronto, no estaba dispuesto a saber si aquello era o no verdad. Aquella imagen transformada de la chica le había causado estragos.

- Roberto, ¿estás bien? – Le dice Sergio mientras le toca el hombro amigablemente.

- Ven conmigo. – Y ambos se dirigen al servicio, entran en unos de los reservados, cierran la puerta y Roberto se baja los pantalones. – ¿No ves esta marca de media luna?

- Parece una mancha de nacimiento, ¡no te la había visto nunca! – Le responde su amigo intentando no mirar mucho.

- Nunca ha estado ahí, me la ha hecho esa bruja.

- Es sólo un lunar grande, yo que tú iría al médico. – Le responde su amigo. – Súbete los pantalones y vamos clase, si quisiera ver pollas me miraría la mía.

Dos horas y media después terminaba la jornada estudiantil y todos los alumnos se dirigen a sus casas.

- ¡Adiós, siniestra! – Dicen unas voces a lo lejos dirigiéndose a Selene.

- ¿Qué les pasa a esas de ahí? – Le dice Inma.

- Nada, que son tontas. ¡No las ves! Todavía tienen el pavo subido y creen que todavía están en el colegio. – Después de esto mira al cielo pensativa

- Selene…. que te conozco. ¡No vayas a hacer ninguna tontería! – Le dice Tina.

- Yo sabía que había niñas tontas en la clase, pero esto es demasiado. – Añade Lucía. – Oye, ¿qué fue lo que pasó con Roberto?

- Nada, volvió a pedirme que volviera con él, otra vez, le dije que no, entró en éxtasis y aproveché para quitarme de en medio.

- Siniestra, siniestra, siniestra, jijijijijijijiji. – Se escucha a modo de canturreo a pocos metros de ellas.

- Si serán gilipollas, merecen un buen escarmiento. – Rebeca se dirige hacia ellas, cuando su marcha se ve interrumpida por Selene.

- ¡Vamos a tomar algo! No merecen la pena. – Le Responde su amiga guiándola en dirección contraria.

- Parecen niñas de párvulos. – Dice Lucía.

Rebeca entra a regañadientes en el coche mientras las ofensoras siguen con sus cantos, Selene las mira de lejos por el espejo retrovisor, está contenta feliz. Su mente comienza a funcionar por entramados insospechados bajo la mirada de sus amigas, ellas sospechan que algo le está pasando por la cabeza. Ninguna de ellas sabe con certeza lo que puede ser, ya que la disputa con Roberto es otra de las optativas a barajar. Todas están un tanto molestas por las niñas nuevas de la clase, se incorporaron a penas una semana y ya están buscando problemas, no paran de meterse con los compañeros, sólo que esta vez han topado con Selene, la pueblerina que ha venido de algún lugar y que no está dispuesta a que la tomen como una tonta y menos ellas.

Por lo demás todo está tranquilo, pasados unos instantes el coche entra por la autovía que dirige a la entrada del centro de la ciudad. Lejos del complejo universitario parece que a todas se les ha pasado el cabreo y deciden pasar una tarde en la tetería más próxima.

Mientras, lejos de allí, Roberto y Sergio traman algo mientras hablan de sus cosas.

- Sergio, esto no puede quedar así.

- ¡Déjalo yá! ¿Es que nunca te cansas de esto? – Toma un buche de su botella de cerveza. – ¡Deja a Selene en paz! Ya te ha demostrado que no tienes nada que hacer con ella. A demás, es un poco rarita.

- Ya, pero esto no puede quedar así. Si a mi me ha marcado, no se cómo, ella también tendrá la marca de Roberto. – Dice mientras llama al camarero para pedir otra ronda.

Sergio no dice nada, pero le gusta lo que acaba de escuchar. No hace más que tocarse el cuello y recordar aquella noche con ira y sed de venganza.

23 de abril de 2008

RELATOS DEL CORAZÓN

EL MUNDO MÁGICO DE SILDERIA

Aquella tarde no sonaron los violines para avisarme que sería feliz en breve, pero algo si me indicó que mi vida cambiaría en poco tiempo, todo pasó tan lentamente y tan rápido a la vez que sería muy difícil explicarlo con palabras, a pesar de todo voy a intentarlo.

Seguía mi vida normal, encerrada en una cúpula de cristal que se volvía opaca cuando intentaba mirar más allá del horizonte, su coraza no era perfecta, ciertos resquicios de luz la atravesaban y rompía poco a poco, a medida que el tiempo iba avanzando. Poco a poco mis ojos comenzaban a dolerme, no estaba acostumbrada a recibir la luz de la mañana y mucho menos, el percibir nuevos estímulos procedentes del exterior, era una completa infeliz encerrada en una vida que no me pertenecía, no se porqué pensé que alguna vez llegaría a aceptarla como mía, aunque mi naturaleza rebelde chillaba dentro de mi y cada vez esa voz se hacía más y más fuerte, hasta el momento en que un día, aquella burbuja cristalina se rompió en un la mayor.

Todo ocurrió una tarde de Marzo, el tiempo era nublado y estábamos a escasos metros del puerto de carga, mientras realizaba mi tarea junto con una persona alguien se acercó a nosotros, el otro si la conocía y yo sabía perfectamente de su llegada, lo que pasó fue simple, no me esperaba que fuera de esa forma. A lo largo de múltiples veladas me habían descrito múltiples rasgos de su personalidad, a las cuales yo era afín, por lo que yo me había creado una imagen ficticia de cómo podía ser físicamente. Aunque para nada correspondía mi retrato mental con lo que se apareció ante mí.

Persona de cara amigable, corazón, por aquel entonces recomponiéndose de una ruptura de pocos meses, forma de andar característica y vivaracha y una forma de vestir juvenil se acercó a nosotros. Algo pasó por mi mente, una punzada me hizo saltar el corazón y lo puso en el mismo tiempo que el suyo, lo miraba, ciertamente, con mucha discreción, no podía dejar que aquel extraño me engatusara, pero lo hizo. Pude escuchar el ruido de los cristales rescrebrajándose a mi alrededor y una luz intensa penetrar por agujeros ya irreparables.

Sólo pasó una tarde junto a mi, pero mi mal carácter se había disipado por esos minutos tan cortos. Estaba contenta, admirada de lo que estaba pasándome e inconscientemente, mi cuerpo mandaba señales claras de que esa persona me gustaba bastante. Nunca me pude imaginar cuan fuerte era aquella atracción. Mis ojos se habían clavado en su rostro, su cuerpo, mi mente se alimentaba de su sentido, sarcástico e irónico, de ver la vida. Sin embargo, todavía no me había dado cuenta de ellos, hasta que no pude verle al día siguiente.

Fueron unos meses completamente amargos, me negaba lo que me estaba pasando e intentaba con todas mis fuerzas borrar aquella imagen agradable del subconsciente. Nunca me había pasado nada de eso. Poco tiempo después, justo cuando su visión mental se volvía borrosa, los azares del destino quisieron que nos cruzáramos sin más. “Esto no puede ser”, pensaba para mis adentros aquella noche, el sueño no acompañaba las súplicas de unos labios que no eran dueños de una mente y un corazón que ansiaban volar a otros mundos.

Pasaron varios meses, y siempre ocurría lo mismo, cuando mis esfuerzos por borrar esa pintura perfecta conseguían hacer pequeños estragos en los lienzos de mis pensamientos ocultos, volvían a retocarse los desperfectos cuando el modelo retomaba su puesto. Me gustaba escucharlo, su risa me producía un cosquilleo en la barriga, sus referencias hacia mí me hacían saltar de alegría, mis mejillas se sonrojaban, los nervios estaban a flor de piel y tan sólo un simple roce de su piel, producía que mis bellos se erizaran, hasta el punto de producirme una reacción no deseada. De buenas a primeras me arreglaba sólo con saber que aquél día vendría a buscarme, mi feminidad, hasta entonces oculta y enterrada, surgió como las flores en primavera. Pero seguía negándome a mí misma lo que realmente pasaba en mi interior y el significado de todos aquellos síntomas ocultos y visibles, que me estaban aconteciendo.

Mientras tanto, aquella prisión con paredes de cristal iba cediendo su paso y se derretía ante el calor que desprendía un corazón que vivía por primera vez. Un mundo se estaba abriendo ante mí, y el camino de baldosas amarillas brillaba como el oro. Con mis zapatitos rojos de tacón decidí dar el primer paso hacia a delante, algo me impulsaba a caminar y una pequeña bruja del camino, pudo vislumbrar la pregunta que me hacía continuamente y a la que ella me dio la respuesta, a pesar de saberla. “Estás enamorada”- me dijo. Sonreí y pensé en voz alta que era verdad, me había enamorado locamente de un extraño al que a penas conocía y del que ansiaba tener noticias, cada vez que podía. Entonces di otro paso, lejos de aquella madriguera en la que me había escondido y decidí introducirme por la madriguera cavada en la roca, en busca del conejo blanco. Algunas lianas me apretaban los brazos, con un cristal del suelo las rompí, sin miedo a lo desconocido. Esta vez no valía mejor malo conocido que bueno por conocer.

Pero el destino se guarda una carta en la manga, algo que nunca hubiera esperado de él, nos volvió a reunir, aunque por un tiempo largo. Esta vez lo veía todos los días, aunque poco tiempo pasó hasta que nos escapáramos de nuestros deberes como compañeros y decidiéramos tomar algo como simples amigos, en cualquier bar de la zona, no muy apartado del barullo, que por ese tiempo se monta por el centro histórico de la ciudad, pero lo suficiente como para encontrar algo de intimidad. Lo realmente raro era que había sido la primera personas, en mis pocos años de vida, con la había estado a gusto.

Un día sin más, tras un tremendo accidente, de la cual yo fue el centro de atención, y con el que me ayudó bastante, le di las gracias por haberse portado tan bien conmigo y nos abrazamos. Por fin pude notar su calor, oler su piel y besar su cara, deseé con todas mis fuerzas que el reloj parara en aquel momento, pero no ocurrió. Simplemente nos miramos fijamente y, por unos simples instantes, una gran atracción me llevaba por una senda invisible hacia sus labios, algo nos despertó de aquel ensueño.

Ya era demasiado tarde para resistir lo que era, los muros de mi corazón, forjados con la inseguridad de lo que está por llegar y un pavoroso miedo a que se vieran mis sentimientos, había cedido cuando admití lo que verdaderamente sentía. Mucho tiempo lo estuve encerrando dentro de mi, lo hice tan fuerte que me autoinfligía heridas imaginarias. De nada me sirvió chillar y patalear en esos momentos de ira, al final salió como una brisa cargada de olores agradables, cálida, sin querer parar de girar a mi alrededor. Creo que en ese momento empecé a ser consciente de lo feliz que era y que podría llegar a ser, a pesar de todo ya podía morirme tranquila. Sabía que existía como persona, lo había tenido cerca de mi, noté como sus labios me daban un cálido beso que me protegía de todo lo malo que aconteciera.

Ahí no quedó todo, al día siguiente volvimos a repetir la operación, regresamos al mismo bar, la misma mesa, las mismas bebidas, una agradable conversación, el momento de la despedida, un beso furtivo en la comisura de los labios y otro de vuelta en los labios. Unos brazos fuertes y robustos agarraron mi cintura, una mano acariciaba mis cabellos, unos besos furtivos, siguieron al que fue robado, la pasión nos llenó a ambos. Cuanto tiempo estuvimos unidos, no lo sé, pero desde aquel entonces sabía que podía ser feliz, más que el día anterior. Unas palabras furtivas y escondidas en mi alma, salieron por mis labios. Ciertamente no dije nada que no se hubiera inventado, pero si era la primera vez que mi boca permitía que se dijeran aquellas palabras. La incertidumbre y el no saber una respuesta franca nos llenaron nuestras almas.

Tras una noche completa sin dormir, mirando al techo en la más completa oscuridad llegó por fin lo ansiado. Quería tenerme entre sus brazos, ¿cuánto tiempo? Ninguno de los dos pudimos averiguarlo, lo que fuera. Por lo menos nos divertiríamos juntos y pasaríamos buenos momentos.
Y eso es lo que ha pasado desde que me adentré en aquella conejera buscando un nuevo mundo, hasta hoy. Un camino de vivencias inolvidables, un despertar diario en el mundo de las maravillas, de eso hacer ya varios años, pero no los suficientes como para vivir juntos una vida entera, todavía nos queda por explorar muchas cosas juntas, nuestros labios aún no se han desgastado de tanto rozarlos los unos con los otros y, lo más importante, aquella semilla que nació no se ha marchitado todavía. Sigue creciendo y haciéndose cada vez más y más grande, espero que no pare nunca.

Piercing. Capítulo V.

CUARTO DÍA: “EN EL TRABAJO”


Hoy es martes pero, la fiesta del lunes ha hecho que comience este día la semana laboral para la mayoría de las personas.

Susana, como todos los días, se incorpora al trabajo bien temprano, aún le molesta un poco el pendiente, por lo que le resulta muy difícil sentarse con normalidad y, mucho menos, mantener una postura normal en su asiento.

Nada más llegar al trabajo saluda a los compañeros por los que pasa a su lado, y al intentar sentarse en su silla, se levanta de un salto antes de que su trasero toque la base de la misma, Susana vuelve a intentar sentarse, esta vez más pausada y tranquila hasta que lo consigue. Por supuesto, la cotilla de la oficina se ha dado cuenta y tarda muy poco tiempo en acercarse a Susana para preguntarle:

- Susana – le dice la cotilla.

- Qué quieres, Ana – le dice Susana con cara de pocos amigos y bastante desgana.

- ¿Té pasa algo?, es que te veo mala cara y he notado que te cuesta un poco moverte – le dice con falso interés.

- No, simplemente que me duelen un poco las piernas – le contesta Susana, a ver si se la quita de en medio de una vez por todas, aunque eso parece imposible.

- ¿Y eso? – le sigue intentando sonsacar.

Susana la mira el ordenador mientras piensa.

“Ahora qué le digo a esta imbécil para quitármela de encima, aunque eso, claro está es una odisea, a lo mejor le digo que he hecho un ejercicio brusco, nó, mejor le digo que tengo una infección, aunque si me digo la verdad, me gusta más lo primero y más sabiendo que esta no se echa un novio ni a tiros”

- Es que ayer hice un ejercicio brusco y tengo unas cuantas agujetas – le contesta tras pensar esto.

- Pues ten cuidado, creo que no deberías ir al gimnasio hasta que no te pongas bien del todo – le contesta con retintín.

“Y para colmo me lo dice en forma de burla y con recochineo, a esta la espabilo yo” piensa Susana antes de contestar.

- No si no ha sido del gimnasio mona, ha sido del coche – le contesta con ironía y un poco de recochineo.

- Bueno, pues espero que te haya aprovechado el coche, en ese caso – dice mientras que se da la vuelta – yo buscaría otros lugares más cómodos, en ese caso, como por ejemplo una casa.

- Algunos tenemos novio y coche, no casa y un consolador escondido en el cajón de la mesilla de noche, nena – le contesta mientras observa como se va.

“A ti te iba a decir lo que me pasa, cotilla, para que se lo cuentes a toda la oficina, arpía”, estos pensamientos son interrumpidos por Imna, que le comenta:

- Qué le has hecho a “doña sabelotodo” que está tan mosqueada – le contesta Inma muy contenta.

- Nada, solo que las verdades duelen – le dice Susana.

- ¿Qué era lo que quería? – le dice su amiga.

- Saber lo que me pasaba pero, no tengo ganas de decírselo – le dice mientras está mirando unos papeles.

- Y qué es lo que te pasa – le dice Inma – Vamos, si no es mucho preguntar.

- Solo es una infección en la vagina pero, nadie tiene porqué enterarse y si se lo digo a esta lenguetona todos van a ir diciendo que tengo el chocho malo y no tengo ganas. Así que le he dicho que tenía agujetas y no precisamente del gimnasio – le dice Susana.

- Se habrá puesto como una loca – le dice Imna con voz alegre.

- No lo sabes tú bien – le contesta Susana mirándola con cara de complicidad.

22 de abril de 2008

Selene. Capítulo XI.

CAPÍTULO XI: LA GALAXIA ANDRÓMEDA.

Unos labios carnosos se abren para expresar una carcajada maligna, su voz no pertenece a este mundo y su aliento espira ráfagas de viento helado. Su cuerpo comienza a resquebrajarse, dejando salir el mismo aire vertiginoso que sale de su boca. Selene se suelta de la mano de Roberto con un movimiento rápido, fuerte y violento, se coloca frente a él.

- ¿No querías tenerme? ¡Pues aquí me tienes!

Su piel explota en mil pedazos tras estas palabras y comienzan a volar por el aire a gran velocidad. Rozan la piel del chico y rasgan sus vestiduras hasta el punto que su cuerpo queda completamente desnudo, sus ropas se han desintegrado. Entonces los trozos, brillantes como estrellas y cortantes como navajas, se paran formando una muralla, no hay escapatoria.

El pelo de Selene se ha soltado de su prisión y levita en el aire, alborotado por la fuerza del vendaval. De su nuca se ven salir dos pequeñas trenzas con puntas de plata labrada que llegan hasta sus tobillos, el suelo se abre a sus pies mientras ella se eleva en el espacio, el frío es inmenso y Roberto tirita mientras se tapa su sexo, mirando asombrado lo que se está aconteciendo ante sus ojos.

La piel de la chica se torna blanca como la de un cadáver, sus uñas se alargan hasta acabar en puntas plateadas donde se diferencia una media luna, grabadas en cada una de ellas; si pupila se agranda hasta el punto de cubrir completamente sus ojos, parecen dos perlas negras; su cuerpo totalmente desnudo es cubierto por una lengua de fuego que emana de la grieta que se ha abierto a sus pies, se eleva como una serpiente, rodea su vientre y cubre sus torneados pechos, pasando hacia su espalda y conformando dos grandes alas incandescentes. Cuando se abren, todo queda en silencio, los trozos de estrella comienzan a emitir un brillo cegador, son como mundos y soles lejanos y en el centro de todo el caos, una gran estrella reluce entre las demás Selene.

Cuando los ojos de Roberto se acostumbran mira al frente, ve como aquello que él tenía por una chica de mal carácter, y a la que había jurado poseer se había convertido en la peor de sus pesadillas. Está elevada en el aire, su largo pelo azabache cae por su espalda y por sus hombros, hacia su barriga se diferencian las dos trenzas, sus ojos han tornado de color oscuro, sus labios destacan entre sus finas facciones y está elevada en el aire, sin mover una sola de sus alas, las cuales mantiene abiertas. Mira a su alrededor y no reconoce dónde puede estar, hasta hace unos minutos estaban en un callejón del centro de la ciudad, ahora un brillo espectral y un fondo negro, no le deja reconocer nada; mira hacia el suelo, pero este es del mismo decorado que se le presenta a su alrededor. Está asustado, dolorido, lleno de arañazos, desnudo y fascinado por lo que está viendo, una imagen tan bella y tan aterradora a la vez, sabe que aquello, sea lo que sea, no viene con buenas intenciones y que mucho menos, le dará su bendición.

- Se….se…. ¿Selene? – Consigue decir por fin, pero la figura no le contesta.

Ella eleva el brazo y Roberto se alza en el aire como un globo, está aún más asustado que antes, mueve los brazos y las piernas en un intento desesperado por buscar una estabilidad, pero no la encuentra, finalmente acaba gritando despavorido provocando una sonrisa fría en Selene.

- ¡No me mates!, ¡déjame vivir!

- La muerte sería algo muy benevolente para ti. – Consigue por fin una respuesta. - ¿De verdad que pensabas hacerme tuya?

- Selene yo te amo.

Tras escuchar estas palabras las trenzas de Selene cobran vida y comienzan a acariciar la piel del chico, a pesar de ser una sensación agradable sabe que no está a salvo, algo le dice que se ha enfadado más todavía, si eso es posible. Lo rodean desde los tobillos hasta el cuello, hasta que aprietan su cuerpo dejándolo casi sin aire.

- Podría hacer que desaparecieras ahora mismo si quisiera. – Le dice con furia. – Pero esto es solo una advertencia, la próxima vez no te dejaré hasta que tu mismo decidas irte de este mundo. – Roberto está cada vez más aterrado, el corazón se le va salir del pecho y, a pesar que las trenzas están más flojas, sigue fatigado. – Los hombres como tú tenéis mala memoria, así que te voy a dejar un recuerdo.

En la mano de Selene aparece un colgante al rojo vivo, parece que no le hace daño, ni siquiera le ha levantado una simple ampolla. Con un simple gesto de su dedo índice, Roberto se acerca a pocos centímetros de ella, ayudado por la cabellera de su verdugo, con su otra mano acaricia su mejilla y su cara se sitúa muy cerca de sus labios, tanto que casi puede tocarlos. Su brazo desciende muy cerca se su pene, a penas se desvía unos pocos centímetros. Entonces le acerca aquella figura de plata, el chico nota el calor de su piel, comprueba como esta se desintegra cuando el metal la toca, sus gritos de dolor son espeluznantes.

- Para que te acuerdes de mí cada vez que la vayas a sacar. – El ser le da un beso en los labios y comienza a mover las alas mientras ríe desaforadamente.

Roberto sigue chillando, el dolor es insoportable y parece que todas sus heridas han vuelto a vivir en ese mismo instante, le duele todo el cuerpo, suda desproporcionadamente, el horror más profundo se aprisiona de su mente al ver la cara de su verdugo. No puede reaccionar, su cuerpo está completamente rígido, entre alarido y alarido implora perdón sin resultado alguno, mientras ve como se aleja más y más en el infinito.

Todo ha vuelto a su cauce, la lengua de fuego vuelve a sellar la grieta del suelo, las alas de Selene se retraen, junto con sus trenzas, sus uñas toman un tamaño normal, su piel vuelve a su sitio, a la vez que su ropa. Los únicos vestigios de algo, son su pelo, aún suelto y un tanto enmarañado y sus ojos, todavía del color ausente, en poco tiempo volverán a ser como antes. Toma el camino hacia su portal y se dispone a dormir un largo y tranquilo sueño.

Eran ya entradas las dos del medio día cuando un teléfono sonó.

- Oye Roberto ¿dónde te has metido?, dijiste que me llamarías por la mañana. – Dice Sergio al otro lado del auricular. - ¿Qué era eso tan importante que tenías que hacer con Selene para dejarme plantado en mitad de una juerga? ¡Contesta!

- Ahora te llamo. – Responde Roberto aturdido y cuelga.

Está durmiendo en un rincón de la calle, cubierto de basura. Sus ropas están intactas, sucias pero en perfecto estado. Mira a su alrededor y se alegra de reconocer todo lo que ve. “Sólo ha sido un mal sueño, ese Sergio me garantizó que todo era de buena calidad. No volveré a fiarme de su palabra”.

Dos horas después se encuentra en su casa, conecta el manos libres del móvil y llama a su amigo.

- ¡Sergio! perdona tio, pero he tenido un sueño movidito esta noche, eso que me diste no era bueno. – Se dirige al cuarto de baño, suelta el móvil en el mueble y se desnuda mientras sigue hablando.

- ¿Hablaste con ella?

- Si, si, por supuesto hablé con ella, pero tuve que perder la conciencia de las cosas en algún
momento. – Se empieza a quitar los pantalones. - porque de repente Selene se había convertido en una especie de demonio o de diosa, que me transportaba a otra dimensión o algo así, no me acuerdo muy bien de los detalles.

- Entonces fue una buena experiencia, ¡eh cabroncete! ¿Conseguiste convencerla?

- ¿Cómo?...No fue para nada agradable, tampoco pude convencerla de que volviera conmigo, y mira que insistí. – Se quita los calzoncillos.

- Tío, para echar un polvo no necesitas tanto, Selene no es nada del otro mundo. Si está buena, pero… ¿Roberto, me estás escuchando?

Roberto cuelga directamente, en el espejo de su aseo ve como tiene una marca justo al lado de su amiguito calvo. Son dos bueyes tirando de un carro con una media luna al fondo, claramente definido.

- ¡Hija de puta!, ¿cómo lo habrá hecho? – Expresa en voz alta.

16 de abril de 2008

5,5 CM, PERFECTOS PARA UNA NOCHE DE INFARTO

Desde los tiempos inmemoriales los tacones han formado parte de la sociedad. Se utilizaban para dar a entender un estatus social, daba igual que fueras un hombre o una mujer, el hombre más conocido que utilizó tacones fuel rey Luis XIV, que debido a su complejo de estatura comenzó a utilizarlos prohibiendo, bajo pena de muerte, que alguien más los portara.

Esta vestimenta para los pies ha sido siempre un modelo de fascinación y se ha convertido en el símbolo femenino por excelencia, producen unas piernas bonitas y esbeltas, una figura más torneada, dan altura y a parte de ello su portadora se siente sexy, atractiva, atrevida, poderosa, más mujer. Junto con el buen maquillaje y un gran fondo de armario, cosas de las que hablaremos en sucesivos post, es un complemento indispensable.


Pues bien, toda cosa maravillosa tiene una parte oscura que la mayoría de mujeres han sufrido en sus carnes, el dolor de pies, las rozaduras, el juanete, el ojo de gallo, ampollas,… Están a la orden del día, aunque esto ocurre principalmente con cualquier tipo de zapato, algunos durante sus primeros usos y otros los produce la edad, a pesar de que ciertos científicos dicen que son producidos por el uso diario y prolongado del tacón. Mi abuela tiene juanetes, ojos de gallo, rozaduras y en su puñetera vida se ha puesto un tacón de más de un dedo de altura. Otras cosas no las discuto, como son los dolores articulares de las rodillas y los dedos de los pies, la deformación de los huesos que cambian su conformación, el aumento de la presión en ciertas zonas debido a una postura antinatural, los dedos martillo, el acorte de ciertos músculos y lo que se inventen luego, algunas de ellas si son ciertas.


Lo que más me ha llamado la atención de todo esto es que todo el mundo lo dice, sobre todo cuando eres una niña y te comienzan a ver andar con ellos, algunas nos atrevimos directamente con zapatos de vértigo, otras aumentan su estatura poco a poco, pero el caso es que todos, menos tu adorada madre que ha sido la impulsora de tu cambio de calzado, te dicen frases como:

- Los tacones son malos para los pies.
- Producen deformaciones.
- La columna se desvía por los tacones.
- Nunca te fíes de una mujer con tacones altos.



Y lo más curioso de todo ello es que todos son hombres, y todos vuelven su vista cuando una mujer contonea las curvas al andar con unas alzas de escándalo, cerca o a lo lejos. Sus censores se activan rápidamente.

Muchos se asombran cuando te llevas todo el día de pie con ellos puestos, te miran cuando son de aguja, provocan expectación al pasar en ambos sexos. Si señores y señoras, es pura vanidad, seducción y erotismo. Para mi son un fetiche, algo que es imprescindible llevar a una gran cita, ponerse cuando sales incluso a comprar, que hay que cuidar y mimar y, por supuesto ponerse con cabeza y sabiendo andar con ellos.

Hasta hace muy poco, no tenía otra respuesta para aquellos y aquellas metementodo que me decían esas frases, expuestas anteriormente, si son ellas te das cuenta que ellas no los usan quizás porque les duelen demasiado los pies, o porque no se atreven a llevar un arma psicológica tan potente. Pues bien hace poco leí en mi revista científica mensual algo que me encantó, no era más que una pequeña columna de no más de media página y unos tres centímetros de ancho que decía lo siguiente:

“La uróloga Italiana María Cerrute, realizó un estudio en 66 mujeres de 50 años. Entre sus estudios concluyó que el uso de tacones de más de cinco centímetros mejora la musculatura pélvica y mejora la capacidad orgásmica.”


Si la hubiera tenido delante en ese momento la hubiera besado, la noticia era demasiado buena para ser verdad, a la vez que un poco cómica. Como aquella que vi en la que se demostraba que el sabor de la comida influye en el sabor y textura del semen.


Según declaraciones propias su pretensión era otra, pero como todos los grandes descubrimientos e inventos se hacen por causalidad, sólo tengo una cosa que añadir ¡Vivan los tacones!

Ya tengo una respuesta corroborada para todos esos impertinentes que, al igual que la suya, está probada científicamente y es mejor. ¿Quién se puede resistir a no usarlos ahora?, eso si alternando las alturas, aprendiendo a andar con ellos para no parecer un pato mareado, aumentando su finura y forma poco a poco, cuidando mucho los pies y las uñas, utilizando siempre zapatos de piel y por supuesto aprovechando el verano luciendo unas piernas más esbeltas, morenas, largas y unas pedicuras de infarto.


Piercing. Capítulo IV.

TERCER DÍA: “REUNIÓN CON LOS AMIGOS”


Hasta ese momento todo iba bien, iban a dar un pequeño paseo hasta llegar al bar de siempre, pero cuando están aparcando suena el móvil de Manuel, este lo coge mientras su novia le mira atentamente y escucha la conversación que tiene:

- Si, dime Jose – contesta Manuel al móvil.

- No era para ver si te podías pasar por aquí, es que tengo un ordenador nuevo y me da algunos problemas – le contesta su amigo.

- Es que estoy con Susana – le replica Manuel.

- No importa, también está Celia aquí. Pasaros y preparamos algo para picar y arreglamos el ordenador mientras te enseño la nueva grabadora – le dice Jose.

- Vale voy para allá.

Manuel cuelga el móvil y mira a Susana que le observa con mirada de psicópata mientras le dice:

- Tú, ya te has olvidado de que yo no estoy para muchos trotes ¿verdad? – le dice Susana muy seria.

- Hay, perdona, lo siento, se me había olvidado – le dice su novio en forma de disculpa.

- ¿Ahora que vas a hacer? – le dice Susana.

- Vamos, de todas formas no te vas a mover mucho, está Celia, así que no te vas a aburrir y vamos a su casa.

- Vale, pero en cuanto me empiece a encontrar mal o no tenga ganas de seguir allí nos vamos – le dice Susana.

- Como tú digas mi amor – le dice Manuel muy dirigente.

Pronto llegan a casa de Jose y, como es normal cuando se están instalando cosas en el ordenador es ya la hora de cenar, a pesar de que cuando llegaron a casa de Jose y Celia no eran a penas las cinco de la tarde.

Llega la hora de la cena y las dos chicas preparan algo de comer para los dos varones que están muy entretenidos con el ordenador. Jose que es un cachondo y le gusta chinchar a su novia con cualquier cosa que ella odie, empieza a decirle:

- Cariño, he pensado en hacerme un tatuaje de una tía en bolas en la espalda ¿qué te parece? – le dice Jose de cachondeo.

- Me parece una grosería que te tatúes el cuerpo de una chica en bolas teniéndome a mi en tres dimensiones – contesta Celia.

- Bueno, vaaale, no me lo hago. Pero qué te parece si te regalo un piercing – le sigue tirando el novio a Celia de la lengua – y Manuel te regala el mismo a ti Susana, para que no te enfades.

- Depende de donde quieras que me haga el piercing – le contesta Celia, mientras se mete un trozo de hamburguesa en la boca.

- Pues donde va a ser cariño, en los genitales – le dice Jose muerto de risa

- ¡Qué fino te has puesto!, en los genitales – le replica Susana.

- Pero, tú sabes lo ¿qué le estás diciendo a estas dos? – le dice Manuel en forma estrepitosa.

- Si, perfectamente, les estoy diciendo que se taladren el higo – le dice Jose a Manuel – ¿te ha quedado despejada la duda o no?

- Ahora sí es que creía que te había escuchado mal – contesta Manuel.

- Yo no me hago eso ni loca, vamos muy borracha tendría que estar yo si me lo hiciera – contesta Celia.

- Cariño háztelo tú – dice Manuel a Susana.

- A mi no me atrae la idea, la verdad que creo que es mucho sufrimiento para tener un aro atravesado – contesta Susana – y me han dicho que hay que esperar unos “quince días” por lo menos para volver otra vez a acostarte con alguien.

- Yo estoy dispuesto a aguantar – dice Jose.

- Yo no – le replica Celia.

- ¿Seguro?, eso es lo que decís todos al principio – contesta Susana de forma sarcástica.

- Que sí, que sí, mujer que yo aguanto lo que haga falta. Con lo que me gusta a mi eso, mira lo que te digo lo que haga falta – contesta Jose muy convencido.
- Lo mismo digo, un gustazo así merece la pena esperar. - Contesta Manuel. - Y yo puedo pasar sin sexo lo que haga falta, ¿verdad cariño?

15 de abril de 2008

Selene. Capítulo X.

CAPÍTULO X: EL RINCÓN DE LOS CORAZONES ROTOS.

La noche estaba avanzando, el pub se llenaba a intervalos de tiempo. Eran ya pasadas las dos de la madrugada cuando un grupo de melenudos ataviados con prendas negras y camisetas de sus grupos favoritos, pasaron al interior. No dijeron nada, llevaban a un compañero completamente borracho sujetado en los hombros de otros dos, se acercaron a la barra, pidieron unas cervezas y se dirigieron al único rincón adornado del antro.

Delante de una horrible máscara de madera tallada y una mesa llena de abalorios, entonaron una canción de desamor mientras dejaban algo en aquel extraño sitio. Parecía que, de un momento a otro, iba a estallar una gran tormenta. Todos los que allí se encontraban, acompañaron a sus compañeros en la tonada épica y daban ánimos al malherido brindando en su honor.

- Esto es el pan nuestro de cada día. – Decía una pequeña figura arrugada, cuando vio a Selene oteando el altar a lo lejos de la barra.

- ¿Qué están haciendo? – Intentaba saber más, sin retirar la vista de los heavies, mientras limpiaba un vaso.

- Cantan en el altar de los corazones rotos. – La camarera dejó, por unos instantes, lo que estaba haciendo. – En uno de mis múltiples viajes, me regalaron esa máscara y, cuando abrí este cuchitril, la colgué justo donde la ves ahora. De eso hace ya varios años. – Hizo una pausa para sacar papel de fumar de su bolsillo. – Una noche, un chaval se quedó comente dolido, acaba de descubrir que su novia lo estaba engañando con otro entonces, llevado por la furia del momento, lanzó algo a lo lejos. – Saca el mechero y calienta la mezcla de su mano. – Estaba cerrando, cuando encontré la alianza de la entonces era su novia. Fue cuando miré la mesa y la coloqué debajo de la máscara, por si volvía a pedirla, pero no lo hizo. Cuando me vio hacer eso se acercó a la barra, pidió una cerveza y delante del altar, cantó al desamor. Los pocos que aún quedaban dentro lo acompañaron. – Termina de liarse el cigarrillo y lo enciende. – Desde aquel día, un montón de personas vienen casi a diario a dejar algo en él.

- ¿Qué representa esa máscara? – Dice Selene intrigada.

- No lo sé, era una baratija de África que me regalaron en Roma por un favor. – El dueño del pub comienza a colocar los vasos. – Aunque podía haberse ahorrado el regalo, ¡es fea de cojones! – La camarera y él compartieron una sonrisa. – Pero es un buen escondite para la maría. El mejor que he visto.

- Bonita historia, demasiado para un lugar como este.

- Puede, pero tiene su encanto. – Selene lo mira. – ¡No pongas esa cara!, sino lo tuviera no seguiría abierto y ahora tú formas parte de él.

Unos clientes han entrado, la chica se aproxima a la mesa, toma la comanda y se dirige a recoger el pedido. Cuando está sirviendo las cervezas, observa como la puerta de entrada vuelva a abrirse, son Roberto y Sergio que van directos hacia dos asientos libres en la barra.

- Sabes, cinco minutos antes de conocerte era maricón. – Le dice uno de los que están sentados en la mesa que Selene sirve. Esto la hace salir de su trance.

- ¡Pues vuelve al armario, qué te has dejado puesto el traje de flores! – Responde mientras se dirige a la barra, sin advertir a quién se lo estaba diciendo.

Fepico atiende a los nuevos clientes hasta que llega Selene, los tres se quedan mirando fijamente, la sorpresa es mutua, pero el agrado es sólo por parte de una de ellas. Sin decir una palabra pasa al interior de la barra y sirve unos cubatas sobre la bandeja.

- ¡Selene! ¿qué haces aquí? – le dice Roberto con voz de agrado.

- ¿No había otro bar en toda la ciudad?

- Tenemos cosas pendientes Selene, ¿o es qué no te acuerdas? – Le dice Sergio.

- ¿Quieres más todavía? ¿no has tenido bastante? – Le responde la chica. – Haced algo que no me guste y os echo a patadas, ¡ahora dejadme! Estoy trabajando.

Selene se queda esa noche fuera de la barra, prefiere no estar hasta que esos dos impresentables se vayan. De vez en cuando mira el reloj y la puerta de entrada, es un poco tarde y Luís aún no ha aparecido, siempre viene a tomarse la última con ella.

A pesar de su odio hacia los Roberto y Sergio, no puede evitar vigilarlos de vez en cuando, están tomando refrescos y algo blanco que saca Sergio de una bolsa de plástico – Pastilleros. Esos son los grandes deportistas. – Esta es su oportunidad para echarlos, aunque no es un motivo de peso para Fepico.

- Hola guapa, ¿cómo te va esta noche? – Dice una voz conocida.

- Ah, hola. – Responde la chica.

- Nos tomamos la última, o la penúltima. – Le dice Luis con una gran sonrisa en la boca. – Eso si no estás muy ocupada.

- Creo que no, casi no hay gente y faltan diez minutos para irme. ¿Vamos?

Luís sigue a Selene hasta la barra, se coloca en una esquina iluminada por una lámpara que da una luz anaranjada. Ella saca el tequila, unos gajos de limón, unos vasos de chupito y la sal.

- Toma, ¡guárdate esto!, por mí ya ha terminado tu turno así que cuando termines vete. – le dice el dueño mientras ella se guarda el dinero en el bolsillo del pantalón.

- Entonces nos vemos la semana que viene.

- O a lo mejor no, eso nunca lo sabrás hasta que no vuelvas.

Selene sigue a lo suyo, continúa con el ritual de preparación de los tequilas, usa unos vasos limpios que reserva exclusivamente para la ocasión. Brindan, hablan un buen rato, vuelven a beber y Luis se despide hasta la próxima vez. A pocos metros de distancia un espectador observa cómo la chica sonríe y se divierte con una persona que no es él, eso le quema la sangre, la chica es suya y de nadie más, se queda con la cara de aquel chico y se tranquiliza un poco.

La chica sale casi al alba, está de muy buen humor y bastante agotada. Camina hacia su calle y nota como unos pasos la siguen. Decide no acelera el paso, podría adelantar acontecimientos indeseados, saca un estuche de pinturas y mira su espalda por el espejo fingiendo que se pinta los labios. Nota como una figura corpulenta la sigue, la conoce de sobra – Roberto, ¡maldita sea! - Se asusta pero decide seguir con paso firme, al poco tiempo deja de escuchar pasos se relaja.

- Selene, ¿quién era ese chico? – Dice Roberto que ha salido tras una esquina

- Creo que eso no te importa. – Dice todavía asustada.

- Si me importa, tú me importas, no quiero verte en los brazos de otro.

Ella no contesta, está harta de esa situación y, mucho menos, le importa la sarta de mentiras que le está diciendo aquella alimaña. Se da la vuelta para irse completamente iracunda, cree que es mejor dejar las cosas como están. Justo cuando se da la vuelta La mano de él se cierne sobre su antebrazo, la aprieta fuertemente provocando que chica retroceda un poco sobre sus pasos, a pesar de todo no dice ni una sola palabra, se queda quieta, sin darse la vuelta para mirarlo a los ojos. La presión que ejerce Roberto sobre ella le duele mucho, dejando marcas casi instantáneas sobre su blanca piel.

- Si sólo tengo esta forma de hacerlo, ¡qué así sea! – Le dice sin soltarla. – Te quiero demasiado como para dejarte ir, necesito tocar tu piel, acariciar tu pelo, besar tus labios, hacerte mía. – Comienza a decir con voz fuerte y potente. – Y si no me estás dejando otra salida.

Un cofre de jade negro con engastes de plata, comienza a retorcerse dentro de las tripas de Selene, su tapa se abre muy poco a poco, a penas unos milímetros, aunque es lo suficiente para hacer sentir a su dueña que algo está pasando.

- Estás loco, tu no me quieres sólo te jode que no me haya acostado contigo. – Responde Selene sin volverse y resistiendo la fuerza de Roberto, no desea acabar entre sus brazos. – Te doy un consejo, ¡vete! Lo que te ha dado tu amiguito no te ha sentado bien.

- No sin haberte tenido antes.

- Ni en tus peores pesadillas. – Le responde volviendo la cara para mirarlo. – No soy una de tus amiguitas.

La mano libre de Roberto golpea la tez de Selene con fuerza, intenta seguir tirando de ella, necesita cogerla completamente para llevársela donde puedan estar solos. Aunque parece que el fruto de su obsesión está clavada en el suelo, no puede moverla.

Aquel cofre interno suelta ráfagas de viento, está compuesto de ira e impotencia. La bofetada de Roberto ha provocado que se abra de golpe. Si hubieran sido unos milímetros, su dueña la cerraría con un poco de fuerza de voluntad, ya no hay marcha atrás. Miles de remolinos han escapado invadiendo su corazón, su mente y su cuerpo, provocando que una carcajada diabólica salga de su boca. La cara de Selene se vuelve hacia su agresor, sus ojos destacan un brillo espectral, sus labios carmesí muestran una media sonrisa, su cara sigue pálida, sin marcas del choque sufrido.

- Roberto, ¿conoces la caja de Pandora?

10 de abril de 2008

COMO LO QUE ME DA LA GANA

· Desde que están los chinos en el barrio han desaparecido todos los gatos y todos los perros callejeros.

· No voy a comer a un chino porque lo que te ponen es perro.

· Un hombre fue a comer a un chino y se encontró un microchip de perro.

· Roban las mascotas para comérselas porque como están bien criadas.

Estos y muchos más comentarios que veis he escuchado de labios de una mujer de 78 años, racista confesa y que, por ciertos motivos, culturales, religiosos y educativos lo es. No por ello deja de ser mejor o peor persona, pero eso no es el caso. Nunca hubiera esperado escuchar esas mismas palabras por parte de mi madre, creo que es una acusación muy grave y explicaré el motivo.

1. En mi barrio jamás ha habido gatos o perros callejeros, y los pocos que había eran viejos y murieron mucho antes de la oleada asiática. Sobre todo uno tuerto con cara de mala leche, sólo le faltaba un parche.

En cuanto a los gatos, yo sigo viendo a los mismos, tres muy bien alimentados por los vecinos y sin cortes de cuchillo.

2. Sé, de muy buena tinta y por experiencia propia, que estas personan no han pisado un chino en su vida, así que este comentario no viene a cuento que lo hagan ninguna de las dos.

3. Lo del microchip, he leído y escuchado la misma historia con personas diferentes y de formas diferentes. Todas son primas, vecinas, hermanas, conocidas, las que me la cuentan, unos fueron descubiertos en la misma velada, otras en el hospital y las otras no quiero ni saberlo. O todos los chip de los perros están rotos, o los orientales no son tan listos como se dice, el chip no sirve para nada, o han cogido a todos los perros del barrio que poseen un chip, lo que me viene de perlas para el último comentario del encabezado.

4. ¡Cómo están bien criados!, ¡Claro son perros grandes! Yo sigo viendo los mismos carteles de perros desaparecidos de siempre. Uno al año, como mucho.

La alarma no viene sólo por estas dos personas, muy cercanas a mí. Sino por el aumento de éstos comentarios en la calle y sin fundamento alguno, lo último que escuché fue que ciertas personas, de la protectora de animales, habían colocado carteles en los comercios “chinos” diciendo dando a entender que los perros europeos no se comen son mascotas. Que me parece muy bien, por esa regla de tres me puedo comer un Choucho o un pequinés, originario de ese país, ¡ah! No es europeo.

Así que me puse a investigar un poco después de ira a la peluquería, por supuesto, una tiene que arreglarse de vez en cuando. Estoy yo allí, arreglándome cuando mi estilista, me dice que si me he enterado que han encontrado una nave donde criaban perros para comérselos, en el polígono industrial Gualhorce. Como no, los culpables eran chinos, pero atención al comentario: “eso está prohibido”, no dije nada simplemente dije que formaba parte de su cultura, pero atando cabos y por mi propia curiosidad innata, me he metido hoy en internet un par de horas antes de escribir esto. He leído los derechos de los animales, la noticia, la declaración de la protectora de animales y, por supuesto, a la gente de la calle, a los que no hace falta preguntar nada, ellos solos lo dicen en la cola del super.

Rumores:

· Han criado perros para el consumo en el polígono industrial Guadalhorce. – Es cierto, según fuentes periodísticas los trabajadores de las naves colindantes denunciaron que las camadas eran distintas, cada poco tiempo. Porqué sospecharon porque eran chinos y todos saben que los chinos comen perro.

· Comer perros está prohibido, es una mascota (declaración callejera) – Me he leído los derechos de los animales y no pone nada; repito nada, nulo, artículo inexistente, sobre comer perro como una práctica aberrante. Sólo especifica que aquellos animales que se destinen al consumo humano ha de tener una muerte digna e indolora.

· Se han puesto carteles en la puerta de los comercios orientales, especificando que los perros europeos son mascotas, no se comen. Yo también fomento la comida sana y nadie me hace caso, a demás cómete un vaca en la india, a ver que te pasa, o cerdo en marruecos o cualquier otro animal de otra cultura que se considere sucio, sagrado,…etc. Si el perro fuera un alimento americano como la serpiente, el cocodrilo o la hamburguesa no pondríamos el grito en el cielo.
Mi alarma, en mayor medido no ha venido por la cría de perros, y mucho menos defiendo ciertas cosas entre la comunidad china y la española, pero esto me ha resultado denigrante. Ellos por pura cultura, comen todo aquello que les de la espalda al sol, como es normal uno de sus platos es el perro y, como aquí no hay mercado de consumo, los crían ellos mismos.

Nadie puede fomentar la xenofobia de esta forma, antes de hablar leer, informaros, mirar los derechos de la persona, informaros de su cultura, su situación, porqué viene aquí, no escuchar los bulos sino la verdad y llegar a conclusiones después de haber corroborado las fuentes. Y me parece vergonzoso, que ciertas asociaciones declaren esto como un derecho propio enmudeciendo una cultura. Se vuelve un problema contra nosotros mismos, unos medios de comunicación me dicen que tengo que respetar el resto de culturas, que todos somos iguales, pero la única forma de hacerlo es conocer el mundo, no os cerréis al conocimiento, es desde ahí donde el respeto mutuo podrá llegar al mundo sin perder nuestra propia identidad. En otros temas no voy a entrar sólo digo que no he visto ningún requerimiento legal que no sea el de criar animales en condiciones no aptas y sin los permisos adecuados.

Aunque también afirmo que esta sólo es mi opinión, otros muchos no la tendrán aunque: No veo falta que yo no haya podido cometer.

Piercing. Capítulo III.

SEGUNDO DÍA: “CARIÑO, CÓMO ESTÁS”


Al día siguiente por la mañana se escucha el sonido del móvil de Susana, es Manuel:

- Hola cariño, ¿cómo estás? – le dice Manuel.

- Estoy bien, no para ponerme a bailar una sardana aquí en medio pero, bien – le contestas Susana.

- A qué hora te recojo – le dice su novio.

- A las cinco de la tarde, vamos si te parece bien.

- Vale, entonces hasta las cinco.

Llegan las cinco de la tarde y, como siempre, Manuel para debajo de la ventana de Susana y pita con la bocina del coche, espera una media de quince minutos y ve a Susana aparecer por el portal vestida con una faldita y un jersey, bajando las escaleras con un poco de dificultad:

- Cariño, ¿estás bien? – le dice Manuel preocupado.

- Estoy bien, me duele un poco cuando me roza con una costura pero, en definitiva bien – le contesta Susana.

- ¿A dónde vamos?.... ¿Te apetece tomar algo por ahí? – le pregunta Manuel.

- Vale. Pero, por favor, que no haya que andar mucho que no estoy para muchos trotes – le recuerda Susana.

Manuel arranca el coche y se conduce hacia un lugar supuestamente tranquilo, donde pueden tomar algo reposados y sentados. La tarde se presenta un poco fría pero, a la vez tranquila, por fortuna Manuel cuando se percata de que su novia está pasando un poco de frío le pone la calefacción:

- Tienes que estar pasando un poco de frío con la faltida ¿no? – le dice Manuel.

- Si un poco, por fortuna el coche tiene calefacción.

- Ahora vamos a tomar algo y después te invito a cenar, ¿qué te parece? – le dice su novio.

- Vale, me parece bien pero, esa generosidad ¿de dónde viene? – le dice Susana.

- No tiene que venir de ningún lado – le contesta – es que no puedo portarme bien contigo ningún día.

- A ver cuanto te dura – dice Susana por lo bajo.

Manuel aparca el coche y se conducen a un bar cercano, pero esta vez no deja a Susana bajar sola del coche y mucho menos que se mueva sin que él esté a su lado. Cuando para el coche se va hacia su novia la coge de la mano, la ayuda a salir del coche y cierra la puerta del mismo; la coge por la cintura y muy despacito se encaminan hacia uno de los bares.

- Vas bien – le dice Manuel por el camino.

- Si, un poco incómoda pero bien – le contesta Susana.

- ¿Cómo que un poco incómoda? – le pregunta Manuel extrañado.

- Si dejas de tirar del brazo que tienes pasado por mi cintura y dejas de elevarme por uno de mis costados, a lo mejor andaré más cómoda – le dice Susana.

- Hay, cariño lo siento – le dice Manuel.

Susana ya está un poco mosqueada por las grandes atenciones que le proporciona su novio, ya que más que atenciones parecen “intenciones” de algo que no es precisamente cuidarla pero, sabe que no lo hace con mala fe y se encaminan poco a poco hacia el bar.

Todo iba normal hasta que Manuel se encuentra a uno de sus amigotes por el camino:

- Manuel, ¿qué haces? – le dice Roberto.

- Pues aquí dando un paseo con mi novia – le contesta.

- Hola – le dice Roberto a Susana.

- Hola – le contesta ella.

- Bueno, ¿cómo estáis? – le pregunta Roberto.

- Pues bien, dentro de lo que cabe, Susana está un poco pachucha, tiene una infección y casi no puede andar – dice Manuel con toda la naturalidad del mundo.

- Ah, Susana siento lo que te ha pasado – le dice Roberto.

- Pero si no es nada hombre, es que Manuel, cree que todo lo que me pasa es una desgracia – le contesta Susana a modo de evasión y poniéndose un poco colorada.

- ¿Desde cuando estás así? – le pregunta el amigo de Manuel.

- Desde el sábado – le contesta Manuel anteponiéndose a la respuesta de Susana.

- Entonces, llevas poco tiempo – le dice Roberto.

- Si, relativamente poco – contesta Susana entre dientes y muy cortada.

- Es que el viernes estuvo nadando en la piscina del polideportivo y cogería algo, seguro que fue eso – añade su novio.

- Ten cuidado con esas cosas que son muy puñeteras, mi hermana también cogió una infección de esa forma y estuvo un mes liada – le dice Roberto a Susana muy seriamente.

- Bueno no creo que sea tan grave, es más, los hombres cogen peores infecciones que las mujeres en las piscinas, y tienen que llevarse muuuuuuuuuuuucho tiempo en reposo, más del que te manda el “médico” normalmente debido a que las consecuencias son mucho más graves de lo que uno puede imaginarse – dice con segundas Susana.

Manuel que ha cogido la indirecta, a la primera, prefiere dar la callada por respuesta y mira a Susana con cara de asombro.

- Bueno haber si quedamos un día los cuatro y tomamos algo juntos, la pena es que Nuria trabaja hasta muy tarde – dice Roberto.

- Eso a ver si nos vemos, saluda a Nuria de mi parte – le contesta Susana.

- Bueno, Roberto nos vemos, de todas formas nos vemos mañana en el trabajo – le dice Manuel.

- De acuerdo, chao – le dice su amigo mientras se aleja.

Mientras se aleja el compañero de Manuel, la pareja sigue caminando con lentitud hasta que Manuel decide cortar el silencia abismal que se había producido entre los dos.

- ¿Qué te apetece tomar un té o un café? – le pregunta Manuel.

8 de abril de 2008

Selene. Capítulo IX.

CAPÍTULO IX: ERES…………..

Selene entra a la cafetería, después de un largo fin de semana trabajando, puede relajarse junto a sus amigas. Todas ellas se encentran muy tranquilas tomando un estimulante, con el fin de poder afrontar, lo mejor posible, la larga jornada de clases. Cuando Lucía hace su aparición por el bar. Tiene ojeras, se nota que ha pasado toda la noche llorando, tiembla y su aspecto está un poco fuera de lo normal.

- ¿Puedo sentarme? – Dice sin querer levantar la cabeza del suelo. Cuando Selene quita la maleta, de la silla contigua. – Gracias, creía que no volverías a hablarme, después de lo que hice.

- Sabes que eso no es verdad.

- Pues éstos días no nos hemos dirigido casi la palabra. – Se seca las lágrimas con el pañuelo de su mano. – Creía que sólo estabas celosa porque yo me había llevado a Roberto,.. – Estalla en un río de lágrimas. – Tenías razón, es un cabrón. ¡Un puto cabrón de mierda!

- ¿Qué ha pasado? – Dice Inma.

- ¿Qué te ha hecho? – Añade Virginia.

- ¿Te ha pegado? – Sigue Rebeca con el interrogatorio, mientras Lucía sigue llorando y llorando.

- Este no es el mejor sitio para hablar. – Interrumpe Tina. – El grupo de las brujas está vigilando, ¡vámonos a otro sitio!

- Pero niña, ¿qué hacemos con la clase?

- A tomar por saco la clase, ¿nos vamos en tu coche? – Dice cogiendo sus cosas, y las de su amiga. – Inma, si quieres, ¡quédate! Y coge tu los apuntes, no pasa nada. Lo que Lucía, no necesita, es que haya mucha gente interrogándola.

Todas, menos Tina y Selene, se van con Lucía. Saben que no es preciso que estén todas y, mucho menos, atosigarla a preguntas. Selene odia estos momentos, sabe que le han hecho daño a una persona que aprecia, aún así no puede evitar aborrecerlos, sólo va junto a su amiga, porque ella misma se lo ha pedido.

Cogen el coche y se dirigen a casa de Selene, el único refugio seguro. Al se las única que vive independizada, hay menos riesgo de fisgones indeseados y, es más probable, que la amiga recupere la calma. Allí pasarán la noche, esta vez no partirá sola hacia un mundo desconocido, en ese estado. ¿Quién sabe lo que podría llegar a hacer?, sobre todo una persona tan inestable, emocionalmente, como Lucía.

Selene prepara una tila, pone unas pastas, cierra la puerta con llave y vuelve al salón, junto a las otras.

- A ver, ¿qué es lo que te pasa? – Pregunta mientras se enciende un cigarro. - ¿Puedes decirme a qué ha venido ese arrebato?

- ¿Podrías ser un poco más dulce? – Le dice Tina. – ¿No ves como está?

- Roberto me ha dejado tirada como a un perro. – Arranca a decir. - Me regaló este anillo, diciéndome que era especial, y yo le creí.

Enseña la mano con el anillo que, semanas antes, había intentado regalar a Selene. Ella lo mira, lo reconoce, confirma que se trata de la misma cosa. Sólo un leve movimiento de su cara, da a entender que lo ha visto antes, por suerte ninguna de las dos la ha visto. Su amiga, en un ataque de ira, se lo saca del dedo y lo tira, ha caído en alguna parte de la habitación, lejos de la vista de cualquiera de ellas.

- Lucía dime una cosa. – Selene se resbala por el brazo del sofá, hasta ponerse a la misma altura que su amiga. - ¿Te has acostado con él?, dímelo.

- ¿Para qué quieres saber eso?, no remuevas más las cosas, no ves que está hecha mierda. – Replica Tina, dejando la taza de té en la mesa. - ¿Es necesario que te lo diga?

- ¿Es necesario que seas así? ¿crees que hemos venido aquí para verla hecha un zombie en el sofá? ¿por qué crees que Roberto ha pasado de ella?

- Sí, el primer día me llevó a un hotel. – Se suena la nariz. – Hemos estado quedando unos días más, la segunda vez me dio el anillo, poco después las llamadas eran cada vez más tarde.

- Hasta que no te ha vuelto a llamar, y te lo has cruzado en el pasillo de clase. – Continúa Selene con la historia. - ¿Es así?

- Si. – Se vuelve a secar las lágrimas y se coloca en el asiento del sofá.

>> Estaba esta mañana llegando a clase, cuando veo a Roberto a lo lejos, me acerco a él.

- Hola Roberto, ¿qué tal?

- Ah, hola Luci. – Me responde con voz apagada.

- Oye, ¿te pasa algo? ¿puedo ayudarte? ¿he hecho algo que te molestara?

- Lucía, será mejor que no volvamos a vernos, lo he pasado muy bien contigo, pero busco otra cosa. ¿Lo entiendes?

- No, ¿y el anillo, creía que significaba algo?

- Es una de las muchas cosas que regalo. – Mira a su alrededor. – Simplemente creí que te gustaría, no significa nada especial. Lo siento, pero tengo cosas mejores que hacer, ¡olvídate de mi!

- Pero….

- No te pongas como una niña. ¡Se acabó!, tu conseguiste lo que querías y yo también, aunque no era lo que me esperaba, así que adiós. – Se da la vuelta y se va.

<<

- Y tú que pensabas que estaba celosa. – Apaga el cigarrillo. – Lo ves, ¿cómo no eran celos?, ¡os avisé!

En ese momento suenan unas llaves, alguien está entrando al piso. Es Yu, la compañera de Selene. Entre las sombras, del descansillo, aparece una figura pequeña, de pelo largo y lacio y facciones orientales.

- Hola, ¿qué pasa aquí? – Dice la recién llegada.

- Los tíos, que son unos cabrones. – Le contesta su vecina de cuarto. – Por eso no hay que fiarse de ninguno.

- Para eso yo tengo un buen remedio, cura todos los males. – Suelta la chaqueta, el bolso y va directa a la cocina. – ¡Verás que bien te sienta!

En pocos minutos Yu, vuelve a salir con un pastel y una tetera. Tina hace hueco en la mesa, mientras Lucía llora, desconsoladamente, en el hombro de su amiga. Una de las inquilinas, corta un trozo de pastel, lo coloca sutilmente en el plato y se lo da a la desconsolada Lucía. Con el berrinche, no es capaz casi de tragar, pero lo consigue. En pocos minutos la tormenta amaina y, sus estruendosos gritos, se callan. Lucía comienza a reírse sola, se levanta, baila por el salón, mira a las compañeras y se ríe.

- ¿Qué le has dado? – Pregunta tina, todavía no se cree lo que acaba de ver.

- Es una receta que me traje de Ámsterdam. – Responde con una medio sonrisa. – Veo que ha funcionado, verás como en poco tiempo se tranquiliza.

- Eso sino se tira por el balcón antes. – Dice Selene.

Un rato más tarde pegan a la puerta, son el resto de amigas. Ya han terminado las clases y van a darle apoyo a su amiga. Cuando llegan ven como Lucía está cantando a todo pulmón, con la manta del sofá puesta sobre los hombros y riendo, como una descosida.

- Selene, ¿Qué pasa aquí? – Dicen todas a la vez.

- Uno de los remedios de Yu, que la ha puesto a pegar botes.

- Ave maría cuando serás mía, si me quisieras…… - Sigue cantando y haciendo la coreografía. – Este pastel es una bomba, tienes que darme la receta. – Se dirige al cuarto de Selene y se cae dormida, de repente, en el sofá.

- Estará así hasta mañana. – Dice Yu, explicándoles a todas. – Por la mañana todo le parecerá mejor.

- Bueno, espero que os hayáis traído los pijamas, porque va a ser una noche larga. – Selene coge el resto de platos y va colocando, pequeños trozos de pastel, en cada uno de ellos. - ¿Os apetece probar el pastel? – Le ofrece un pedazo a Tina, que lo coge con una sonrisa.

- Sino puedes con el enemigo únete a él. – Añade Virginia, cogiendo una cucharilla.

- Sería de mala educación no aceptarlo. – Expresa Rebeca cogiendo el plato.

- Sólo un poquito. – Dice Inma, con la boca chica.

- Un poco de diversión no le viene mal a nadie. – Dice Selene, metiéndose el primer trozo en la boca.

- Un momento que voy a hacer un té de hierbas aromáticas, que traje de mi país. Para bajar el pastel. – La compañera de Selene, vuelve a la cocina, para calentar el agua.

- ¿No se despertará? – Pregunta Rebeca, cerrando la puerta del dormitorio.

- Con lo que ha comido tiene para toda la noche, y si lo hace le damos más. – Dice Inma. – Igual que nosotras. – Y todas comienzan a reírse.

2 de abril de 2008

Piercing. Capítulo II.

PRIMER DÍA: “EL ATS

Susana está en su cuarto terminando de arreglarse cuando escucha el sonido de la bocina de un coche que pertenece a de su novio Manuel, se asoma por la ventana y ve como este se echa hacia el volante, y se asoma al cristal delantero del coche para ver si ella se a asomado a la ventana indicándole que le ha escuchado y que baja enseguida.

Si enseguida, eso siempre pasa, Susana deja todo lo que concierne a arreglarse siempre para última hora por lo que, cada vez que Manuel, se asoma por el coche para ver si ella ha escuchado el ruido de la bocina del coche, esta se asoma por la ventana y le abre la palma de la mano enseñándole sus largos y finos dedos, señal que quiere darle a indicar que son cinco supuestos minutos los que le quedan para terminar de arreglarse, eso sucede por supuesto, si Manuel, tiene suerte ese día.

Tras quince minutos de espera, contados por el reloj, que han pasado lentamente mientras el novio de Susana escucha canciones en la radio del coche, esta aparece por las escaleras del portal de su casa, muy arreglada pero, por supuesto, en pantalones, cosa que poco le gusta a Manuel, ya que dice que tiene unas piernas muy bonitas y debería de enseñarlas aunque, como todo hombre que no ha llevado una falda en su vida, no se da cuenta de que están en pleno invierno y que Susana, no tiene ganas de pasar frío ese día.

- ¿Por qué no te has puesto una falda? – le dice Manuel un poco decepcionado – como has tardado tanto creía que te estabas arreglando.

- Y lo estaba haciendo, mira me he puesto estos pantalones tan ajustados que me he comprado en las rebajas hoy, ¿qué pasa, no te gustan? – le contesta Susana haciéndose la remolona.

- Si no es que no me gusten pero, es que estás tan guapa con faldita que creía que hoy te la ibas a poner – le contesta su novio con voz de pena.

- Pero....¿A ti qué te pasa?, vamos a ver – le dice Susana un poco mosqueada – estamos a 13º de temperatura, ¿tú te crees que hace tiempo para ponerse unas medias finas y una faldita corta?, se me iban a helar hasta las ideas. ¡Tú estas loco si piensas que con este frío y para ir a dar solo una vuelta me voy a poner una falda!.... Desde luego, que el día que me digas que ¡qué guapa estoy! monto una fiesta – le reprime Susana – Anda, arranca el coche y vámonos antes de que me arrepienta y suba a sentarme en el sofá a ver la tele con la mantita y la estufa puesta.

Manuel pone cara triste y arranca el coche, van sin rumbo fijo a dar un paseo para matar el tiempo hasta que llegue la noche, que es cuando han quedado con unos amigos para ir al cine.

- ¿Dónde vamos? – le dice Manuel a su novia.

- Ah, no sé. Donde tú quieras – le contesta Susana mosqueada.

- Siempre soy yo el que elige el sitio. Por una vez podrías elegir tú – le replica él.

- Pero, ¿tú crees que después de lo que me has montado por la falda yo tengo ganas de ir a algún sitio contigo ahora mismo? – le dice ella en un tono bastante enfadado y remarcado.

- No creo pero, si ya sabes como soy, porqué no intentas mosquearte un poco menos y pasar de mí cuando te lo diga. – le dice él a modo de excusa.

- Y si tú sabes cómo me pongo, porqué no intentas pasar un poco de decirme la típica frase que todos los días escucho: ¿porqué no te has puesto una falda? - lo hace imitando sus voz de una forma burlona- Me gustaría verte en pleno invierno con una falda corta, unos tacones finos y unas medias que, por cierto, no quitan el frío ni a tiros. Seguro que si más de un tío lo probara se le quitarían las ganas de decir esa fracesita.

- Bueno vale, dejemos la conversación. Te apetece ir a la tetería o no es hora de tomar un té – le dice Manuel.

- Hoy no vamos a ir a la tetería – le dice Susana. – Vamos a ir a un sitio especializado en hacer pendientes que me voy a hacer uno. – le dice de forma pícara.

- ¡¡¡¿Cómo?¡¡¡ - le dice un poco escandalizado Manuel ya que no se acaba de creer lo que ha escuchado.

- No querías que te dijera dónde íbamos a ir, pues ya tienes un sitio donde llevarme – le dice Susana.

Pasados unos minutos de silencio, mientras Manuel conduce le dice:

- ¿Puedo hacerte una pregunta? – le dice Manuel.

- ¿Cuál?

- ¿Dónde te vas a hacer el pendiente? – le dice en un tono un tanto inocente – es para saber a que tipo de especialista tengo que ir, porque tu sabes que no es lo mismo en una oreja que en otra parte del cuerpo – le dice en un tono serio y responsable.

- Vamos a una clínica especializada, y que sepas una cosa, tanto si es en la oreja como si no, hay siempre que ir a buenos sitios, no a un cualquiera. ¿O tú te crees qué todos los pendientes que tengo en el cuerpo me los ha hecho un matasanos?

- No pero, me puedes decir ¿dónde te lo vas a hacer? – le dice Manuel en un intento por salvar sus dudas surgidas respecto al serio asunto que está discutiendo con su novia.

- Solo te diré que me lo vas a regalar tú, así que ya estás yendo a un cajero y sacar dinero porque este tipo de pendientes cuesta caro – le dice en un tono un poco de mando – A demás, me dijiste que tú me lo ibas a regalar si quería hacérmelo, así que vamos antes de que me arrepienta de lo que voy a hacer.

- A la orden mi sargento – le contesta Manuel y pone rumbo al primer cajero que pertenezca a la sucursal en la que él deposita la nómina de todos los meses.

Al llegar al cajero, para el coche en doble fila y mirando a su novia con cara de contento y asombro a la vez le dice:

- Espera aquí, si viene la policía me avisas. No tardo nada – le dice con voz alegre – Ah, otra cosa, no pienses mucho en lo del pendiente a ver si se te quitan las ganas que en un minuto estoy aquí.

El cajero le escupe el dinero tras unos minutos, corriendo se mete en el coche y se encaminan hacia la clínica para que Susana pueda hacerse su piercing. Manuel tarda menos de cinco minutos en llegar, ya que no se fía en si su novia se va a echar atrás.

Una vez encontrado el aparcamiento Susana y Manuel entran a la clínica, entonces Manuel le dice:

- Espera antes de entrar que voy a por la cámara de fotos – le dice Manuel en forma de cachondeo a su novia - Es para que tengas un recuerdo del antes y del después.

- Desde luego que cada día estas peor, ni se te ocurra ir a por la cámara para sacarme fotos mientras el ATS me perfora los genitales – le contesta Susana.

- Solo era una pequeña idea para tener una prueba de este momento histórico – le continúa diciendo.

- Anda, déjate de ideitas y vamos para a dentro antes de que me arrepienta de lo que voy a hacer.

- Pero, ¿de verdad que no me dejas coger la cámara de fotos?, si está en el coche, te aseguro que no le enseñaré a nadie estas fotos – le dice Manuel en un último intento.

- Te aseguro que no te dejo coger la cámara, así no podrás enseñarle a nadie nada – le dice su novia mientras entran por la puerta del ATS.

Tras una media hora, salen los dos muy agarrados . El motivo era que Susana se había mareado y no podía moverse mucho así que Manuel, le ayuda a sentarse en el asiento delantero del coche, le cierra la puerta y se introduce en el asiento, por la zona del conductor y, mientras pone la llave en el contacto abre la ventana de Susana para que le de el aire y así se le quite el mareo:

- A que no ha sido para tanto – le dice Manuel mientras va conduciendo camino de casa de Susana.

- No, solo me he mareado lo suficiente como para confundirte con una top model pero, no ha sido tan fuerte – le contesta con desaire.

- Bueno ya veo que estás mejor. Ahora te acompaño a tu casa y te pones la faldita para que no te hagas daño con el roce del pantalón – le dice su novio.

- Vale. Ahora ya sabes que estarás a pan y agua diez días – le comenta Susana – Así que conciénciate de que vas a estar sin mojar mucho tiempo.

- Ese es el único inconveniente que le veo a esto – le contesta – que no se como voy a aguantar diez días sin disfrutarte.

Susana se ríe tras haber escuchado esto y se pone a mirar la carretera desde la ventana abierta que le ha abierto Manuel y deja que el aire le de en la cara durante el camino. Mientras Manuel, no sabe que cara poner, tienen un sentimiento entre alegría porque su novia ha hecho algo por él que no se esperaba y que, a demás, era algo que deseaba mucho y, al mismo tiempo, de pena ya que no le gustan tener que esperar diez días sin hacer nada de sexo.

Llegan al portal de Susana, entonces Manuel le acompaña hasta su casa, se sienta en el salón y espera pacientemente a que Susana se ponga la falda y las medias. Tras unos minutos ella sale del cuarto y se van al lugar de encuentro donde habían quedado con unos amigos para ir a cenar y al cine.