ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




20 de febrero de 2008

Selene. Capítulo I.

CAPÍTULO I: LLEGADA DE NINGÚN SITIO A CIERTA PARTE.

El tren acababa de llegar a la estación, era un día lluvioso, nublado y frío. Unas pequeñas botas negras, salieron hacia el arcén, portando una pequeña maleta. A penas llevaba equipaje encima, se encaminó hacia la parada de taxis y tomó uno.


- ¿A dónde la llevo señorita? – Sonó una voz ronca y casi desinteresada.

- Al centro de la cuidad. – Contestó aquella mujer misteriosa.


Con el gran tráfico tardarían un poco en llegar, pero eso a ella le daba igual. No paraba de mirar aquel papel, con una dirección escrita y unas frases, que decían:


“Tu piso está a mediación de la calle peatonal, que atraviesa el centro de la ciudad. Ya lo he preparado todo, tu compañera te está esperando. Dale recuerdos de mi parte, que te vaya bien en tu nueva vida”

Besos, espero poder verte pronto.


- Ya hemos llegado, señorita, ¿la ayudo con la maleta? – Le dice el conductor.

- No gracias, ¿cuánto le debo? – Le responde la muchacha.

- Son 7 euros.

- Aquí tiene, gracias.

Estaba totalmente perdida, esa situación la irritaba, no le gustaba sentirse desvalida, a pesar de que siempre fue un pez fuera del agua.


Caminaba entre una gran multitud, la calle estaba llena de gente. Le era muy difícil mantener la mirada fija, en la placa donde ponía el nombre de las calles, llevar la maleta y mantener el paraguas. Cuando alguien chocó con ella, el golpe no fue muy fuerte, pero lo suficiente para hacerla caer al suelo mojado y resbaladizo.


- Lo siento, iba corriendo y no te vi. – Le dijo el muchacho.

- Es que no se puede ser más inútil. Con la de personas que hay en la calle, y has ido a tropezar conmigo. – Decía ella irritada sin levantar la cabeza.

- Ya te he dicho que lo siento, ¿te has hecho daño?

- No, simplemente me he mojado y aún no he encontrado la calle donde está mi piso. – Le contestó ella. - ¿Puedes decirme donde está esta calle?, mierda se me ha mojado el papel.

- No te preocupes, aún puede leerse. A ver. – Le decía mientras lo cogía para leerlo. – Esa calle es justo esta. – Le señaló con la mano la calle paralela.

Selene se levantó y se volvió a coger el paraguas, que estaba justo a la entrada del camino que debía tomar.

- Mierda, se ha roto. Por lo menos en este lugar no llueve mucho. – Pensó en voz baja mientras de adentraba hacia su destino.


- Oye dame las gracias por lo menos. – Le chilló el.

- ¿Esperas que te de las gracias por mojarme y romperme el paraguas? – le contestó.

- No, lo cierto es que pareces un besugo. – le contestó mientras ella se alejaba, cada vez más. – Por lo menos dime tu nombre. – Habló en voz alta, aunque parecía que ya no lo escuchaba.


- Selene. – Se escuchó a lo lejos, como un eco.

Casi no se distinguía su figura, mientras se perdía entre las sombras. Pero fue lo suficiente para que él se quedara mirándola. Quizás esperaba que se volviera, ver una sonrisa entre sus labios carmesí, desvelar el misterio de sus ojos verdes,…. Pero ese encanto se desvaneció, ya no le importaba haber tropezado con aquella extraña, ni siquiera se acordaba de la conversación, minutos antes. Aquella persona sólo había sido un instante perdido en su vida, como tantos otros.

“Selene”, pensó un instante antes de mirar el reloj. “Para variar, llego tarde. Por una vez que salgo con algo de tiempo”, pensó para sus adentros. Y retomó su marcha, rápida, idéntica a la que comenzó unos minutos antes, todo había pasado. En poco tiempo había llegado a la redacción.


- Llegas tarde. – Le dijo el director.

- ¿Y eso te parece extraño?. – Le contesta.

- La verdad es que no. – Responde Jose a su pregunta, mientras se encaminan al despacho.

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