ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




31 de octubre de 2010

¡ESTAMOS EN HALLOWEEN!

Hoy voy a celebrar la única fiesta que cojo con ilusión todos los años, halloween, la disfruto demasiado, creo.

TRATO:

Celebraré la fiesta como hace casi todo el mundo, como lo llevo haciendo desde que era chica, y la viviré como siempre.


TRUCO:

Lo haré a mi forma, la manera de legendaria, antes de los americanismos, antes que la fiesta se importara desde Europa hacia el nuevo continente y volviera transformada en una celebración de monstruos.


TRATO:

Decoraré mi casa, pasaré miedo y me divertiré con ella.


TRUCO:

Mi hogar tiene una decoración gótica permanente de puertas negras y blancas, rosas secas, fábulas originales, libros de terror para todas las edades, ristras de ajos, capas de superhéroes, guante de Fredy Cruguer (o como se escriba) y posters de películas de terror y subrrealistas, algo que nos hace soñar todos los días.


TRATO:

Vermos terror, mucho, comeremos caralemos, los suficientes para darnos un buen dolor de estómago y seremos unos monstruos.


TRUCO:

Somos frikys del terror todo el año, amantes de la fantasía y devoradores de chocolate.


TRATO:

Celebraremos las fiestas.


TRUCO:

Ni una calabaza, sólo velas encendidas que guién a los espíritus hacia el cementerio.


Así que os lo paséis bien, comáis mucho, que vivais una fiesta en la que yo vivo de forma permanente, porque es mi vida y la disfruto, pero mañana no hay que ir a trabajar, así que podré ver películas hasta el amanecer, comer comida basura (que ya en sí eso es terrorífico) y seguir con mi pijama negro, todo el día, relajada y descansando. Espero que sea un buen día para todos.


Y..., como todos los Halloweens, buenas noches a todos, seais lo que seais.

28 de octubre de 2010

PSICOLOGÍA EMOCIONAL.

Día uno:

El primer ataque de ansiedad acaba de llegar de una forma completamente inesperada a mi vida, no lo necesita, tampoco he sido consciente de la misma hasta que la he tenido muy muy encima de mi. Ciertamente me ha inundado con su forma típica de absorción: temblores, mente turbia, pensamientos negativos, falta de oxígeno y un leve brillo en los ojos que denotan una leve lágrima a medio formar.

No me la esperaba, me ha cogido de improviso la puñetera. Mi mente a comenzado a dar vuelta sobre sí misma haciendo que la habitación se moviera de una forma aleatoria y repentina. ¡Hija de puta! Sabía que llevaba días esperándome como un jaguar entre la maleza.

Notaba su respiración y, de vez en cuando, se acercaba tanto a mi que su aliento me rozaba el cogote. Dejaba que un sudor frío emanara de mi piel hasta que los pelos de la nuca se erizaran.

¡Maldita! Puedo ver cómo se ríe de mi en estos momentos. Sus manos, largas y huesudas, con uñas rotas y en punta tocan su barriga arrugada y cubierta por una capa de inseguridad que la viste día a día. Esos dientes, negros y casi ovalados, se hacen notar tras unos labios finos y negros que muestran una risa casi ridícula en una cara tan oculta tras el manto de la incertidumbre.

No puedo creer que todavía no se haya ido de aquí, sigue de entre los libros y apuntes de una mesa desordenada y llena de papeles, cajetillas de tabaco, vasos vacíos y alguna que otra infusión para los nervios. La miro y me devuelve esa visión de una forma desafiante, se ha hecho más cautelosa, pero no fuerte, noto como está dolida porque ni siquiera he mirado la caja de antidepresivos que tengo a mano, demasiado a la vista para que mi cuerpo se olvide de ella día a día. Podría tomarse como un reclamo, pero yo necesito su visión cada vez que entro a esta estancia de la casa, el horror de coger una sola de esas píldoras me hace sobreponerme y gritar para mis adentros. Me resigno a tomarlas a menos que no sea absolutamente necesarios y… ¿Cuándo llegará el momento? Nunca, me repito cada vez que me levanto y me coloco delante de aquellos tomos ilegibles, escritos por cerrados de mente que ni siquiera ellos saben de qué puñetas están hablando. Dejaré que sólo mis ojos rocen esa necesidad, veo fallos, trabas y demás pensamientos abstractos, pasar por delante de mi cabeza. Se hacen físicos en un momento dado y luego… Nada, se esfuman como el humo de un filete recién sacado de la candela.

Pero hoy, ¡hoy se ha hecho un poco más valiente! Que no fuerte. La culpa es mía por haberme confiado. ¡Estúpido duende! Todavía le escucho esa carcajada de aviso. Porque ha sido sólo eso, una alarme que te dice que lo tienes muy cerca, demasiado para las barreras normales.
Como todo obsesivo, ha perfeccionado su técnica, aunque yo también. Tengo que pelear un poco más. ¿Huiré? Eso no está en mis planes, sino no hubiera tenido que mutar para poder seguir acechándome. Estoy ganando, ella tiene que mejorar su técnica, por desgracia, yo también lo haré, pero no ahora, voy a dormir, asimilar la información de todo lo ocurrido y planear una defensa. El problema es simple, ¿cómo puedes luchar sin que el enemigo se entere siendo este tú mismo?

Siempre me dijeron que nada era imposible, ¿será este el caso?

22 de octubre de 2010

DE LO HORRIBLE A LA ÚLTIMA

De vez en cuando no puedo creerme lo que cambian las mentes de la gente con lo que ve en televisión o lo que escucha. Si, ciertamente, los estándares de la moda cambian y, por desgracia, también se manipulan los pensamientos del resto del mundo.

¿A qué me estoy refiriendo? A que hace un año, casi por estas fechas, me puse a buscar árboles de navidad por internet (con la vana esperanza de encontrarlo más barato que en la calle, cosa que no sucedió, pero lo intenté), buscaba sin remedio un abeto, de plástico (la cosa era que me durara varios años) y de color negro, cosa que no encontré y lo que había era calificado en muchas páginas de mal gusto, gótico, tétrico, raro, de gente que no tiene nada mejor que hacer. En cambio, los blancos estaban de moda, recordaban la “pureza de la navidad”, según algún que otro colgado o colgada (cosa que tampoco me interesó averiguar ya que es un símbolo pagano que no tiene nada que ver con estas festividades), por eso es por el motivo que lo quería poner en mi casa (aparte de que a sangreybesos le hacía ilusión ponerlo en nuestro hogar.)

365 días después de aquello encuentro cientos de colores de estos abetos o pinos o del nombre que quieran ponerle a ese arbolito imitación a la naturaleza. Pero es que si sale en la tele, lo tiene alguien con dinero y un supuesto gusto, está de moda y ya no tiene ninguna connotación mala (por decirlo de alguna forma) que lo preceda. ¡Está de moda! Simplemente es fashion, y a joderte porque lo que sucedió el año anterior no pasó nunca.

Esto me recuerda a una discusión con mi madre sobre la redecoración de mi casa, yo la quiero en negra, roja, blanca, cristal y plata (aunque sea sólo de color) y ella, días antes de ver un programa de decoración, pronunció las palabras oscura, triste, terrorífica y cueva, todo en una misma frase. También pronunció algo sobre unas cortinas negras que deseaba poner en el comedor, aunque, como están de moda, ahora no parecerá mi casa un velatorio.

Y es que hemos pasado de oscura a bonita y luminosa, junto con denominativos de armoniosa, tranquila y moderna. Esta última palabra produce en mí la misma sensación que cuando me introduzco en una bañera con agua helada y cubitos de hielos (ciertamente nunca lo he probado, pero la lipotimia está servida.) Pero es que a mi sólo tienen que decirme que algo está a la moda en una tienda para que no lo compre, igual que otras frases como te hace menos pecho, te disimula el culo o te hace parecer más delgada; los motivos para eso, varios y demasiado retorcidos para explicarlos en este post. Todo ello, unido a un pensamiento unilateral de que yo sé lo que me pega a mi cuerpo y a la decoración de mi casa, forma un cóctel un tanto explosivo en mi cuando escucho ciertas cosas.

Cuando decía que me gustaban las muñecas que tenían un cierto parecido a los monstruos y las buscaba en la juguetería, me miraban las dependientas con forma rara. Ahora, con las monsters higt o como se escriba y la moda de los vampiros jóvenes adolescentes, están bien visto que este tipo de juguete se venda. ¡Ahora confirmo que yo no estaba mal de la cabeza! Ellos han cambiado sus criterios no yo, es más quiero una de esas muñecas para mi colección propia.

¡Qué le vamos a hacer! Lo tétrico está de moda, ya todo el mundo ve bien una decoración oscura para su casa, de buenas a primeras, parte de mis gustos (por fortuna no todos), están de moda y… ¿qué voy a hacer? A provecharme, como de costumbre. La única diferencia es que cuando siga con ello todo volverá a tener esos peyorativos tan mal intrincados en nuestra mente y volveré a ser la de siempre. Por fortuna, y hasta que pase esto, yo tendré la tranquilidad que yo no he cambiado, lo han hecho ellos.

19 de octubre de 2010

UN CAFÉ LLAMADO…

Puede que hoy no sea un buen día, aunque no creo que sea mejor que los demás que he pasado últimamente. Mi vida, aquel infierno convertido desde la más absoluta tranquilidad a un caos absoluto.

Todo comenzó hace pocos días, estaba tomando tranquilamente un café en aquel bar de la esquina. ¡Lo odio! Y, sin embargo, cada mañana, aquel suelo pegajoso se incrusta en la suela de mis zapatos haciendo esa especie de chasquido al levantar mi pie; llego a la barra y, en un estúpido intento por llamar la atención del camarero, este siempre me pone lo mismo. Un amargo café, parece que es lo único que sirven en aquel lugar, ni bollos ni nada que se le parezca para acompañar al dolor de estómago de aquel brebaje propio de un rito de brujería.

Puede que fuera un mal día, pero no como el resto de los malos días que acompañan el resto de mi vida, aquella criatura estaba junto a mí. No había nunca a ese lugar, puedo asegurarlo, ese antro no es para visitantes nuevos en la ciudad, a penas cambian los clientes, por eso el único empleado de allí nunca habla con los clientes, sabe lo que quieren y se los pone, no entabla conversación con nadie, pero aquel día lo hizo.

- ¿Qué le sirvo? – dijo la voz más chillona que había escuchado nunca.

- Un café con leche – respondió una voz penetrante justo a mi lado.

Miré de reojo a aquel ser, parecía humano, pero algo en sus ojos me hacía notar que se alejaba mucho de este término.

- ¿Quiere algo? - me dijo sin despegar la vista de la barra y dejando el café en el plato.

- No – respondí cortante -. Nada… - agregué sin creer que hubiera notado que lo observaba.

- El café es tremendamente malo – dijo mientras olía el vaso todavía humeante.

- Si – respondí todavía no sé por qué -. Lo cierto es que no se por qué lo pago.

- Porque le gusta seguir un ritual que no le saque de su vida – dijo volviendo la cabeza hacia mí -. Por que odia su vida y esto le recuerda lo que es día tras día – acercaba su cabeza hacia mí penetrándome con aquellos ojos monstruosos -. Tú eres como este café, un resto malo de una máquina que nunca limpian y que funcionaría mejor si cambiara de oficio.

- Cierto – contesté asombrado.

No podía creerme que le siguiera el juego, le proporcionaba respuestas a todas sus insinuaciones, contestaba a todas sus preguntas y me sentía humillado cada vez que me dejaba a la altura de aquel suelo que sólo se mantenía en pie por la mugre que contenía.

- Puedo cambiarlo – respondió el.

- ¿Eres mi hada madrina? – pude decir por fin sin tapujo, ¿o quizás no?

- Di mejor el genio de la lámpara – dijo acercándose un poco más -. ¡Deséalo!

Y así lo hice, lo pensé con todas mis fuerzas, incluso lo grité a viva voz y, aquí estoy, formando parte de los miles de granos de aquella máquina que sirve café. Mejor dicho, almas muertas como la mía.

Cada vez que se activa, uno de nosotros chilla. El ruido de triturador sigue a esto y el chillido del vapor sale por la máquina.

Yo no deseé esto, aquel genio, es que podía llamarse así, me engañó. Sólo deseaba desaparecer para dejar de sufrir. Sin embargo, ¿dónde van los cuerpos perdidos del mundo? A la máquina de café del infierno donde son triturados y bebidos por otros infelices haciendo que ellos absorban sus desgracias.

¿Debería intentar escapar? No lo sé, no tengo nada que perder aquí, solo soy un grano de café. Sin embargo, aquellas cuchillas todavía me dan miedo.

14 de octubre de 2010

LOS INGENIOS DE MAMÁ.

Recuerdo con mucho cariño mi época de niña, todas las perrerías que hacía y la afición por las marcas de mi hermano, un personaje que ha inspirado varios de mis cuentos publicados en este blog. Títulos como “Hay caldito” o “Cómo espantar a la novia de mi hermano”, fueron creados por mi mente en la cocina de la casa de mi madre mientras hablábamos ella, mi hermano y yo. Sin embargo, esta vez ha pasado de ser una de mis musas inspiratorias a uno de los protagonistas de las mismas.

Todo comienza hace ya mucho tiempo, me acuerdo que todavía estaba en el colegio, aunque él también (sólo nos llevamos 5 años de diferencia), por aquel entonces todo lo que nos preocupaba era el tener el dinero suficiente para comprar caramelos, conseguir ese muñeco que tanto nos gustaba o que los deberes estuvieran hechos para el día siguiente.

Era casi navidad, recuerdo muy bien los dibujos horteras de colgados por el colegio y la decoración chillona que adornaba las ventanas de las clases. Aquel día el niño vino con un dibujo sobre viajes, entre sus múltiples diseños había una maleta, dentro de la misma un jamón de pata negra, el cual, aseguraba por activa y por pasiva que él lo comía todos los días en su casa, aunque la realidad era muy diferente.

Lo cierto es que mi madre, cuando quiere, tiene mucho ingenio y aquel año lo tuvo, tanto que la historia todavía es sinónimo de broma en mi familia, y algún que otro individuo la ha llevado a cabo para hacerse el importante, al escucharla.

Ese año mi padre compró un jamón en un supermercado, no muy bueno pero tampoco muy malo. Contaba con unos 7 u 8 kilos de peso y era bastante grande, lo que pasó fue que mi madre, tras poner el artículo de alimentación, en el carro de la compra, fue directamente a la sección de mercería donde adquirió un limpiador de zapatos de color negro. Todo podría parecer normal hasta ese momento, sólo era un producto más en la lista de la compra, lo curioso era que no quería esta última adquisición para lustrar sus tacones nuevos, eran para el jamón.

Cuando llegó a casa, pintó toda la piel exterior del mismo, dura y correosa, de un gran grosor e incomible con él, también le dio a la pezuña. Muy observador por su parte, ya que estos artículos de lujo, por decirlo de alguna forma, tienen esta parte de su anatomía de este color y sabía que nos daríamos cuenta de ello si no lo hacía, nos había enseñado demasiado bien lo que era una cosa y lo que era otra.

- ¡Un jamón de pata negra! – dijo aquel niño loco por probar uno cuando lo vio colocado en la mesa de la cocina.

- Tú no querías uno – dijo mi padre mientras cortaba una loncha finamente -. Pues aquí lo tienes.

El niño probó la carne curada y dijo que era lo mejor que había probado nunca, lo cierto es que era igual que los otros, pero la mente juega esas pasadas.

Eso son las artimañas de una madre para conformar a un hijo y hubiera quedado en una anécdota, si ciertos individuos ya mayores no hubieran caído en la trampa.

- ¡Está buenísimo! – decía aquel invitado insoportable que venía a mi casa de vez en cuando -. ¡Es el mejor que he probado!... Y eso que yo entiendo de jamones.

Aunque también entendía de whiskys y el chiva de 18 años, relleno con una bebida similar comprada en el supermercado y de una marca que sólo conocen en su casa a la hora de comer, también le supo a gloria. Y eso que lo tomaba sólo con hielo.

Pero es que mi madre estaba harta de que viniera alardeando de que era un entendido en ciertas materias que no le importaban a nadie.

Mi hermano se enteró años después que ese jamón no era tal, más concretamente cuando probó uno que si era de pata negra, pero aquella persona todavía, a día de hoy, recuerda lo bueno que estaba y el alcohol que bebió después por cortesía de mi padre.

11 de octubre de 2010

SE BUSCA…

Puede que en algún momento de mi vida me saltara algo, una pequeña cuenca del collar de la vida no se insertó en mi hilo (como tantas otras, pienso yo.) No penséis que es algo que me preocupa en ningún sentido, simplemente que es como algo reiterativo que pasa año tras año. La gente de mi círculo está acostumbrada que no siga ciertas cosas “normales” como un rebaño de ovejas, que las tradiciones me resulten no menos que ridículas y que mi religión sea la de levantarme todos los días y hacer algo productivo para mi propio goce y disfrute personal.

Me doy a los demás, ciertamente, pero en su justa medida. Lo admito, no soy una ONG que olvida las partes intrínsecas a ella misma para hacer el bien; ayudo a la gente en lo que puedo, en la medida de mis posibilidades y con limitaciones, como todo el mundo, pero lo que nunca hago es pedir un agradecimiento o algo a cambio que compense el tiempo perdido. Es más, prefiero desaparecer como un fantasma después de haber saldado sus cuentas pendientes. Eso si, sólo me involucro cuando lo veo necesario o me piden ayuda, no me gusta meterme donde no me llaman y menos, sin ser invitada (demasiadas decepciones y aprovechamientos. A penas fueron dos o tres veces en mi corta vida; las suficientes para aprender.)

Puede que suene muy egoísta por mi parte, ciertamente es lo que hacemos todos. ¡No seamos hipócritas!

Volviendo a esa cuenca perdida, tal vez esté tras un sofá, en el fondo del filtro de la lavadora o en algún polvoriento y oscuro rincón de algún lugar, no lo sé, ciertamente se que no cuenta en ese collar de sentimientos, anécdotas, aprendizajes y demás que forman el collar de la vida. Algunas de las cuentas se rompen, toman un color diferente o simplemente se caen de su enganche. La minoría, como me pasó a mí, no llegó a engancharse en su lugar, si es que alguna vez lo tuvo o no se sujetó bien (cualquiera de estas cosas podría valer.)

Sé que quedan todavía varios días, semanas, incluso algún que otro mes para que la fiebre llegue a todo el mundo, sin embargo, a mi ya me lo han recordado. ¿Cómo? Escuchando como una madre a su hijo le dice que se porte bien porque si no es así, un gordo que vive en el polo sur, cuyo nombre todos conocemos, rodeado de nieve, renos y gnomos, no le traerá regalos. Lo primero que se me vino a la cabeza fue la ridiculez de la expresión, lo segundo, lo que faltaba para esas horribles fechas que tanto odio y cada día más, lo tercero, una simple cosa que no tenía nada que ver y, a la vez mucho. La mujer nombró a dios, a su hijo y llevaba un símbolo cristiano de oro colgado al cuello. ¿Por qué le recuerda a papá Noel si el cristianismo cree en los reyes magos? Esto último fue un poco ridículo por mi parte, pero no puedo mandar en mi mente, ni en mis pensamientos fugaces, pero así fue como ocurrió.

Volvieron a venir a mi mente las cosas que te dicen de pequeño cuando llega diciembre, eso de ser bueno para que te traigan regalos, lo de que si es navidad tienes que ser más caritativo y todo ese rollo del espíritu navideño. ¡Sí! ¡Ese que te intentan inculcarte desde pequeño comprándote con regalos!¡Hipócritas! No puedo vislumbrar si la culpa fue porque el resto de adultos que me rodeaban tomaron el camino equivocado, la tele participó en muchas cosas con esos dibujos donde se canta y se producen milagros que no son tales o simplemente no lo encontré jamás. Y digo esto, porque cuando piensas que la navidad son regalos y comida, recordando con desagrado la mayor parte de las reuniones familiares, o no existe tal cosa y todos intentan ocultarlo o yo no he captado el mensaje de eso.

Ciertamente, el que no es bueno, no puede serlo en tres semanas (eso solo pasa en las películas), el que no se da a los demás, no lo hará por complacer sin ningún motivo más que el de hacer el bien. Eso lo aprendí yo sola, ya que el objetivo principal de ello, no es el desinterés o el hacer feliz a alguien, es limpiar tu peso moral (que te han creado) sobre algo, haciendo una obra buena al año y seguir con su denigrante actitud el resto del tiempo.

Hasta hoy no he encontrado ese espíritu navideño, como todo el mundo lo llama, quizás no lo busqué bastante, me cansaría antes de encontrarlo. Pero, por lo que a mí concierne, es un invento más de los hombres para un fin que no me interesa saber, y que no me esforzaré en buscar. Puede que no esté todo perdido, pero preferí vivir de otra forma, a la mía, siendo lo que soy sin negar mi naturaleza nunca, no siendo otra cosa una vez al año.

Quizás si me lo hubieran inculcado de una forma menos fraudulenta me lo creería, o si ellos realmente lo sintieran así. ¿Soy un producto de unas circunstancias y de un aprendizaje mal dirigido? ¿Digo algo que el resto del mundo oculta o me falta algo que me haga verlo? Puede que sea ciega, puede que sea hipócrita, puede que sea al revés. Pero de todas formas, odio la navidad.

7 de octubre de 2010

ESTO NO ME LO ESPERABA.


“Una amalgama de sarcasmo, ingenio y gracia”, así ha descrito Jonessy mi blog al darme el premio del cual expongo la imagen en este post. No sé si esta forma de definirlo es cierta, tampoco si me merezco que me otorgue a mi esto, pero se lo agradezco muchísimo.


Sabéis, me encanta ver como hay gente que me leer todos los días, comprobar los comentarios y leeros a vosotros. Sé que puede que parezca una cursilada todo esto, que puede que parezca presuntuosa o que peco de esconder algo bajo una falsa humildad. Es cierto, no se me da bien ser humilde, porque nunca me ha hecho falta serlo, simplemente me voy del lugar donde dicen algo bueno de mi y vuelvo cuando han terminado. No me gusta escuchar ciertas cosas de mi persona, esta es una de ellas, sobre todo en el sentido de que esas personas me conocen. Esto es distinto, un completo extraño ha hecho que hoy me sienta bien, me da fuerzas para continuar con este blog que empecé hace ya casi cuatro años y que jamás he dejado apartado.

Le dedico mucho tiempo, es cierto, pero me gusta perderlo de esta forma. Quizás sea mi único vínculo con un mundo que no existe y que conecta mi imaginación con una red donde todos somos unos simples números de red.

(Ahora voy a ponerme un poco subidita,) puede que no sea nada del otro mundo, ni siquiera que tenga importancia para el resto de bloggers o del mundo en sí, pero es el cuarto que recibo y eso me gusta, me encanta no tener que dar la cara para recibirlo, que sean sinceros y que alguien piense en que lo que hago le gusta. El resto del mundo que diga lo que quiera, este es mi blog, mi sitio en el mundo virtual y me encanta. Tiene gracia, cada vez que pienso en dejar el blog alguien me dice que está ahí para leerlo y que le importo, por lo menos lo que pienso y eso me da ganas de continuar con ello, me alegra el día y hace que la tinta vuelva a correr por mis venas como antaño (todos necesitamos un empujoncito.)

Como es costumbre estos premios tienen unas pequeñas condiciones, contestar unas preguntas y dedicárselo a unos cuantos blogs más. Pues bien, ¡ahí va!
Requisito número uno: exponer la imagen del premio – hecho.

Requisito número dos: decir que ha supuesto para ti – creo que está más que expresado con algunos punto de suntuosidad y algo de ego subido por mi parte.

Requisito número tres: otorgar este premio a cinco bloggers y a sus respectivos blogs – pues no se si llegaré a 10, pero los pondré.

- Sexual – mente de Mai Puvin, aquel lugar que conocí a coacción de mujer y punto y que me encanta visitar cada vez que puedo.

- Tendencia a lo absurdo donde Cienideas, expresan los pensamientos surgen como una chispa y permanecen como un tatuaje en la mente. Eso me encanta.

- Poesía de Eduardo Andradas, una persona que me hace vivir momentos antiguos con su poesía y esperar los nuevos.

- Un segundo eterno, en el cual Alberto hace que los pensamientos se unan a la prosa y formen textos fantásticos.

- Un beso de buenas noches de mil demonios, es tongo, claramente, pero el blog de mi marido se merece este premio más que yo ya que su chispa es más sarcástica que la mía. Y se puede.

Ahora y, en compensación por no poder completar la lista, ya que el resto ni siquiera verán si se lo he dado o no, pero se lo merecen de la misma forma, a Jonessy le doy otra cosa, el premio symbelmine, que tiene los mismos requisitos que este, así que, continúa con ellos.

Gracias de nuevo.

5 de octubre de 2010

REMEMBER.

Memoria: proceso por el cual se recuerda toda la información almacenada en el cerebro recibida por nuestros sentidos.

A veces accedemos a ella fácilmente, otras veces atraemos a nuestros pensamientos cosas que no tenían nada que ver con algo acontecido (será cosa del subconsciente o de lo retorcido de la mente,) otras, sin embargo, un simple sonido, un olor o el pasar por un lugar determinado, nos trae a la mente miles de cosas que creíamos perdidas en un sin sentir.

Por fortuna o por desgracia, cuando queremos recordar algo importante, se nos va de la cabeza, o de la lengua, porque bien vemos aquello o sabemos que se esconde tras alguna de nuestras neuronas, nos quedamos en blanco como si hubiéramos formateado el disco duro del ordenador. Quizás sabemos algo que ocurre pero no tenemos definición de lo mismo, a lo cual, le encontrado el significante años después de haberlo vivido.

Sin embargo, aunque le haya dado una palabra que defina cada cosa que he vivido, no soy capaz de rememorar aquella vez que descubrí la dulzura, que inventé algo que ya había hecho otro, aquella vez que descubría el mundo con unos ojos que jamás habían visto nada (creo que aún lo sigo haciendo, pero no puedo saber cuándo fue la primera.)
A pesar de todo, somos máquinas de almacenar información.

¿Por qué me acuerdo mejor de lo que invento, imagino o sueño que de lo que realmente me acontece, si es que eso no es el verdadero sueño?