ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




8 de diciembre de 2008

EN EL GUSTO ESTÁ LA SEDUCCIÓN.

La lista de la compra.

Y es que en esta parte de los sentidos el paladar juega un gran papel. Y, como no, los afrodisiacos internos o la comida propiamente dicha, inicia el ranquin en todo esto. Hay un dicho popular que nombra que a un hombre se le conquista por el estómago, puede que sea cierto, puede que no. Pero una gran cocinera o un paladar exquisito es digno de admiración para muchos menesteres.

El poder diferenciar los sabores, al igual que saber manejar los músculos faciales del bermellón y la lengua, son algo esencial en una relación. Poneros a pensar por unos momentos. Diréis, ¿qué tiene que ver el gusto con ciertos movimientos orales? Pues mucho, demasiado, más de lo que estáis pensando; así muchísimas citas se han cerrado tras una velada en un bonito restaurante, las copas son para las informales pero… ¿qué hacer cuando te quieres liar con una tía o deseas conquistar al chico de tus sueños? Lo primero que se te viene a la mente es la comida, una cena apetecible a la luz de las velas, abre muchos caminos a la hora de tomar un postre carnal horas más tarde y poder degustar, otros placeres dignos de dioses.

Por ello, lo que se ponga en el plato tiene mucha importancia, aunque no tanto como pensáis. Comidas dignamente de brebajes y guisos afrodisiacos como el chocolate, el aguacate, la menta, el marisco y larga lista de alimentos, han formado parte de nuestra cultura popular a la hora de fomentar la potencia sexual antes de llegar el momento. Pero no hay nada más que importe que el marco.

Una bonita visión, llena de detalles, unido a los gustos culinarios de ambos o de la persona que desees agasajar ese día o para el resto de su vida, son todo lo que te hace falta. Recuerda, según los últimos estudios científicos sobre los alimentos, excita más a un hombre un plato de patatas con un gran filete hecho al gusto, que una cena chic.

La velada está servida.

Si eres cocinillas y puedes permitirte llevarte a tu presa a una casa propia, puede que esa noche tengas suerte o simplemente que salga huyendo. Ten en cuenta que para ello la relación ha de ir bastante avanzada o que tengáis unas ganas tremendas de desahogaros. Pero los perjuicios sociales contra la libertad sexual de la mujer, aún no han sido erradicados y, nosotras mismas, no hacemos mucho por eliminarlo completamente de nuestras vidas. Por lo que si es una dama, o una señorita, no se dejará liar tan fácilmente. Te queda una opción, invitarla o invitarlo a cenar, de esa forma él quedará como un auténtico caballero y ella no dará la impresión de ser una guarra (por mucho que deseéis los contrario, las cosas son así y los pensamientos morales actúan aunque no quieras.)

Pero vamos al tema, os vais a un restaurante, antes te has preocupado de los gustos de tu pareja, novio, novia, rollo, romance, futuro algo,… Como tú quieras llamarlo. A pesar de todo para ti merece la pena, vas a intentar quedar como una auténtica reina, o como un rey (estas situaciones se pueden acoplar a ambos sexos depende sólo del más lanzado o de quién tenga más ganas; eso lo dejo a vuestro criterio.) Si el lugar escogido para comer no es el idóneo para sus gustos desde primera hora, lo siento mucho, pero te va a restar puntos en cuanto a tus pretensiones, sin embargo, no todo está perdido. Únelo a una conversación interesante, movimientos sugerentes a la hora de introducir la comida en la boca y juegos de manos, tocando la suya cada vez que coja la servilleta, uniendo las miradas cuando os crucéis (recuerda, de esas que matan) cuando bebas un sorbo de agua, deja caer una gota por la comisura de tus labios y que esta recorra el camino hacia tu escote (si lo llevas. Consejo útil, antes practica eso en casa, es muy fácil que te derrames encima el líquido.)

Otro truco es sonreír mucho, recuerda, es lo segundo mejor que puedes hacer con tu boca esa noche, si todo sale bien, ¡claro! Muestra movimientos suaves, sinuosos y sutiles, haz como que lo vas a tocar y antes de que toda tu epidermis lo roce por completo, retira tu mano dejando solo el recuerdo de la yema de tus dedos (Dato importante, la servilleta se coloca en el regazo, algunas somos muy “naturales”.) Aunque no es bueno guardar mucho las apariencias.

La delicatesen por excelencia.

Ha ido todo estupendamente, has conseguido que el objeto de tus deseos suba a tu piso, coche o habitación de hotel que deseas. ¡Qué hay más afrodisiaco que el sabor de unos labios rojos por la pasión del momento! El degustar de sus dedos, cuando en el interior de su boca, y su lengua húmeda y revoltosa ¡¿Qué más puedes pedir?! Seguro que mucho más, unas fresas con nata, un baño de champang, la nata sola, algo de mermelada, trozos de chocolate, pero puedes darle la sorpresa en momentos posteriores, así no se mata la imaginación y el morbo siempre está servido.

Ahora os tenéis el uno al otro, puedes notar cada centímetro de su piel, esa que te ha rozado toda la noche o de la que tú has despertado el deseo. Milímetro a milímetro recorres con tu lengua cada punto, cada recoveco y dejas los sitios más ardientes para el último momento, los bordeas y haces que se excite aún más, dejas que tus dedos las rocen pero no te paras en ellas. Dejas que los deseos y la imaginación actúen antes que tus papilas gustativas, es difícil contenerse, sabes que nunca has probado algo igual pero, como todo lo bueno, se hace esperar. Aunque sólo lo justo y lo necesario, ni más ni menos.

Permites que su boca recorra también tu cuerpo, dejas que los olores se mezclen con el calor de la habitación y… ¡Chas! La cita está servida. Puede que haya sido tu mujer durante años, que desees impresionar a alguien por primera vez; a veces, ni siquiera los afrodisiacos, puramente dichos, están presentes en ningún momento. Creerme, eso nunca ha existido, sólo las ganas y que las circunstancias se den, a veces los sentimientos de atracción y el deseo mutuo por que ocurra algo, han llegado después, en le momento más oportuno. Y si te quedas con las ganas, siempre estará la ducha fría (o el cinco contra uno, siempre efectivo o el teléfono de la ducha, amigo inseparable....)

Un momento inolvidable.

Al igual que con los olores, puedes provocar que esas cenas sean inolvidables para tu pareja. Hazle sentir bien, llévale a un sitio bonito (eso dependerá de sus gustos o las ganas de hacer una cosa u otra en el momento), muy importante, arréglate y ataca como mejor veas. Si te paras a pensar un instante, lo más bonitos de la mayoría de las citas han sido en un local de copas, un restaurante, un garito, etc. Algún sitio donde puedes tomar algo, el estómago es fundamental y si está lleno, el resto de sentidos se activarán, nos domina, no podemos evitarlo, el gusto por saborear aquello que más deseas incluye a tu pareja del momento.

Eso si, estos platos, por muy fuertes que sean, nunca sientan mal al cuerpo. La resaca puede ser tremenda, el dolor del cuerpo te dejará exhausto/a, pero el ánimo alegre y esa sonrisa de tu boca, no la podrán borrar de tu cara. Una resaca de amor donde el gusto se empalaga y jamás te cansas de coger un empacho a base de repetir una y otra vez.

7 comentarios:

Dreamscape dijo...

Mmmmm... el arte de seducir con la comida... es interesante. Aunque creo que posee un alto componente de sugestión, la mente si se lo cree no tiene límites, aunque en este caso... bendita sugestión.

Silderia dijo...

Como tú lo has dicho, bendita sugestión, sin ella miles de cosas no podrían realizarse y, esta es una de ella.

sangreybesos dijo...

Amén al filete con papas. Tanta ostra y tanta mariconada...

Silderia dijo...

Para ti tengo todos los que tu quieras

Melvin de Gats dijo...

"Una resaca de amor donde el gusto se empalaga y jamás te cansas de coger un empacho a base de repetir una y otra vez."

Y que lo digas...

Silderia dijo...

No me negarás que esas no son las mejores resacas

Melvin de Gats dijo...

Iría contra mi mismo si lo dijese