ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




30 de diciembre de 2010

¿LO NUEVO O LO VIEJO? ME GUSTA LO ANTIGUO

Como siempre, llega el fin de año, las promesas incumplidas, un nuevo calendario en la pared, nuevas ideas, nuevas expectativas, proyectos y, sin embargo, todos acabamos continuando aquello que empezamos hace ya mucho mucho tiempo y que nunca nos ha dado por finalizar.

La gran promesa de este año termino la casa, o me pondré con aquel libro que nunca terminé y del que sólo escribimos tres capítulos (algunos sólo tienen la idea en la cabeza), dejaré aquel vicio tan feo o perderé unos kilitos de más. El único motivo que tiene para ello es que llega el 31 de diciembre y que el día siguiente es el día 1 de enero, que solamente suma un número más en el año. El resto de la vida sigue igual: tienes que volver al puesto de trabajo, a los malditos estudios, continúas en el mismo sitio que hace unas horas y no has hecho nada por ese régimen o en la eliminación del hábito que te está perjudicando. La excusa perfecta es que mañana empiezo, y, por supuesto, aquello que te hizo decir eso en voz alta a penas hace doce horas, se ha esfumado como el humo de la candela cuando se apaga.

Por lo tanto, yo voy a hacer lo de todos los años, no prometer nada de nada, porque mi año nuevo no empieza el día uno de enero, sino más bien un poco ya avanzado el verano, porque me niego a prometerme cosas a mí misma que no voy a cumplir y a engañarme con promesas de una nueva vida, por la que ni siquiera me voy a esforzar en conseguir.

Los deseos son así ¿verdad?, algo que esperas que se cumpla o que venga solo, que un día te llamen por teléfono, toque tu timbre o te lo encuentres por la calle sin ni siquiera haberte preocupado por buscarlo. ¿Cuánta gente ha perdido oportunidades por no querer mirar?

Este año he hecho lo mismo que los anteriores, intentar ser lo más feliz que he podido, he realizado hazañas arriesgándome lo menos posible y, cosas de la vida, me ha salido bien. Ya hace casi dos años que me independicé sin casi recursos, lo siguiente fue casarme, todo salió bien, demasiado, tanto que todavía no me lo creo. Nuestros números de cuenta eran muy escasos para acometer tan gran trabajo, más todavía si cuentas con hacerlo como tú querías, pero se hizo y todo salió a pedir de boca, tanto lo de irnos a vivir sangreybesos y yo, como lo de firmar ese contrato que nos convenía a los dos. El secreto de todo ello, no meterte en más de lo que puedas abrazar.

Ciertamente me gusta meterme en berenjenales, como dice mi madre, tras terminar de organizar todo aquello dejó de gustarme mi casa, aquella a la que nos habíamos ido a vivir y que estaba a gusto de todos los inquilinos que habían habitado en ella, al principio me conformaba con ello, pero decidí dar una vuelta más de tuerca y cambiarlo todo. Pero ¿cómo? No contaba con efectivo para tanta reformas, menos aún con ganas de buscar y buscar para encontrar algo que medianamente me convencía para colocar, y como siempre pensé en algo que me decía mi madre cuando le pedía algo: “Si no tengo ¿Qué hago? ¡Lo pinto!” Esa era la respuesta, pintarlo o crearlo de la nada, algo de alambre, un poco de pintura, retales de tela, una máquina de coser, visitas a las tiendas de saldo para buscar algo que pudiera transformar y muy poco dinero, era con todo lo que contaba. Así que me puse manos a la obra. Nada de cuadros caros para decorar, posters de películas, firmadas por sus directores o no, cuadros pintados por mi, rosas secas (que ahora estoy pintando y que yo misma transformé en algo un poca más duradero que lo efímero), retales de cortinas y restos que tenía mi abuela, sábanas bajeras de color oscuro que no utilizo, algo de hilo y alambres, ahora no parece lo que son realmente.

Hace poco me sentía como Alicia en el jardín de la reina de corazones, cuando pintaba las rosas de otro color, Eduardo manostijeras convirtiendo algo sin formas y soso en otra cosa diferente y sacando sus formas,… Aunque también me he sentido como un científico loco inventando y cavilando cómo hacer esto o aquello de forma original. Pronto seré un pintor de vidrieras que busca las formas y el color en un anodino cristal traslúcido o un carpintero que hace un mueble de encargo. ¿Quién sabe?

El caso es que este es mi cometido desde hace unos meses, no va a terminar con el fin de año, no me voy a prometer correr para acabarlo lo antes posible, no me daré bulla por verlo todo listo. No hay tiempo, y tampoco se consigue nada corriendo, sólo que nada salga a tu gusto.

Aunque puedo deciros lo que me espera este año: seguir con mi vida de siempre, estudiar mucho, entretenerme lo mejor que sepa, seguir inventando cosas, restaurar todo lo que se me antoje, buscaré cosas nuevas, no me lamentaré de no llevar una vida a todo lujo, me esforzaré por ser feliz y hacer feliz a los que me rodean y, sobre todo, no voy a hacer promesas incoherentes con mi forma de ser, quedarme sentada en un sofá esperando que la buena fortuna toque a mi puerta, buscaré mis propias oportunidades y, sobre todo, llevaré mi vida como mejor me parezca, aunque eso me cause berrinches y se me haga cuesta arriba de vez en cuando.

No puedo prometer no cambiar, seguir una forma de vida premeditada, conformarme, no pelear por lo que creo, vivir conforme dictan los demás, ponerme al día con los cotilleos, o dejar de escribir, aunque ahora lo haga muy de vez en cuando. Mi esencia no cambia, pero el olor de puede variar dependiendo del viento que guíe mi vela en ese momento.

Para los que si lo celebran, feliz año nuevo, para los que no, que continúen como hasta ahora, o no, y, para el resto, nos seguiremos viendo por estos lugares recónditos del multiverso, aunque sea de tarde en tarde.

16 de diciembre de 2010

LA CUENTA ATRÁS

Faltan 8 días para noche buena, parece que el reloj se ha activado cuenta atrás en mi familia, todo el mundo está alterado por las fiesta. Preguntas como:
¿Qué cocino? o ¿Dónde lo vamos a celebrar? Ya están solucionadas, todo ha pasado a un qué me pongo, tengo que comprar, tengo que preparar, la peluquería no tiene cita, que viene todos, espero quedar bien, que haya bastante comida, voy a comprar para hacer un puchero para el día siguiente... Y demás tonterías.

Mientras yo intento mantenerme al margen completamente, pero no puedo dejar de oír estas cosas que me ponen tan histérica, una y otra y otra y otra vez. Lo peor de todo es que en pocos días, pasadas las fiestas se vuelve a repetir y después todo vuelve a la normalidad. ¡Menos mal!

Creo que mi burbuja se está rescrebajando poco a poco debido a los constantes achaques de todos. ¡Les ha dado por decirme como tengo que reformar mi casa! A ver si compras un cabecero nuevo, ese color no me gusta, a ver si pintas las puertas de una vez, cuándo vas a terminar. Y lo más gracioso de todo esto es que se resume en dos frases: la acabaré cuando me de la gana y la decoraré como se me antoje, si es que lo hago, que esa es otra.

Como veis, sigo por aquí, todavía no me ha dado un infarto o un ataque de ansiedad debido a estas fechas (que siempre las temo.)

Espero volver a coger mi ritmo de escritura pronto, evitar hacer propósitos que no voy a cumplir para el año que entra y relajarme en algún lugar perdido. Y, en caso de que no pudiera irme, cerrar mi casa a cal y canto, apagar los móviles y desconectar los teléfonos y quedarme en el más pleno aislamiento.

¿Os he dicho ya que odio estas fiestas?

8 de diciembre de 2010

ODIO.

¿Qué se dice de él?

El odio, ¿sentimiento o actitud? Por desgracia requiera poco esfuerzo para que sea duradero y permanezca el tiempo.

Dicen que es irracional y que se manifiesta con o sin motivo aparente, aunque se de otros sentimiento que pueden hacer lo mismo. La diferencia radica en varias cosas, esta actitud, es autodestructiva y puede que sea una de las peores.

Necesario en pequeñas cantidades, al igual que el resto de sus hermanos y, en ningún momento desechable, puede causar comportamientos completamente irracionales y nublar la mente de formas inesperadas cuando se le deja dominar.

Los motivos por los que se manifiestas pueden ser múltiples o no existir ninguno en concreto, el haberte volcado de una forma excesiva en una persona y que esta te defraudara, despecharte o pasar de un sentimiento a otro de una forma radical porque te hayan abierto los ojos y no seas capaz de asimilar la realidad colindante, son algunas de las formas más normales en las que se puede manifestar.

Toda acción tiene sus consecuencias.

Pero si estás equilibrado (por decirlo de alguna manera) pasa y eres capaz de racionalizar las cosas dejando a la persona que tienes en punto de mira, en una situación indiferente respecto a tu vida o perdonando y dejando que todo vuelva a su cauce. Por desgracia o por fortuna, la psicología humana no es tan fácil, y el daño hecho no se soluciona tan fácilmente, sino que la otra persona, que puede o no entender el porqué de todo aquello, deje de estar contigo como lo estuvo antes y te aparte para siempre mostrando tu error de por vida. Por desgracia nada será como antes.

De pronto, los pequeños detalles te nublan la vista, te vuelves muy exigente con las personas e hipócrita porque todo está mal a tu alrededor menos tú, que eres la única persona que sabe lo mal que está todo y, por ello, todos se vuelven en contra de ti. Pero no haces nada, la doble moral se instaura en ti de una forma descontrolada, odias a los que están a tu alrededor pero no entiendes porqué te han dejado sola o solo, no puedes vislumbrar porqué ya no te llaman y sin embargo, despotricas a sus espaldas como nadie inventándote la mayor parte de las cosas o sacando a relucir detalles que no tienen nada que ver con lo ocurrido. Te autodestruyes de la forma más ridícula que se puede ver.

Y… un día, te ves sin nadie a tu alrededor, has echado a todo el mundo de tu lado, ya que ese sentimiento que empezó hacia una sola persona, se ha extendido buscando culpables de tu situación. Tus antiguos amigos ya no quieren saber nada de ti, porque su paciencia respecto a tu situación se ha agotado, ¿por qué? Porque usaste a todos, por tus malos modos con ellos, porque pensaste que te debían algo cuando no era así, porque acudiste a ellos como último resquicio de tu locura y ya no pueden más. El motivo, no quisiste entrar en razón, y poco a poco fueron pasando a tu lista de enemigos dignos de tirar abajo. Tu unión se ha roto, aquellos que quisiste tener como aliados se han vuelto en tu contra, pero la unión, según tu pensamiento lógico, no hace la fuerza. Tu victoria será aplastante a favor de un mundo donde tienes toda la razón de lo que está pasando y traerás la luz sobre los demás que no desearon ayudarte.

Tenías derecho a tratarlos así, no te entendías, estabas mal y en caliente se dicen muchas cosas, al igual que se hacen. Ellos no poseían la luz en sus mentes para hacerte lo mismo.

La ley del embudo se instaura en tu ser sin saberlo, como una premisa que nadie tiene derecho a rebatir.

Siente.

Este sentimiento, por desgracia no me es ajeno. Ciertamente no me enfado con mucha facilidad, puede que coja alguna rabieta o diga las cosas sin pelos en la lengua, pero llenar mi mente de esa ira que tarda en irse y rumia en mi cerebro por más tiempo que de un par de horas, han sido pocas veces.

Vivo en un estado de esperármelo todo de todo el mundo, de que nadie es tremendamente bueno ni malo, de no fiarme más que de mi sombra en una totalidad plena y, aún así, las luces pueden confundir su forma.

Intento llevar una vida tranquila, acorde con mis pensamientos y mi propia filosofía de vida, sin alteraciones innecesarias y relacionándome con aquellos a los que quiero, personas a las que ayudo sin esperar nada, siendo amiga de mis amigos y haciendo aquellos sacrificios que encuentro necesarios, no por sentirme mejor, sino que irremediablemente han de hacerse. Ya que, aunque sea pequeño, como un simple compromiso, el realizar algo puede costarte la vida en comparación con otros actos.

Lo hago para evitar muchas cosas, y entre ellos, uno de mis mayores defectos, soy vengativa y jamás perdono ni olvido. Por supuesto, para que yo llegue a este límite, han de hacerme mucho daño, demasiado o provocar mi ira que se vuelve incontrolable y muy definida. Como compensación a ello, cuando tomo una decisión ha sido muy pensada y reflexionada, observo durante mucho tiempo (a veces pasan años hasta llegar a una conclusión, otras sólo unos días), busco pruebas que me demuestren que no estoy tomando esto a la ligera o es una invención de mi mente y si decido que para mi has muerto, es el final de todo lo que quisiste.

He odiado a las personas, como todo hijo de vecino, pero este ha pasado a un punto de ignorancia completa en poco tiempo. Tras unos días analizando el porqué de todo, decido, y simplemente digo una frase que, desde mi punto de vista puedo expresar: en mi casa no entra. Parece que no es tan grave la afirmación que he hecho, pero si no dejo que pases el umbral de mi santuario es porque no voy a hacer nada para remediarlo.

Estás muerto, y para mí, los muertos sólo resucitan en las películas. Soy orgullosa, no pido perdón a menos que vea que ciertamente realizado algo malo y me cuesta horrores, dejo que todos vivan su vida y, a cambio, espero que no se metan en la mía. Puedo decir que en mi cementerio particular hay muy pocos muertos (puedo contarlos con los dedos de una sola mano), sin embargo, en el limbo de mi mente hay algunas más. No suman muchas, pero es un paso intermedio entre enterrarte y quedarte en ese lugar donde lo pasado ya no existe y lo que sienta respecto a ese ser humano se ha ido. Ellos se vuelven como las miles de personas con las que me cruzo diariamente por la calle, solo son cuerpos que andan.

Nunca dejes que nada ciegue tu vista, yo lo intento evitando enfadarme. Pero si te llega, evita que te nuble la vista más de lo necesario y piensa, cuando todos son malos menos tú, cuando todos se equivocan y tú eres el poseedor y poseedora de la razón, estando el resto en la oscuridad de la ignorancia, algo está pasando y el problema viene de ti.

6 de diciembre de 2010

NUESTROS MAYORES

¡Cómo pasa el tiempo! Demasiado rápido para fortuna de unos y demasiado lento para desgracia de otros. Digo esto porque si los días transcurren sin darte cuente es porque estás siendo feliz, no te da tiempo a pararte en aquella agonía que provoca que el reloj se pare dejando que un minuto sea una hora y demás metáforas sobre el tiempo.

Aunque también dicen que el tiempo el cíclico, puede y no, las modas de años atrás han vuelto para estar a la última haciendo que muchas personas desempolven sus viejos harapos de los baúles del olvido. Y como eso todo.

¿Os acordáis de esas pequeñas costumbres de nuestros mayores? Esas que provocan que batan la verdura en ciertas sopas donde normalmente se tiran a la basura, que aprovechen al máximo ciertas cosas y que cuando realizan esta acción abiertamente todo el mundo lo ve como una “manía de viejo”, sin intención de repetirme.

Aquella abuela de pelo blanco o teñido, con el cuerpo de las mismas dimensiones que recordamos desde que tenemos uso de razón, con su sonrisa amable y esas caricias cálidas. Esa que cogía el puré de patatas y lo moldeaba hasta que parecieran bolas, del tamaño de una pelota de ping pog, y decía que eran bolitas de polen como las que veía en los dibujos de la tele, la que nos cuidó y crió.

Bueno pues, volviendo al tema y basándome en la teoría cíclica del tiempo, podemos decir que sus tiempos de ahorro y de alargar algunos materiales ha vuelto. ¿Os suenan lo huevos de porcelana o madera? Yo os refrescaré la memoria, los utilizaban para zurcir los agujeros de calcetines y medias con el fin de aprovecharlos un poquito más. Creía que no los volvería a ver más que en cajón de la costura de mi abu, pero no, los he vuelto a encontrarlos de nueva fabricación y con un precio de hoy día.

Y es que la crisis nos afecta a todo, hasta a nuestra forma de mirar las cosas. Antes eran de un solo uso, ahora preferimos las que sean más perennes, antes comprábamos y no nos importábamos si derrochábamos el dinero, ahora nos hacemos la pregunta que tendríamos que habernos hecho hace mucho ¿realmente lo necesitamos?

Pues bien, por fortuna o por desgracia, en eso he salido siempre a mi abuela, el aprovechar los pantalones con bonitos remaches (ya que si el defecto es muy grande hay que hacerlo una virtud) o hacer bolsos nuevos con ellos, dándoles una nueva vida, restaurar muebles antiguos para que parezcan modernos, crear todo aquello que vemos y realizar múltiples objetos funcionales para la casa, o sólo de decoración, fue algo que me enseñó desde que era pequeña. Entre las dos hacíamos muñecas de trapo, casa con cajas de cartón, vestidos para las barbies, sombreros, zapatos, que no tenía nadie en su colección. Y no es que papá o mamá no me compraran cosas era que me gustaba más hacerlo por mí misma, aunque sigo en mis treces.

Ahora no le parece a la gente tan ridículo el aprovechamiento extremos de nuestros mayores, tampoco se ve mal el arreglar una prenda de vestir antigua, coger las gujas y volverlo otra cosa. La máquinas de coser vuelven a sonar dentro de los hogares, la comida precocinada ya no es tan cómoda (aunque a mi siempre me ha parecido una guarrería) y el buscar un uso diferente a cosas que no estaban predestinadas para ello ya no suena tan ridículo.

¡Qué razón tenían nuestros abuelos y abuelas! Su mundo ha vuelto para recordarnos que el derroche no da la felicidad, que el acumulo de cosas, sólo provoca que no tengas sitio en casa para guardarlas,…

Los lujos no son el poder tener un baño de hidromasaje, una casa en la playa o comer fuera todos los días, por poner un ejemplo, aunque hay personas que piensan más alto que yo, en este sentido. Un lujo es poder disfrutar de una buena película, comer alimentos de buena calidad, cocinados por una persona que lo ha hecho con todo el cariño del mundo y sobre todo, tener la conciencia tranquila. Eso es lo que nos hace descansar, el no desear más, vivir con lo que se tiene y disfrutar de ello, el resto, viene solo.

29 de noviembre de 2010

REFORMAS.

¿No os pasa que hay algo que no os convence de vuestra casa hasta que un día te hartas y lo cambias? Pues bien, eso es lo que me ha pasado a mi, me he puesto a hacer reformas en el hogar que sangreybesos y yo compartimos. Eso sí, gastando el mínimo dinero posible y fomentando la creatividad.
Lo primero que hice fue que no me gustaba el color de las paredes de la casa, así que compré pintura blanca y quitar esos colores con los que venía de serie cuando la adquirimos. Después, no me gustaban esas mamparas de baratillo que teníamos y decidí cambiarlas, por ello, cogí un poco de tela, algo de alambre e hice las mías propias.

Pero la cosa no queda ahí, el antiguo sofá con más de 10 años de antigüedad, con la tela desintegrada y sus muelles saltando, también ha sido sustituido por uno nuevo (creo que ha sido el mayor gasto de la casa, durante su transformación.) Las puertas, una mano de pintura ya que el color ya no pega con el nuevo loock. Las cortinas, han pasado de ser claritas y simplonas, a tener un tono rojo sangre con flores doradas con los cojines del comedor del mismo color y algunos adornos negros.

Y es que ya no podía más, cuando entraba por la puerta lo reconocía como nuestra casa, las flores secas puestas en botellas de perfumes antiguos, cuadros pintados por mí, posters de películas que nos encantan a los dos, pero…. Faltaba algo, mi toque, nuestro toque, el unir los gustos de ambos y formar un hogar, sacar algunos libros más hacia el exterior de la casa, aquellas botellas de alcohol tan bonitas y que no sólo sirven para contener ese sabroso líquido, secar algunas flores más para dejar todos los rincones del hogar decorados con ese toque que tanto me gusta, dejar la cachimba a la vista de todos (que decora fantásticamente cuando no se usa) y demás artilugios que más de uno tomaría como la decoración típica de un cuarto o un piso de estudiante y a que a mi tanto me gustan.

Y es que si no tengo armonía en mi vista, no puedo descansar tranquilamente dentro de esas cuatro paredes que llamo hogar. Puede que los cuadros que he pintado no sean considerados arte, pero a mi me encantan y a sangreybesos también, que las mamparas de las lámparas no tengan un acabado profesional y tampoco los cojines o las cortinas, pero las he hecho yo, o que mis rosas estén un poco dobladas porque no las he secado bien. Sin embargo ha sido fruto de un trabajo al que le he dedicado muchas horas, más de las que nadie pueda imaginar, he puesto mucho cariño en su fabricación y, sobre todo, he disfrutado mucho fomentando mi imaginación, maquinando cómo hacer esto o aquello y viéndolo terminado.

Siempre se puede mejorar, eso lo sé, aunque yo puedo garantizar que es 100% hecho a mano, con materiales de buena calidad y al que no le guste, que haga uno mejor y me lo enseñe. También he reciclado, telas antiguas que estaban destinadas a acabar en un vertedero, botellas de cristal que agotaron sus esencias de perfume y demás objetos, son algo que puede tener una vida más larga dentro mi casa. Aquí todo tiene un uso diferente para el que fue concebido.

El motivo, no es simplemente ahorrarme un duro, ya que eso es lo menos importante, es hacerlo yo mismo. El yo también puedo hacerlo, el entretenerme, porque hay algo mejor que pararse a ver la tele todo el santo día o compara objetos que no terminan de gustarnos para un fin determinado.

Ya casi he terminado con esto, algunos hilos y puntadas harán los menesteres de esta costurera ocasional para dar por finiquitada esta jornada, aunque ya estoy mirando el mueble del salón que no me pega y me pregunto si un mueble lacado podría pintarse, cuánto me costaría comprar las tablas para hacer uno como me dice mi imaginación que debe ser o cuánto me costaría comprarme uno.

Ciertamente el cuarto también necesita alguna que otra funda o puntada y las telas que tengo almacenadas se me van a pasar por el tiempo, aunque me hacen falta algunos cuadros para la casa de ciertos colores definidos y tengo algún que otro tablero fino para poder llevar a cabo lo que estoy pensando. Veo que todavía me queda mucho y que nunca terminaré, ahora mismo estoy ocupada con una habitación, pero pronto me pasaré a la próxima y todo quedará…. Bien, hasta la siguiente batida.

Y es que la casa cambia, igual que lo hago yo, mis hobbies se notan en ella y puede que sea más o menos elegante, pero es nuestra, pueden notarse nuestras aficiones cuando entras por la puerta. Que te gusta, me alegro; que no, mala suerte, a los que vivimos en ella nos encanta.

21 de noviembre de 2010

MANIAS.

Un comportamiento normal u obsesivo.

Extravagancia, preocupación caprichosa por un tema. También puede llegar a ser persecutoria, como el imaginarse ser el objeto de mala voluntad de una o varias personas. Incluso, puede ser como la terminación de una palabra de la que se quiere denotar un impulso obsesivo o hábito patológico. Por ejemplo: piromanía, cuya palabra sabemos todos lo que significa.

Algunas de ellas pueden ser buenas, otras malas y, el resto, pasan simplemente sin pena ni gloria entre nuestras vidas. Estas ni siquiera son consideradas como tales, a menos que no te fijes mucho en una persona no te darás cuenta que ni siquiera las tiene. Quizás tu pareja se percate de lo mismo, a lo mejor sea tan común que no es considerada como tal, pero en ese caso, sería un temas del interés común.

Hay personas que no pueden evitar quitar las etiquetas a las botellas y romper los manteles de tela de los restaurantes, quizás te toques alguna parte del cuerpo o prenda continuamente, pero esto puede solo ocurrir con una prenda, abalorio o demás objetos que portamos en nuestro cuerpo determinados o con todo.

Algunos comportamientos son un tanto obsesivos. El colocar las cosas de una determinada forma y si no lo están no puedes permanecer tranquilo en una habitación o lugar, evitar ciertos ruidos o cosas porque no los soportas, etc.

Aunque también he halado de la manía persecutoria, cuando alguien se cree que todo el mundo se encuentra confabulado contra ella o él. Ciertamente, cuando todo el mundo es malo menos tú mismo, hay algo que pasa, pero en la cabeza de la persona que porta ese pensamiento no en los demás. Sin embargo, es más fácil echar la culpa al resto de personas y no admitir que el problema viene de uno mismo (como todo lo que pasa en esta vida.) Sobre todo cuando tus obsesiones no te dejan pensar lógicamente.

Todos tenemos las nuestras.

Efectivamente, ninguno de nosotros estamos libres de ellas, cuanto más crecemos peores son estas o nadie ha escuchado la frase “manías de viejo.” Si esas que un día desarrollaremos todos y que son idénticas a nuestros familiares más antiguos o que ya tenemos y se acucian con el tiempo.

Ciertas manías las desarrollamos por sí solos o por influencia de algo. Por ejemplo, yo he desarrollado una que llevaba latente en mi antes de independizarme, odio lo comida precocinada. Antes mi madre evitaba darme cualquier tipo de alimento de este estilo y, si alguna vez lo hacía, lo conocía perfectamente ya que el sabor lo delataba. Esto me hizo aprender a cocinar y a realizar todo lo que se come de forma casera, las masas de las pizzas, los pinchitos y demás alimentos que se compran como algo que tienes en el congelador para una ocasión en la que no te apetece congelar.

Yo misma hago mis propios congelados, mis propias conservas y demás productos a los que echaré mano cuando no me apetece guisar. ¡Efectivamente! Esto me lleva más tiempo en la cocina que a muchas personas, aunque también en la calle, a la hora de comprar me toma algo de tiempo.

Una manía derivada de esto es mirar todas las etiquetas de todos los productos, adquirir aquellos que se acomoden más a una fabricación natural y conocer los tipos de anabolizantes, estabilizantes, aromatizantes y demás cosas que les echan, pero sin pasarme.

Esto no va por el lado de no engordar o comer alimentos desnaturalizados, ya que he visto quesos sin grasas o zumos sin el mismo, entre otros, cuando no puedo explicarme como a un queso se le quita la grasa, cuando es el ingrediente principal para su fabricación. ¿Entonces? ¿Qué estoy comiendo? Eso no es sano, y lo descarto de mi lista de alimentos al instante.

Buscar carnes con garantía de crianza en ciertas condiciones, no escatimar en esfuerzos. No se si compensará, mi madre lo tacha de “manía” yo de una calidad de vida que puede obtenerse con buscarla un poco y sangreybesos, disfruta de ello rechazando todo aquello que yo no haya hecho.

Ahora con…

Con la moda actual de la comida sana, cosa que debería habernos preocupado antes y no solo porque la tele lo diga. Los anuncios de alimentación se han hecho eco de ello.

“Pan Sorqui, ahora con harina, sal, levadura y agua” o “gominolas Epiguis, ahora con zumo natural.” Cada vez que lo veo me surge una pregunta que me eriza los pelos de la nuca ¿con qué estaban fabricados antes? Creo que prefiero no saber la respuesta a todo esto. De todas formas, no compraba esas marchas porque las etiquetas eran muy largas y con demasiada química.

12 de noviembre de 2010

NO QUIERO CRECER…


Eso es lo que dice mi madre de mí, que no quiero crecer, que me resisto a ser una persona adulta con un pensamiento adulto. ¿Qué tiene esto de malo? Pienso yo cuando me lo dice.

Todo esto viene porque me gusta ver cine infantil, tengo muchos juguetes de cuando era chica y me gusta exhibirlos, me compro unas botas porque son como las de Mery Popins, sólo que con tacón de aguja, me gustaría encontrar unos zapatos de rubíes y todavía busco la madriguera del conejo blanco de vez en cuando.

Soy una niña grande, tengo que admitirlo, mi infancia aún está muy presente en todo lo que hago y recuerdo. Muchos programas de televisión, series y dibujos infantiles marcaron mi vida, cosas de las que se supone que no debería acordarme porque yo era muy pequeña, anécdotas que se ocultan en mi mente y salen a la luz de vez en cuando, sentimientos perdidos de inocencia,… Si la vida fuera sólo un pensamiento adulto, lleno de preocupaciones, falta de tiempo para imaginar,… No sé que me pasaría, aunque estoy segura que me moriría poco a poco secándome como una pasa.

Y me siguen diciendo que soy una niña, porque me encantan los juguetes, aunque ya no recuerdo qué hacer con ellos, porque mi casa siempre tiene un toque infantil entre libros de todas las edades, figuras de cuentos de antaño, marionetas de papel maché y la primera colcha que tuve cuando era pequeña, y de la que nunca me desharé, ya pueda caerse a girones. Porque voy a poner una puerta pequeña tras una gran cortina y junto a una mesa de cristal con una llave y galletas mordidas, para que Alicia pueda entrar y salir del país de las maravillas, porque el tacón de cristal está escondido en mi armario a la espera que su dueña venga a buscarlo, son los monstruos de mi infancia los que ahora salen del armario para saludarme con sus manos peludas antes de dormir y el que está debajo de mi cama me arropa todas las noches deseándome dulces sueños, es ahora cuando las brujas me cuentas sus historias una vez que se me ha pasado el miedo y cuando los duendes y hadas iluminan mis pensamientos cuando estoy sola conmigo misma. ¿Por eso sigo siendo una niña? Porque los sigo viendo, porque me niego a abandonar una realidad de la que me obligaron a salir. Puede, pero la calidez infantil aún me llena cuando pienso y veo aquellos seres imaginarios que sólo un niño ve, cuando juego al escondite con los gnomos de mi casa y veo como los fogones me hablan cuando la comida está hecha.

Hay que crecer – me dice mi madre – No puedes ser una niña siempre. Eso es discutible, y creo que mucho, aunque no pienso hacerlo en voz alta, es una parte de mí. No puedo renunciar a ser una niña, mirar la lluvia como si fuera la primera vez que la siento, ponerme unas botas de agua y saltar de charco en charco poniéndome perdida de barro, subirme a los columpios y balacearme para que el aire roce mi cara, mirar a una parte donde los árboles se espesan y ver cómo unos ojillos observan desde la oscuridad. ¿Qué es lo que mira? No lo sé, un duende, un trol, un elfo, alguna criatura mágica, quizás el unicornio,….

Todavía estoy buscando un candil para agasajar a las hadas que deseen compartir un rato de charla conmigo, junto a un trozo de pan, queso y un dedal de agua o leche. Sin embargo, sólo los niños comparten esta visión del mundo, los mayores han perdido esa visión donde el viento tiene sonidos y colores, los árboles hablan y comentan entre ellos, los meses del año van vestidos de pieles de la naturaleza y charlan en algún claro del bosque sobre a quién le toca entrar a buscar los frutos de la estación, sobre aquellas cuevas donde los murciélagos y horribles monstruos bailan al lado del fuego iniciando sus fiestas oscuras cuando la luz se marcha,… No puedo dejar de verlo, fue algo de mi que me resistí a que despareciera. Le cerré la puerta hacia el olvido y… Ahora, no me cuesta trabajo que se quede conmigo porque está a gusto con alguien que sigue formando su propio mundo y le hace seguir estando vivo.


¿Cuántas fantasías perdidas? ¿Cuántos mundos se perdieron en el olvido? No lo sé, pero el mío morirá cuando yo desparezca. Puede que siga siendo una niña, que la inocencia de aquellos tiempos venga a recordarme muchas cosas, que la haya unido a una personalidad adulta y que comparta mundo con una realidad que no me gusta, pero es que sino Silderia dejaría de imaginar cuentos, de ser quién es de sacar fuerzas de dónde no las hay.

Las fábulas cuentas muchas mentiras, el amor de cuentos no existe, pero eso lo dicen los demás ya que olvidaron una importante de todos los cuentos, que sin esfuerzo nada de eso que intentan mostrarte se desvanece en el recuerdo. Ellos no te abandonaron, fueron ellos lo que no cogieron el mensaje completo.

4 de noviembre de 2010

PARA EL ESTRÉS… DESCANSO (I)


Una bañera llena de espuma, con agua muy muy caliente, tanto que podrías cocer gambas en ella, una toalla mojada para los ojos, un refresco u otro tipo de bebida, algo de música relajante (cualquiera que te guste vale) y… Unos tres cuartos de hora de permanencia en ella sin pensar en nada y sin que nadie interrumpa.

Disfruta y relájate que uno se lo merece, eso sí, una vez muy de vez en cuando que no estamos para malgastar mucho, pero si para invertir en salud, en este caso mental.

31 de octubre de 2010

¡ESTAMOS EN HALLOWEEN!

Hoy voy a celebrar la única fiesta que cojo con ilusión todos los años, halloween, la disfruto demasiado, creo.

TRATO:

Celebraré la fiesta como hace casi todo el mundo, como lo llevo haciendo desde que era chica, y la viviré como siempre.


TRUCO:

Lo haré a mi forma, la manera de legendaria, antes de los americanismos, antes que la fiesta se importara desde Europa hacia el nuevo continente y volviera transformada en una celebración de monstruos.


TRATO:

Decoraré mi casa, pasaré miedo y me divertiré con ella.


TRUCO:

Mi hogar tiene una decoración gótica permanente de puertas negras y blancas, rosas secas, fábulas originales, libros de terror para todas las edades, ristras de ajos, capas de superhéroes, guante de Fredy Cruguer (o como se escriba) y posters de películas de terror y subrrealistas, algo que nos hace soñar todos los días.


TRATO:

Vermos terror, mucho, comeremos caralemos, los suficientes para darnos un buen dolor de estómago y seremos unos monstruos.


TRUCO:

Somos frikys del terror todo el año, amantes de la fantasía y devoradores de chocolate.


TRATO:

Celebraremos las fiestas.


TRUCO:

Ni una calabaza, sólo velas encendidas que guién a los espíritus hacia el cementerio.


Así que os lo paséis bien, comáis mucho, que vivais una fiesta en la que yo vivo de forma permanente, porque es mi vida y la disfruto, pero mañana no hay que ir a trabajar, así que podré ver películas hasta el amanecer, comer comida basura (que ya en sí eso es terrorífico) y seguir con mi pijama negro, todo el día, relajada y descansando. Espero que sea un buen día para todos.


Y..., como todos los Halloweens, buenas noches a todos, seais lo que seais.

28 de octubre de 2010

PSICOLOGÍA EMOCIONAL.

Día uno:

El primer ataque de ansiedad acaba de llegar de una forma completamente inesperada a mi vida, no lo necesita, tampoco he sido consciente de la misma hasta que la he tenido muy muy encima de mi. Ciertamente me ha inundado con su forma típica de absorción: temblores, mente turbia, pensamientos negativos, falta de oxígeno y un leve brillo en los ojos que denotan una leve lágrima a medio formar.

No me la esperaba, me ha cogido de improviso la puñetera. Mi mente a comenzado a dar vuelta sobre sí misma haciendo que la habitación se moviera de una forma aleatoria y repentina. ¡Hija de puta! Sabía que llevaba días esperándome como un jaguar entre la maleza.

Notaba su respiración y, de vez en cuando, se acercaba tanto a mi que su aliento me rozaba el cogote. Dejaba que un sudor frío emanara de mi piel hasta que los pelos de la nuca se erizaran.

¡Maldita! Puedo ver cómo se ríe de mi en estos momentos. Sus manos, largas y huesudas, con uñas rotas y en punta tocan su barriga arrugada y cubierta por una capa de inseguridad que la viste día a día. Esos dientes, negros y casi ovalados, se hacen notar tras unos labios finos y negros que muestran una risa casi ridícula en una cara tan oculta tras el manto de la incertidumbre.

No puedo creer que todavía no se haya ido de aquí, sigue de entre los libros y apuntes de una mesa desordenada y llena de papeles, cajetillas de tabaco, vasos vacíos y alguna que otra infusión para los nervios. La miro y me devuelve esa visión de una forma desafiante, se ha hecho más cautelosa, pero no fuerte, noto como está dolida porque ni siquiera he mirado la caja de antidepresivos que tengo a mano, demasiado a la vista para que mi cuerpo se olvide de ella día a día. Podría tomarse como un reclamo, pero yo necesito su visión cada vez que entro a esta estancia de la casa, el horror de coger una sola de esas píldoras me hace sobreponerme y gritar para mis adentros. Me resigno a tomarlas a menos que no sea absolutamente necesarios y… ¿Cuándo llegará el momento? Nunca, me repito cada vez que me levanto y me coloco delante de aquellos tomos ilegibles, escritos por cerrados de mente que ni siquiera ellos saben de qué puñetas están hablando. Dejaré que sólo mis ojos rocen esa necesidad, veo fallos, trabas y demás pensamientos abstractos, pasar por delante de mi cabeza. Se hacen físicos en un momento dado y luego… Nada, se esfuman como el humo de un filete recién sacado de la candela.

Pero hoy, ¡hoy se ha hecho un poco más valiente! Que no fuerte. La culpa es mía por haberme confiado. ¡Estúpido duende! Todavía le escucho esa carcajada de aviso. Porque ha sido sólo eso, una alarme que te dice que lo tienes muy cerca, demasiado para las barreras normales.
Como todo obsesivo, ha perfeccionado su técnica, aunque yo también. Tengo que pelear un poco más. ¿Huiré? Eso no está en mis planes, sino no hubiera tenido que mutar para poder seguir acechándome. Estoy ganando, ella tiene que mejorar su técnica, por desgracia, yo también lo haré, pero no ahora, voy a dormir, asimilar la información de todo lo ocurrido y planear una defensa. El problema es simple, ¿cómo puedes luchar sin que el enemigo se entere siendo este tú mismo?

Siempre me dijeron que nada era imposible, ¿será este el caso?

22 de octubre de 2010

DE LO HORRIBLE A LA ÚLTIMA

De vez en cuando no puedo creerme lo que cambian las mentes de la gente con lo que ve en televisión o lo que escucha. Si, ciertamente, los estándares de la moda cambian y, por desgracia, también se manipulan los pensamientos del resto del mundo.

¿A qué me estoy refiriendo? A que hace un año, casi por estas fechas, me puse a buscar árboles de navidad por internet (con la vana esperanza de encontrarlo más barato que en la calle, cosa que no sucedió, pero lo intenté), buscaba sin remedio un abeto, de plástico (la cosa era que me durara varios años) y de color negro, cosa que no encontré y lo que había era calificado en muchas páginas de mal gusto, gótico, tétrico, raro, de gente que no tiene nada mejor que hacer. En cambio, los blancos estaban de moda, recordaban la “pureza de la navidad”, según algún que otro colgado o colgada (cosa que tampoco me interesó averiguar ya que es un símbolo pagano que no tiene nada que ver con estas festividades), por eso es por el motivo que lo quería poner en mi casa (aparte de que a sangreybesos le hacía ilusión ponerlo en nuestro hogar.)

365 días después de aquello encuentro cientos de colores de estos abetos o pinos o del nombre que quieran ponerle a ese arbolito imitación a la naturaleza. Pero es que si sale en la tele, lo tiene alguien con dinero y un supuesto gusto, está de moda y ya no tiene ninguna connotación mala (por decirlo de alguna forma) que lo preceda. ¡Está de moda! Simplemente es fashion, y a joderte porque lo que sucedió el año anterior no pasó nunca.

Esto me recuerda a una discusión con mi madre sobre la redecoración de mi casa, yo la quiero en negra, roja, blanca, cristal y plata (aunque sea sólo de color) y ella, días antes de ver un programa de decoración, pronunció las palabras oscura, triste, terrorífica y cueva, todo en una misma frase. También pronunció algo sobre unas cortinas negras que deseaba poner en el comedor, aunque, como están de moda, ahora no parecerá mi casa un velatorio.

Y es que hemos pasado de oscura a bonita y luminosa, junto con denominativos de armoniosa, tranquila y moderna. Esta última palabra produce en mí la misma sensación que cuando me introduzco en una bañera con agua helada y cubitos de hielos (ciertamente nunca lo he probado, pero la lipotimia está servida.) Pero es que a mi sólo tienen que decirme que algo está a la moda en una tienda para que no lo compre, igual que otras frases como te hace menos pecho, te disimula el culo o te hace parecer más delgada; los motivos para eso, varios y demasiado retorcidos para explicarlos en este post. Todo ello, unido a un pensamiento unilateral de que yo sé lo que me pega a mi cuerpo y a la decoración de mi casa, forma un cóctel un tanto explosivo en mi cuando escucho ciertas cosas.

Cuando decía que me gustaban las muñecas que tenían un cierto parecido a los monstruos y las buscaba en la juguetería, me miraban las dependientas con forma rara. Ahora, con las monsters higt o como se escriba y la moda de los vampiros jóvenes adolescentes, están bien visto que este tipo de juguete se venda. ¡Ahora confirmo que yo no estaba mal de la cabeza! Ellos han cambiado sus criterios no yo, es más quiero una de esas muñecas para mi colección propia.

¡Qué le vamos a hacer! Lo tétrico está de moda, ya todo el mundo ve bien una decoración oscura para su casa, de buenas a primeras, parte de mis gustos (por fortuna no todos), están de moda y… ¿qué voy a hacer? A provecharme, como de costumbre. La única diferencia es que cuando siga con ello todo volverá a tener esos peyorativos tan mal intrincados en nuestra mente y volveré a ser la de siempre. Por fortuna, y hasta que pase esto, yo tendré la tranquilidad que yo no he cambiado, lo han hecho ellos.

19 de octubre de 2010

UN CAFÉ LLAMADO…

Puede que hoy no sea un buen día, aunque no creo que sea mejor que los demás que he pasado últimamente. Mi vida, aquel infierno convertido desde la más absoluta tranquilidad a un caos absoluto.

Todo comenzó hace pocos días, estaba tomando tranquilamente un café en aquel bar de la esquina. ¡Lo odio! Y, sin embargo, cada mañana, aquel suelo pegajoso se incrusta en la suela de mis zapatos haciendo esa especie de chasquido al levantar mi pie; llego a la barra y, en un estúpido intento por llamar la atención del camarero, este siempre me pone lo mismo. Un amargo café, parece que es lo único que sirven en aquel lugar, ni bollos ni nada que se le parezca para acompañar al dolor de estómago de aquel brebaje propio de un rito de brujería.

Puede que fuera un mal día, pero no como el resto de los malos días que acompañan el resto de mi vida, aquella criatura estaba junto a mí. No había nunca a ese lugar, puedo asegurarlo, ese antro no es para visitantes nuevos en la ciudad, a penas cambian los clientes, por eso el único empleado de allí nunca habla con los clientes, sabe lo que quieren y se los pone, no entabla conversación con nadie, pero aquel día lo hizo.

- ¿Qué le sirvo? – dijo la voz más chillona que había escuchado nunca.

- Un café con leche – respondió una voz penetrante justo a mi lado.

Miré de reojo a aquel ser, parecía humano, pero algo en sus ojos me hacía notar que se alejaba mucho de este término.

- ¿Quiere algo? - me dijo sin despegar la vista de la barra y dejando el café en el plato.

- No – respondí cortante -. Nada… - agregué sin creer que hubiera notado que lo observaba.

- El café es tremendamente malo – dijo mientras olía el vaso todavía humeante.

- Si – respondí todavía no sé por qué -. Lo cierto es que no se por qué lo pago.

- Porque le gusta seguir un ritual que no le saque de su vida – dijo volviendo la cabeza hacia mí -. Por que odia su vida y esto le recuerda lo que es día tras día – acercaba su cabeza hacia mí penetrándome con aquellos ojos monstruosos -. Tú eres como este café, un resto malo de una máquina que nunca limpian y que funcionaría mejor si cambiara de oficio.

- Cierto – contesté asombrado.

No podía creerme que le siguiera el juego, le proporcionaba respuestas a todas sus insinuaciones, contestaba a todas sus preguntas y me sentía humillado cada vez que me dejaba a la altura de aquel suelo que sólo se mantenía en pie por la mugre que contenía.

- Puedo cambiarlo – respondió el.

- ¿Eres mi hada madrina? – pude decir por fin sin tapujo, ¿o quizás no?

- Di mejor el genio de la lámpara – dijo acercándose un poco más -. ¡Deséalo!

Y así lo hice, lo pensé con todas mis fuerzas, incluso lo grité a viva voz y, aquí estoy, formando parte de los miles de granos de aquella máquina que sirve café. Mejor dicho, almas muertas como la mía.

Cada vez que se activa, uno de nosotros chilla. El ruido de triturador sigue a esto y el chillido del vapor sale por la máquina.

Yo no deseé esto, aquel genio, es que podía llamarse así, me engañó. Sólo deseaba desaparecer para dejar de sufrir. Sin embargo, ¿dónde van los cuerpos perdidos del mundo? A la máquina de café del infierno donde son triturados y bebidos por otros infelices haciendo que ellos absorban sus desgracias.

¿Debería intentar escapar? No lo sé, no tengo nada que perder aquí, solo soy un grano de café. Sin embargo, aquellas cuchillas todavía me dan miedo.

14 de octubre de 2010

LOS INGENIOS DE MAMÁ.

Recuerdo con mucho cariño mi época de niña, todas las perrerías que hacía y la afición por las marcas de mi hermano, un personaje que ha inspirado varios de mis cuentos publicados en este blog. Títulos como “Hay caldito” o “Cómo espantar a la novia de mi hermano”, fueron creados por mi mente en la cocina de la casa de mi madre mientras hablábamos ella, mi hermano y yo. Sin embargo, esta vez ha pasado de ser una de mis musas inspiratorias a uno de los protagonistas de las mismas.

Todo comienza hace ya mucho tiempo, me acuerdo que todavía estaba en el colegio, aunque él también (sólo nos llevamos 5 años de diferencia), por aquel entonces todo lo que nos preocupaba era el tener el dinero suficiente para comprar caramelos, conseguir ese muñeco que tanto nos gustaba o que los deberes estuvieran hechos para el día siguiente.

Era casi navidad, recuerdo muy bien los dibujos horteras de colgados por el colegio y la decoración chillona que adornaba las ventanas de las clases. Aquel día el niño vino con un dibujo sobre viajes, entre sus múltiples diseños había una maleta, dentro de la misma un jamón de pata negra, el cual, aseguraba por activa y por pasiva que él lo comía todos los días en su casa, aunque la realidad era muy diferente.

Lo cierto es que mi madre, cuando quiere, tiene mucho ingenio y aquel año lo tuvo, tanto que la historia todavía es sinónimo de broma en mi familia, y algún que otro individuo la ha llevado a cabo para hacerse el importante, al escucharla.

Ese año mi padre compró un jamón en un supermercado, no muy bueno pero tampoco muy malo. Contaba con unos 7 u 8 kilos de peso y era bastante grande, lo que pasó fue que mi madre, tras poner el artículo de alimentación, en el carro de la compra, fue directamente a la sección de mercería donde adquirió un limpiador de zapatos de color negro. Todo podría parecer normal hasta ese momento, sólo era un producto más en la lista de la compra, lo curioso era que no quería esta última adquisición para lustrar sus tacones nuevos, eran para el jamón.

Cuando llegó a casa, pintó toda la piel exterior del mismo, dura y correosa, de un gran grosor e incomible con él, también le dio a la pezuña. Muy observador por su parte, ya que estos artículos de lujo, por decirlo de alguna forma, tienen esta parte de su anatomía de este color y sabía que nos daríamos cuenta de ello si no lo hacía, nos había enseñado demasiado bien lo que era una cosa y lo que era otra.

- ¡Un jamón de pata negra! – dijo aquel niño loco por probar uno cuando lo vio colocado en la mesa de la cocina.

- Tú no querías uno – dijo mi padre mientras cortaba una loncha finamente -. Pues aquí lo tienes.

El niño probó la carne curada y dijo que era lo mejor que había probado nunca, lo cierto es que era igual que los otros, pero la mente juega esas pasadas.

Eso son las artimañas de una madre para conformar a un hijo y hubiera quedado en una anécdota, si ciertos individuos ya mayores no hubieran caído en la trampa.

- ¡Está buenísimo! – decía aquel invitado insoportable que venía a mi casa de vez en cuando -. ¡Es el mejor que he probado!... Y eso que yo entiendo de jamones.

Aunque también entendía de whiskys y el chiva de 18 años, relleno con una bebida similar comprada en el supermercado y de una marca que sólo conocen en su casa a la hora de comer, también le supo a gloria. Y eso que lo tomaba sólo con hielo.

Pero es que mi madre estaba harta de que viniera alardeando de que era un entendido en ciertas materias que no le importaban a nadie.

Mi hermano se enteró años después que ese jamón no era tal, más concretamente cuando probó uno que si era de pata negra, pero aquella persona todavía, a día de hoy, recuerda lo bueno que estaba y el alcohol que bebió después por cortesía de mi padre.

11 de octubre de 2010

SE BUSCA…

Puede que en algún momento de mi vida me saltara algo, una pequeña cuenca del collar de la vida no se insertó en mi hilo (como tantas otras, pienso yo.) No penséis que es algo que me preocupa en ningún sentido, simplemente que es como algo reiterativo que pasa año tras año. La gente de mi círculo está acostumbrada que no siga ciertas cosas “normales” como un rebaño de ovejas, que las tradiciones me resulten no menos que ridículas y que mi religión sea la de levantarme todos los días y hacer algo productivo para mi propio goce y disfrute personal.

Me doy a los demás, ciertamente, pero en su justa medida. Lo admito, no soy una ONG que olvida las partes intrínsecas a ella misma para hacer el bien; ayudo a la gente en lo que puedo, en la medida de mis posibilidades y con limitaciones, como todo el mundo, pero lo que nunca hago es pedir un agradecimiento o algo a cambio que compense el tiempo perdido. Es más, prefiero desaparecer como un fantasma después de haber saldado sus cuentas pendientes. Eso si, sólo me involucro cuando lo veo necesario o me piden ayuda, no me gusta meterme donde no me llaman y menos, sin ser invitada (demasiadas decepciones y aprovechamientos. A penas fueron dos o tres veces en mi corta vida; las suficientes para aprender.)

Puede que suene muy egoísta por mi parte, ciertamente es lo que hacemos todos. ¡No seamos hipócritas!

Volviendo a esa cuenca perdida, tal vez esté tras un sofá, en el fondo del filtro de la lavadora o en algún polvoriento y oscuro rincón de algún lugar, no lo sé, ciertamente se que no cuenta en ese collar de sentimientos, anécdotas, aprendizajes y demás que forman el collar de la vida. Algunas de las cuentas se rompen, toman un color diferente o simplemente se caen de su enganche. La minoría, como me pasó a mí, no llegó a engancharse en su lugar, si es que alguna vez lo tuvo o no se sujetó bien (cualquiera de estas cosas podría valer.)

Sé que quedan todavía varios días, semanas, incluso algún que otro mes para que la fiebre llegue a todo el mundo, sin embargo, a mi ya me lo han recordado. ¿Cómo? Escuchando como una madre a su hijo le dice que se porte bien porque si no es así, un gordo que vive en el polo sur, cuyo nombre todos conocemos, rodeado de nieve, renos y gnomos, no le traerá regalos. Lo primero que se me vino a la cabeza fue la ridiculez de la expresión, lo segundo, lo que faltaba para esas horribles fechas que tanto odio y cada día más, lo tercero, una simple cosa que no tenía nada que ver y, a la vez mucho. La mujer nombró a dios, a su hijo y llevaba un símbolo cristiano de oro colgado al cuello. ¿Por qué le recuerda a papá Noel si el cristianismo cree en los reyes magos? Esto último fue un poco ridículo por mi parte, pero no puedo mandar en mi mente, ni en mis pensamientos fugaces, pero así fue como ocurrió.

Volvieron a venir a mi mente las cosas que te dicen de pequeño cuando llega diciembre, eso de ser bueno para que te traigan regalos, lo de que si es navidad tienes que ser más caritativo y todo ese rollo del espíritu navideño. ¡Sí! ¡Ese que te intentan inculcarte desde pequeño comprándote con regalos!¡Hipócritas! No puedo vislumbrar si la culpa fue porque el resto de adultos que me rodeaban tomaron el camino equivocado, la tele participó en muchas cosas con esos dibujos donde se canta y se producen milagros que no son tales o simplemente no lo encontré jamás. Y digo esto, porque cuando piensas que la navidad son regalos y comida, recordando con desagrado la mayor parte de las reuniones familiares, o no existe tal cosa y todos intentan ocultarlo o yo no he captado el mensaje de eso.

Ciertamente, el que no es bueno, no puede serlo en tres semanas (eso solo pasa en las películas), el que no se da a los demás, no lo hará por complacer sin ningún motivo más que el de hacer el bien. Eso lo aprendí yo sola, ya que el objetivo principal de ello, no es el desinterés o el hacer feliz a alguien, es limpiar tu peso moral (que te han creado) sobre algo, haciendo una obra buena al año y seguir con su denigrante actitud el resto del tiempo.

Hasta hoy no he encontrado ese espíritu navideño, como todo el mundo lo llama, quizás no lo busqué bastante, me cansaría antes de encontrarlo. Pero, por lo que a mí concierne, es un invento más de los hombres para un fin que no me interesa saber, y que no me esforzaré en buscar. Puede que no esté todo perdido, pero preferí vivir de otra forma, a la mía, siendo lo que soy sin negar mi naturaleza nunca, no siendo otra cosa una vez al año.

Quizás si me lo hubieran inculcado de una forma menos fraudulenta me lo creería, o si ellos realmente lo sintieran así. ¿Soy un producto de unas circunstancias y de un aprendizaje mal dirigido? ¿Digo algo que el resto del mundo oculta o me falta algo que me haga verlo? Puede que sea ciega, puede que sea hipócrita, puede que sea al revés. Pero de todas formas, odio la navidad.

7 de octubre de 2010

ESTO NO ME LO ESPERABA.


“Una amalgama de sarcasmo, ingenio y gracia”, así ha descrito Jonessy mi blog al darme el premio del cual expongo la imagen en este post. No sé si esta forma de definirlo es cierta, tampoco si me merezco que me otorgue a mi esto, pero se lo agradezco muchísimo.


Sabéis, me encanta ver como hay gente que me leer todos los días, comprobar los comentarios y leeros a vosotros. Sé que puede que parezca una cursilada todo esto, que puede que parezca presuntuosa o que peco de esconder algo bajo una falsa humildad. Es cierto, no se me da bien ser humilde, porque nunca me ha hecho falta serlo, simplemente me voy del lugar donde dicen algo bueno de mi y vuelvo cuando han terminado. No me gusta escuchar ciertas cosas de mi persona, esta es una de ellas, sobre todo en el sentido de que esas personas me conocen. Esto es distinto, un completo extraño ha hecho que hoy me sienta bien, me da fuerzas para continuar con este blog que empecé hace ya casi cuatro años y que jamás he dejado apartado.

Le dedico mucho tiempo, es cierto, pero me gusta perderlo de esta forma. Quizás sea mi único vínculo con un mundo que no existe y que conecta mi imaginación con una red donde todos somos unos simples números de red.

(Ahora voy a ponerme un poco subidita,) puede que no sea nada del otro mundo, ni siquiera que tenga importancia para el resto de bloggers o del mundo en sí, pero es el cuarto que recibo y eso me gusta, me encanta no tener que dar la cara para recibirlo, que sean sinceros y que alguien piense en que lo que hago le gusta. El resto del mundo que diga lo que quiera, este es mi blog, mi sitio en el mundo virtual y me encanta. Tiene gracia, cada vez que pienso en dejar el blog alguien me dice que está ahí para leerlo y que le importo, por lo menos lo que pienso y eso me da ganas de continuar con ello, me alegra el día y hace que la tinta vuelva a correr por mis venas como antaño (todos necesitamos un empujoncito.)

Como es costumbre estos premios tienen unas pequeñas condiciones, contestar unas preguntas y dedicárselo a unos cuantos blogs más. Pues bien, ¡ahí va!
Requisito número uno: exponer la imagen del premio – hecho.

Requisito número dos: decir que ha supuesto para ti – creo que está más que expresado con algunos punto de suntuosidad y algo de ego subido por mi parte.

Requisito número tres: otorgar este premio a cinco bloggers y a sus respectivos blogs – pues no se si llegaré a 10, pero los pondré.

- Sexual – mente de Mai Puvin, aquel lugar que conocí a coacción de mujer y punto y que me encanta visitar cada vez que puedo.

- Tendencia a lo absurdo donde Cienideas, expresan los pensamientos surgen como una chispa y permanecen como un tatuaje en la mente. Eso me encanta.

- Poesía de Eduardo Andradas, una persona que me hace vivir momentos antiguos con su poesía y esperar los nuevos.

- Un segundo eterno, en el cual Alberto hace que los pensamientos se unan a la prosa y formen textos fantásticos.

- Un beso de buenas noches de mil demonios, es tongo, claramente, pero el blog de mi marido se merece este premio más que yo ya que su chispa es más sarcástica que la mía. Y se puede.

Ahora y, en compensación por no poder completar la lista, ya que el resto ni siquiera verán si se lo he dado o no, pero se lo merecen de la misma forma, a Jonessy le doy otra cosa, el premio symbelmine, que tiene los mismos requisitos que este, así que, continúa con ellos.

Gracias de nuevo.

5 de octubre de 2010

REMEMBER.

Memoria: proceso por el cual se recuerda toda la información almacenada en el cerebro recibida por nuestros sentidos.

A veces accedemos a ella fácilmente, otras veces atraemos a nuestros pensamientos cosas que no tenían nada que ver con algo acontecido (será cosa del subconsciente o de lo retorcido de la mente,) otras, sin embargo, un simple sonido, un olor o el pasar por un lugar determinado, nos trae a la mente miles de cosas que creíamos perdidas en un sin sentir.

Por fortuna o por desgracia, cuando queremos recordar algo importante, se nos va de la cabeza, o de la lengua, porque bien vemos aquello o sabemos que se esconde tras alguna de nuestras neuronas, nos quedamos en blanco como si hubiéramos formateado el disco duro del ordenador. Quizás sabemos algo que ocurre pero no tenemos definición de lo mismo, a lo cual, le encontrado el significante años después de haberlo vivido.

Sin embargo, aunque le haya dado una palabra que defina cada cosa que he vivido, no soy capaz de rememorar aquella vez que descubrí la dulzura, que inventé algo que ya había hecho otro, aquella vez que descubría el mundo con unos ojos que jamás habían visto nada (creo que aún lo sigo haciendo, pero no puedo saber cuándo fue la primera.)
A pesar de todo, somos máquinas de almacenar información.

¿Por qué me acuerdo mejor de lo que invento, imagino o sueño que de lo que realmente me acontece, si es que eso no es el verdadero sueño?

28 de septiembre de 2010

FEA PERO CALLADITA.

Hay cosas en este mundo que son demasiado ridículas para ser verdad, como los mitos, aquellos que dicen que las guapas son tontas. ¿Por qué me lo desmontan cada vez que veo algo en la tele? ¡Nooo!, creo que es inevitable que se e corrija una y otra vez este pensamiento de no querer pensar en estereotipos.

¡Putos pensamientos preconcebidos! Cuando por fin me quito uno de la cabeza, un suceso (sea televisivo, en prensa, vivido en directo o contado por medio de alguien. El cual, es ese alguien el que me hace flipar con lo que estoy viendo no con lo que me cuenta.) Va y me construye de nuevo ese muro que he decidido tirar. ¡Es fuerte el jodío! Si hicieran los de verdad igual de resistentes, quizás el encarecimiento de la viviendo estuviera justificado. Sin embargo, dejando a un lado esa especie de pensamiento filosófico sobre la vivienda, paso a contaros el por qué de mi alucine.

Lunes (Me había levantado de buen humor aquella mañana después de una velada nocturna muy ajetreada)

Doce de la mañana, me subí en el autobús para llegar a mi casa, tras una mañana intensa recibiendo clases sobre teorías que ya no podrían ser válidas, pero como nadie se ha preocupado de rebatirlas o de cuestionarlas, siguen siendo motivo de escupirlas en un examen escrito.

Estaba harta, alucinando del escándalo que había allí dentro. Estaba escuchando, por supuesto, la potencia el mp3 no daba para elevar el volumen del último disco de Mago de Oz más sobre mis conductos auditivos. Me pitaban los oídos y la música dejó de escucharse claramente para ver cómo una señora (por no llamarla inculta o de pensamiento limitado), despotricaba sobre los inmigrantes y lo ladrones que eran. “Yo no soy racista” – decía chillanto para que todos la escucharan atentamente, aunque la coletilla del pero se mantenía en sus labios continuamente.

A su lado, una señora marroquí, alterada por algo que su cerebro intentaba procesar, escuchaba barbaridades sobre su país, donde la otra señora no había estado y, mucho menos, conocía cómo se vivía allí (podríamos decir veinte mil cosas malas de aquel lugar, sobre sus costumbres, los medios se han encargado de ello, pero ¿cómo hablar de ciertos aspectos familiares que sólo una persona sabe en la intimidad? Me pareció demasiado para mis oídos.)

La conclusión que saqué de todo ello, ¿por qué no camino hacia casa, aunque me lleve tres cuartos de hora andando? ¡Odio el autobús cuando se monta esa gente! Y… ¿Cuándo aprenderán a no hablar para no parecer más tontos de lo que son? Será por eso que prefiero mantenerme callada.

Por fin, casita. Tras comer gustosamente me coloqué cómodamente en el sofá del salón a ver un programa de humor de un canal. Es entretenido, no hay duda y les encanta sacar reportajes. Este iba sobre las mises que habían sido elegidas para el campeonato de mis mundo. Esta vez habían elegido no retrasmitirlo por la tele porque algunas feministas lo consideran degradante para la mujer y para quitarse un poco de polémica.

Estaban hablando sobre que estas chicas eran tontas, a pesar de que más de una farda de tener una carrera universitaria (la de la ganadora ni sabía que existía, pero bueno, quizás es que no he indagado lo suficiente o ha cambiado los términos. A lo mejor es que soy guapa, como ellas. ¡No lo sé!) Pues bien, después de ver un montón de calcos esqueléticos y sin apenas carne a la vista, la reportera quiso hablar con ellas, hablaba sobre los mitos de guapas y tontas y, por supuesto, hizo preguntas de cultura general a las implicadas en ese certamen.

¿Quiénes eran los reyes católicos? Fue la pregunta del millón, a lo que la respuesta fueron los reyes actuales, príncipes incluidos, de España. La encargada de la entrevista le dijo que eran Fernando e… No le dio tiempo a terminar la respuesta, la chica, como si nada, miró a la cámara y dijo:

- Perdóname Fernando… que te había confundido.

Creo que sobran las palabras de todo. Por supuesto me despejó las dudas, ella será como la vieja del autobús que lo sabe todo, por supuesto tendrá estudios y le dieron el premio a mis lumbreras 2010.

¿O quizás fueron los nervios del directo? Lo único que sé es que sigo odiando el autobús, adoro la música heavy (sus chillidos me evaden de otros que puedan circundar mis oídos) y que prefiero ser fea pero saber dónde tengo la cabeza.

Por lo menos yo si estoy segura de que tengo un título universitario. Está criando polvo, porque de otra cosa.... aún no me ha servido.

23 de septiembre de 2010

NEGRO, CON O SIN LECHE Y DURO.

Un dulce oculto traído de América.

Dicen que es afrodisiaco, que es un sustitutivo del sexo, que es dulce, se toma frío o caliente, mezclado con frutos secos o frutas, entre otras, con menta, al 70%, 60%, con leche, etc. Algunos seguro que ya sabréis a qué diablos me estoy refiriendo, las mujeres somos adictas a ellos, produce celulitis, espinillas, alergias y alguna que otra cosa rara que no he podido vislumbrar aún (aunque mirando ciertas páginas de marcas hay supuestos estudios que dicen lo contrario, pero yo cada vez que lo como el grano me sale.)

Mi gula particular, algo que jamás faltará en mi armario de la cocina, el cajón de la mesita de noche, en la nevera o en mi bolso. Fácil de conseguir, es como una droga dulce que al recorrerte la garganta produce sensaciones placenteras y satisfacciones fugaces que engañan al cerebro por unos instantes (el tiempo justo en que se acaban sus 250 gramos, en el mejor de los casos.) Y es que los tragos amargos bañados con algo dulce saben mejor, y si es con chocolate. mejor todavía.

Una historia larga, un descubrimiento casual y ¡voila!, unas empresas multimillonarias que ganan millones de euros y dólares en la venta de este producto. La calidad, no importa, todo depende de tu bolsillo y del gusto de tu paladar (puedo aseguraros que he pagado 5 euros por una tableta de chocolate con aromas de menta y frambuesa, tan sólo 50 gramos, pero fueron los mejores cinco euros gastados de mi vida. Otras veces me gasto poco más de un euro en tres tabletas de marca blanca y me saben de muerte, igualmente.)

Entre sexo y desilusiones anda la cosa.

He escuchado miles de veces que el chocolate es un afrodisíaco, algo que nos ayuda a fomentar el deseo sexual, que a las mujeres les funciona como un sustitutivo del sexo que no tienen y, francamente, jamás he escuchado una chorrada tan grande como esa (Como decía África González: A día de hoy ninguna tableta de chocolate me ha comido el coño.) Pero es que ninguno de estos potentes fomentadores de lujuria funcionan si no te lo crees, si quieres algo que realmente te alivie cómprate un consolador, que por lo menos te dará placer.

Hay cosas que funcionan en esta vida, algunas de ellas las ignoramos totalmente, otras, en cambio, intentan por todos los medios hacérnoslas creer. A la tele le encanta crear mitos con tal de vender. Esos anuncios que te lo venden todo como un placer prohibido, incitando a tu mente a pensar en que estás haciendo algo tabú o que va a incitar a que tu pareja haga algo que sólo sucede en tu imaginación. ¡Patético! Después vienen los problemas de identidad, el porqué pasa en el anuncio y tú no eres así, las preguntas sobre esas chicas delgadas que ahogan sus deseos carnales en helado o dulces que contengan esa sustancia tan apetitosa. Por desgracia tú lo único que sacas es un montón de granos y algún que otro kilo de más. Eso sí, el rato que has pasado saboreándolo lentamente no te lo quita nadie.

Una cosa importante respecto de la tele, lo que veis está todo calculado, lo que dicen está escrito de antemano, la historia se la han inventado algunos cuantos guionistas que les pagan por ello. ¡Pero eso es demasiado retorcido para creérselo! ¿Verdad? El que veas una serie, anda, tiene un pase (y sin embargo todo el mundo cree que en las urgencias reales ocurre lo mismo que en la tele). Sin embargo, si hablamos de anuncios o de realitis chows, ¡eso no se lo traga nadie!

Los afrodisiacos son los sueños inalcanzables.

¿Quién no pagaría por una fórmula magistral para poner a tu pareja a cien en menos de dos segundos? Sobre todo vosotros, dado que nosotras somos más difíciles de convencer (algunas veces parece que nos cuesta la vida.) Pues bien, no hay fórmulas y el chocolate, esa tableta de fórmula conocida y de sabor exquisito, no esa.

Nosotras no sustituimos ese placer con ir al supermercado, comprar unas cuantas pastillas y degustarlas. Después nos sentimos culpables por lo que hemos hecho (que no es más que darnos un gusto.) Por mucho que digan que el placer que provoca los mismos sentimientos que cuando una mujer tiene un orgasmo (si es lo será mini.) Personalmente, a mi me pone más una buena mariscada y después de comérmela lo que me apetece es echarme una buena siesta.

Pues bien, esta es otra de las muchas mentiras que sueltan, sobre ese afrodisíaco femenino. Una pastilla de chocolate, un fruto de una planta molido y mezclado con azúcares, aromatizantes y estabilizantes, no hace que el cuerpo funcione a cien por hora, no produce el placer de un orgasmo (aunque hay hombres que tampoco.) Por favor, vamos a pensar un poquito, os lo dice una adicta al chocolate (y como yo habrá muchas y muchos.)

La pregunta del millón ¿A ti qué te pone? Pues ese es tu afrodisíaco, ¿qué te quita la angustia por falta de sexo? Pues eso es lo que te funciona (aunque nosotras con darle al off tenemos bastante.)

No hay secretos ni remedios naturales, no hay fórmulas universales, no existen ¡olvídate de ellas!

¡Ah!, y el chocolate no es mi afrodisíaco, es algo mucho más retorcido.

15 de septiembre de 2010

Selene. Capítulo LXVI.

CAPÍTULO LXVI: VUELTA A CASA.

Un camino lleno de olores almendrados y dulces, acompañaban a los visitantes hacia la villa. El camino de baldosas de colores, formaba una vista no menos que colorida ante los ojos de todo ser ajeno que se atreviera a caminar por aquellos caminos.

Poco tardaron en llegar a la puerta baja, que golpeaba con saña su cerradura por el viento. Thian, seguía muy de cerca a sus dueñas, sin quitar el ojo a ninguno de sus acompañantes, miraba con extrañeza a Luis, el cual le resultaba algo familiar, y a la vez extraño, olía su aroma, intentaba recordar, pero los recelos del amante no permitían que su hocico se acercara a más de medio metro de distancia.

En cambio, los otros dos acompañantes, dejaban una estela de olores agradables y mareantes, que permitían el ver colores extraños al cerrar los ojos. Intentaban acariciarlo, pero les fue casi inútil, el perro, grácil y rápido, se acercaba a sus dueñas pidiendo algo de consuelo frente a unas lágrimas de falso miedo.

- ¿Ves? – dice Yu a Selene -. La vaya abierta y mi cachorrito fuera donde puede perderse.

- Sabes que eso no es posible – le responde Selene -. Este mundo es limitado y poco puede pasarle a Thian, a parte de que coja un resfriado.

- ¡Cachorro! – dice Luis -. ¡Pero si mide más de medio metro!

- 70 centímetros la última vez que lo medí – le responde Yu acariciando al chico -. Y casi dos si se pone de pie sobre sus patas traseras – se agacha para acariciar la cabeza del perro -. ¿Quién es un niño grande?


- Es un cachorro – le dice Selene -. Tiene unos 100 años y todavía le quedan unos pocos para llegar a la edad adulta – le dice mirando al interior del patio, justo al otro lado de la puerta -. Estos perros son muy grandes, casi como Cancerbero. Yu lo encontró cuando no era más grande que su mano y lo trajo a casa, desde entonces ha sido nuestro perro.

- ¿Quién es el niño de mamá? – se escucha decir a Yu.

- ¡Bueno! – dice Selene -. Más de ella que mío.

- Selene – se escucha una voz lejana.

- ¡Mamá! – dicen las hermanas al escuchar el susurro.

Una señora ataviada con piedras brillantes y una túnica de colores oscuros, se acercaba a ellos con paso rápido. Tenía los brazos abiertos y una sonrisa de alegría dibujada en la cara.

- ¡Mis niñas! – les dice cuando está lo suficientemente cerca -. ¡A ver que os vea! ¡Cuánto habéis crecido! – les dice mientras las mira a poca distancia -. Hola Endimión – contesta ella -. Veo que mi hija te ha encontrado por fin – mira hacia la espalda de sus hijas -. Estás un poco cambiado, pero sigues siendo tú – dice con una sonrisa un poco sarcástica – dirige la mirada un poco hacia un lado -. Y… ¿vosotros sois?

- Soy Dulce – responde la abuela -. Y este es mi nieto Fepico.

- De eso nada más que tendrá en nombre – dice Yu susurrando a Selene -. Porque el resto es bastante basto.

- ¡Que te he oído jovencita!

- Yu – le regaña su madre -. No deberías hacer ese tipo de comentarios delante de la persona aludida.

- Si mamá – dice su hija menos bajando la cabeza.

- Yo me llamo Tea.

- ¿Dónde está papá? – le dice Selene impaciente.

- En la casa, arreglando algo de sus asuntos terrenales – contesta con una mirada dulce -. Os ha echado mucho de menos desde que os fuisteis –no le da tiempo a terminar la frase cuando salen las dos corriendo hacia la casa -. ¡Quitaros esa forma terrenal antes de verle! ¡A ver si no os reconoce!

- ¡Si mamá! – gritan a la vez en forma de burla.

- Y vosotros, pasar pasar, estáis en vuestra casa – dice colocando los brazos a modo de invitación -. Seguro que tenéis hambre – los invitados pasan hacia el interior -. Endimión, ¿te sigue gustando el cordero asado a fuego lento?

- No lo sé señora.

- Estupendo – dice ella sonriendo -. Era el plato favorito de Pang – dice entre dientes cuando Luis está a una distancia prudencial.

13 de septiembre de 2010

GILIPOLLECES DE LA VIDA DIARIA.

ESTUDIOS IRRELEVANTES.
Estoy asombrada, hace unos días escuché el telediario (un medio de información que ha perdido toda fiabilidad para mí), que los científicos habían descubierto que una mujer es más feliz cuando se arregla.

Ciertamente me quedé sin respiración cuando la noticia continuaba diciendo, que la peluquería, el maquillaje y tener ganas de arreglarse eran signos de que la mujer es feliz y que lleva una vida satisfactoria, todo lo contario a cuando está depresiva.

Diez minutos, contados por el reloj que colocan en una esquina de la pantalla, tardaron en concluir la noticia llenándola de imágenes y de palabras sin sentido.

Lo peor fue cuando cambié a otra cadena para seguir viendo algo, ¡decían lo mismo! Sólo cambiaban los presentadores.

¿En eso invierten los impuestos? ¡Lo que no sé es como podía vivir sin que ese tipo de comportamiento esté escrito en un papel firmado por un menda con un título que lo acredita para ser científico! Y es que, a falta de catástrofes nuevas, cualquier gilipollez es buena para.

Aunque, a falta de poner interés en algo, cualquier gasto de dinero del estado en unos estudios irrelevantes, que ocupen poco tiempo y no beneficien nada, son buenos para pasar el rato.

Sin embargo, y de esto no me queda duda alguna, más de uno lo habrá tomado como una revelación respecto a su pareja y, algunas féminas, se han encontrado forzadas a pararse a pensar que eso que dice la tele es verdad, no porque lo diga la tele (que si lo dice también es verdad pero es otra historia), simplemente porque en ella se da ese caso. Por lo que el dinero que invirtieron en escribir eso está bien gastado, a parte del tiempo y los folios, sin contar las neuronas pensantes que murieron en el intento. Hagamos unos segundo de silencio en su honor.

10 de septiembre de 2010

EL QUE NO SE CONSUELA ES PORQUE NO QUIERE.

Martes 9:30 de la mañana:

Silderia sale corriendo hacia el coche porque tiene cita para hacerse una analítica. En contra de lo que pasa siempre, está contenta y un poco apresurada, ya que su espera en la caja de ahorros, ha sido más larga de lo normal. Aunque siendo principio de mes es algo que podría considerarse normal.

- ¡Señora! – dice una persona de avanzada edad al verla pasar -. ¿Podría dedicarme unos minutos?

- Creo que no – le responde Silderia -.Tengo cita en el médico y voy tarde.

- Entonces déjeme que le de una revista, usted se la lee y ya está – dice abriendo una carpeta y sacando un montón de papeles que pone testigos de Jehová.

- ¡Ah!... ¡Estupendo! – responde nuestra protagonista cogiendo los papeles -. Necesitaba papel para cubrir el suelo de la casa… - mira a la señora con cara de guasa -. Estoy pintando ¿Sabe?

- No se preocupes – Silderia piensa que le va a decir algo -. Por lo menos mientras las ve puestas en el suelo leerá algo.

- Creo que no – y se marcha hacia el aparcamiento, loca ya por terminar la visita con el vampiro metálico -. Si es que… con tal de soltarte el rollo hacen lo que sea – dice Silderia en voz baja mientas acelera el paso -. Lo cierto es que se lo ha tomado con humor.

Lo malo fue que se dejó la revista en el coche y el suelo de la casa se cubrió con una propaganda, algo más digno de ser leído, por lo menos estos papeles te muestran algo interesante de vez en cuando.

8 de septiembre de 2010

DUERMEVELA

Y cuando pensábamos que la tormenta había pasado del todo, volvemos a los mismos problemas. La realidad, aquella acuciante circunstancia que se repetía una y otra vez en mi vida, un mundo lleno de condicionantes que me hacían ver lo aburrido que era todo.

El mundo, y sus maravillosas hazañas, eso no presentaba nada nuevo para mí, ni siquiera, mi mente, tan pequeña e infructuosa, en ciertos sentidos, se quería tomar la molestia de pensar acorde a un mundo al que, seguramente no perteneció nunca.

Una burbuja, eso sería lo mejor que podría pasarme, un lugar cubierto por blandas y translúcidas paredes donde los problemas cotidianos y aburridos, fueran el mejor invento que jamás hubiera existido. Un lugar lleno de cosas por las que inventar.

No estaba dispuesta a volver a la elipsis que se presentaba ante mi mente, el recordar hechos antiguos, en lo que un presente idéntico, de postraba ante mí con un anillo donde las promesas se perdían detrás de una falsa sonrisa. ¿Qué hacer? Lo que se realiza ante mí ahora, no es más que una copia del pasado en el que sólo, la edad de un cuerpo biológico y algunas circunstancias, propias de una vida, y del paso del tiempo, diferían con las antiguas.

¡Ah! Una sonrisa espléndida, estaba dibujada ante aquel ser de forma humana con dientes blancos y figura inconclusa. ¿Lo tomaría con la misma ilusión de antaño? ¡Imposible!, demasiadas decepciones se ocultaban tras aquella máscara falsa. Ciertamente, mis ojos mostraban la curva de la felicidad, y mis labios se tornaban más curvos que otras veces, pero esta vez no era por las promesas que me dejaron plantada esperando, junto a miles de letras y folios en blanco, ansioso de que mi mano las llenara con tinta invisible. Era una sonrisa de valentía, expresaba cierta ironía y, en cierto modo, alegría por saber perfectamente qué era lo que aquello significaba.

Sin embargo, parecía que la sombra del recuerdo pensaba que me había vuelto a tragar todas sus mentiras. El retorno a una trampa, en la que la red se forja de los sueños de una juventud fuerte y valiente. Nada más lejos de todo aquello.

Puede que, antaño fuera una ilusa como yo, acabada de salir de los algodones y la comodidad de cuatro paredes para enfrentarme al mundo lleno de lobos. Portaba una gran escopeta, la cual disparé unas pocas de veces y ahora se resiste a elevar su voz de vez en cuando. Estará ya cansada y oxidada, a pesar de todo, me resisto a cambiarla, ya que, algunas modificaciones pueden formar algo único.

El cansancio llenaba mi cuerpo, cuando las sábanas de mi habitación se negaban a retirar el suave tacto sobre mi piel. Las calles, ajenas a todo lo que pasaba en aquel habitáculo, seguía su rutina diaria. Entre tanto, me negué a fijarme en aquel brillo y esplendor que me daba el anillo de un compromiso, sólo tomado por uno de los dos contrayentes.

“Una vida nueva”, esa era la promesa cada dos años. Tras 365 días de descanso, sin siquiera querer aparecer en mis sueños. Esta criatura ficticia, se materializaba ante mí justo antes de que mis ojos notaran la luz de un nuevo día. ¿Qué podía hacer? ¿Lo mismo que hace un año y que tres? Demasiado improbable. Alcé mi cuerpo, y noté como la luz penetraba por el pasillo, era demasiado bonito para despertar, pero aquello seguía allí, tentándome diciéndome las verdades a media para que volviera de nuevo.

No estaba dispuesta, las cajas de antidepresivos, montaban sus fiestas nocturnas cada vez que esto pasaba. La situación me superó más de una vez y no quise que volviera a pasar. Una mente impulsiva habría tirado aquella propuesta al suelo. La piedra se hubiera desecho con la suela de sus zapatos, pero yo no podía. En contra de lo que sería una reacción lógica la tomé entre mis manos y la guarde.

Ahora no miro la piedra, estoy harta de aquel brillo cegador que me impide ser yo. Ya no, mis decisiones son mías, y la lucha contra lo que soy, fui y seré, es algo no menos que común y repetitivo en mi persona. No me apetece volver a enfrentarme a este reto del destino, es cierto, no quiero, pero he de volverlo a intentar, por lo que fui, por lo que quiero llegar a ser y por lo que antaño conseguí con tanto trabajo.

Los magos han llamado a todos los guerreros disponibles, los dragones han despertado y mi caballo se prepara para ir a un paso más lento que en otras batallas. Que abran el camino otros, ya eso no me corresponde. Sin embargo, en una lucha individual por pasar las fronteras del reino prohibido, todos hemos de pelear unidos para después darnos las puñaladas unos a otros.

Así es la vida, la realidad que me rodea y lo que me espera de un tiempo a esta parte. Por fortuna no será mucho, he pasado las primeras filas y no me será tan difícil, aunque, tras la ventana de mi habitación, todo parece que flota bajo los rayos del sol.

24 de agosto de 2010

¡ALERTA! MUJER AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS.

Si tu no tienes nada que hacer.

Puede que a alguno de vosotros os suene esta frase, algunos la escucharéis de vez en cuando, otros ni siquiera os acordaréis de cuándo fue la última vez que la escuchasteis y, con forma de divino equilibrio, hay gente que la escucha día sí y día también, como yo.

Por que como en mi casa sólo somos dos, yo no tengo nada que hacer en todo el puto día, aparte de atender las demandas externas que me da la gente para que les ayude. Pero es que… “Como yo no tengo nada que hacer en toda la mañana… Podría…” Y seguidamente viene algo para sacar de un apuro a alguien o una cierta comparación con la vida de la persona que me lo ha dicho, ¡qué ella si que hace algo” (rascarse el coño, diría yo), pero es muy fácil juzgar la vida que no conocemos de los demás.

Las conversaciones son variopintas, pero la que empieza este tipo de sarcasmo, piensa que debe hacer patente la disponibilidad de una persona, intentando hacerle creer que realmente no hace nada de provecho, son las mismas que no tienen absulatamente NADA que me hacer a parte de ver esos programas tan deprimentes en la tele sobre las degracias humanas.

Puede que no trabaje como se supone que tendría que hacerlo, que mi tiempo pueda ser más o menos organizado de una manera más holgada o justa, pero lo cierto que eso de "no hacer nada" me molesta bastante, el por qué de ello es simple, sé a lo que se refieren y es simplemente lo que ellos harían si no tuvieran alguna que otra tarea que realizar. Al principio, se respaldaban porque yo no tenía una casa que llevar para a delante y un marido, novio o conviviente a quien cuidar. Después la cosa cambió: como supuestamente no tengo niños que atender, un trabajo que realizar con nómina fija y sólo estamos dos en casa…. ¡Pues claro! La casa se limpia sola, la compra se teletransporta mediante un movimiento mágico de nariz, mi ropa nunca se ensucia (tiene que ser buenísima, aunque yo tampoco me he enterado), las facturas se pagan autoomáticamente y hay un chef con cinco estrellas michelin haciéndome la comida todos los días de la semana. Y no nombres la faceta artísca que hace que tu vida sea algo agradable y que la sangre corra por tus venas.

Solo por eso salgo a la calle a las 12 de la mañana con 40 grados de calor a la sombra, porque, ¡cómo me aburro en mi casa, por lo menos me tuesto al sol! Y no porque tenga que atender unos deberes o gustos que me fuerzan a pisar el asfalto derretido por el sol del verano. Porque el que yo desee renovar la apariencia de mi casa para estar más a gusto en ella, pierda tiempo escribiendo (porque para el que entienda qué supone escribir, esto no vale absolutamente para nada productivo), el que yo quiera relajarme dando con el martillo a una madera para hacer un mueble, pintar un cuadro, realizar alguna que otra escultura (de esas que sólo entiende uno y que el resto del mundo lo ve como algo ridículo o abstracto, pero decorativo), evadirme jugando al ordenador o ver una buena película (con subtítulos o no, me da igual,) entre otros entretenimientos varios, que evitan que mi mente se aburra y mejore mi yo personal, me ayuda a reflexionar y buscar nuevas vías que sean útiles para mí misma y a los demás, ¡son cosas que no tiene importancia alguna! ¡Cabezas huecas!

Por desgracia todo esto reside en un problema.

Y es que esta frase mayoritariamente la dicen las mujeres más que los hombres, la utilizan a modo de chantaje emocional o para hacerte ver que el imponer tus prioridades, sean cuales sean, no son más importantes que la de los demás, como puede ser atender a alguien.

¡Puñetera educación femenina! Lo peor de todo es que hay personas que se lo creen y caras duras que se aprovechan de ello. Intentas ayudar, intentando organizar la nueva situación a la tuya propia, sin olvidar tus intereses propios y…. Acabas con un ataque de nervios porque los demás responsables, de la misma, se escudan en que ellos tienen otras responsabilidades que tú no tienes y que por ello eres tú el que tiene que atenderlas.

Como ellos tienen "otras cosas que hacer", que son las mismas cosas que yo, más o menos (aunque yo diría más menos que más.)
A los hombres de la familia ni se les comenta el problema, ¡eso es cosa de mujeres! Ellos pueden perder el tiempo en lo que deseen que está bien visto. Pero si yo, una mujer, lo hago, está fatal ya que no está bien que tenga tiempo sólo para mi, que lo utilice como mejor me venga en gana y que, simplemente, si aparece algún problema de incumbencia familiar, tengo que dejar de lado todo para atenderlo. Ya sea el acompañar a alguien al médico o a la compra; sin nombrar las cosas más graves, ya que, eso se da por descontado.

¡Parece mentira que estemos en pleno siglo XXI! Seguimos con las tonterías de antaño donde no había un respiro para una mujer. Y, lo peor de todo, aquellas que lo vieron bien, se lo inculcaron a sus hijas, provocando que se lo creyeran y, entre otros males, una educación machista. Por la mañana, mientras tu marido trabaja, debes atender la casa, la compra, a la familia; mientras, cuando tu marido se encuentra en el cubículo familiar, debes prestarle el 100% de atención, sin contar con los niños a los que se requiere una dedicción de 24 horas del día, tendiendo a cargártela tú sola. Porque antes era la excusa de que un hombre no está capacitado para cuidar de un niño, ahora es que no entienden de otra cosa que no sea cambiar un pañal de vez en cuando o sacarlo a pasear. ¡Deprimente! Eso sí, sin contar con ciertas artimañas usadas para buscar tiempo para una, que no eran de caso directo pero si de nuestra cultura subterránea al margen de los ojos sociales.

Soluciones arcaicas.

Entre la pocas soluciones que se no da con estos ataques era la histerectomía, así sin más, pasando después por los masajes médicos y, después, como alternativa moderna, el psicólogo y el psiquiatra, pasando por esas fantásticas pastillitas que te hacían sentirte como si te hubieras fumado tres porros de una vez, bien cargados.

La solución o es ni era, ninguna de estas, simplemente se tiene que renunciar un poco a esa culpa que nos provocaba el no darnos a los demás por nuestros propios intereses, el buscar algo de tiempo para ti e intentar llegar a un consenso con las demás mujeres de la familia. Imponiendo tus propias necesidades como individuo y persona, tal y como te corresponde. ¡Duro! ¿Verdad? No nos han educado para ello, sino para ser dulces, dadas los demás y algún que otro menester que olvidé hace mucho tiempo, entre las que figura un profundo sentimiento de culpa cuando te vuelves un poco egoista.

Esa fue la eterna pelea entre yo y el resto del mundo, nadie ve bien que nos tomemos un tiempo de asueto (ahora entiendo porqué las peluquerías están llenas de gente siempre quejándose.) Porque, y esta es la eterna frase que pongo en muchos de mis post, una mujer tiene..., una mujer debe..., una mujer ha… Y demás gilipolleces que muchas y muchos habréis acertado.

Yo he gritado ¡BASTA!, he dicho que no, que lo haré, pero no como vosotras queráis, que me daré a los demás a mi forma, hablaré con mi marido, evitaré la manipulación, el chantaje emocional típico femenino, así como caer en el mismo, diré lo que piense y evitaré morderme la lengua para mediar con el resto de personas que creen que esto no es lo correcto (paso de cortármela con mis propios incisivos de pura rabia, me gusta como está, afilada y lista para salir al ataque,) estaré dispuesta a llegar a un acuerdo entre el mundo y yo; lo que implica que ambas partes cederán, no una sola.
La sociedad no quiere gente como yo, y yo no quiero gente como la de la sociedad de hoy día. ¡Estoy harta de que todos me exijan un rol que no quiero acometer! ¡Me canso de ser una mujer dulce, buena, callada, que no causa problemas! (cosa que nunca he sido, pero que quieren imponerme.)

Grito por ello y seguiré gritando, puede que me quede ronca, pero mis actos podrán a mis palabras, la pluma se impondrá a la espada y las mentalidades antiguas tendrán que acostumbrarse a mi presencia (no les pido que cambien, solo que lo asimilen.) Este es mi tiempo, mi mundo, y si tenemos la suficiente fuerza para cambiar el ambiente a nuestro gusto, también lo haremos con la mentalidad, las moralinas nunca me han servido y el rol que se supone que debo seguir como mujer casada no me convence, así que creo que llegaré a un buen consenso. Eso sí, si el mundo no quiere llegar a un acuerdo conmigo, yo tampoco.

Soy mujer, pero eso no antepone mi bienestar al de los demás, para que ellos tengan una vida más cómoda y yo acabe con un tremendo estrés (eso mata las neuronas y yo las pocas que tengo quiero conservarlas, a parte del pelo y la cordura, si es que me queda algo de esta última.) Puede que no sea dulce (mi madre dice que si un carácter se volviera así sólo con darle azúcar yo sería diabética,) pero eso es algo de mi personalidad que no pienso cambiar, puede que sea agresiva, que tenga uñas y dientes, y estoy dispuesta a luchas con ellos. Tengo voz, mente, pensamiento propio y cuerpo, por ello soy y estoy, no me confundo en una masa que puede picar los dientes. Ser bueno está bien, ser malo también, encontrar un equilibrio entre los dos es estupendo y no pienso irme hacia uno de los dos extemos.