ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




11 de marzo de 2008

Cómo espantar a la novia de mi hermano. Capítulos y 1/2

CAPÍTULO 3 Y ½: UNA VISITA INESPERADA.

Arual, vuelve a levantarse, de la misma forma enigmática, que hace uno minutos. Pero toma un desvío antes de llegar a su habitación, va hacia la cocina. Dentro de la misma se empiezan a escuchar ruidos extraños, entre ellos el cacareo de una gallina.

- Elisabeth, ¿a qué se dedican tus padres? – Le pregunta Charo.

- Bueno, mi madre es traductora y mi padre médico.

La conversación se ve interrumpida por el chirriante sonido del timbre. La madre de Iñaki se levanta y, por un momento, Elisabeth se relaja junto a su novio.

Una vez que abre la puerta, se encuentra dos hombres vestidos con traje de chaqueta, unos libros en la mano, una mochila a los hombros y unas placas, donde puede identificarse que son testigos de Jehová.

- Hola señora, tenemos un mensaje de dios - Dice uno de los discípulos.

En pocos segundos, aparecen unos dedos que recorren la puerta, desde el borde superior, hasta la mitad. Son de color blanco mortecino y uñas negras, algunos de ellos poseen pintas rojas, y se mueven como si caminaran independientemente. Los testigos se vuelven expectantes, parece que algo ha callado su verborrea.

De pronto, y sin más aviso, aparece la cabeza de Arual. Está llena de arañazos y moratones, el pelo despeinado y hacia atrás, junto con la mirada extraviada, hacen que, los dos extraños, den un pequeño salto hacia atrás.

- Hola bonita. – Las palabras casi no le salen – Hemos traído un mensaje de Dios, a ti y a tu familia.
- ¿Y de Satán no lo traéis? – dice la cabeza sin dejar ver el resto de su cuerpo.

- No – Responde entrecortadamente uno de ellos.

- Entonces puede mandarlo por e – mail. – Le responde Arual.

Los mensajeros divinos, están asustados, aún así intentan mantener la compostura. Quieren evitar que se les note su horror ante tal expresión, pero es casi imposible. A pesar de todo, a Charo, parece que se lo ha pasado por alto.

- Cariño, te he dicho que todo el mundo tiene derecho a la libertad de culto. No puedes ponerte tan nerviosa, esperando noticias de ese ser de color rojo, - Charo le acaricia la cabeza, de donde Arual expresa una sonrisa, - cada vez que alguien pegue a la puerta diciendo que trae un mensaje de otro mundo.

Por fin, Arual compadece de cuerpo completo ante la inesperada visita. Por supuesto esa ropa negra y rasgada, los crucifijos invertidos, y demás símbolos colgados de su cuello, los anillos gigantes y, en general, toda ella, causabas más terror de cuerpo entero que sólo su cabeza, aunque, ya de por sí les resultaba algo difícil de mirar.

- Anda, vete al salón y déjame seguir hablando con estos señores. A ver que quieren.

- Mamá yo sólo quería decirte una cosa. – Pone cara de niña buena, si eso es posible en ella, mientras se lleva los dedos a los labios y se encoje, un poco, hacia atrás, escondiendo su cara entre su enmarañado pelo. - ¿Qué hago con el gallo, espero que se pare o lo intento agarrar?

- ¿Donde está la cabeza del gallo? – Le pregunta su madre.

- Aquí mamá – Arual saca una cabeza de gallo negro, atada a una cuerda, de su delantal a rayas rojas discordantes.

- Mira que lo tenía escondido – Le dice Charo en forma de reprimenda – ¡Cómo te gustan los cuchillos! ¿No podías haberle cogido las patas, por lo menos, antes de cortarle el cuello con….. – Mira al interior de la cocina y ve unas tijeras de podar, ensangrentadas, encima de la mesa. – ¡Te he dicho que las tijeras de papá no son para eso! ¡Ya puedes ir a coger a ese bicho, que mi cocina es de color blanca! Lo va a poner todo perdido. – Señala con la mano la cocina, a lo que Arual reacciona y se dirige a ella corriendo. – Lo siento, ya saben como son los adolescentes. Como les de por una cosa…. no paran, hasta que se les olvida. – Los mira con una gran sonrisa. - ¿Qué me estaban comentando?

Al fondo, justo detrás de Charo, se puede observar cómo Arual coge las tijeras de podar, las abres y lame la sangre de sus bordes cortantes. Luego, mira hacia la puerta de la calle, mientras abre y cierra el instrumento de jardinería. Algo se remueve dentro de sus vísceras, que les hace retorcerse y temblar.

- No señora, disculpe por interrumpirle. – Dice uno de ellos.

- Si no es molestia ¿Quieren explicármelo en el salón?, ahora mismo estábamos tomando un café y pastas. – Les replica Charo.

- De verdad señora, aún tenemos que visitar muchas casas, vendremos otro día.

Mientras la niña se acerca hacia la puerta, su paso es firme, rápido y pesado. Se acerca cada vez más y más, pero Charo no quiere acabar la conversación. A forma de auxilio, uno de los dos jovencitos coge el pomo exterior de la puerta, y cierra rápidamente, dando un portazo. Charo se queda con la palabra en la boca, mira a su espalda y todo está en calma, el pollo muerto encima de la mesa, las tijeras de podar dentro del fregadero y Arual en su cuarto. Todo parece normal.

En el exterior del portal se escuchan pasos acelerados, seguidos de un estrepitosa caída, un silencio y el ruido de la puerta, de entrada al bloque.

- Es la primera vez que se van de esta manera. Bueno – Se dirige hacia su sitio en el sofá, toma la taza de café…. - Elisabeth, ¿qué me estabas contando?

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