


- Tienes el pendiente hinchado quítatelo. - (Eso sería porque me los acababa de hacer.)
- Las ganas de mutilarse el cuerpo. – (Y ¿qué hicisteis conmigo nada más nacer? ¡ah! Es que eso es cultura, se me olvidaba.)
Lo cierto es que tuve muy pocos problemas cuando me “taladraba” alguna parte del cuerpo, ya que la legislación no estaba todavía aprobada y no hacía falta que un mayor de edad te diera su consentimiento o te acompañara, simplemente ibas y te lo hacías por menos de tres euros. En cuanto a mis parientes, simplemente dejaba que ellos solitos se dieran cuenta de lo que había hecho.

- El retraimiento de la oreja provocando la extirpación de la parte afectada.
- La necrosis de la zona.
- Infecciones sanguíneas.
- Contracción del VIH o Hepatitis, entre otras.
- Hinchazón descontrolada y crónica de la zona.
- Sangrado permanente.
- Parálisis muscular.
- Daños arteriales y nerviosos.
Esto son algunas de las cosas más comunes que pueden llegar a ocurrir si dejas tu cuerpo en manos de cualquier matasanos. Aunque la muerte tampoco se descarta.
Cada cosa que haces en tu vida tiene un fin determinado; por supuesto esta no iba a ser menos, la pertenecía a una subcultura, religión o la rebelión en contra del sistema, son las principales causas, nunca dejando de lado la puramente estética, pero esta siempre va unida al motivo principal.
- Cariño, ¿te gusta cómo me queda el nuevo piercing?
- Si supiera ¿dónde te lo has puesto?
El erotismo del lugar donde se coloque aquella barra cilíndrica decorada con múltiples formas, puede llegar a despertar la imaginación del más recto de los hombres y mujeres. Así se pueden destacar como puramente eróticos y sexuales el del ombligo, genitales, pezones y lengua (quiero aclarar una cosa, hay gustos para todo, esto son sólo algunos ejemplos. Yo he visto gente que se los ha puesto hasta en el canalillo del escote)


Pero nunca está de más insinuar a tu pareja dónde lo tienes colocado si quieres ponerlo cardiaco toda la noche, como añado siempre, una bonita ropa interior, unos tacones de aguja, un maquillaje acorde con tus facciones y una bonita insinuación de tus curvas, pueden hacer que aquel témpano de hielo que tanto te gusta, acabe sudando en su esfuerzo de continuar en su papel de “castigador fatal”, todos caemos en la tentación.
Por supuesto las técnicas para realizarlos han evolucionado bastante desde los inicios, antes te atravesaban con una aguja y dejaban los hilos puestos para que sanara antes de ponerte tu bonito adorno, ahora te perforan con una aguja quirúrgica, esterilizan la zona y te colocan directamente el pendiente. Pero la técnica de dormir la oreja con hielo colocándolo hasta que se ponga morada la zona, aún sigue vigente entre los mitos urbanos por desgracia. El dolor es más intenso cuando se pasa el efecto adormecedor del frío, sin contar con los múltiples calambres que te da la zona y el quemazón mientras consigues insensibilizarla; no merece la pena pasar tanto por un simple pinchazo que a penas dura unos pocos minutos. Así solo consigues alargar tu agonía que se extenderá unos días hasta que, diez días después, acaben las curas diarias y puedas olvidarte de que lo llevas, eso si todo sale bien.
Recuerda la belleza siempre hay que llevarla con cabeza, y esta no va a ser menos.
2 comentarios:
... y hacerse uno en la punta del níspero debe dar un gustirrinín...
no lo se ¡podrías probarlo!
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