ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




23 de marzo de 2008

Selene. Capítulo VII.

CAPÍTULO VII: EL PUB PUT.

Selene estaba bailando, en aquel escenario de madera negra y mohosa, agarrada a Virginia y a Tina, cuando Roberto y Sergio se acercaron a la mesa, donde se encontraba el resto del grupo.

- Hola Lucía, ¿qué hacéis aquí? – Dice Roberto muy amablemente.

- Hemos venido a divertirnos. – Responde ella con una sonrisa tonta.

- ¿Puedo sentarme a tu lado, guapa? – Vuelve a preguntar sin esperar respuesta, aunque por la cara de la chica, tampoco le hacía falta.

Pocos minutos después, las bailarinas a parecen para reclamar su sitio. La escena que se contempla es penosa, por lo menos para Selene. Roberto está liándose con Lucía, bajo la mirada atónita del resto y la sonrisa maliciosa de Sergio.

- ¿Celosa? – Le dice sin cambiar la expresión de su cara.

- Nada más lejos de la realidad. ¿Qué hacéis aquí? ¿llevo un GPS, o algo por el estilo, y no me he enterado? – Mientras echa la verborrea, se sienta enciende un cigarrillo y continúa con el interrogatorio. - ¿No había otro sitio donde ir?

- ¿Por qué eres tan simpática? – Le dice Tina.

- ¿Y vosotras tan tontas? – Le da una calada al pitillo y lo deja descansando en el cenicero, dejando ver su mano temblorosa, está incómoda. – Lucía, ¡acompáñame al servicio! – Coge a su amiga del brazo y la rapta, hacia el pasillo de entrada al inodoro. – Oye, lo primero, no estoy celosa; y lo segundo, ¡ándate con mucho ojo! Ya os he dicho que no es como pensáis Aunque tú puedes hacer lo que te de la gana.

- ¡Vale! – Responde alegremente y se va eufórica.

Selene necesita entrar al baño, antes de volver tiene que serenarse un poco, está demasiado mosqueada, y casi no puede contener sus nervios. Se echa agua en la nuca, respira hondo, se dice algo, así misma, en aquello que parece un espejo, estira los brazos y sale. Al abrir la puerta, se encuentra que Sergio, esta allí esperándola, se acerca a ella y la aprisiona contra la pared.

- No te pongas celosa, Roberto es así. Un día está con una, y otro con la siguiente. No te cueles por él, es un alma libre. – Le va diciendo, hasta que su cuerpo queda a pocos milímetros de la chica. – ¿Sabes?, yo soy mejor que él, y te lo voy a demostrar. – Mientras una mano le corta el paso, la otra comienza a acariciarle la cara a Selene.

Desde la otra punta del pasillo, alguien los observa, no sabe si interrumpir la escena o dejarlos, ha llegado demasiado tarde para saber lo que realmente pasa. Mira como la chica sonríe, le habla, le pone ojitos tiernos y acepta de buena gana sus besos cortos y repetidos. Es una típica escena de amor, pero algo le hace permanecer allí, inmóvil entre las sombras, la rigidez de la chica y los movimientos violentos de él, le dicen que no es una escena de pasión entre jóvenes.

Sergio esta cada vez más confiado, por lo deja que sus barreras cedan, poco a poco. Cuando sus defensas bajan lo suficiente, nota como una mano le agarra del cuello, clavándole las uñas en la carne, justo en la yugular. Ha sido un golpe limpio, de una sola vez, la chica, ha conseguido pegarlo a la pared contraria, esta vez el que no tiene salida es él. La dueña del brazo permanece como una estatua de piedra maciza, es imposible salir del abrazo de sus dedos. Sus ojos brillan en la oscuridad del pasillo, un destello blanco hace resaltar su furia, la luz tenue destaca sus facciones, y deja entre ver, una bonita media luna plateada, que lleva adornando su pequeña nariz.

Se puede apreciar un segundo movimiento, es limpio, como el primero, y muy rápido. La rodilla de la chica pega, donde todo macho guarda su virilidad, el golpe es seco y certero, ha dado justo en el centro, sin apenas desviación. Los ojos del chico sueltan lágrimas de dolor y, su grito, se ve ahogado por la música de la sala.

- Veo que Roberto no te ha contado la verdad. Ahora puede que te la imagines.

La mano opresora se abre, dejando caer a su víctima al suelo. Esta atónito, desorientado, dolorido e intenta asimilar lo que ha pasado, a penas hace unos segundos. Mira hacia la salida y ve como Selene se aleja, el ruido de sus tacones se vuelve como el de las trompetas de una cacería. El silencioso espectador ha desaparecido, nadie se ha percatado de su presencia. Se esfumó, antes de que la amazona pudiera verlo. Retiró su mirada morbosa antes del golpe final, no necesitaba ver cómo acababa la historia, por una vez, todo concluía, de una forma diferente a la acostumbrada, pero tampoco poseía mayor interés. En el interior de su mente, sentía pena por aquel infeliz.

- Me da la cuenta, ¿por favor? – Dice Selene, al camarero de la barra, mientras saca el monedero. – Han sido dos refrescos y tres cubatas.

Una figura pequeña, vestido con un chaleco de cuero, una cinta en la cabeza, calvo y dos rastas, en el cogote, se vuelve hacia ella. Tiene el pelo blanco, múltiples tatuajes y fuma un cigarrillo aliñado, una de sus uñas es considerablemente más largas que las demás. Está limpiando un vaso con un trapo mohoso.

- Te costará una cosa u otra, dependiendo lo que me respondas a una pregunta

- No hago obras de caridad, si es lo que estás pensando. ¿Cuánto?

- He visto lo que eres capaz de hacer. Tienes bastante fuerza física, a pesar de lo poca cosa que pareces, y tienes mal carácter. – Expresa mientras sigue limpiando el vaso. - A demás, me hace falta alguien que me ayude aquí. – Da una calada al porro, que guarda debajo de la barra. - ¡Te contrato!, los viernes y sábados de doce a seis de la mañana.

- No bailo y, mucho menos, hago striptease. – Apunta con el dedo a la barra del escenario. - No aguanto babosos y me voy a mi hora justa.

- De acuerdo. – Suelta el trapo y limpia sus manos, en la pernera del pantalón.

- ¿Salario?

- Una mierda, como el todo el mundo. Pero puedes beber e invitar al que quieras.

- Acepto.

- Entonces las copas son gratis. Te veo el viernes a las doce. – Pronuncia mientras se dan la mano. - Otra cosa, pago por noche, quizás vengas un día y veas que esto ya no está abierto.

- Nos vemos en unos días.

Se dirige a su mesa, Lucía y Roberto han desaparecido, todas cogen sus cosas y se van, prefieren continuar la noche en casa de Selene, allí estarán mucho más tranquilas.

- Oye, ¿habéis visto a Sergio? – Dice Inma – No ha vuelto a la mesa.

- Habrá encontrado plan, como Roberto. – Responde Rebeca.

- Es muy raro, se ha dejado su tabaco y la chaqueta. – Añade Tina.

- Quizás la chica, que ha encontrado, le ha causado estragos, y ha sido tan fuerte la impresión, que se ha olvidado del resto del mundo. – Dicen unos labios rojos carmesí, dibujando una sonrisa maliciosa.

1 comentario:

sangreybesos dijo...

"La chica que ha encontrado le ha causado estragos" ¡Ya te digo!
Muy bien el diálogo entre Selene y el barman. No me extraña que acepte el trabajo a cambio de bebida, ¿quién puede rechazar una oferta así?