ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




14 de octubre de 2010

LOS INGENIOS DE MAMÁ.

Recuerdo con mucho cariño mi época de niña, todas las perrerías que hacía y la afición por las marcas de mi hermano, un personaje que ha inspirado varios de mis cuentos publicados en este blog. Títulos como “Hay caldito” o “Cómo espantar a la novia de mi hermano”, fueron creados por mi mente en la cocina de la casa de mi madre mientras hablábamos ella, mi hermano y yo. Sin embargo, esta vez ha pasado de ser una de mis musas inspiratorias a uno de los protagonistas de las mismas.

Todo comienza hace ya mucho tiempo, me acuerdo que todavía estaba en el colegio, aunque él también (sólo nos llevamos 5 años de diferencia), por aquel entonces todo lo que nos preocupaba era el tener el dinero suficiente para comprar caramelos, conseguir ese muñeco que tanto nos gustaba o que los deberes estuvieran hechos para el día siguiente.

Era casi navidad, recuerdo muy bien los dibujos horteras de colgados por el colegio y la decoración chillona que adornaba las ventanas de las clases. Aquel día el niño vino con un dibujo sobre viajes, entre sus múltiples diseños había una maleta, dentro de la misma un jamón de pata negra, el cual, aseguraba por activa y por pasiva que él lo comía todos los días en su casa, aunque la realidad era muy diferente.

Lo cierto es que mi madre, cuando quiere, tiene mucho ingenio y aquel año lo tuvo, tanto que la historia todavía es sinónimo de broma en mi familia, y algún que otro individuo la ha llevado a cabo para hacerse el importante, al escucharla.

Ese año mi padre compró un jamón en un supermercado, no muy bueno pero tampoco muy malo. Contaba con unos 7 u 8 kilos de peso y era bastante grande, lo que pasó fue que mi madre, tras poner el artículo de alimentación, en el carro de la compra, fue directamente a la sección de mercería donde adquirió un limpiador de zapatos de color negro. Todo podría parecer normal hasta ese momento, sólo era un producto más en la lista de la compra, lo curioso era que no quería esta última adquisición para lustrar sus tacones nuevos, eran para el jamón.

Cuando llegó a casa, pintó toda la piel exterior del mismo, dura y correosa, de un gran grosor e incomible con él, también le dio a la pezuña. Muy observador por su parte, ya que estos artículos de lujo, por decirlo de alguna forma, tienen esta parte de su anatomía de este color y sabía que nos daríamos cuenta de ello si no lo hacía, nos había enseñado demasiado bien lo que era una cosa y lo que era otra.

- ¡Un jamón de pata negra! – dijo aquel niño loco por probar uno cuando lo vio colocado en la mesa de la cocina.

- Tú no querías uno – dijo mi padre mientras cortaba una loncha finamente -. Pues aquí lo tienes.

El niño probó la carne curada y dijo que era lo mejor que había probado nunca, lo cierto es que era igual que los otros, pero la mente juega esas pasadas.

Eso son las artimañas de una madre para conformar a un hijo y hubiera quedado en una anécdota, si ciertos individuos ya mayores no hubieran caído en la trampa.

- ¡Está buenísimo! – decía aquel invitado insoportable que venía a mi casa de vez en cuando -. ¡Es el mejor que he probado!... Y eso que yo entiendo de jamones.

Aunque también entendía de whiskys y el chiva de 18 años, relleno con una bebida similar comprada en el supermercado y de una marca que sólo conocen en su casa a la hora de comer, también le supo a gloria. Y eso que lo tomaba sólo con hielo.

Pero es que mi madre estaba harta de que viniera alardeando de que era un entendido en ciertas materias que no le importaban a nadie.

Mi hermano se enteró años después que ese jamón no era tal, más concretamente cuando probó uno que si era de pata negra, pero aquella persona todavía, a día de hoy, recuerda lo bueno que estaba y el alcohol que bebió después por cortesía de mi padre.

2 comentarios:

sangreybesos dijo...

Bueno, el emperador creía que iba vestido..

Silderia dijo...

A lo mejor iba vestido, pero no como él pensaba. El caso es querer crear las cosas.