ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




26 de mayo de 2008

Selene. Capítulo XV.

CAPÍTULO XV: LA RÉMORA SE VUELVE TIBURÓN.

Era ya casi la hora de comer, Selene apareció aquella mañana con una mochila más grande de lo normal. Como era costumbre, desde hace ya unas semanas, las “flower power”, como las llamaban Selene y sus amigas, no paraban de soltar provocaciones hacia ellas, a las cuales ninguna de ellas respondía con violencia, tan sólo las miraban con cara de pocos amigos y proseguían su camino, aunque en cierto corazón la venganza se estaba mascando, estaba ya harta de tanto insulto y la pena que les procesaba se había perdido de su interior hasta desaparecer por completo.

Lucía, Rebeca, Inma, Rocío, Virginia, Tina y Selene se dirigían al comedor de la facultad, les quedaba una jornada muy larga todavía, las prácticas de la tarde eran agotadoras, pero esenciales para poder pasar de curso. Se colocaron en un rincón alejado del barullo de personas, pidieron la comida y se dispusieron a charlar sobre cómo iban a afrontar la desgana que la inundaba para poder continuar, los parciales de junio estaban cerca y el calor no acompañaba.
No lejos de allí Cintia, Susana, Mimi y Sofía, el grupo de flower al completo no paraban de mirarlas.

- ¿Qué os parece si nos dividimos en grupos de dos para hacer cada uno un ejercicio distinto? – Comenta Virginia.

- ¡Buena idea!, así perderemos menos tiempos. – Contesta Selena mientras termina de tragarse un trozo de bocadillo.

- Después podemos pasar el trabajo por partes… ¿qué es esto? – Dice rebeca buscándose el ovni que ha caído en su regazo.

- Es un trozo de pan. – Dice Tina mirándolo fijamente.

- Y todavía tiene mayonesa ¡qué asco! – Añade Virginia.

- Jijijijijijij….. – Se escucha de fondo.

- Le voy a…. – Dice Inma muy enfadada levantando la mano con un trozo de servilleta grasienta en la mano, pero Selene corta la trayectoria del brazo. - ¿Qué haces? ¿no ves que se están riendo de nosotras?

- Tranquila, yo también estoy harta. – Mira el reloj. – Aún quedan dos horas y media, bien. – Mira a sus amigas. – Tina yo soy tu compañera el en laboratorio, me voy porque tengo un para de asuntillos que resolver. Nos vemos allí

- ¿No habrás quedado con Luis? – Dice Virginia.

- No, después os veo. – Y se va como alma que lleva el diablo.

Las flower power la han visto irse, se ríen entre ellas, creen que han conseguido que se vaya asustada. Así que se levantan y se dirigen al servicio, necesitan retocarse.

Mientras se dirigen al que se encuentra más retirado de toda la facultad, para arreglarse tranquilamente antes de entrara a clase, un ser completamente negro vuela a pocos centímetros del suelo y a pocos metros de distancia tras ellas, no se distingue facción ni detalle alguno, es como una sombra de ojos rojos.

- Oye, ¿pásame el brillo frambuesa?... – Dice Susana, una de las fashion. - ¡Ese no el de brillantina.

- Habéis visto la cara de la gótica – Dice Mimi, la autora del delito mientras se cepilla el pelo. - Seguro que se ha ido asustada.

- Lo cierto es que ya están un poco mosqueadas. – Dicer Cintia mientras se perfila los labios.

- ¿Por qué? ¡es divertido! - Dice Sofía.

Una oreja cargada de plata se coloca tras la puerta mientras escucha la conversación, su sonrisa deja entrever sus blancos dientes. Tiene algo es las manos que mueve rápidamente, estaba esperando una señal que le indicara que estaban confiadas dentro del aseo, y esa era la mejor. De pronto la puerta se abre suavemente, las pobres inocentes se callan al instante, se asoman al otro lado de la columna, pero no hay nadie. Miran por el resto de la habitación, ni tan siquiera una sombra, se miran unas a otras desconcertadas, piensan que sólo ha sido un ruido y continúan con su tarea. Otro movimiento de la puerta vuelve a escucharse, esta vez más fuerte que el anterior y seguido de un ruido de tacones, vuelven para mirar quién ha entrado en su santuario y otra vez lo mismo, siguen si ver a nadie en el habitáculo.

La locura colectiva las ataca, podrían ser fantasmas, piensan todas a la vez. Pero Cintia, la cabecilla del grupo vuelva a su rutina, saca un secador de viaje de su abultada mochila rosa y comienza a secarse el pelo, las demás la siguen. Un golpe fuerte se escucha tras la puerta y todo vuelve a quedar en silencio, notan como la puerta se abre poco a poco y vuelven a escuchar un ruido de tacones que caminan muy pausadamente. Se asoman tras el muro de espejos que da a la puerta de entrada, pero no hay nadie.

- ¿Me buscabais? – Dice una figura de pelo largo que agita dos botes de spray. – ¿Sabéis?, me encanta el negro, los pinchos y a vosotras también os va a gustar mucho demasiado, tanto que no os lo podréis quitar en mucho tiempo.

Su voz comienza a mutar conforme va expresando estas palabras, sus ojos se incendian y sus manos se vuelven largas y huesudas como las de una bruja de más de mil años. Las carcajadas comienzan a formarse mientras levita por el suelo acercándose a ellas. Las cuatro retroceden, muertas de miedo, hasta que van a dar a un callejón sin salida dentro del inodoro de minusválidos. Allí comienzan a escucharse gritos y alaridos descontroladamente, ruegos de perdón y algunas amenazas, todo aliñado con unas carcajadas maléficas que harían estremecerse al más valiente. El ruido de los sprays se acabó a los pocos minutos, entonces Selene sale por la puerta arreglándose los pantalones, mira de nuevo el reloj y se dirige al laboratorio.

- ¿Dónde has estado todo este rato? – Le pregunta Tina.

- Tenía que arreglar unos asuntos. – Responde Selene.

En ese instante aparecen las flower power pintadas de negro de los pies a la cabezas, e intentando cubrir sus ropas manchadas con las batas blancas. Pero es imposible que el resto de la clase las mire y se ría de ellas.

- ¡Mira¡ las flower power – Dice Selene en voz alta. - ¿Sabéis qué el negro es un color muy oscuro?

Entonces se echan a llorar, piden permiso al profesor para hacer la práctica otro día y se van mirando al suelo.

En ese momento, cuatro malas hierbas, creyéndose especiales porque eran las únicas que adornaban un campo de tulipanes, se dan cuenta que no son una especie rara, sino que no han dejado nunca crecer nada de provecho en la tierra que se les asignó.

- ¡Sélene! – Le grita una voz a la salida del laboratorio, la coge del brazo y ella se gira. - ¿Podrías decirme quién es el chico con el que te fuiste ayer?

- No. – Responde soltándose del brazo. – Ya te dejé marcadas mis uñas, ¿quieres más o te ha mandado tu amiguito?

- Sólo te digo un a cosa, que no te vuelva a ver con él. ¡Hazlo por su bien!

- Otro consejo. – Dice Selene. – No, mejor una advertencia, vuelves a meterte en mi vida, tú o Roberto y no respondo de mí.

- Sólo te digo que Roberto está muy enfadado.

- Y tú no, ¡qué se te ve el plumero!

Sergio se ríe la roba un beso a Selene, la mira fijamente, esta le da un bofetón. El amigo de Roberto se toca la cara.

- Tendrás noticias mías. – Intenta tocarle la cara, lo que Selene repele con el brazo. – Nos veremos muy pronto. – Y se marcha.

Por primera vez desde que comenzó todo el problema tiene miedo, no le gusta lo acaba de escuchar, sentir y mucho menos de averiguar. Como si no fuera poco el quitarse de en medio al sex simbol cada dos por tres, ahora tiene de nuevo al pez rémora que se alimentaba con los restos de su huésped.

Al mismo tiempo se siente furiosa, había subestimado a Sergio. Miraba cómo se alejaba con paso seguro hacia el interior del edificio, ni siquiera se tocaba la cara y el golpe había sido fuerte, estaba segura de haberle golpeado en el hueso. Cuando se encontraba a cierta distancia, su agresor vuelve la cabeza y le manda un beso con la mano, Selene se vuelve sin hacer caso y se dirige a casa de Luís, esa noche han quedado para cenar, y él le ha prometido una bonita sorpresa.

1 comentario:

sangreybesos dijo...

¡Coño, esa facultad está atestada de psicópatas!