ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




30 de abril de 2010

Selene. Capítulo LXV.

CAPÍTULO LXV: SÓLO UN BUEN RATO.


Al borde de aquel palo de madera roído y casi consumido por el musgo, un bonito camino de piedras coloreadas, que asomaban destellos con los rayos verdosos de aquel sol, conducía a la entrada de la casa. Esta, si bien un tanto coqueta para lo que habían podido observar, presentaba una hamaca para dos personas desde donde uno se podía sentar cómodamente a mirar el deprimente paisaje, descansando en unos cojines forrados con flores de tela, en la misma puerta, una alfobrilla que ponía: “no se acerquen más.”

- Parece que no le gustan las visitas al bicho – dice Fepico mientras aún sujetaba el cigarrillo en la boca -. Aunque viendo lo que hay por aquí no me extraña.

- ¿Estará en casa? – dice Selene acercan su oreja a la puerta.

- Parece que el caimán ha salido de casa – le responde Yu mirando a través de un visillo de encaje tras un cristal.

- Pues… ¡Qué demonios hacemos ahora! – dice Luis impaciente -. Hemos cruzado de un mundo a otro para ver un caimán emplumado y ahora ha salido de casa – se sienta al borde de uno de los escalones de la entrada.

A lo lejos, casi confundiéndose con el paisaje, una figura pesada, grande, casi rolliza y con unos bultos a los lados, se acerca en su dirección.

- ¿Será lo que estamos buscando? – dice Fepico antes de que tomaran posiciones escondiéndose por los laterales de la casa.

Unos ojillos curiosos miran a la figura, que va tomando forma, mientras camina plácidamente por el sendero de piedras coloreadas.

¡Marineroooooo!
Yo quiero ser marinero de aguas bravas.

- ¡Qué mal canta el condenado! – dice Fepico mientras se le escapa el cigarrillo de entre los labios al suelo -. Seguro que tiene un premio por un voz angelical.

- ¿Eso que lleva entre las manos son bolsas de la compra? – se echan los dos a reír.

- ¡Callaros de una vez que os va a oír! – les regaña Selene.

- Trala, la, laaaaaaaa… Cof, cof, cof – se agacha soltando las bolsas de la compra -. Tengo que ensayar un poco más… Esta vez casi me ha salido.

Al incorporarse mira hacia la esquina donde están situados nuestros cuatro curiosos que no pueden sino devolverle la mirada ante el hecho de haber sido descubiertos.

- Hola – dice Yu moviendo la mano.

- Te estábamos esperando – le dice Luis.

- Espero que no te hayamos asustado – continúa Selene.

- Un cigarrillo macho – le muestra un paquete de tabaco -. ¡Son de los buenos! Los mejores los guardo para mi disfrute personal, llevan mucha mierda.

- No esperaba visitas hoy – les dice el caimán incorporándose -. Lo cierto es que nunca espero visitas – dio un pequeño saltito para mover el cuerpo y ponerse de cara a la puerta -. Tomaremos un te aquí fuera – dice intentando meter la llave en la puerta -. La casa no está decente para que nadie la vea. ¡Sentaros!

- Estupendo – le dice Selene muy tranquila.

La entradita de la casa estaba decorada de una forma un tanto coqueta, las sillas decoradas con labrados finos, la mese poseía un mantel de hule con decoraciones de flores y el techo, cubierto de bombillas, seguro que hacía las delicias de las noches calurosas.

A los quince minutos el anfitrión aparece con una bandeja, las tazas son de porcelana blanca, con una decoración negra a modo de ramas. Una tetera, una lechera, algo de café, azúcar, pasteles y servilletas blancas, componían la vianda que portaba el caimán.

- Bueno – dice el aligátor cruzando las piernas y moviendo la cucharilla del te después de haber servido a todos los invitados -. ¿A qué se debe la visita?

- Hemos venido por una pluma de caimán – dice Luis acabando la última pasta de mermelada mientras Selene le da un codazo.

- No le regañes – le dice mientras los restos de la pasta caen al suelo y Luis casi se atraganta -. Me gusta la gente que va al grano.

- Por desgracia no veo que puedas ayudarnos – dice Yu seguidamente -. Tu piel sólo tiene escamas y nos hace falta una pluma de caimán.

- Las cosas muchas veces no son lo que parecen – dice el caimán echando su cuerpo sobre la mesa -. ¿Más té?

- No gracias – le dice Yu -. Estoy llena.

- Sólo responderme a una cosa – dice el caimán mirando como su líquido daba vueltas y vueltas dentro de su recipiente individual -. ¿Cómo me habéis encontrado?

- Ese pajarraco – dice Fepico haciendo un gesto de desdén con el brazo izquierdo y mirando al exterior -. El que dice ser el más bello de este lugar.

- Ya – dice dejando la taza sobre la mesa –. Pedus.

- Si – continúa Fepico -. El del fantástico nombre que saca carcajadas en mi mundo.

- Y en este – continúa la conversación -. No te creas… Lo que pasa que él lo confunde con respeto sobre él porque todos doblemos la cabeza y nos tapamos la boca cuando lo vemos aparecer y nos acordamos.

- ¿También es el más bello del pueblo? – le dice Luis tirando un poco más del hilo.

- No – le responde el caimán -. Sólo fue una especie de broma donde él era el presentador y se tomó los aplausos para él. Al ver el bullicio y escuchar las bromas, que tomó por verdaderas – se echa un poco más de azúcar en su té -. Se autoproclamó el más guapo del pueblo – se echa sobre el respaldo de su silla -. Todos se rieron y desde entonces no hay quien lo aguante.

- ¿Qué quieres a cambio de la pluma? – le dice Selene cambiando el tema de la conversación.

- Nada – responde.

- ¡Nada! – dice Fepico -. Eso sería algo difícil de encontrar.

- Aquí la tenéis – saca una pluma de entre sus escamas y se la da a Selene.

- Así sin más – le responde esta cogiéndola y mirando al dador con cara de asombro.

- Nada – le vuelve a decir -. Sólo con este rato ya me es suficiente… Espero que volváis algún día y podáis contarme ¿para qué la queréis?

- Para deshacernos de un dios y su secuaz que no tiene forma – le dice Fepico ante la mirada demoledora de las dos diosas -. ¿Quéeee? – les replica ante esta forma de reprenderle -. Se lo merece.

- Espero que tengáis suerte – les responde -. Acabaros el té y marcharos… Espero veros pronto por aquí.

- Por supuesto – le dice Selene.

Allí se quedaron toda la tarde, riendo y pasando buenos ratos como amigos de toda la vida, mientras aquel verde sol caía de entre unas montañas púrpuras.

27 de abril de 2010

UN HOMBRE COMO MI PADRE.

Eso exactamente lo que estaba buscando en esta vida, sabía perfectamente lo que deseaba en un hombre y lo que no. Simplemente mi modelo de hombre, para pasar toda mi vida junto a él, era un hombre como mi padre.

Lejos de un parecido físico o de un complejo de Electra (muchos padres no son precisamente un modelo a seguir o a imitar), mi progenitor ha sido siempre una persona afable , sensible, enamorado de su mujer, con la cual volvió a renovar sus votos de matrimonio cuando cumplieron los 25 años de casados. Después de toda una vida juntos, dos hijos y una larga carrera como genio que es. Su mujer y sus hijos han sido siempre la prioridad para él y, dentro de todo ello, la persona con la que decidió pasar el resto de su vida.

Hombre pendiente hasta la saciedad de su mujer, a la cual le da mimos constantes, intenta no preocuparla, amigo y amante, malcriador de sus hijos y de su esposa, siempre ha intentado vernos a todos felices. Se quitó caprichos o necesidades por nosotros, goloso por naturaleza, siempre le ha encantado comerse una tableta de chocolate y repartir algunas pastillas entre nosotros, o comerse junto a su hija, una tarrina de un kilo de helado de tiramisú delante de la tele mientras disfrutábamos de la serie de Star Trek. Amante de James Bond, seguidor de las películas del oeste y, por supuesto, amante de la Guerra de las Galaxias, Superman y de Indiana Jones, nos cantaba sus banda sonora entre cosquillas y aventuras en las calles de la ciudad.

Eso era lo que buscaba, un hombre que me quisiera, que se desviviera por mí y que, en consecuencia, fuera correspondido como hace mi madre día tras día. Una persona de la que te alegraras ver al levantarte todos los días, en las que cocinar para él fuera un tremendo placer y todo lo que realizaras fuera con gusto y no por obligación.

Han pasado ya seis años desde que aquel primer beso llegó a mi vida, desde que decidimos no separar nuestras bocas y todo sigue igual, por ahora lo encontré, un hombre como aquel que me crió con tanto cariño y amor, donde sus torpezas son algo merecedor de una risa en vez de un enfado, donde su falta de habla o tranquilidad, son dignas de cualquier persona que evita que su esposa se preocupe, y que, por supuesto se desvive por darme mimos y hacer que cada día sea una detalle, una lucha por nosotros mismo en la que nada cuesta trabajo porque todo sale del corazón. De peleas pasionales que se perdonan con miradas y besos, acabando en avalanchas pasionales y palabras de amor en vez de perdón, donde todo sale del corazón y la sonrisa de la mañana no tiene que ser forzada por tener contento a alguien. Por ahora, o por siempre, creo que lo encontré.

Por supuesto la comparación no es exacta, el carácter parecido, pero es que cada uno tiene sus cualidades individuales donde los defectos del otro se vuelven algo más que una parte adorable de su ser.

¿Por qué voy a celebrar este día? Simple, mi madre me enseñó algo muy importante, todo hay que celebrarlo, no importa que haya o no dinero para salir fuera, para eso sólo te hace falta algo de cariño, una comida, casera y buena, realizada con el mayor cariño posible y una botella de champan o vino (si se puede las dos), un buen postre de fruta o alguna que otra golosina, no son de malos paladares, pero para personas que disfrutan de las pequeñas cosas, eso no importa. La alta cocina no siempre es parte imprescindible en estas ocasiones y, a demás, cuando hay cariño, con un par de hamburguesas, sentados en una ventana, a través de la cual se ve el firmamento, es lo mejor que puede suceder. Los buenos restaurantes sobran cuando todo es sincero. Por eso un filete y unas patatas fritas, hoy harán del deleite de aquella tarde donde sus labios asaltaron los míos en un lugar en obras de la ciudad y una botella de champan, harán el deleite de la celebración.

Este es mi regalo para sangreybesos, la persona que es como mi padre, que se desvive por mí, que se encuentra ahí cuando lo necesito, que ha decidido pasar el resto de la vida conmigo, el que siempre me dice que estoy guapa, incluso en mis peores momentos y en la que sus gracias y torpezas, no son más de pequeños placeres de la vida en la que deseas disfrutar junto a él. No es romántico, pero si detallista a su manera, la mejor de todas; hoy no habrá flores, pero sí abrazos y besos, esos son gratis, pero cuesta mucho disimular cuando no se dan de verdad, los suyos se llenan de cariño cada vez que alza los brazos para rodearme.

¡Qué mejor celebración que esta! Algo lleno de amor y lejos de regalos terrenales, un cariño por un regalo, un beso por una rosa, un te quiero por un restaurante, una vida por un compromiso… Es que no puedo pedir más, un cariño que dure toda la vida, que sea amigo, amante, compañero y cuidador, es imposible querer algo más cuando lo tienes todo.

23 de abril de 2010

CON LIBRO Y ROSAS.

Unos grandes amigos.

Entre libros y sin rosas, yo vi unos mundos a los que jamás pude viajar en tren, avión, coche o autobús. Anduve por las lunas perdidas de universos lejanos de aquellos lugares donde el espacio no ha sido descubierto, conocí a personajes extraños; algunos tenían ciertos dones de dioses primigenios, otros se denominaban brujas y, los menos, poseían una fisionomía diferente y peculiar.

Monstruos del limbo, caminos hacia el infierno, albinos que luchan con espadas endiabladas, un camino hacia una frontera, el viaje hacia los ocho círculos del infierno.

Algunos de sus protagonistas eran graciosos, otros antipáticos, los malos eran los peores, ni siquiera la película de terror más sangrienta, podía acercarse a su crueldad, es más, aquellos trilers llenos de sangre y vísceras, no podían superar mi imaginación al leerme el cementerio de mascotas o las mujeres asesinas de la historia, mis risas se multiplicaban sin necesidad de que mis ojos vieran unas imágenes que me perfilaban aquellas líneas adaptadas de alguna comedia. Ni tan siquiera me dibujaron a Badercup o a Wessly en la princesa prometida.

Y es que imaginación vuela, a veces es superada por la ficción, la mayor parte de las veces, por desgracia, no es para dar una buena noticia, cosas que jamás te atreverías de ver con los ojos de la mente.

Entre libros y rosas leo.

Y es cierto, entre aquellas rosas secas por el tiempo y regaladas sin motivo o causa explícita, sólo las de un antojo de un amante cariñoso, que no buscaba el momento más romántico, sino la sorpresa de su amante, en el momento mismo que su menté vislumbró un buen momento. Los libros de esta casa descansan, unos han sido leídos y volverán a abrir sus hojas, lo huecos delatan que ya hay dos esparcidos por la casa, fuera de su lugar perpetuo y colocados sobre pequeñas mesas al lado de la cama para poder ser disfrutados de noche.

Los viejos, los ya vistos y repasados, no pierden la esperanza de volver a abrirse para volver a contar su historia de nuevo, quizás esta vez no la bese, o Elric no llegue a las puertas carmesí, a lo mejor el Bufón no contará sus chistes, o La sanguijuela de mi niña no sea un vampiro. ¿Quién sabe? Quizás el asesino del Perfume me descubra un sutil detalle que no hizo antaño. ¿La maga de Rayuela sería de otra forma sin los capítulos anexos? No lo sé, quizás si, por ello es bueno releerlos de vez en cuando pasa un tiempo.

Una historia infantil.

Mi madre, culpable de mi amor por los libros, y que vislumbró mi curiosidad por saber desde muy pequeña, me compraba libros asiduamente.

- Te has leído las vacaciones del pequeño Nicolás – me decía una tarde de verano.

- Si mamá – le contesté mientras mi cara mostraba un enfado porque había llegado a la última página del libro.

- Pues esta tarde vamos a por otro.

No hacía falta que fuera un día especial, sólo que me hubiera terminado el libro, entonces, sin preguntar por la edad recomendada para leer un libro, me soltaba en la librería, donde los tomos me llamaban hasta que encontraba alguno y, sin más, papá lo cogía y lo pagaba con gusto.

- Hasta que no te lo leas no te compro otro – me decía mi padre sonriendo.

Y así sucedía, por supuesto, todas las navidades, cumpleaños y santos, junto a los regalos habituales, se encontraba un paquete rectangular, que variaba de volumen, donde podía encontrar un mínimo de tres libros, lo cual era lo que más me gustaba de aquellas fechas.

También leía a escondidas, aquellos libros del dicomundo o mundodisco, que siempre cambio los términos, los comic de superhéroes y demás lecturas que sólo podía encontrar en casa de mi tía y que de noche, en la oscuridad del cuarto, echaba un vistazo largo, de varias horas, a la luz de una linterna o escondida detrás del sofá de mi abuela. “Eso son libros muy difíciles para ti” – me dijeron cuando acaba de terminarme el señor de los anillos y recibí como regalo los tomos I, II y IV de Elric de Meldiboné, a los 11 años. Pero daba igual, los leí y los disfruté, quizás tardé un poco más de lo normal, había cosas que no podía entender, pero lo hice, ese fue el caso.

Un nuevo sistema de escáner visual.

Ahora os dejo, con este homenaje al libro sin rosas y al simple fin de leer por leer, con un nuevo método innovador de escaneo que han encontrado, para aquellos que aún no saben a qué me refiero.

Un beso y, otra cosa, aunque la tecnología sea buena y las historias que encuentras en internet, no más que interesantes, el tacto de un papel no podrá suplir al frío que emana un ordenador cuando pasas sus impersonales páginas.



19 de abril de 2010

I NEED SPEAK SPANISH.

Tras unos días en Ámsterdam, descubrí una cosa muy importante, que era muda. No sabía decir más que unas pocas palabras en inglés, eso sí, según sangreybesos, las declinaciones fonéticas y la pronunciación eran buenas.

Ciertamente, podría haber sido peor, en vez de ser una inútil, fonéticamente hablando, podría haber sido también sorda en un estado leve de la misma en la que sólo se es capaz de escuchar ruidos que, a pesar de no identificarlos como tal, sabes que es lenguaje. Por lo que mi angustia en esta situación hubiera sido peor, que ya, o hay nada peor que saber que están hablando y no identificar ni una triste palabra de toda la parrafada (angustia ante toda esta situación, sería lo que definiría yo como tal.

No me gusta no valerme por mí misma, por mucho que mi ahora marido supiera perfectamente inglés, actuaba de intérprete, no tanto como él esperaba, pero ciertamente me hacía sentir como un trasto sin uso o funcionalidad ninguna. Por ello, necesito volver a aprender.

Por lo menos entendía, me decía a mí misma para consolarme de aquella situación, por lo menos entendía algo, y no gracias a los profesores de inglés que tuve durante mi época escolar y de instituto, sobre todo con la antepenúltima que me tocó. Las pronunciaciones de los mismos eran toscas, se preocupaban más porque supieras escribir la palabra que por la pronunciación en sí, mucho vocabulario, poca gramática y mucho menos, el poder realizar una conversación para poder practicar.

Algunos que otros se dedicaban un poco más a su oficio, pero ciertamente, estropearon mi interés por el idioma, tras mi llegada al instituto. Me tocó una profesora, que no maestra, más quemada que el palo de un churrero, tendiente a depresiones, con los nervios más bien sobreestimulados y, para la cual, yo significaba una especie de amenaza para su clase.

Insistía una y mil veces en que tenían que integrarme dentro de aquellas clases especiales de apoyo, donde los alumnos con problemas de aprendizaje o un retraso, bien debido a un mal ambiente o por circunstancias genéticas, no podían seguir el ritmo normal que la ley de educación imponía a los alumnos “normales”, por decirlo de alguna manera (es que la forma de denominar a ese tipo de niños es un poco despectiva, a mi parecer.) La cosa era que deseaba quitarme de en medio a como diera lugar y pensaba que tendría todo a su favor y, por supuesto, el poder suficiente como para tirar abajo a una de las alumnas que no le gustaba tener en clase. Así que puso manos a la obra, intentó hacer ver que no estudiaba lo suficiente y que siempre me quedaba al límite del aprobado poniéndome en todos los exámenes un 4,5, nota que ella tenía como una especie de sello en todas las hojas donde aparecía mi nombre.


Mi respuesta ante todo esto, pasé de estudiar inglés y confirmar mis sospechas ante una persona que me trataba como si no valiera para nada en la vida: cuando se dirigía a mi me hablaba de forma lenta y pausada, me restringía los deberes y halaba con el consejo escolar intentando convencerles de que mi mente no estaba preparada para poder continuar mis estudios de una forma norma. ¿Cómo le demostré a mi madre que era verdad lo que decía? En palabras de una adolescente, simplemente parecía el típico caso de una alumna que no quería estudiar un idioma anexo al suyo. Simplemente dejé de estudiarlo, le demostraba a mi madre que, estudiara lo que estudiara la nota era siempre la misma, aquel deprimente cuatro y medio que mostraba a mi padre meses después.


Estudiante modelo, niña que no se metía en problemas, unas notas implacables y con única pega que era un poco antisocial y carecía casi por completo de amigas, me relacionaba muy poco con el resto de alumnos y prefería un libro antes de tontear con los niños del patio, la fatídica carta de citación para mis progenitores llegó un buen día por correo. Por lo que me contaron las cosas fueron un poco largas, mi padre compartía la misma profesión y no estaba dispuesto a que una maestra que se dedicaba a realizar ejercicios de relajación en clase, el día que no tenía ganas de impartir conocimiento (por cierto eran casi todos los días) tirara por la borda las expectativas académicas de su hija.

Ella no consiguió lo que buscaba, mis notas en francés y demás asignaturas lo demostraban, una media de notable no era fácil de ocultar y, mucho menos, denotaba una falta de intelecto o esfuerzo por mi parte para poder superar los estudios. Por supuesto, todos los años se negaba a aprobarme hasta última hora y llegaba al punto de hacerme aparecer en las recuperaciones del curso, por lo que no estudiaba hasta última hora o simplemente hacía el mínimo esfuerzo, ya que mis notas no iban a superar un aprobado raspando, no iba a perder las horas intentando sacar algo que no se me iba a reconocer.

Ahora, en consecuencia de lo pasado en otro país, he vuelto a coger los libros, porque no era sorda, cierto, pero me faltaba vocabulario, entre otras cosas para poder realizar una frase coherente. La culpa, la de un mal profesor, aunque no fue solo suya, sino mía, no por tener que demostrar algo, sino por dejarlo de lado hasta ahora. Más de diez años me separan desde que toqué el último tomo del libro de gramática inglesa, ahora lo he vuelto a sacar a la luz para repasar y poder decir algo que no sea fish and chips.

(Una cosa más, se inglés gracias al cine subtitulado, no a mi aprendizaje formal.)

9 de abril de 2010

Selene. Capítulo LXIV.

CAPÍTULO LXIV: POR LOS PELOS.

Los cuatro, acompañados de aquel ser, un tanto peculiar, pomposo y quizás bello, a su manera, se dirigían por senderos llenos de lodo, rocas que siempre estaban en los lugares propicios para tropezar, algas salidas de alguna parte y árboles azulados. Bajo aquel verde y abrasador sol, lo único que podían hacer era echarse los brazos sobe los ojos para evitar la ceguera.

- Pronto llegaremos a la casa de ese desagradecido caimán – dijo aquel intento de pájaro.

- Seguro que el pobre evitó el voto porque todos los contendientes se parecían – le comenta en voz baja Luis a Fepico.

- Mi abuela no lo querría ni para hacer una sopa – le responde al comentario -. Ni con sus guisos especiales utilizaría un bicho tan feo – se busca un cigarro en el bolsillo -. Aunque no puedo decirlo con mucha certeza… ¿Quién sabe lo que lleva esa sopa pestilente que prepara?

- ¿Una sopa especial? – mira Luis a Fepico intrigado.

- No – se enciende el cigarro -. Sólo le dice sopa, aunque yo dudo que pueda ser algo que puedas catalogar como tal – guarda el mechero en el bolsillo del pantalón -. Yo lo llamaría agua limpia de pantano radiactivo… Pero cada uno tiene sus propias definiciones para algo.

- Aaaaarrrrg – dice el pájaro.

- ¡Qué cojones pasa! – dice Yu que del susto se ha caído al suelo intentando evitar una roca.

- Se me ha estropeado la pedicura con la marcha – expresa el pajarraco mirándose la pata y con una lágrima en los ojos -. ¿Sabes cuánto me ha costado dejármelas perfectas?

- Lo que me extraña es que te las hayas podido pintar – dice Selene sin dar crédito a lo que escucha.

- ¡Descarada! – el aludido vuelve la cabeza con desdén -. Pues… para que te enteres bicho raro.

- Mira quién lo dice – interrumpe Selene la supuesta regañina.

- ¿Puedo continuar?

- Si claro… a delante… por mí no te cortes – dice Selene.

- Pues… - mira a todos los presentes -. Para que lo sepas, ¡engendro! Me ha costado tres horas y unas veinte capas de esmalte de uñas para dejar la tonalidad perfecta – dice enseñando la uña rota -. No es nada fácil hacerlo cuando sólo tienes pico.

- ¿Lo de engendro iba por mí? – dice Selene sin alterar la voz.

- Uh uh – dicen los tres a la vez.

- Si – le responde el bicho -. ¿Por quién te crees que iba? Sois los bichos más feos que he visto nunca, y eso que veo muchos a lo largo del día.

- Una cosa más – le dice Selene poniendo la mano en la barbilla -. ¿Tenéis espejos por la zona?

- No – responde orgullosamente -. Las aguas son suficientes para poder deleitarnos con nuestra presencia – continúa diciendo -. Este que llevo yo aquí me lo regaló alguien que ya no recuerdo – muestra un trozo de espejo roto y decorado por un marco gótico -. Por supuesto no pudo aguantar tanta belleza y se resquebrajó cuando mi imagen se reflejó en él, aunque lo uso porque queda chic.

- Estupendo – dice Selene moviendo el dedo índice sobre su barbilla -. Y… ¿Dónde está la casa del caimán?

- La tenéis ahí delante, justo detrás de aquella roca color roja – señala con el ala su dirección -. Dice que la pintó para distinguir la zona, pero es una horterada, como todo lo que hace.

- Y…. ¿Cómo has dicho que te llamabas?

- No lo he dicho y sí, tengo un nombre – se yergue para elevar la cabeza – Pedus Finus, sí, ese es mi fantástico nombre.

Cuando baja la cabeza, aquella criatura altiva ve una escena no menos que asombrosa para él, sus cuatro acompañantes han roto en carcajadas tras escuchar su nombre, aquel que le había dado fama en aquella fantástica zona. Enfadado, alza el vuelo y decide tomarla con Selene, se dirige hacia su cabeza lo más velozmente que puede, dirige sus patas, en posición de ataque hacia su coleta.

Poco a poco, el momento final de su ataque se culminará en un pase rápido de aviso, pronto sabrían quién es Pedus Finus, el más influyente del lugar, la cosa a la que todos admiran.

- Creo que no deberías haber hecho eso – dice Selene sujetando al pájaro por las patas y cogiéndole fuertemente el cuello.

- Yo creo que tampoco – dice Fepico -. Con buena te has ido a ensañar – incide en el comentario de Selene -. ¿Qué toca esta vez? Cortarle las alas, arrancarle el pico, quitarle las pocas plumas que le quedan, romperle las uñas…

Pedus no podía hacer otra cosa que intentar chillar de horror cuando escucha todo aquello que puede hacer la chica.

- No merece la pena – dice Selene tirándole al suelo lleno de fango -. ¡Nos vamos! – y se encamina hacia la roca roja.

- ¡Ya está! – le dice Luis -. Y el fuego, los colmillos, las alas, las uñas que cortan como espadas.

- Hoy no cariño, me da asco y yo no me mancho las manos con porquería.

- Parece que va aprendiendo – dice Yu con una media sonrisa y mirando al bicho -. Has tenido suerte, espero que te vaya bien - se agacha hacia él y le toca el pico -. La próxima vez no creo que salgas entero.

A lo lejos, casi al borde de un precipicio una casita de madera barnizada, se alza rompiendo el deprimente paisaje. “Cuidado con el caimán” pone un cartel antes de llegar a la puerta.

7 de abril de 2010

ESTAMOS DE VUELTA

Por fortuna o por desgracia todo se ha acabado, pasaron los días interminables de peluquería, pruebas de vestidos y de escuchar alguna que otra patochada referente a la boda o a una vida futura, demasiado parecidas a las del resto del mundo como para que me puedan resultar atractivas.

Una boda maravillosa, lejos de cualquier protocolo, de alguna que otra seriedad y llena de buenos recuerdos, música y diversión. Tras todo esto, Ámsterdam nos esperaba con sus lindos canales y fachadas de ensueño. Una arquitectura maravillosa llena de encanto y magia, llenaba nuestros corazones haciendo que los ojos se nos abrieran como a unos niños que ven un tiovivo por primera vez, los sueños, las fantasías, las imágenes de otros mundos,… todo se me venía a la cabeza desde el primer instante en que pisé aquel suelo adoquinado, vi los canales y respiré su tranquilidad.

Nos empapamos de su cultura, disfrutamos como niños y vivimos grandes experiencias en la ciudad, lo malo de todo era la vuelta. Las lágrimas luchaban por salir, allí era donde quería quedarme a vivir, pero no puede ser, lo cierto es que en invierno no tiene que ser muy agradable, pero ningún lugar del mundo es perfecto si tú no lo haces (aunque algunos es difícil encontrarles la perfección, por mucho que la busques.)

Si, hemos vuelto, a la rutina de costumbre. Sin embargo, tenía ganas de volver a postrarme delante del blog (os he seguido a todos desde allí, no os valláis a pensar), seguir con las tareas diarias y me buscaré algún entretenimiento a parte, no puedo remediarlo (seguro que no será el niño.)

Jonessy James, me pidió un recuerdo para el blog, lo he traído de miles de formas, alguna que otra foto, quizás algún cuento o relato, alguna que otra historia y, ¡quién sabe lo que mi cabeza puede inventar después de empaparme con aquellos aires nuevos! Lo cierto que ni yo misma controlo mi imaginación, algo haré, de eso estoy segura.

Mientras tanto, me alegro de volver a poder comentar, la rutina diaria nunca mata a nadie (eso es una excusa para mí misma) y hemos descansado de todo el estrés que la boda supuso, por suerte salió todo como nosotros lo planeamos, que no todo el mundo puede decir lo mismo.

Así que sólo puedo decir que me alegra estar en casa, sólo en parte, que me encanta que todo haya terminado y que la vida vuelve a ser tan misteriosa como se me pintaba en un principio, sin planes premeditados y sin nada que pueda hacerme pensar lo contrario.