ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




30 de noviembre de 2009

Selene. Capítulo LXII.

CAPÍTULO LXII: GERARDO GERAR.

Con los ojos entrecerrados y las manos bien dispuestas a desenvainar la espada, una de sus manos la asía fuertemente. Pronto se oyó algo, un leve crujir de madera acompañada por el ruido oxidado de algo invisible.

Yu, muy segura de sus sentidos anexos a la vista, se disponía a atacar al más mínimo indicio de que alguien se acercaba, sin embargo, nada ocurrió. Un ruido, nada más que indicara peligro alguno.

- En mi bar están prohibidas las armas blancas muchacha – dice un hombre tocándole en hombro por la espalda.

La reacción de la chica no se hace esperar, se agacha rápidamente y con la punta de aquel acero templado apunta justo a la mandíbula inferior de aquel que ha osado acercarse.

- Si insiste puedo dejártela un ratito – le responde quieto como una estatua.

- ¿Quién eres? – le dice apretando levemente el mango hacia arriba -. No me gustan las sorpresas. Podías haber muerto en un pestañeo ¿Sabes? – le dice mirando un poco más atentamente -. Odio que me sorprendan de esta manera.

- Vale – dice aquel hombre -. Lo he entendido. Y ahora… Si eres tan amable… ¿Podrías quitarme esto del cuello? Soy un poco alérgico a toda cosa cortante que se acerca a mi.

- Aún no has contestado a la pregunta.

- Soy Gerardo, el dueño del bar.

- Querrás decir el antro.

- Me ha costado mucho dejarlo a mi gusto – le replica -. ¿A que es una maravilla?

- Para beber garrafón – enfunda la espada y se levanta -. Ven… Te presentaré a alguien… Seguro que harás buenas migas con él.

- ¿Es como tú?

- No.

- Entonces te acompaño.

En pocos segundos se encuentran delante del resto de componentes del grupo.

- Mirar lo que he encontrado ahí dentro – dice Yu empujando al dueño del hombro -. Otra lagartija.

- Sin insultar.

- No te ha insultado – le dice Fepico tomando una copa -. ¡Créeme! Viniendo de ella es todo un cumplido.

- ¿Seguro? – le responde tocándose el lugar donde la espada ha besado su piel.

- Mantienes la cabeza en sus sitio y te ha presentado a nosotros – dice Fepico encendiendo un cigarrillo -. Le has caído bien… Es lo más que puedes esperar.

- Oye – le dice oliendo el humo del cigarro -. Eso es….

- Si exactamente – responde Fepico dando una calada profunda.

- ¿De dónde?

- Mis fuentes son muy extensas chico – le dice sonriendo -. No preguntes. Aunque tampoco te voy a dar – da un sorbo a su copa -. Es muy cara y cuesta un ojo de la cara.

- No exageres – le dice Luis -. Tú no tienes muchos medios para conseguir algo así de caro.

- No he dicho que sea caro – le responde Fepico -. He dicho que cuesta un ojo de la cara – le da otro sorbo a su copa -. Y estoy harto de rebanar cabezas para conseguir sus ojos… ¡Ummmm! El garrafón es excelente – se dirige a Gerardo -. ¿Cuánto te pagan por esta mierda? Me gustaría comercializarla en mi pub.

- 7 euros por copa.

- ¿Qué? – dice Fepico espurreando la bebida.

- Pufff – se escucha justo en la nuca de Fepico que baja la cabeza violentamente por el impacto -. Te he dicho que se traga antes de hablar – le dice la abuela -. ¡Mira lo que pasa! Una copa de buen garrafón, hoy día ya no lo encuentras de esta forma.

- ¡Pero si es una mierda! – dice Luis.

- Pero de las mejores que he probado – le contesta Fepico -. Apuesto que el máximo de alcohol que lleva es un 20%.

- Diez – le responde Gerardo -. El resto es receta secreta.

- ¡Anda! ¡Cómo la mía! – dice Fepico dando un sorbo -. Sólo que a mi no me sale con esta falta de sabor – da otro sorbo corto intentando sacar algo del brebaje -. Y lo mejor es que le pagan a 7 euros la copa… ¡Menudo robo!

- ¿Habéis terminado ya con esta conversación de besugos? – dice Selene harta de escuchar.

- Esta es otra simpática.

- Esta simpática tiene mejor carácter que esa otra – señala a Yu -. Pero más mala leche.

- Eso si es verdad – le responde Fepico -. ¿Cómo te llamas?

- Soy Gerardo, el dueño de este lugar – responde mostrando con las manos el sitio -. Mis amigos me llaman Gerar.

- Me quedo con Gerardo – responde Yu.

- Bueno – Gerar se rasca el cogote -. Os invito a una copa. ¡Pedid lo que queráis!

- Para mi una botella de agua – responde Yu -. Cerrada, si puede ser.

Tras un par de horas de charla con Fepico, Luis y la abuela, el hombre se destensa un poco.
Selene y Yu se alejan hacia una de las barras de madera, colocada en una columna, observando el ambiente entre tanto. Lo cierto es que les interesa muy poco la conversación sobre rectas secretas, bebidas adulteradas y demás cosas referentes a un bar de mala muerte.

A lo lejos, se fijan en un individuo, no se ha dado cuenta de que lo vigilan, pero su mirada se dirige hacia el resto de sus compañeros. Se golpea la palma de su mano con el puño de su hermana y mira con ojos golosos a los nuevos visitantes. Parece que quiere conocerlos, aunque, de momento, se mantiene lejos de los mismos.

Un sinfín de cuerpos borrachos, entran y salen de aquel bar de mala muerte, pero de las sombras de ojos amarillentos nada. Parece que han errado en su búsqueda tan deseada, aunque no les viene mal, esa noche podrán relajarse algo, sin bajar la guardia, por supuesto, pero dejando que la música invada sus oídos y sus cuerpos se muevan al son de la guitarra eléctrica y la batería.

26 de noviembre de 2009

¿Y CÓMO ES?

La pregunta del millón de todas las bodas, algo que nadie debería haber aprendido a pronunciar, lo cierto es que yo más bien lo he dicho pocas veces o ninguna, me importa una carajo como sea el traje de la novia. Y cuando la implicada te responde o te miente como una bellaca o te dice que es una sorpresa. Pues bien, yo he optado por la primera opción.

Y es que no hay cosa que me guste más que ver la cara de la gente, la mayor parte de ellos no te dicen nada, pero sus caras lo dicen todo.

- Me voy a vestir de negro, como las novias antiguas – esto no les viene de sorpresa a ninguno.

- El vestido es rojo, llevo una pamela con velo, guantes largos negros y tocones de aguja – esto tampoco les impacta.

- El vestido es color champan, lleva flores celestes y un lazo muy grande detrás que hace de cola – esto si que les choca y bastante.

Sin embargo, que después de cada una de las respuestas, no obtengo un solo comentario de mal agrado, aunque si de opiniones:

- Si a ti te gusta.

- ¡Dónde se ha visto una novia de negro!

- Oy… ¿No había otro color?

Pero lejos de todo esto la atención se cierne sobre otros detalles como mis piercings y mis tatuajes.

- Te quitarás los pendientes para la boda – me dicen mis dos abuelas (lo más gracioso es que fue en días separados y no estaban presentes en la misma habitación.)

- El traje será tapadito para que no se vean ninguno de los dos tatuajes – me dice una conocida -. Porque… mira que son grandes.

Y algunos comentarios más respecto al mismo tema que vienen a decir lo mismo. Creo que ya me he cansado de repetirlo, pero como no se dan por enteradas lo voy a poner por escrito, así de paso, me encuentro con alguna que otra visita más en el blog y puede que sus cabezas lo entiendan.

Resulta que diez de mis trece piercings están en las orejas, otro en la nariz y pretenden que los elimine del mapa, como el que borra un dibujo con una goma, para una ceremonia donde supuestamente el protocolo manda sobre todo. Creo que estamos un poco tarumbas en ese aspecto o que pensaban que, por una vez en la vida iba a ir socialmente correcta. Sé que tantos pendientes juntos no son del agrado de la mayor parte de la gente, pero hay un pequeño problema, del mío si. Por lo que he decidido lucirlos en todo su esplendor comprándome unas circonitas preciosas para el evento en cuestión, tanto para mis dos lóbulos como para el de la nariz. Y al que no le guste que no mire.

Pero es que quedan muy feos - me dicen muchas. Incluso en la tienda donde me los compré me dijeron el comentario de – No veas como se va a poner tu madre – Y me lo dice una hippie (subrrealista.) Haber… ¡Almas de cántaro! Si los he llevado puestos a todas las bodas y no han sido las mías, ¿cómo me los voy a quitar cuando yo soy la protagonista esta vez? O ellos no piensan o yo soy retrasada mental (aunque esto último puede que sea verdad.)

El otro punto de mi estética, no menos importante, los tatuajes. Sé que el de la espalda mide un total de 17 centímetros de alto y 10 de ancho (los he medido los dos) y que el de la pierna llega a 22 de alto y casi me da la vuelta a la pantorrilla, pero son bonitos. ¿Por qué los tengo que esconder? Todavía no he hallado una respuesta coherente respecto al tema.

- Es que queda muy feo una novia tatuada (yo soy novia desde hace ya 5 años, por unos minutos más que lo sea no veo porqué tengo que taparlo.)

- Ponte algo con mangas cortas para que nadie se fije (¿Y para qué me lo hice? Tenía más motivos, pero el banal también iba en el lote.)

- Es que… - se pensaba bastante el comentario -. Una novia con un tatuaje que se vea… (¡Tócate los huevos! ¡Qué se vea! Ya de por sí no estaba feo llevar un tatuaje sino que se viera, tenía que haberme puesto en la espalda “que os den.”)

La única que me ha referido algo coherente ha sido mi madre, la persona que menos me esperaba. Sabía que unos de los requerimientos que había de tener el traje para el evento era enseñar, al menos, uno de los dos tatuajes (he descartado varios modelos porque no los enseñaba). Es más, me dijo que tenía que hacerme una foto enseñándolo y que esa sería la que ella colgaría, a tamaño poster (soy su única hija) en el salón de la casa.)

También avaló de los piercing, estuvimos hablando largo y tendido, tal día de sol, no hace mucho, tomándonos una cerveza tras una mañana atareada de comparas marujeras, sobre el tema. Nos referimos al color, el tamaño adecuado y la forma que deberían de tener los mismos.

Pero ahora no se si es que lo ha aceptado simplemente, porque su hija es así, la rara de la familia, la que le importa poco lo que piensen los demás. O porque a acabado gustándole mi forma de ver la estética. Puede que lo dude, pero su iniciativa, decidiendo unirse al enemigo, en vez de pelearse con él, fue agradable; ciertamente sabía que una vez prometí que en mi boda los llevaría puestos y que no me he quitado ninguno de ellos, a pesar de lo que pensó en el pasado. Sobre los tatuajes, no peleó, se quedó al margen de todo ello cuando acontecieron y alabó al artista que me los había hecho, poco más. Ahora, está orgullosa de ellos, de mis piercing y dice que sin ellos, yo no sería su niña la peleona.

Ciertamente, fue agradable aquel momento madre hija, como tantos otros, pero este, a pesar de que si lo que se dijo fue su verdadero pensamiento o no, se convirtió en uno de los mas gratos que hemos pasado.

24 de noviembre de 2009

Selene. Capítulo LXI.

CAPÍTULO LXI: UN DESCANSO NUNCA VIENE MAL.

Desde el otro lado de la calle, Selene, junto a sus compañeros, observan como se desarrolla la escena. El manicomio se encuentra entre llamas, vigilado por largas serpientes que derraman lágrimas con fuerza hacia ellas. Aquellos grandes hombres luchan por mantener a las víboras sedientas de calor entre sus manos, mientras algunas personas salen corriendo de entre las llamas. Gritan cosas completamente incoherentes, ¿el qué? Importa más bien poco, lo cierto es que ya han conseguido lo que buscaban, el gran libro de recetas diabólicas de la abuela de Fepico, la cual, tras una larga travesía, decide acompañarlos un poco más, antes de descender a los infiernos donde había instaurado su graciosa casita de ganchillo.

- ¡Bueno! – dice Fepico dándole una calada a unos de cigarrillos especiales -. ¡Vamos! O... ¿Preferís quedaros a ver el espectáculo un poco más?

- No lo se – dice Selene -. Creo que me apetece descansar un poco de todo este viaje antes de partir hacia donde esté Victor.

- Me apunto – dice Endimión -. Un poco de risas, algo de sueño y una buena comida nos sentaría bien antes de partir.

- Por una vez estoy de acuerdo con todo el mundo – añade Yu.

- Me parece bien – contesta la abuela -. Pero… ¿Dónde demonios nos encontramos?

- Una cosa es segura – la mira Selene -. Estamos en la tierra, un lugar donde todo es posible, en plena gran ciudad de alguna parte del mundo y donde seguramente…. – mira hacia los lados -. Habrá un hotel donde descansar, algunas tiendas donde poder cambiar esta ropa vieja y algún antro para comer mala comida y beber algo.

- Apoyo la idea de mi niña – la acerca a él cogiéndola por la cintura y dándole un bonito beso en la mejilla.

La decisión fue unánime, todos partieron hacia el hotel más cercano a la zona. Una vez allí, otra vez sin reparar en gastos y sin necesidad de soltar un solo céntimo, como se acostumbraba cuando se iba junto a aquella diosa, se asearon y bajaron al lugar más recóndito que pudiera ofrecerles el entramado de calles. Un lugar oscuro y perdido en las mentes de todos los jóvenes y viejos que por allí vivían, el lugar que jamás se nombra y que todo el mundo conoce. Un lugar donde una pequeña puerta, evitaba las miradas de todos los que osaban intentar encontrarla, se postraba como una curiosidad para la mente incitando al morbo interno del subconsciente. ¿Se atreverían a entrar en aquel lugar los más valientes? Poco tardaron en descubrirlo cuando un hombre, más ancho que alto, sacó a otro, tres veces más grande que él, por la fuerza obligándolo a comerse toda la roña que había en el asfalto.

- Ese es de los míos – dice Fepico tomando su cigarrillo entre dos dedos y señalando con la misma mano.

- Parece un buen lugar para pasar la noche – dice Yu sonriendo -. Por lo menos tendremos entretenimiento del bueno.

- No sé… - dice la abuela -. Parece que está lleno de pelandruscas.

- No veo ninguna puta en la puerta – dice Luis.

- ¡Putas no! – le corrige la abuela -. Mujeres que no son de fiar.

- Estupendo – dice Yu -. Acaba de aclararnos todo en un momento.

- Hija – se dirige a ella la abuela -. Una cosa puedo asegurarte en todos los años que llevo viviendo en el infierno… No hay una sola puta en él.

- Se las quedará Hades para su uso personal – dice dirigiéndose a Selene.

- ¿Entramos? – dice Luis.

- ¡Qué remedio! – se encoge Yu de hombros -. Fepico ha entrado hace un rato mientras hablábamos sobre mujeres de vida alegre y malas mujeres.

Ni un portero, tan solo una bisagra amenazante al abrir aquella vieja y castigada puerta. En su parte central estaba cubierta de celo. El suelo, sucio y pegajoso, agarraba las suelas de los zapatos a cada paso, parecía que deseaba evitar que los extraños se internaran dentro de aquel lugar.
- Suelo mugriento, barra hecha polvo, escenario roído y sin uso desde hace siglos, barra de estríper sin estríper, un montón de borrachos… Para que luego digan que hay cosas diferentes cuando sales de casa… ¡Esto es lo mismo que el pub Put!

- Y me costó mucho hacer de ese lugar un sitio tan acogedor chico – le responde Fepico que aparece con una copa.

- Chicos… - dice la abuela –. Creo que se acabaron nuestras vacaciones.

La anciana señala a lo lejos, su dedo rechoncho y huesudo marca el lugar, a lo lejos, en una pared iluminada, una mano negra se ve perfectamente marcada, no pertenece a nadie y, sin embargo, se comporta como una sombra. Más arriba, unos ojos penetrantes miran hacia el interior de algún lugar para luego desparecer con el resto de su cuerpo.

- Creo que vamos a investigar un poquito – dice Yu a media sonrisa y tocando su catana escondida tras una manga ancha.

Los pasos del alba son sigilosos, lentos y muy coordinados, se asoma cuidadosamente hasta que ve el final de aquel lugar, al otro lado, nada aparentemente. Un simple sigilo y el ruido anexo de la música.

Nota como algo chirría delante de cara, pero la penetrante oscuridad no deja notar lo que es. Sus manos, ahora seguras toman aquella empuñadura milenaria listas para soltar la furia de un colmillo dormido, el sudor frío de su espalda, hace que sus vellos de ericen. El silencio puede cortarse en el aire y el viento se ha parado frente a ella. Algo se acerca muy rápidamente.

18 de noviembre de 2009

TRADICONES BODORRIERAS I.

Voy a casarme pronto, ya lo anuncié en el blog hace unas semanas, creo, sino fue antes. Bueno, eso importa poco. El caso es que ya la familia sabía que sangreybesos y yo nos íbamos a unir sino en sagrado, por lo menos en matrimonio. Hasta ahí todo bien, pero llegó el día en que dije la fecha de la boda, aquella que elegimos en el juzgado y todo se descontroló, que si las alianzas, que si las invitaciones, que si el fotógrafo, que si el lugar del convite,…. Y miles de chorradas más. Por suerte o por desgracia, previsora donde las haya, ya lo tenía todo visto, a penas en una semana tras la noticia del día y la hora, estaba todo confirmado y dadas las entradas. ¡Bien por mí! (me estoy echando flores y me encanta.)

Pero, como en todo lo que se hace en esta vida, todo tiene un pero, y esto si que es una desgracia, a la novia siempre le toca la peor parte de todo. No lo digo por los calentamientos de cabeza sobre los preparativos, esto lo hemos llevado entre los dos, sino porque simplemente el preparar el vestidito de las narices, la peluquería, el ramo, las alianzas, las arras, el velo, los zapatos, la ropa interior y miles de absurdeces más me pone un poco histérica, por no decir mucho.

Cierto es que tengo poca paciencia al respecto, pero también soy curiosa y mucho, por lo que me he puesto a indagar el porqué de tanta tradición en una celebración como esta:

- En cuanto al anillo de compromiso, no tengo, ojo al dato, tampoco me importa y lo cierto es que el dinero lo podemos gastar en otra cosa más productiva, como una buena juerga. El caso es que se pedía que fuera de una suma para, en el caso de que el novio o el marido, abandonara a la novia, pudiera vivir del dinero de empeñarlo. Motivo nuevo por el que no lo quiero, soy independiente como para vivir de una cosa así, y si lo empeño, con el dinero me monto un jolgorio.

- Las invitaciones: supuestamente tenían que darse una semana antes, como muy tarde, por si hubiera alguien en contra que se celebrara el matrimonio que lo dijera. Razón por la cual el cura lo cuelga en la iglesia a la vista de todos. Ciertamente, en mi caso, el juzgado se ha encargado de comprobar que no hay motivo para no celebrarlo.

- Las alianzas, son algo evolucionado. Desde los antiguos egipcios se utilizaban cuerdas finas de tallos de plantas que se colocaban en las muñecas y manos de la novia con el fin de mantener el espíritu dentro de la mujer y que abandonara antes de tiempo al esposo. Después tomó un símbolo más bonito como el anillo, una forma de amor eterno y fidelidad por parte de ambos.

- El arroz y los pétalos de rosas, se echan a los novios como símbolos de prosperidad y fertilidad, para que traigan muchos hijos (espero que tarden bastante) y que no pasaran hambre (en estos casos prefiero que me den, no que me tiren, bocadillos de chorizo y salchichón, que vienen mejor para el hambre.)

- Lanzar la troya (esto es buenísimo), supuestamente la novia no lanzaba la liga, sino que las mujeres la perseguían para quitársela y la que la cogiera tendría suerte. Se retiró porque era un poco grosera, aunque puede que yo la vuelva a instaurar en mi boda (podría pasármelo muy bien.)

- Y siguiendo con lanzar, tirar el ramo. Supuestamente un montón de solteras se reúnen para coger un montón de flores porque la que lo coja será la siguiente en casarse. Parecen leonas intentando agarrar el ramo. A mi me lo han quitado las gatitas esas unas dos veces y siguen solteras, será porque no funciona ¿verdad? Aunque ellas tenían como una de las cumbres de su vida el casarse, yo no.

Originalmente no se lanzaba el ramo, sino un zapato, eso no disgustaría lanzarlo.

- Colocar a la novia frente al altar y situada la izquierda del novio. Para evitar que la rapten y, en tal caso, que él pudiera desenfundar la espada para defender a su amada. No deja de parecer romántico ahora, en su tiempo más de uno la tuvo que pasar canutas, pero repito, en su tiempo.

- Coger a la novia en brazos al entrar en la casa: supuestamente, si la novia entraba con el pie izquierdo o se caía al entrar en la casa era síntoma de mal augurio, aunque dudo que sangreybesos pueda cogerme en brazos y más en el estado que estaremos cuando lleguemos.

- El velo: algo muy importante y, como el traje, símbolo de virginidad y pureza, si lleva la cara tapada. En ciertos países orientales se retira de la cara de la novia, una vez casados, porque será la primera vez que verá la cara de su mujer (eso es para que no se arrepienta.) Yo lo voy a llevar, pero echado para atrás.

- Algo nuevo, algo prestado y algo azul: significados de futuro, amor eterno y estabilidad.

Y entre estas muchas más que aún no me ha dado tiempo de vislumbrar como el papel del ramo, lo de la luna de miel, la entrega de la novia (aunque esta me la imagino) , los alfileres, cortarle la corbata al padrino o el baile ese tan modesto que hacen los novios antes de comenzar con lo bueno. Pero lo encontraré y os lo contaré.

Lo cierto es que si hago algo quiero saber porque, aunque de lo que os he contado no haré o llevaré puesto la mitad, bastante pesa ya el traje de las narices como para llevar más carga.
Pienso divertirme, sobre todo con las respuestas que me dan, como:

- Es que ha sido así siempre.

- Porque es así.

- Trae mala suerte sino lo haces.

- ¿Has pensado en el traje?

- ¿Llevas la liga?

Ni siquiera me había parado a pensar en las costumbres, tampoco me importan mucho, aunque algo haré para contentar a las guardianas de las costumbres arcaicas y desconocedoras de su significado y el porqué de su forma de hacerse. Eso sí, siempre a mi manera, con eso ya pueden darse por contentadas.

16 de noviembre de 2009

ESTO ME PONE.

Adivina la palabra que estoy buscando.

Un color, alguna prenda de ropa, una acción, un objeto… Todo ello y más, puede llevarnos a una excitación sexual altamente peligrosa, sobre todo si estamos en sitios públicos, aunque eso también puede llevarte a que te aumente la adrenalina más todavía.

Un tipo de parafilia, así está definido dentro de la enciclopedia y diversas páginas de las webs, como puede ser el sadismo, el masoquismo, el voyeurismo u otras más desterrasdas de nuestras mentes como la zoofilía, el exhibicionismo, la necrofilia o la coprofilia. Simplemente son eso, un montón de formas de definir las diversas afinidades sexuales de cada uno, algunas continúan prohibidas, otras fueron no más que perseguidas y, sólo una, es compatible con el resto y definida desde una línea erótica y psicológica.

Según el DSM IV (un libraco de la ostia que asusta nada más verlo y con miles de definiciones sobre enfermedades) se considera una enfermedad si recurre durante más de 6 meses y es necesaria para la vida sexual y afecta a la vida social y laboral. Aunque si únicamente afecta a la vida íntima de una persona, es una simple manifestación sexual.

Según diversas definiciones, la parafilia es considerado como la excitación sexual sin necesidad de llegar a la cópula, aunque la de esta palabra que todos, sino lo habéis averiguado ya lo sabréis dentro de muy poco, algo físico que facilita la llegada al orgasmo o a la excitación.

¿Pero quién no lo tiene?

Y es que la atracción por ciertas cosas, que puede provocar una subida del riego sanguíneo y unos pensamientos perversos, son muchas, tantas como personas existen en este mundo. A pesar de Freud, aquel fantástico psicoanalista que consideraba a las mujeres no dignas de estudio, cuyos tratados sólo trataban sobre la mente masculina y que estaba a favor de la histerectomía de la mujer, ya que los verdaderos orgasmos se daban de forma vaginal, porque si no ocurría así no eras una verdadera mujer, decía que era algo perverso (pobre hombre, lo que haría en su alcoba. Aunque creo que no me apetece imaginármelo.)

Y es que nuestros pies, las axilas, los vellos corporales, la ropa de cuero, los tacones altos, el simple echo de fumar, las medias, la ropa interior femenina, los objetos sexuales, la música, el, porqué no decirlo, que te den un guantazo o un tortacito (eso depende de lo que a un o le ponga), los sitios abiertos, el besar una determinada zona, un olor, un sabor o un disfraz, nos ponen a cien. Si no es esto alguna otra cosa (hay gente que siente deseos por la vajilla o por los globos, cada uno que haga lo que quiera.)

Pero es que todos tenemos un fetiche en nuestra vida, o varios, las imágenes reiteradas de mujeres u hombres, vestidos, situados y diciendo ciertas cosas, con alguna música de fondo, puede producir en nosotros efectos muy deseados, en algunos casos nuestras fantasías superan la realidad, aunque casi todo esto está estudiado (creerme, ese librito de las narices lo tiene registrado.) Por suerte la imaginación nos hace crear cosas nuevas.

En este mundo hay para todos los gustos.

Sin embargo estos fetiches o atracciones por algo que nos pone a 100 pueden ir de lo más soso del mundo, pasando por describirlo como un comportamiento sexual natural hasta una mezcla entre lo estrambótico y lo irreal.

Como a muchas mujeres u hombres, el que alguien del mismo o del sexo contrario, vista con poca ropa, es suficiente para subir las alarmas de calor interno. Ciertamente, eso nos atrae a todos, algunas de ellas pueden retirar el morbo completo para algunos, como el encontrarte a tu pareja vestida de pies a cabeza con un traje de lana o con un disfraz de peluche, sin embargo, a otros eso les dice muchas cosas.

No hay motivo para asustarse, todos son buenos, por lo menos la mayor parte de ellos, ya que, en caso de que pongan en peligro la salud, integridad física y demás, sin un consentimiento expreso de la pareja, lo cierto es que no deben de causar muy buena impresión. Todos conocemos el alcance de un orgasmo con dolor o sometimiento, muchos conocemos las palabras que lo defines, algunos los han practicado, ciertos individuos se suben de tono sólo con pensarlo (a pesar de no gustarles la práctica) y otros tantos, lo practican. Podría considerarse también un fetiche, repitiendo de nuevo la palabra.

Cosas tan raras como el que te ponga un estornudo o cierta forma de caminar, puede suponer algo casi impensable para la humanidad, pero es así.

Siempre buscamos algo.

Pero es que en el sexo, individual, en pareja o colectivo, buscamos nuestra propia identidad. Es un sitio donde no debemos ser juzgados nunca, donde se puede aceptar y comprender, donde todos nos mostramos tal y como somos y donde, como he dicho muchísimas veces, el límite, tanto moral como no, lo pone uno mismo.

Has podido comprobar los raros que somos, lo que podemos llegar a pensar, algunos de nuestros tabúes, unos son simples, otros incontables, ciertamente pueden ser fantásticos, pero es lo que nos mantiene cuerdos. Como dicen algunas teorías psicológicas, es lo que marca nuestros límites entre la sicosis y el mundo en el que vivimos. En otras palabras, pasar a mover las líneas de nuestra propia realidad para poder aguantar una monotonía absurda y ¿necesaria?

13 de noviembre de 2009

TENGO PARASKAVEDEKATRIAFOBIA… ¿QUÉ?

El 13, el 4, el 17… Seguro que os suena, al menos, uno de estos números y que lo habéis identificado pronto, aunque eso depende del lugar de donde vengáis. A lo mejor estos términos no os suenan tanto: paraskavedekatriafobia, trezidavomartiofobia o hexakosioihexekontahexafobia.

¡Vaya palabrotas! ¿Verdad? Por si algunos lo habéis pensado, ni siquiera me he parado a intentar pronunciarlas, iba a perder mucho tiempo y saliva en algo que jamás iba a utilizar. Este vocabulario es demasiado complicado para ser expresado de carrerilla, es más, tampoco me he molestado en escribirlo de memoria, simplemente he hecho un corta y pega.

Pues según el orden expuesto la primera es fobia al viernes trece, la segunda es un simple miedo a ese número, considerado maldito, y la tercera es terror al número 666, ese famoso número que todos conocemos y que viene puesto en el apocalipsis. Según mi biblia, página 1750 13:18 del apocalipsis; sin embargo, lejos de ser una larga parrafada intragable, como suele ser este libro (trabajito me costó leérmelo en su día) esto ha pasado a ser algo ameno. Lo que podemos leer es lo siguiente: “Aquí la sabiduría. El que tenga inteligencia, que calcule la cifra de la bestia, una cifra de hombre. Su cifra el 666.” No hay más en ese trozo, pero si lees un poco más arriba, es decir 13:01, puedes ver algunas cosas más.

Pero vamos al tema, dicen que en martes ni te cases ni te embarques, motivo más que suficiente, para que un dicho popular te haga evitar que te de algo de repelús iniciar un negocio, pedir un crédito, casarte, etc… el segundo día de la semana. Pero si para colmo es martes y trece, algunos se olvidan, literalmente, de salir de la cama ese día. Y ni hablemos ya del viernes trece, cosas terribles podrían pasar.

Aunque, analicemos un poco más este número que tanto terror nos invade. Mayormente, esta tradición viene del cristianismo, ya que, trece personas se sentaron a la mesa en la última cena, de los cuales, dos acabaron muertos, por lo menos en un lapsus muy corto de tiempo, (una pista, no fue el mentiroso.) Satanás era el treceavo ángel del cielo y los últimos resquicios humanos de los templarios, fueron eliminados oficialmente un martes y trece. Supuestamente se hizo un día así para limpiar todo el terror y miedo que habían inculcado. Aunque esto también tiene su leyenda negra. Según la historia, Jacques de Molai, último maestre templario, echó una maldición cuando lo estaban asando vivo en la hoguera.

No se exactamente lo que dijo, mejor dicho, desconozco completamente cuales fueron sus palabras. Ya que no estuve allí y si hubiera visto algún texto con ello escrito me lo hubiera creído menos. Lo cierto es que todo el mundo opinó que echaba una maldición, supuestamente imploró al tribunal divino, con ello no consiguió salvar su vida pero, como resultado a todo ello, Felipe IV y el papa Clemente V, murieron aquel mismo año. Un dato no más que curioso teniendo en cuenta la cantidad de gente que muere en un mismo segundo. Aunque la cosa ha pasado a la historia como una venganza del cielo, manteniendo que está en contra de las leyes cristianas.

Pero no nos quedemos sólo ahí, vamos a ver qué mas cosas hay que hacer para alejar a la mala suerte cuando se te presenta por delante. En cuestiones de ridiculez hay gustos para todo, por ejemplo: besar el pan cuando se cae al suelo, símbolo de un respeto a una época donde este llovía del cielo, tocarse la entrepierna e insultar, por lo menos de forma interna, cuando ves a un pelirrojo pasar (cierto es que también se dice que estas personas son gafes, aunque yo discrepo en ello. Y no, un tinte no soluciona la cosa.) Bufas como no pisar las líneas del suelo, porque se romperá alguien la columna, el augurio de muerte cuando se visualiza una mariposa negra, no poner el bolso en el suelo por el simple motivo de que trae ruina o decir en alto algunas palabras, son algunas de las cosas que me han intentado inculcar desde pequeña. Así como las clásicas de huir de un gato negro o pegarle una patada si se acerca mucho (¡a ver! ¿Qué culpa tiene el animalito de nacer de ese color? A los morenos no les hacen lo mismo), no pasar por debajo de una escalera, evitar ver tu reflejo en un espejo roto, derramar la sal, dejar abiertas unas tijeras, el color amarillo, no tener peces en casa o periquitos pueden sonar como las más familiares.
Cierto es que todos tenemos, por lo menos la mayoría, ciertas tendencias o rituales a realizar cuando vamos ha hacer algo importante (esto surge a veces de forma inconsciente), pero a veces todo esto pasa de los vulgar a lo puramente teatral y esperpéntico. Algunos individuos desarrollan verdaderas fobias que los impulsan a la paranoia total, la visita a las santeras, brujas, el uso de amuletos o ciertas conductas extrañas, son las más comunes. Sin embargo, otros síntomas como ansiedad, sensación de abandono, falta de confianza en uno mismo y ausencia de realismo crítico y racionalidad (cosa de la que carece la mayor parte de la población mundial para todo los ámbitos cotidianos), son las menos visibles, por decirlo de alguna forma.

Así que ya veis, la superstición nos ha llevado a puntos donde la mente humana ha decidido no asomarse para convertirlo en un mito, en un dicho, en alguna leyenda urbana y limitar su vida en cierta forma. Aunque el 13 es mi número de la suerte, ¿por qué será?

11 de noviembre de 2009

COMPETENCIA DESLEAL.


Una de las tantas mañanas que estoy sola en casa suena el móvil, no miro el número de teléfono antes de cogerlo. ¿Para qué? Seguramente sería Sangreybesos para decirme cualquier cosa, desde te quiero mucho hasta se me han olvidado los calzoncillos sucios debajo de la cama.
Bueno el caso es que cojo el teléfono y la conversación que se inicia es la siguiente:


- Hola buenos días le atiende Maricarmen, le llamamos desde Chorrascart. ¿Es usted la dueña del teléfono móvil 6 algo y lo que sigue?

- Si – le respondo -. ¿Cómo no te ibas a llamar Mª del algo? Todas os llamáis igual. Otra pregunta, ¿respiráis mientras decís eso o hacéis cursos para ver quién aguanta más la respiración diciendo el discurso? – pienso para mis adentros.

- ¿Podría decirme su nombre? Es para saber a quién me dirijo.

- Llámame X – le respondo poniendo cara de guasa (aclaración, lo de X es literal, no es que haya ocultado mi nombre verdadero.)

- X no es ningún nombre señora – me dice mecánicamente.

- Ya – le respondo -. Pero no te voy a decir a quién pertenece este número de teléfono.

- Bueno – dice de mala gana -. Señora X tenemos una oferta para usted – comienza de nuevo a dejar de respirar -. Si se pasa a nuestra compañía podrá conservar su número de teléfono y a demás le ofrecemos la tarifa plana en la que pagará la mitad de lo que paga compañía actual y un teléfono móvil de última generación – para a respirar, creía que aguantaban más pero por lo visto no -. Este móvil es de la marca Nakima con cámara de fotos, vídeo, blue tooth, reconocimiento de voz, HD, MD, USB, IMB, GHN… - ella seguía hablando pero yo dejé literalmente de escucharla -. Bueno señora X, ¿qué piensa de nuestra oferta?

- Que yo el móvil sólo lo uso para llamar y colgar, lo de la cámara es una pollada y que la mitad de las cosas no las voy a usar – le digo sinceramente.

- Pero a demás tiene conexión a internet y messenger – me añade en un intento por convencerme -. A demás le reducimos su tarifa habitual a la mitad. ¿Cuánto paga usted mensualmente por su móvil?

- Nada – le respondo -. Por lo tanto me tendrían que pagar ustedes a mí.

- Disculpe la pregunta – me dice descaradamente -. ¿Para qué utiliza usted el móvil?

- Lo uso de vibrador.


No hubo respuesta, simplemente colgó. Desde luego no era la primera vez que me llamaban, había intentado persuadirles de miles de formas, pero me había resultado imposible. Sus intentos de contactar conmigo terminaban en un – os voy a denunciar a la oficina del consumidor, no llaméis más - el día que me pillaba de malas – no insistas, deja de gastar saliva – el que me pillaba neutra o, en el mejor de los casos, a mi mirando el móvil sonar mientras decía – está intentando comunicarse.


Esto tampoco hará efecto mucho tiempo, pero por lo menos me lo he pasado de muerte con la experiencia, a parte de ello, estaba sola en casa, tirada en el suelo revolviéndome en carcajadas al pensar la cara de la tal Mari algo. Aunque sé que venden aplicaciones para móviles que son vibradores sexuales. Tampoco iba muy descaminada con el asunto.

A ver qué me invento para la próxima vez.

6 de noviembre de 2009

PARA UNA FRESCA OTRA PEOR.

INT. CASA SILDERIA. 11:00 AM.
Silderia se encuentra limpiando cuando suena el timbre de su casa. Mira por la mirilla y se encuentra a su adorable vecina.

SILDERIA
(antes de abrir piensa en voz baja)
¿Será por lo de las sábanas?

VECINA DE ARRIBA
(cortésmente)
¿Podrías bajar la música?

SILDERIA
(con el último disco de Obus a toda pastilla de fondo)
No es mía.

VECINA DE ARRIBA.
Y eso que suena.

SILDERIA
La música.

VECINA DE ARRIBA
Sale de aquí
(intenta meter la cabeza a través del marco de la puerta)
¿Puedes bajarla? Es que no me gusta el heavy

SILDERIA
Pues bájala tú primero.
(piensa un momento para sí)
¡Ole tus cojones!
(dice en voz alta)
Cuando tú la bajes yo bajo la música.

VECINA DE ARRIBA.
Es que el flamenco es para escucharlo alto.

SILDERIA
Y el heavy.

VECINA DE ARRIBA
Es que a mí no me gusta el heavy

SILDERIA
Ni a mi Camarón.

VECINA DE ARRIBA
Puedo ponerla más alta.

SILDERIA
(cerrando la puerta)
Y yo puedo poner el cd en mi tele de 42 pulgadas que tiene unos altavoces tan grandes como tu cabeza, a ver ¿qué suena más fuerte?

El portazo sonó bastante fuerte, para Silderia la conversación había acabado. Por supuesto la vecina no paró de taconear por toda la casa, a modo de algo que se parecía a un baile en toda la mañana. Aunque supuestamente estaba moviendo los pies al ritmo de la música.

Silderia tampoco bajó la música, se negaba a escuchar aquel estruendo que soportaba más bien poco. Aunque formara parte de su cultura, no aguantaba el flamenco. La conversación no es que fuera muy productiva, pero como decía su madre: para una fresca otra peor.

Y eso que yo pensaba que iba a decirme algo por un incidente por unas sábanas colgadas, más bajas de lo habitual, y un bote de lejía.

4 de noviembre de 2009

Selene. Capítulo LX.

CAPÍTULO LX: ¡VENGANZA!

A través de aquellos largos pasillos, la claridad se hacía cada vez más escasa. Nuestros héroes iban caminando lentamente con Hades a la cabeza, detrás de este, la abuela, con su impecable forma de persuasión, mantenía aquella magdalena mortífera en sus manos a la espera de que el dios le diera algún motivo para entrar en acción.

Durante los minutos que duró el camino no se escuchaba un simple susurro, por parte de los interesados. A lo lejos, los quejidos, risas, llantos y monólogos de los internos, inundaban el ambiente bajo la sonrisa mortífera del mismo monarca de los infiernos.

- Ya hemos llegado – dijo Hades señalando una puerta en color ocre -. Bueno… como ya no ha falta me…

- ¡Quieto ahí lagarto a medio hacer! – le dice Selene apuntando con sus uñas -. Abre la puerta y pide que tu mujer esté al otro lado con el libro.

- No… - dice sudoroso -. Si estar está – hace un gesto de atención -. ¿No la escucháis?

- Podrás llevártela pero no debes mirarla en ningún momento -. Se escucha al otro lado -. ¡Ahhhh!... ¡Qué bonitas son las danzas de primavera! Los árboles en flor, las hierva verde y frescas… La la la

- Está – dice Yu -. Más loca que de costumbre. Te cedo el honor de abrir la puerta.

La mano de Hades tiembla estrepitosamente acompañada del rugir de las viejas bisagras.

- ¡Cariño! – dice al entrar.

- ¡Tuuuu! – grita su mujer al verlo -. ¡Te dije que no quería volver a saber nada más de ti! – un lanzallamas sale desde la espalda de Perséfone y lanza su cruel aliento contra su marido.

- ¡Abajo! – grita Fepico muy a tiempo.

- Veo que te tiene el mismo cariño que yo – le dice Selene -. ¡Qué pena que haya fallado!

- ¡Fallado! – dice Hades -. Me ha quemado los tres pelos que me quedaban… ¿O crees que esta alopecia es obra de la edad?

- ¡¿Qué hace aquí esta zorra?! – dice Perséfone al ver a Yu -. Dije que no quería volver a verla.

- ¿Algo que no nos hayas contado? – le dice Luis a Yu.

- Muchas cosas – le responde empujándole por el hombro -. Aunque deberías acordarte de esto.

- No – le responde -. Eso todavía está oculto entre mis recuerdos.

- No es nada – dice Hades -. Ella me rechazó largándose con ese Ares, el dios de la guerra, y yo secuestré a Perséfone en vez de a ella para ser la diosa del infierno.

- ¡Exacto! – dice Yu -. Sólo que yo fui más lista y no dejé engañar. A demás, los músculos de Ares si que tenían trabajo… ¡Tú! En cambio, no eres más que una simple lagartija.

- Eso lo dices ahora – le responde Hades notablemente enfadado.

- ¡Si! – recalca Perséfone -. ¡Zorra engreída! Tenías que haber sido tú la que ocupara mi trono.

- Seguro – le responde -. Pero yo elegí a un bruto para la cama en vez de a un ñoño que regalaba flores.

- ¡Putaaa! – dice tirándose hacia ella para arrancarle los pelos -. ¡No voy a dejar de ti ni los restos! – le chilla mientras tira de su lisa melena negra y caen al suelo.

- Tu mujer es de armas tomar – le dice Fepico a Hades.

- Si – le responde -. Lo malo es que va a salir un poco perjudicada de esto.

- ¿Por qué? – pregunta Luis -. Yu es más antigua, una de las primeras y tiene más poder – dice sin quitar ojo de la pelea de gatas -. Lo peor de todo ello es que ha perdido parte de su poder de no utilizarlo.

- Tu mujer podría cuidar su vocabulario delante de mi – le dice Selene a Hades.

- Podría – le responde -. Pero no es que te tenga mucho aprecio.

- El mismo que yo a ella y a ti – le responde -. O acaba esto, o la dejo hecha escarcha.

- ¡Díselo a ella! – dice su marido impotente.

- Eso no va a hacer falta.

Selene no se deja esperar mucho más. Se acerca a las dos mujeres tiradas en el suelo, la escena no es más que deprimente; Yu mantiene sujeto su mechón de pelo sin querer tocar a Perséfone, mantiene la distancia con su cuerpo, aunque en ciertos movimientos, le es casi imposible, por lo que Selene toma cartas en el asunto.

- ¡Chicas! – dice suavemente -. Deberíais dejarlo – continúa su recomendación -. Las peleas mortales no es algo que sea digno de unas diosas – la cara de Yu va a parar cerca su tacón.

- ¿Por qué no se lo dices a ella bonita? – le responde Yu -. No soy yo la que quiere dejar calva a la otra.

- Vale – responde la diosa primigenia -. ¡Eh! Esto… ¿cómo se lo digo?... ¡Ah, sí!... Perséfone… ¡Basta de jugar a los humanos! – dice mientras le da suavemente con la punta de su bota en el estómago -. Perséfone… Te estás metiendo en un lío –pero aquella mujer dolorida no cesa en su empeño -. ¡Está bien!… Niña mimada de papá ¿quieres dejar de intentar sacarle los pelos a mi hermana o te arranco los brazos de un solo movimiento? – su voz se pone cada vez más ronca, pero no obtiene resultado -. ¡Muy bien! – recupera su dulce voz de siempre echándose un mechón de pelo hacia atrás -. ¡Tú lo has querido!

Selene toma a Perséfone por los pelos y la eleva poniéndola en pié. Yu aprovecha para elevarse y sacar la catana.
- ¡Suéltame! o…

- Se lo dirás a papá – le dice Selene irónicamente -. No crees que ya eres mayorcita para eso niñita malcriada – pega un tirón y le arranca el mechón de pelo con parte de la piel de la cabeza -. ¿Sabes?... Estoy harta de ti y de tus tonterías de adolescente consentida – le pisa su pie descalzo atravesándolo con su tacón -. Tengo muchas cosas que hacer como para tú… ¡Estúpida insolente! Me entretengas con una rencilla ocurrida por tu mala cabeza y tus sueños de amor – coge un dedo de su mano y se lo rompe -. Estoy cansada de tanto dar vueltas… ¡Dime! ¿dónde está el libro de rectas de cocina o te va a doler todavía más? – Perséfone señala un cajón.

La abuela de Fepico se adelanta a cogerlo y se lo enseña a Selene. Ella, descansada por haber cumplido su objetivo, decide colocar al rey junto a su reina. Al hacerlo un hechizo lunar evita que ambos cierren los ojos, se acerca entonces a Yu y le pide la catana. Esta, sabiendo las consecuencias en el estado de enfado de la diosa luna, decide no negarse a ello; aunque de poco le sirve el arma.

Perséfone intenta chillar, pero el filo de la espada atraviesa su garganta dejándola muda al instante. Después arranca los brazos y piernas dejando un torso sanguinolento tumbado en el suelo. Hades, no puede hacer otra cosa que mirar al cielo e implorar a Zeus, pero tiene cosas mejores de las que ocuparse en ese momento. Su prima, aquella a la que traicionó, entre uno de sus más leves hechos, tiempos atrás se vuelve hacia la puerta junto al resto. A pesar de ello, no se encuentra tranquilo.

La habitación arde a penas cerrar la puerta, la catana mágica ha salido disparada por la ventana en busca de su ama y ellos, impotentes ante el fuego mágico ven cómo sus almas se escapan a la espera de una reencarnación. Todo ha terminado, aunque saben, desde lo más profundo de su ser, que volverán a cruzarse con ella y que esto sólo ha sido una leve alivio en el odio que aquella ninfa inmortal, siente por ellos.

2 de noviembre de 2009

ESTO SOLO ME INCUMBE A MI Y A MI PAREJA

- ¡Cariño! – dice Silderia con voz cariñosa mientras Sangreybesos se toma el puchero tranquilamente -. He estado pensando – sin embargo ante esta mala señal su amado no para en su cometido de engullir la comida -. ¿Cuándo nos casamos? – la respuesta no se hace esperar, los garbanzos van a dar contra la pared, por no decir nada de la lluvia de caldo caliente y fideos aún sin pasar.

- ¿¡Cómo!? – responde.

Y así empezó todo, tras una estancia viviendo juntos, viendo que todo nos iba bien comenzó la odisea de “la boda”, un capricho mío, por supuesto, esto casi nunca forma parte de las expresiones sobre vida inteligente dentro de un varón. Aunque la cierta idea de casarse no suena de lumbreras ¿verdad?

Simplemente quiero que se me reconozcan mis derechos por estar viviendo con él, y al contrario por supuesto. La ley exige ciertos trámites burocráticos para ello, de todas formas estoy decidida a pasar por ello, os lo aseguro.

Pero nada más lejos de una gran felicidad, el acuerdo primordial en todo esto ha sido – HAREMOS LO QUE NOS DE LA GANA -. ¡Qué ilusos fuimos al pensarlo! ¿Verdad? Nada más lejos de la realidad circundante. Una firma de papeles, una comida con los padres y se acabó, el problema es que habíamos pensado que aquí todo el mundo tiene que opinar. Aunque esto es otra historia.

Referente a todo ello, estamos un poco cansado, yo sobre todo, debido a que todos tienen algo que imponer, más que opinar, referente a cómo estamos llevando las cosas. Lo cierto es que mis respuestas no han sentado bien a nadie, pero ni con esas evito ciertas cosas.

- A mi me viene mejor que te cases en abril – me dicen porque no tienen compromisos (yo me casaré cuando me de la gana.)

- En esa fecha hace todavía frio – me dice otra al preguntarme el mes (pues te pones un abrigo, de todas formas tú no estas invitada.)

- No me gustan las ventas para celebrar el convite – añaden (ese no es mi problema, pues no vengas y uno menos que tengo que pagar.)

- ¿Qué regalos vas a repartir en la boda? – (¿Regalos? A ver que me aclare un poco, el alfiler de rigor y va que chuta – le respondo)

- Pues una boda sin regalos no es lo mismo – (¿Para qué? Para que cuando llegues a casa lo tengas dando vueltas hasta ponerlo dentro de un cajón olvidado, es más, eso es una chorradita para sacar dinero. )

- ¿Qué vas a repartir en la boda? – la misma pregunta dos veces en el mismo día por dos personas diferentes (tangas y viagra, a ver si se anima la fiesta.) Después de esto no había más que añadir.

Pero si hay una chorrada más grande que estas ridiculeces, en las que todo el mundo quiere dar su opinión, o decirte cómo sería la boda perfecta (que no es la mía, es la de ellos) La peor de todas es EL TRAJE DE LA NOVIA. Ni que decir tiene que los precios no bajan de uno 1000 euros, por lo menos.

Mi madre, ilusionada con todo ello, me lleva a ver trajes de novia a una tienda. La escena fue la siguiente.

- Mira –me dice la dependienta – este es un modelo muy bonito y los hacen de tu talla.

- Ni que yo tuviera una talla especial – digo para mis adentros mientras me pone el traje en los brazos -. Estooooo…. ¿Y la carretilla para llevarlo? – digo al notar el peso.

- ¡Qué graciosa! – seguro que se estaría cagando en mis muertos -. Este sale por unos 800 euros.
- Está bien – dice mi madre.

- ¡Cómo! – le digo yo, y no es que lo fuera a pagar yo -. Me niego a llevar puesto esto – le digo tranquilamente -. Para un rato 800 euros… ¡Anda ya!

- Mujer – me dice la dependienta -. Que es un día especial.

- Para ir encorsetada con un traje que tiene que dar calor aunque estemos en pleno invierno… ¡Paso!

Y nos fuimos de allí tan ricamente, por supuesto a otra tienda de trajes de noche. Me niego a desembolsar ese dinero en un traje por una simple “tradición.”

- Me gusta este – digo señalando un traje de uno de los catálogos de la tienda a la que fuimos después.

- ¿Lo hacen en otro color? – pregunta mi madre.

- No – responde la dependienta -. Sólo en el que viene en el catálogo.

- Elige otro – me dice mi madre.

- Pero si a mi me gusta este – le respondo evitando que vuelva la página al ver un traje rojo.

- Para una boda lo más normal es el blanco o el champan – mete baza la dependienta.

- Pues este me gusta – sigo en mis treces.

- Es que si tu eres la novia deberías ir de otro color – sigue con su estereotipo de novia perfecta.

- Eso es lo que yo le digo – me mira mi madre al encontrar una aliada.

- Es mi boda y me casaré del color que me de la gana – le respondo a la dependienta.

Por supuesto no duré mucho más en aquel lugar, a penas unos minutos, de allí me fui a mi casa y pasé del tema. Ahora cuando me preguntan, cómo es el traje, respondo que rojo y negro. ¡Pero si es algo que ni yo misma sé! ¿A mí que me vais a contar? Aunque todos dicen lo mismo - ¡una novia de rojo! – es que no me dejaron casarme de negro, como yo quería. Esa es mi excusa y la verdad, aunque si realmente no lo hago es porque sangreybesos me lo ha pedido.

Lo cierto en todo esto, es que todos están locos por meter baza en el asunto, hacer de la tuya la boda que siempre quisieron e imponerte ciertas tradiciones que, lo cierto es que para mí, son una auténtica tontería. Todavía quedan más historias parecidas a esta, miles de chorradas más, aunque ya os las iré contando. Sin embargo una cosa es segura, apareceré enseñando, sino los dos, por lo menos uno de mis dos tatuajes, eso puedo darlo por sentado.
PD: la última foto es el último tatu que me he hecho, ¿os gusta? Lo cierto es que me da un poco igual, por no decir mucho, a mi me encanta y eso es lo que cuenta. ¿A ver si alguien sabe quién es o qué es lo que llevo tatuado? Tú no digas nada, sangreybesos.

1 de noviembre de 2009

UNA HISTORIA DE HALLOWEEN

Una tarde, como cualquier otra, la gente que decían ser mis compañeros de trabajo se enteraron de algo que, aparentemente, después de casi un año compartiendo horario, no habían visto en mí.

Miles de veces había aparecido por allí vestida de calle, con mi ropa negra, guantes de rejilla y el maquillaje, que no utilizaba normalmente para trabajar de cara a un público. Por supuesto todos decían que tenía una forma un poco rara de vestir (a ver qué alguien me explique qué es normal porque yo todavía no me he enterado muy bien del asunto.)

El caso es que comentarios al día siguiente como:

- Esos ojos son muy exagerados para salir por la calle (yo por lo menos me pinto.)

- ¿No hay un color más claro para vestir? (si, el blanco, pero es que prefiero escoger el más negro de todos.)

- Esos guantes no son muy normales (no, son de rejilla, un regalo. Y si no me los hubieran regalado me los hubiera comprado yo.)

Anda que, los comentarios se salían un poco de madre, pensaba para mis adentros, aunque la mayor parte de las veces no contestaba. Eran zombis, quizás por eso no encajaba en ese ambiente. Lo cierto es que nunca he conectado en casi ningún ambiente, quizás porque me gusta poco la gente. Y esta carecía de pensamientos racionales, tenían la cabeza comida por los medios, creían todo y se dedicaban a cotillear sobre cosas que les importaban menos aún.

Una de ellas incluso me llegó a decir que tenía pinta de Hippie, sería porque llevaba el pelo corto y una trenza en mi cogote que me llegaba a la cintura. Sin embargo no puedo vislumbrar cómo llegó a esa conclusión, lo cierto es que me asombró que llegara a alguna, viendo lo que había a mi alrededor. Y lo que es más, ella sola, o quizás no, viendo los cotilleos diarios y las invenciones de la gente, podría decirse que, horas antes de que yo llegara estaban hablando sobre mis pintas.

Bueno, volviendo al tema, aunque en mí es muy normal desviarme de ello. Aquella tarde llegué con mis pendientes de telas de araña, adornados con una piedra negra en el centro y con su supuesta dueña en otro. De cada punta de aquella forma salía otra circonita negra y algunas monedas con decoración de runas gálicas. Nada fuera de lo normal para mí, me los había puesto miles de veces.

- Mírala ella cómo viene decorada Halloween - escucho al llegar a mi puesto. Saludé con desgana como solía hacer y me fui a mi sitio.

- ¡Ánda! Si vienes ambientada con esta noche – me dice un compañero al verme.

- ¿Vas a alguna fiesta esta noche? – me dice otro al verme -. La bisutería ya la llevas puesta.

Sería por el colgante de la luna que no llevaba normalmente. Parecía tonta, o quizás era que no me daba cuenta de ello, y es que cuando algo es tan normal para ti no caes en la cuenta de lo que te están diciendo. De todas formas a todo decía que sí, no tenía ganas de entablar conversación con nadie aquella tarde.

Una hora antes de cerrar, tras una larga y cansada jornada, me encuentro con el radio pasillo hablando en uno de los lados. Estaban escondidas de no se qué tras una estantería, y digo de no sé qué porque la jefa estaba con ellas, así que no entendía muy bien ¿a qué venía tanta intriga?
- Silderia – me dice la jefa.

- Ya me va a regañar por algo – pensé para mis adentros, de todas formas no hacía falta hacer nada para que te echara una riña.

- Vienes muy ambientada hoy ¿no? – la miré de forma rara porque me sonó a pregunta trampa, como solía hacer.

- No – le respondí cansada de escuchar eso mismo, de todas formas nunca sabía qué excusa nueva se iba a inventar para putearme.

- ¿Y esos pendientes?

- Los llevo puestos casi siempre – le respondo viendo un trasfondo de bocas sonrientes.
En ese momento se me abrieron los ojos, ¡qué idiota era! Estaban hablando de mi, ahora vendría la frase…

- Aunque tú siempre viste de esa forma – me dice la jefa volviendo a la conversación.

- ¿Cuál? – le digo haciéndome la ignorante.

- De negro – me dice -. Estilo gotiquillo.

¡Qué ingeniosa era! Había descubierto la pólvora, ¡joder! No podía creerme que hubieran perdido el tiempo hablando de mi forma de vestir. Seguro que a esa conclusión no había llegado ella sola.

- Algo así – le respondo mirando el reloj. De todas formas iban a pensar lo que les saliera de la punta, no vale la pena discutir con un cerebro de patata, y cuando entre todos formaban un saco de menos de un kilo, la lógica no es que fuera una de las cosas que se impongan en las conversaciones.

- ¡A ver si maduramos que ya tenemos una edad! – me dice la muy caradura -. Eso son cosas de niños.

- Bueno – le dije -. Me voy que ya es la hora.

- Tú no te vas hasta que no terminemos – me responde con algo que dicen que es autoridad.

- Ya es la hora – le respondo -. La conversación ha terminado y no me pagan horas extras aquí.

- No hemos terminado.

- ¿Esto es una conversación de trabajo?... ¡Nó! Pues me voy que me están esperando – le digo dándome la vuelta -. Qué disfrutéis.

¡Gilipollas! La conversación fue totalmente de besugos, lo admito, pero darse cuenta de que soy rarita en Halloween, es no menos que un poco impresionante. Lo cierto es que sino hubiera estado ahí el suficiente tiempo hubiera buscado la cámara oculta. Por supuesto ya tenía fama en aquel lugar de borde, antisocial, rara, pero ahora era la gotiquilla, porque no era normal.

A ver, según el diccionario (cosa que miro bastante) la palabra normal significa que es general o mayoritario o que es u ocurre regularmente, por lo que no produce extrañeza. ¡Ahora entiendo porqué mi falta de interés por las vidas ajenas, mi desentendimiento de los programas basura de la tele (motivos principales por los que no podía entablar una conversación) o mi carente gusto (según fuentes de cotillas, de esas que están en misa y repicando. Si ¡hombre! Las que le van con el cuento a todo el mundo) en el maquillaje y el vestir eran algo de moda, sobre todo en esa noche.

Pero… ¿qué les vas a decir a unas mujeres cuya mayor afición son los programas de cotilleos y no han leído en su vida otra cosa que no fueran las instrucciones de cómo poner un tampax?¿ Y a ellos? Si a esos que nunca les gustan los cotilleos. Machos por excelencia, el machista prototipo, que lo único provechoso que hacen fuera del trabajo es abrir una bolsa de patatas… Y les cuesta trabajo.

¡Eso sí que me pone la piel de gallina!