ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




28 de octubre de 2010

PSICOLOGÍA EMOCIONAL.

Día uno:

El primer ataque de ansiedad acaba de llegar de una forma completamente inesperada a mi vida, no lo necesita, tampoco he sido consciente de la misma hasta que la he tenido muy muy encima de mi. Ciertamente me ha inundado con su forma típica de absorción: temblores, mente turbia, pensamientos negativos, falta de oxígeno y un leve brillo en los ojos que denotan una leve lágrima a medio formar.

No me la esperaba, me ha cogido de improviso la puñetera. Mi mente a comenzado a dar vuelta sobre sí misma haciendo que la habitación se moviera de una forma aleatoria y repentina. ¡Hija de puta! Sabía que llevaba días esperándome como un jaguar entre la maleza.

Notaba su respiración y, de vez en cuando, se acercaba tanto a mi que su aliento me rozaba el cogote. Dejaba que un sudor frío emanara de mi piel hasta que los pelos de la nuca se erizaran.

¡Maldita! Puedo ver cómo se ríe de mi en estos momentos. Sus manos, largas y huesudas, con uñas rotas y en punta tocan su barriga arrugada y cubierta por una capa de inseguridad que la viste día a día. Esos dientes, negros y casi ovalados, se hacen notar tras unos labios finos y negros que muestran una risa casi ridícula en una cara tan oculta tras el manto de la incertidumbre.

No puedo creer que todavía no se haya ido de aquí, sigue de entre los libros y apuntes de una mesa desordenada y llena de papeles, cajetillas de tabaco, vasos vacíos y alguna que otra infusión para los nervios. La miro y me devuelve esa visión de una forma desafiante, se ha hecho más cautelosa, pero no fuerte, noto como está dolida porque ni siquiera he mirado la caja de antidepresivos que tengo a mano, demasiado a la vista para que mi cuerpo se olvide de ella día a día. Podría tomarse como un reclamo, pero yo necesito su visión cada vez que entro a esta estancia de la casa, el horror de coger una sola de esas píldoras me hace sobreponerme y gritar para mis adentros. Me resigno a tomarlas a menos que no sea absolutamente necesarios y… ¿Cuándo llegará el momento? Nunca, me repito cada vez que me levanto y me coloco delante de aquellos tomos ilegibles, escritos por cerrados de mente que ni siquiera ellos saben de qué puñetas están hablando. Dejaré que sólo mis ojos rocen esa necesidad, veo fallos, trabas y demás pensamientos abstractos, pasar por delante de mi cabeza. Se hacen físicos en un momento dado y luego… Nada, se esfuman como el humo de un filete recién sacado de la candela.

Pero hoy, ¡hoy se ha hecho un poco más valiente! Que no fuerte. La culpa es mía por haberme confiado. ¡Estúpido duende! Todavía le escucho esa carcajada de aviso. Porque ha sido sólo eso, una alarme que te dice que lo tienes muy cerca, demasiado para las barreras normales.
Como todo obsesivo, ha perfeccionado su técnica, aunque yo también. Tengo que pelear un poco más. ¿Huiré? Eso no está en mis planes, sino no hubiera tenido que mutar para poder seguir acechándome. Estoy ganando, ella tiene que mejorar su técnica, por desgracia, yo también lo haré, pero no ahora, voy a dormir, asimilar la información de todo lo ocurrido y planear una defensa. El problema es simple, ¿cómo puedes luchar sin que el enemigo se entere siendo este tú mismo?

Siempre me dijeron que nada era imposible, ¿será este el caso?

6 comentarios:

Albert Not Found dijo...

Es cierto. Nada es imposible.

Pero nos encontramso en un mundo para el que aún no estamos adaptados... Deamasiada presión, demasiado strees, demasiadas responsabilidades.

Vivimos una vida demasiado rápida... no me sorprende que la ansiedad y la depresión ataquen a un porcentaje tan alto de la población.

Este tipo de vida, me parece una mierda de vida.
Estabamos más tranquilos en el campo.

Silderia dijo...

El problema es que mundo es el que tiene que adaptarse a nosotros, no al contrario, esa no es nuestra realidad sino una que no me gusta, así que mientras el ruede a su bola yo lo haré a la mía.

Si, estábamos más tranquilos en el campo y no descarto comprarme una casa perdida de difícil acceso para irme a vivir allí.Lo malo es que volvería a la ciudad

Besos, Silderia

gustavo dijo...

Asediada como estás por la ansiedad generalizada, ataque de pánico o todas los alias que usa, espero que puedas leer lo excelente que me resultó tu texto, he podido ver ese maldito monstruo asediándote y exigiendo que asordinies su voz con una buena paroxetina o un excelente citalopran o quizás porque no un clonzepan bien cargado. Me gustó mucho fuerte abrazo

Silderia dijo...

Gustavo: gracias, me alegro que hayas podido ver al monstruo. Ahora mismo le he hecho huir durante un tiempo, no se cuanto pero algo. Se fue cuando empecé a escribir el post.

Me alegro que te gustara el post,un beso.

daniela dijo...

conozco ese monstruo... lucho con el dia tras dia, aunque no crea q esta cerca...
yo lo espanto con algunos dibujos.
saludos de argentina.

Silderia dijo...

Ese monstruo es demasiado sigiloso para verlo llegar, veo que te acecha igual que a mi, yo lo combato escribiendo y tu haciendo arte, que me encanta, me he pasado por tu blog para verlo.

Besos, Silderia