ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




30 de mayo de 2008

ESTO PASA PORQUE NO TENGO HUEVOS.

Estoy muy orgullosa de lo que soy y he conseguido ser, y no pienso cambiarlo. A lo largo de toda nuestras infancia y adolescencia cada uno forja una personalidad que se produce por un moldeamiento del carácter propio e innato que todos tenemos, ¿cuántas veces nos han dicho? Tienes los mismos cojones que cuando eras chica, eso le pasa desde pequeño… o algunas de estas similares o no. El caso es descubrir que desde que naciste algunos rasgos fundamentales de tu carácter ya estaban allí, éramos demasiado pequeños para aprenderlos, por lo tanto nacimos con ellos. Después, conforme el tiempo pasa y nos vamos viciando con la sociedad que no rodea este se va formando.

Tras esto puedo decir que ciertos tipos de caracteres, aún siguen siendo bien mejor que los tenga un hombre pero no una mujer, y no son sólo aquellos hombres arcaicos o aquellas mujeres de edad sometidas a un régimen llevado por machos de la especie homo sapiens sapiens. Son personas del propio siglo XXI, aquellas que son jóvenes que un día formarán su familia o están en trámites de montarlas. Es impresionante ver esto pero el machismo puro de lo políticamente correcto en un hombre y en una mujer sigue muy enredado en las mentes de las generaciones actuales.

Bien, yo admito que soy mujer pero no soy ni machista ni feminista y que tengo un gran carácter, este puede dejar asombrado a cualquiera ya que pocas veces me achanto, digo todo lo que pienso y me importa un pimiento lo que pueda o no ser políticamente correcto. Esto viene de tiempos inmemoriales cuando mi madre me enseño que había que tener unos ovarios de acero para manejarse en un mundo donde todos intentan tomarte por tonta; lo hombres son unos aprovechados y la liberación sexual se tomó por libertinaje donde cada uno podía tomar del monte lo que le daba la gana aprovechándose de los y las inocentes que pudieran cruzarse por el camino. En realidad esto siempre ha existidos, pero no podemos ignorar que sigue siendo una realidad presente donde todos tomamos partido en ello.
Quizás la culpa es mia, por no seguir la norma. Y aes demasiado tarde para cambiar ahora.
Me mantendré firme en mis convicciones, reforzaré mis posiciones

Debido a mi educación quizás, porque no me he dejado contaminar por estereotipos o no sé por qué otras cosas pueden ser. A lo largo de mi vida me he cruzado con hombres y mujeres que se creen capaces de decidir sobre cómo debo ser, y no os penséis que sucede cuando me conocen mucho, al segundo o tercer día de tratarme ya me lo dicen y si ese día me enfado peor. Las frases que me sueltan son las siguientes: Es que tú tienes una forma de ser muy especial, a ver quién te aguanta con ese carácter, es que tú tienes un carácter muy fuerte, tienes una personalidad demasiado agarrada, sería mejor que cambiaras un poco los humos…. Todas dedicadas a mi forma de ser y de comportarme, y digo yo, y esto va dirigido a todos vosotros ¿por qué no os miráis un poco dentro de vosotros mismos a ver qué encontráis? ¿Quiénes sois vosotros para decirme esto? ¿alguno de vosotros me conoce realmente? ¿tu carácter si es un buen ejemplo a seguir para mí? Recuerda que sigo siendo una extraña que una vez, por las circunstancias que sean, se ha cruzado en tu vida y ¿ya le tienes miedo?
Yo soy así,
así seguiré,
¡nunca cambiaré!

Seguro que si se cruza en vuestro camino un hombre que dice la verdad a la cara, que pasa completamente de lo que piensa la gente, que le importa un pito cuadrarse delante de una autoridad porque no tiene nada que esconder, que se enfrenta a las cosas de cara, que no le importan los cotilleos de los demás y mucho menos los comenta y que, por si fuera poco, es una persona sociable pero no empático o abierta con la gente. Nadie le diría nada, tendría a las mujeres en cola, porque es un maravillo partido y sabe lo que quiere. ¡Tiene futuro! Como diría mi madre.

Pero si en vez de ciento cincuenta gramos de chorizo tiene dos kilos de melones ya ha cambiado la cosa. Una mujer debe ser más calmadita, una mujer debe mantener la compostura, una mujer nunca dice esas cosas, una mujer, una mujer, una mujer,…. Siempre se empiezan por esas dos mismas palabritas, y como son unos amargados y unas afligidas de pacotilla que desean hacer lo mismo que yo, se ven en el deber moral de recordarme lo que tengo que ser.

Esto ha provocado grandes controversias en mi entorno inmediato, las mujeres sobre todo intentan recordarme que he de ser sumisa y calladita, y los hombres ligeramente se apartan de mí porque no saben cómo llevar la situación y mucho menos dominar mis contestaciones. Sólo aquellas personas de mentalidad parecida a la mía se unen a mi y pasamos unos buenos ratos juntos, nos reímos, no tenemos que cuidar el lenguaje y mucho menos nos planteamos temas profundos o cotilleos superficiales. Ellos saben que soy de una determinada forma y me acepta con soy igual que yo a ellos, me guste o no algunas determinadas facetas de su interior.

Una señorita como yo no está bien vista, después queremos igualdad. Machistas, todas y todos unos machistas, decís que hay que ser de una determinada forma, pensar de una determinada forma, buscáis igualdad, pero a la hora de encontraros con una persona así intentáis desmontarla de la peor manera posible.
La gente me señala, me apunta con el dedo, susurra a mis espaldas y a mí me importa un bledo.
¡Qué mas me da si soy distinta a ellos!

Lo que más me gusta es la cara que ponen algunas personas cuando me dicen cómo es mi carácter y acto seguido les digo:

- Si, ya lo sé, no hace falta que tú me lo digas. Conozco perfectamente cómo soy y no pienso cambiar.

- ¿No? – me preguntan todos mirándome con cara extrañada.

Si llego a ser un hombre esto no hubiera pasado ¡seguro!, quizás por ello las personas que me quieren son las que me piden que nunca cambie.
Prefiero declarar la superioridad de las mujeres antes de admitir que son iguales

28 de mayo de 2008

Piercing. Capítulo IX.

DÉCIMO DÍA: “LA ODISEA”

Esta tarde Manuel pasa de hacerse el remolón, siempre ha llegado tarde s sus citas con su novia, pero hoy una bulla especial le recorre el cuerpo, ha acabado el tiempo de abstinencia.

Por fin, ha decidido afeitarse y arreglarse sabe que hoy puede ser el gran día. Se fondo en la radio se escucha una canción muy movida. Saca su mejor camisa del armario, la plancha, lustra los zapatos, busca unos pantalones limpios, se asea convenientemente y se dirige corriendo al portal donde seguro que Susana le estará esperando.

La sorpresa no puede ser más grande, a pocos metros de la casa de su novia ve como un hombre de mediana altura, fuerte y de su misma edad está esperando junto a Susana a que él llegue.

- ¿Nos vamos? – le dice Manuel a su novia.

- Creo que no – le contesta Susana. – Yo me voy pero no contigo.

- ¿No entiendo lo que me estás diciendo? – le dice su novio atónito

- Es fácil, durante este tiempo no has parado de dar por saco, no has sido capaz de esperar pacientemente y ni tan siquiera te has arreglado para venir a verme, porque sabías que no ibas a pillar, y lo peor de todo es que fue un capricho tuyo. – Le explica Susana. – Puedes pensar lo que quieras, pero he conocido a otra persona.

- No puedes hacerme esto. – Responde atónito.

- Pues no lo parece, lo siento pero estaba esperando a que vinieras para decírtelo. No quiero volver a verte, y este no ha sido el único motivo.

- Pero si otro como yo no vas a encontrar. – Dice Manuel intentando no desmoronarse.

- Eso seguro, y como no quiero encontrar otro como tu es más no quiero a nadie más como tú. Sabes que los motivos son varios y éstos últimos días han sido los definitivos, si tu no aguantas yo no estoy dispuesta a pasártelo. Hasta siempre.


En ese momento su acompañante hace una llamada, un coche se acerca en pocos segundos, en su interior están las amigas de Susana, el chico besa a una de ellas y se van lejos de allí.

Solo una pregunta queda en el aire ¿quién estrenará ese piercing? Si era un antojo de Manuel, pero no era la primera vez que lo intentaba, en mucho tiempo había intentado tornear a Susana a su antojo, pero no se había dado cuenta que esta se estaba escabullendo de sus manos como un pez.

26 de mayo de 2008

Selene. Capítulo XV.

CAPÍTULO XV: LA RÉMORA SE VUELVE TIBURÓN.

Era ya casi la hora de comer, Selene apareció aquella mañana con una mochila más grande de lo normal. Como era costumbre, desde hace ya unas semanas, las “flower power”, como las llamaban Selene y sus amigas, no paraban de soltar provocaciones hacia ellas, a las cuales ninguna de ellas respondía con violencia, tan sólo las miraban con cara de pocos amigos y proseguían su camino, aunque en cierto corazón la venganza se estaba mascando, estaba ya harta de tanto insulto y la pena que les procesaba se había perdido de su interior hasta desaparecer por completo.

Lucía, Rebeca, Inma, Rocío, Virginia, Tina y Selene se dirigían al comedor de la facultad, les quedaba una jornada muy larga todavía, las prácticas de la tarde eran agotadoras, pero esenciales para poder pasar de curso. Se colocaron en un rincón alejado del barullo de personas, pidieron la comida y se dispusieron a charlar sobre cómo iban a afrontar la desgana que la inundaba para poder continuar, los parciales de junio estaban cerca y el calor no acompañaba.
No lejos de allí Cintia, Susana, Mimi y Sofía, el grupo de flower al completo no paraban de mirarlas.

- ¿Qué os parece si nos dividimos en grupos de dos para hacer cada uno un ejercicio distinto? – Comenta Virginia.

- ¡Buena idea!, así perderemos menos tiempos. – Contesta Selena mientras termina de tragarse un trozo de bocadillo.

- Después podemos pasar el trabajo por partes… ¿qué es esto? – Dice rebeca buscándose el ovni que ha caído en su regazo.

- Es un trozo de pan. – Dice Tina mirándolo fijamente.

- Y todavía tiene mayonesa ¡qué asco! – Añade Virginia.

- Jijijijijijij….. – Se escucha de fondo.

- Le voy a…. – Dice Inma muy enfadada levantando la mano con un trozo de servilleta grasienta en la mano, pero Selene corta la trayectoria del brazo. - ¿Qué haces? ¿no ves que se están riendo de nosotras?

- Tranquila, yo también estoy harta. – Mira el reloj. – Aún quedan dos horas y media, bien. – Mira a sus amigas. – Tina yo soy tu compañera el en laboratorio, me voy porque tengo un para de asuntillos que resolver. Nos vemos allí

- ¿No habrás quedado con Luis? – Dice Virginia.

- No, después os veo. – Y se va como alma que lleva el diablo.

Las flower power la han visto irse, se ríen entre ellas, creen que han conseguido que se vaya asustada. Así que se levantan y se dirigen al servicio, necesitan retocarse.

Mientras se dirigen al que se encuentra más retirado de toda la facultad, para arreglarse tranquilamente antes de entrara a clase, un ser completamente negro vuela a pocos centímetros del suelo y a pocos metros de distancia tras ellas, no se distingue facción ni detalle alguno, es como una sombra de ojos rojos.

- Oye, ¿pásame el brillo frambuesa?... – Dice Susana, una de las fashion. - ¡Ese no el de brillantina.

- Habéis visto la cara de la gótica – Dice Mimi, la autora del delito mientras se cepilla el pelo. - Seguro que se ha ido asustada.

- Lo cierto es que ya están un poco mosqueadas. – Dicer Cintia mientras se perfila los labios.

- ¿Por qué? ¡es divertido! - Dice Sofía.

Una oreja cargada de plata se coloca tras la puerta mientras escucha la conversación, su sonrisa deja entrever sus blancos dientes. Tiene algo es las manos que mueve rápidamente, estaba esperando una señal que le indicara que estaban confiadas dentro del aseo, y esa era la mejor. De pronto la puerta se abre suavemente, las pobres inocentes se callan al instante, se asoman al otro lado de la columna, pero no hay nadie. Miran por el resto de la habitación, ni tan siquiera una sombra, se miran unas a otras desconcertadas, piensan que sólo ha sido un ruido y continúan con su tarea. Otro movimiento de la puerta vuelve a escucharse, esta vez más fuerte que el anterior y seguido de un ruido de tacones, vuelven para mirar quién ha entrado en su santuario y otra vez lo mismo, siguen si ver a nadie en el habitáculo.

La locura colectiva las ataca, podrían ser fantasmas, piensan todas a la vez. Pero Cintia, la cabecilla del grupo vuelva a su rutina, saca un secador de viaje de su abultada mochila rosa y comienza a secarse el pelo, las demás la siguen. Un golpe fuerte se escucha tras la puerta y todo vuelve a quedar en silencio, notan como la puerta se abre poco a poco y vuelven a escuchar un ruido de tacones que caminan muy pausadamente. Se asoman tras el muro de espejos que da a la puerta de entrada, pero no hay nadie.

- ¿Me buscabais? – Dice una figura de pelo largo que agita dos botes de spray. – ¿Sabéis?, me encanta el negro, los pinchos y a vosotras también os va a gustar mucho demasiado, tanto que no os lo podréis quitar en mucho tiempo.

Su voz comienza a mutar conforme va expresando estas palabras, sus ojos se incendian y sus manos se vuelven largas y huesudas como las de una bruja de más de mil años. Las carcajadas comienzan a formarse mientras levita por el suelo acercándose a ellas. Las cuatro retroceden, muertas de miedo, hasta que van a dar a un callejón sin salida dentro del inodoro de minusválidos. Allí comienzan a escucharse gritos y alaridos descontroladamente, ruegos de perdón y algunas amenazas, todo aliñado con unas carcajadas maléficas que harían estremecerse al más valiente. El ruido de los sprays se acabó a los pocos minutos, entonces Selene sale por la puerta arreglándose los pantalones, mira de nuevo el reloj y se dirige al laboratorio.

- ¿Dónde has estado todo este rato? – Le pregunta Tina.

- Tenía que arreglar unos asuntos. – Responde Selene.

En ese instante aparecen las flower power pintadas de negro de los pies a la cabezas, e intentando cubrir sus ropas manchadas con las batas blancas. Pero es imposible que el resto de la clase las mire y se ría de ellas.

- ¡Mira¡ las flower power – Dice Selene en voz alta. - ¿Sabéis qué el negro es un color muy oscuro?

Entonces se echan a llorar, piden permiso al profesor para hacer la práctica otro día y se van mirando al suelo.

En ese momento, cuatro malas hierbas, creyéndose especiales porque eran las únicas que adornaban un campo de tulipanes, se dan cuenta que no son una especie rara, sino que no han dejado nunca crecer nada de provecho en la tierra que se les asignó.

- ¡Sélene! – Le grita una voz a la salida del laboratorio, la coge del brazo y ella se gira. - ¿Podrías decirme quién es el chico con el que te fuiste ayer?

- No. – Responde soltándose del brazo. – Ya te dejé marcadas mis uñas, ¿quieres más o te ha mandado tu amiguito?

- Sólo te digo un a cosa, que no te vuelva a ver con él. ¡Hazlo por su bien!

- Otro consejo. – Dice Selene. – No, mejor una advertencia, vuelves a meterte en mi vida, tú o Roberto y no respondo de mí.

- Sólo te digo que Roberto está muy enfadado.

- Y tú no, ¡qué se te ve el plumero!

Sergio se ríe la roba un beso a Selene, la mira fijamente, esta le da un bofetón. El amigo de Roberto se toca la cara.

- Tendrás noticias mías. – Intenta tocarle la cara, lo que Selene repele con el brazo. – Nos veremos muy pronto. – Y se marcha.

Por primera vez desde que comenzó todo el problema tiene miedo, no le gusta lo acaba de escuchar, sentir y mucho menos de averiguar. Como si no fuera poco el quitarse de en medio al sex simbol cada dos por tres, ahora tiene de nuevo al pez rémora que se alimentaba con los restos de su huésped.

Al mismo tiempo se siente furiosa, había subestimado a Sergio. Miraba cómo se alejaba con paso seguro hacia el interior del edificio, ni siquiera se tocaba la cara y el golpe había sido fuerte, estaba segura de haberle golpeado en el hueso. Cuando se encontraba a cierta distancia, su agresor vuelve la cabeza y le manda un beso con la mano, Selene se vuelve sin hacer caso y se dirige a casa de Luís, esa noche han quedado para cenar, y él le ha prometido una bonita sorpresa.

21 de mayo de 2008

Piercing. Capítulo VIII

NOVENO DÍA: “YA SOLO QUEDAN 24 HORAS”

Manuel aprovecha el día en que Susana trabaja hasta muy tarde para tomarse el día libre con los amigos. Están sentados en un bar tomando unas cervezas.

El afligido novio se ve demacrado, sus ropas están arrugadas, sus barbas cuentan ya con varios días y su ánimo no es el mejor de todos. Tras unas cuantas copas, los ánimos suben y comienza una incómoda conversación.

- Manuel, ¿te va bien con la estrecha de Susana? – le dice su amigo Jose.

- Mejor de lo que te piensas. – le responde tras dar un sorbo a la botella rubia. – Y de estrecha no tiene nada. – acaba las insinuaciones de su amigo con retintín. – Lo que pasa es que es muy suya.

- Pues no tienes muy buena cara hoy. – Le dice su amigo. – Parece que no estás muy contentos estos días.

- Será porque llevo una semana horrible. – le contesta mirándolo fijamente. – De todas formas no tengo ningún problema con Susana.

- ¿No será por qué Susanita te tiene a pan y agua? – Decide inferir su amigo Mario sin retirar la mirada de la pantalla del bar. – Seguro que no te deja ni le mires el escote.

- Eso no es cierto. – Salta de repente. – A demás, ¿a ti que te importa? – levanta la mano en forma de desdén. – Ya te gustaría a ti ver tanto a tu novia como yo a la mía.

- ¡Eso no te lo crees ni tu macho! Pero mira que pintas llevas. Y ese humor. Si tienes cara de perro – le dice Juanjo.

- Cuando una mujer te tiene así, es porque no te quiere – le contesta Jose.

- Eso es verdad, porque los hombres jóvenes tenemos nuestras necesidades – dice Mario.

- Como animales que somos, ya que no podemos negar nuestros instintos – continúa Juanjo.

- Y ese es uno de nuestros instintos, y el que más problemas psicológicos nos causa – termina la frase Jose.

- Bueno, puede ser que lleve algún tiempo sin tocar a Susana, pero eso es porque no se ha dado la oportunidad no porque no hayamos querido. Es más, ¿tú cuanto tiempo hace que no estás con una mujer Mario? – dice Manuel.

- Pues menos del que tú te crees – le contesta.

- Si desde noche vieja y de eso hace ya unos meses – le dice Jose a modo de burla.

- Anda que tú que la única que conoces es la de los postres porque ninguna se te acerca – le replica Mario.

- Claro, porque lo único que ha cogido en su vida fue a su vecina del quinto y porque esa noche ella tenía una cogorza del copón y de eso hace ya dos años – contesta Juanjo.

- Bueno, por lo menos me alegra de saber que todo sois unos desesperados y que el único que liga, de los cuatro aquí presentes, soy yo – contesta Manuel continuando la broma.

- No te vayas a creer Manuel – dice Juanjo – te olvidas de mi, que yo estoy con la insuperable Anita.

- Y con la idiota de Inés y con el pendón de Rosario y con Regina la estúpida…, y un largo etc, de tías – le contesta Manuel.

- Oye, dejar la conversación para otro día que comienza el partido.

20 de mayo de 2008

CONOCÉIS EL DE ESTE QUE VA DICE…..

Habéis escuchado alguna vez un chiste sobre algo que nunca pensasteis que podía pasaros y un día sin más pasa, pues bien yo soy una de esas personas que ciertas cosas completamente ridículas y surrealistas que son imposibles que pasen, les pasan un día como otro cualquiera.

Puede que penséis que me lo he inventado o que simplemente mi imaginación voló demasiado aquel día, lo cierto es que pasó tal y como lo voy a contar.

Una tarde como otra cualquiera estaba en mi casa, y el teléfono sonó:

- ¿Bonitaaaa…..? – Decía una voz familiar al teléfono.

- Dime. – Respondí yo reconociéndolo.

- ¿Está tu padre? – Se hizo el silencio.

- No, ha salido con mi madre a dar un paseo.

- Bueno, pues dame el número de teléfono de tu casa para apuntarlo en la agenda.

No podía creer lo que estaba escuchando, miré para todos los lados, pero conociendo a mi tío lo más improbable se hace completamente normal. Me estaba llamando desde el teléfono de su casa a la mía, para pedirme el número de teléfono, el cual había marcado él mismo. De fondo se escuchaba a mi abuela, por lo menos ella si estaba cuerda regañándolo por la tontería que acababa de hacer.

Seguro que os suena el chiste del que pudo haber inspirado este relato, pero por desgracia ni siquiera lo conocía por aquella época. Seguro que el que lo inventó tenía un familiar tan ridículo como este, pero es que mi familia es para escribir un libro, ninguna de ellos se libra y este menos todavía.

19 de mayo de 2008

Selene. Capítulo XIV.

CAPÍTULO XIV: DE GRANITO EN GRANITO SE FORMÓ UNA MONTAÑA.

- ¡Selene! – Ella da un salto y miran a su amiga. - ¿Qué te pasa?

- No, nada, ¿por qué? – Responde intentando disimular.

- Estás como ida, tienes una sonrisa permanente en la cara, Roberto está mirándote desde hace rato y ni siquiera le has hecho un mal gesto, es más te ha importado poco que te observe. – Le explica Tina.

- ¡Ya se cansará de vigilarme! – Responde. – Ahora no estoy para tonterías.

- Si como si tuvieras mucho en qué pensar. – Le dice Lucía. - ¿Qué os parece si nos largamos de aquí? Han abierto una tetería nueva en la zona ¿os apetece?

- Si, a ver si espabilamos a esta. – Añade Rebeca dándole un toque a Selene en el hombro.

- ¿Qué? ¡ah, sí!, me parece bien. – Responde volviendo de su trance y cogiendo apresuradamente la mochila.

- ¿Te pasa algo? Eso no es muy normal en ti.

- Mira el grupo de raritas juntas. – Dice una voz desagradable cerca de ellas.

- No me pasa nada, pero algo me dice que tengo una cuenta pendiente con las flower power esas. – Responde Selene apagando el cigarro en el cenicero sin mirar a ninguna ni volver la cara. - ¡Oye, flower power! ¿Tienes algún problema?

- Yo no te he dicho nada. – Responde Cintia, una de las más vivaracha. – Si tú te das por aludida no es mi problema. – Continua con desprecio.

Selene se levanta de forma pausada pero rígida de su asiento en la cafetería, mira al resto de amigas, las cuales ponen cara de circunstancias, se temen lo peor. Aunque Selene no está para muchas movidas últimamente, su mente vuela hacia otros planetas.

- Desde luego que me he cruzado con gente en la vida, pero ¡cómo vosotras ninguna! – Les dice una vez está de frente a ellas.

- ¿De verdad? – Responde una inocente.

- Si, más tontas, inmaduras, gilipollas, metomentodo, insulsas, superficiales y criticonas como vosotras ninguna. ¡Felicidades!, habéis superado mis expectativas, sabía que erais tontas, pero deficientes mentales no. Me habéis sorprendido, de verdad, en hora buena. – Dice sarcásticamente. – Sois tan sumamente infantiles que un niño de tres años dice menos tonterías que vosotras en una hora, y eso ya es difícil. La única diferencia que ellos tienen gracia y vosotras lo tenéis ya todo muy negro.

- ¿Y tú quién te crees que eres, una diva? – Dice Susana, la power número dos.

- Simplemente os advierto, el negro me flipa, es mi color favorito, no me hagáis tomar medidas drásticas, hoy tengo un buen día. – Se dirige a Cintia. – No lo jodas, es mejor dejarlo todo como está.- Selene se da la vuelta, saca un cigarrillo del paquete que lleva en la mano y coge a su grupo de amigas que se van a pasar la tarde a otra parte.

- Son muy listas estas tontas. – Dice Virginia.

- ¡Parece mentira que hayan llegado a la facultad! – Expresa muy mosqueada Rebeca.

- Tranquilas. – Intenta bajar los humos Selene. – No merece la pena, no ves que sólo saben hablar de una cosa.

- ¿De qué? – Pregunta tina.

- De si éstos zapatos pegan con la última tira del traje de manga que me he comprado nuevo en el rastro. – Añade Inma.

Todas comienzan a reírse a carcajadas bajo la mirada atenta de Roberto y Sergio y, como no, del grupo de las flower power que no salen de su asombro. Se dirigen hacia el nuevo establecimiento. A mitad del camino todas están mucho más calmadas, saben que Selene, a pesar de su templanza no lo va a dejar pasar por alto y que, aunque su mente ahora recuerde algún hecho pasado, aún ignorado por ellas, la venganza se mascará pronto por su parte.

Al cabo de un rato de charla entre los tés y la cachimba, suena el móvil de Selene.

- Si, ¡ah, hola! – Responde con una gran sonrisa en la cara, mientras continúa su charla.

- ¿Quién es? – Dice Inma gesticulando.

- Ni idea, pero tiene que ser alguien muy querido. – Mira a su amiga. – ¿No ves la cara que está poniendo?

- Vale, de acuerdo. En media hora estoy en la puerta. – Selene cuelga el teléfono, sonríe medio ida y toma un sorbo de su taza.

- ¿Quién era? ¡Eh! – Intenta averiguar Lucía.

- ¡Venga!, ¡contesta! – Dice Tina.

- Mira, si se te ha puesto cara de tonta. – La señala Virginia con el dedo, mientras Selene se ruboriza.

- Es un chico con el que cené este fin de semana. – Responde por fin a sus plegarias. – Me ha llamado porque quiere verme, hemos quedado dentro de media hora en la puerta de la facultad.

- Pues venga, corre que se te hace tarde. – Dice Rebeca.

Selene coge sus cosas y se va casi sin despedirse mientras se escucha al unísono “suerte”. Se mira al espejo de la entrada del local, se retoca los labios y sale como alma que lleva el diablo hacia la puerta de la facultad. Cuando llega Luis aún no ha llegado, pero Roberto y Sergio salen por la puerta de la misma y la ven, se dirigen hacia ella. La chica aún no se ha dado cuenta de lo que suceda a su alrededor, pero cuando Roberto va a llamarla en voz alta esta sale corriendo muy contenta.

De un coche verde sale un chico que la recibe con un abrazo, le toca la cara y la besa, le dice algo que ella afirma con la cabeza, se mete dentro del coche y se aleja junto a él. Se ve como ella sonríe sin cesar tras la ventanilla, cómo él le toca la cara para dirigirla hacia sus labios sin tener ningún tipo de rechazo. Esto ha puesto a Roberto enfurecido y provoca en su amigo Sergio una repulsión aún mayor. No pueden hacer nada, simplemente se miran los dos y se dirigen en un acuerdo silencioso hacia las motos, esta vez se les ha escapado, no hay tiempo para seguirla con las motos.

- ¿Quién será ese mequetrefe? – Dice Roberto.

- Pues su novio, ¿es que no lo has visto? La besaba con bastante….

- Si, no hace falta que termines la frase, me las va a pagar, Selene es mía.

- ¿Por qué no te olvidas ya de ella? Cada vez que intentas algo te deja peor.

- Este viernes nos vemos en el pub Put, no te olvides.

15 de mayo de 2008

38, 36, 42, 44,….. ESTO ES UN LÍO, LA PRÓXIMA VEZ ME PONGO UN SACO.

El universo gira siempre de la misma forma, así ha sido desde los inicios de los tiempos y siempre lo será. Al igual que esta forma tan fácil de describir cómo son las cosas son las respuestas que tienen las grandes incógnitas de nuestra vida, sino preguntarle a un niño. Él sin tan siquiera titubear un solo instante te responderá a tu gran incógnita dándote la respuesta más simple al problema.

En esta sociedad llena de apariencias dicen que nada es lo que parece, muchas veces el término se equivoca, en cambio otras acierta de pleno. Pero no en cuestión de las apariencias del resto de individuos que te rodean o que un día llegarás a cruzarte, quizás todos los días o simplemente por unos instantes, los suficientes para fijarte en él, sacar alguna conclusión de él por sus formas y olvidarte casi con la misma rapidez que lo viste. No te lo volverás a cruzar en la vida.


Eso no pasa en los probadores, aquellos lugares escondidos de tres paredes, un espejo, un banco, algunos percheros y una cortina que evita a las miradas indiscretas ver tu ropa interior. Ellos son los mayores mentirosos del mundo, bajo esas luces te ves más grasienta, porque el calor que desprenden te hace sudar tanto cuando te quitas la ropa, que al probarte la prenda elegida cuesta trabajo metértela.

Otro de los problemas principales es que los espejos no son rectos como deberían, en mis múltiples visitas a los probadores de diversas tiendas he podido comprobar que poseen una forma levemente cóncava o convexa, dependiendo del establecimiento ya que, casualidades de la vida, las pertenecientes a la misma empresa poseen los espejos igual de mal colocados y curvados de la misma postura. Lo he comprobado.

También tenemos el problema de las tallas donde una cuarenta y dos no es tal, sino que las etiquetas se han cambiado al gusto del diseñador, ya que “como no se le puede decir a un pintor de qué colores pintar su obra a él tampoco se le puede decir cómo hacer las tallas” (palabras casi exactas de los diseñadores de moda hace ya unos años). Pues bien nadie se lo dice y resulta que la cuarenta y dos de toda la vida, se ha encogido hasta llegar a un tamaño tan ridículo que puede ponérselo mi prima de diez años, y le queda justito. Por supuesto las partes de arriba tampoco concuerdan, o te quedan muy justas o te quedan muy grandes, el caso es que no te quede.

Todo esto, unido al auge de nuestras modelos por la tele ha expandido consigo una gran plaga, la anorexia y la bulimia, aquellas niñas y niños inocentes, cabezas huecas y banales que desean ser guapos. La enfermedad de los santos ha pasado a ser la plaga de los adolescentes del siglo XXI. Las reuniones proana y promia crecen dentro de las webs, en ellas dan miles de trucos y formas de saltarse los análisis de sangre, controlar el hambre y evitar comer a toda costa, entre otros muchos consejos.

Y todo para caber en un maldito pantalón que me hace un cuerpo de una niña de seis años, ¡así sólo puedo gustarle a un pederasta!, pero no a un hombre. Después se busca un amor sincero y eterno. Esa es otra los hombres van por el mismo camino, ¡aquí no se libra ni el tato! El auténtico macho de pelo en pecho se ha vuelto como el lince ibérico, raro de ver. Pero los musculitos de gimnasio con camisetas dos tallas menos que la suya, marcando hasta la cara de la moneda que llevan en el bolsillo y, sobre todo en esta época, con pantalones cortos justo por debajo de los glúteos, los hay por doquier. Chicos sin pensamiento, que pierden todo el día en el gimnasio y que a la hora de la verdad no rinden, porque cada dos horas tiene que salir a comer pollo con arroz.

Pero ese no era el tema, lo que quiero deciros es que en el caso de las tiendas las apariencias si engañan, pero tampoco es oro todo lo que reluce. Antes me sentía mal cuando iba a una tienda y me probaba mi supuesta talla y me quedaba justa, por supuesto no decía nada cuando en breves ocasiones me quedaba grande.

Me miraba al espejo y me veía gorda, a pesar que el peso me marcaba mi peso ideal, por lo menos los que yo considero ideal ya que siempre estoy en sobre peso. Los brillos de la cara ese día me resaltaban más de lo normal con la luz amarilla, el espejo era convexo (lo comprobé semanas después) y por supuesto nada de lo que llevaba me quedaba bien.

Aquel día estaba en el terrorífico probador con unos pantalones, que por cierto me quedaban horriblemente mal dentro y fuera del probador, creo que por eso no me los compré. El caso es que eran de mi talla, pero me quedaban muy justos hasta el punto que me hacía barriga, por aquél entonces no tenía. La luz del probador hacía inaguantable la situación y una bonita jornada de compras se había vuelto una tortura. En ese momento en el probador de al lado una niña de apenas unos cinco años estaba con su madre:

- ¡Mamáaaaaaa! ………..- Chillaba. - ¿Podemos irnos ya?

- Espera cariño que mamá tiene que coger un pantalón más grandes que este no le queda bien. – Baja la voz – Es que mami se ha puesto gorda y no le cabe.

- Mami no está gorda es que está mal echo. – Responde - ¿Vamos?

Si señores, es que estaba mal echo. A esa misma conclusión llegué cuando en mi casa me puse a medir los contornos de camisas, camisetas y pantalones y no concordaban los centímetros según su talla. Por supuesto la niña tenía razón, si no le quedaba bien es que estaba mal echo y a mi también me valía.

Desde ahora no me preocupo por no caber en las tallas, es más ni las miro tan siquiera. Las cojo y las comparo a ojo con el ancho que veo cada mañana en los de mi armario (esto lo hago con toda la ropa) después compruebo la talla y….. ¡Bingo! Una cuarenta y cuatro de una tienda y es la cuarenta y dos de otra y la treintaiocho es la cuarenta en otra. Por lo tanto no se cual es mi talla, aunque ahora tampoco me importa, ellos no van a dominar en mi peso y mucho menos influirán en lo que pueda pensar de mi apariencia, a mi me encanta.

Así que ya sabéis, cuando entréis en un probado y no te quede bien la ropa, pensar con la cabeza, miraros dos veces, comprobar los centímetros y la frase mágica “si no me queda bien es que está mal echo”, sobre todo no olvidéis decírsela a la cotilla del probador que te pregunta: ¿qué tal? o a la vecina que os habéis cruzado en la tienda y que mira atentamente qué estas cogiendo. A demás no vais a decir ninguna barbaridad “es que el corte no te convence”, ¿por qué? Porque un listo no sabe usar la cinta métrica y prefiere ver una prenda pequeña con una etiqueta grande, porque ¡eso! es arte y nadie le puede decir cómo ha de crear.

En eso estoy muy de acuerdo, yo no le voy a guiar ni a sugerir cómo tiene que hacer las cosas, pero él tampoco me va decir a mí lo que se lleva este año y tengo que ponerme la temporada que viene, en qué tallas tengo que caber, los colores que predominarán y mucho menos si estoy gorda o no porque esa talla se ha quedado obsoleta. ¡Quizás el arcaico eres tú! Y cómo el arte es un mundo de ilusiones la moda también lo es. Por esta regla de tras soy consumidora habitual de arte. Así que tengo todo el derecho del mundo a criticarlo, para eso pongo el dinero.

14 de mayo de 2008

Piercing. Capítulo VII.

OCTAVO DÍA: “EL MÓVIL”

Susana y Manuel van con el coche por una carretera auxiliar hasta llegar a un inhóspito campo alejado de la civilización, se quedan escuchando un poco de música y mirando la noche a través del cristal delantero ,cuando el novio de Susana le comenta algo:

- Susana, cariño – le dice.

- Que es lo que quieres Manuel - le contesta Susana.

- He pensado que como tú no puedes hacer nada hasta dentro de un par de días que podrías ayudarme a desahogarme, pero solo un poquito – le dice Manuel a modo de petición.

- Pero……….., ¡tú estás loco! Yo no puedo hacer nada, ya te lo dijo el ATS, que hasta dentro de diez días nada de sexo que puedes hacerme daño – le contesta ella.

- Había pensado que podríamos arreglarnos con tu boca y con mi móvil – de dice en un intento de convencerla.

- ¿Con el móvil? – le dice ella extrañada. – A ver, con lo de mi boca comprendo perfectamente lo que quieres que haga, pero lo ¿del móvil?, no entiendo donde quieres llegar.

- Si mira es muy fácil – le contesta Manuel mientras coge el móvil ubicado en un hueco del salpicadero del coche.

- Tú me haces eso que tan bien sabes hacer con tu boquita y yo mientras te pongo el móvil entre las piernas, y te llamo con el otro para que vibre y así nos lo pasamos los dos bien. ¿Qué te parece la idea?

- Me parece que tú estas perdiendo la cordura y que estás un poco desesperado – le dice Susana un poco enfadada – Es más, tampoco llevas tanto tiempo solo unos días.

- Si llamas unos días a cerca de 20 sin hacer nada, pues si – le replica Manuel - A demás, mira la pantalla del móvil.

- Qué quieres que mire de la pantalla - Le contesta Susana con un tono un de medio convencimiento.

- Tiene distintas opciones de vibrador – le muestra la pantalla – está que vibra de más flojo a más fuerte y vuelve otra vez a empezar, la del mosquito que es una vibración continua, la del OVNI que cambia constantemente y la del tren que da subidas y bajadas muy rápidas.

- Ah, que interesante ¿no? – le contesta con voz desinteresada – Y a esto se dedican los que fabrican los móviles, a poner distintos tipos de vibración. Será porque han tenido el mismo problema que tú tienes ahora ¿no?

- Anda no seas mala, vamos a probar y si no funciona lo dejo de verdad – le ruega su novio.

- Venga vaaaaaaaaaaale – le dice ella en un tono poco convencida – Me quedo con el mosquito que la vibración es constante.

Manuel le pone el móvil entre las piernas a Susana y coge el otro, la mira y ve la cara de poco ánimo de Susana y le dice:

- No pongas esa cara que ¡verás como te divierte¡

- Cada vez pienso que estás mas obsesionado con esto – le contesta – anda llama a ver que pasa que lo mismo cambio de opinión.

Manuel comienza a llamar desde uno de los móviles al que tiene su novia entre las piernas. E este comienza a vibrar a la misma vez que comienza a sonar el ruido de un gato que procede desde el aparato.

- Qué – le dice Manuel mientras observa su reacción – a que funciona.

- Funciona igual que el coche de los picapiedra cuando metes la llave en el contacto e intentas escuchar el rugido del motor. – le dice mientras observa la cara de su novio – Vamos a dejarlo Manuel, esto no funciona, es más, ¿qué te cuesta esperar un par de días más?, no te vas a morir por ello, vamos pienso yo.

- Cómo se nota que no te atrae nada la idea que te he ofrecido – le contesta desilusionado.

- La idea de que me hiciera el pendiente fue tuya, así que ahora a aguantar como los buenos. – se hace el silencio entre la pareja. Manuel arranca el coche.

El coche, conducido por Manuel, lleva a Susana hasta su portal. Ella sale del coche le da las buenas noches y se despiden hasta el día siguiente:

- Hasta mañana cariño, llámame mañana.

Susana le lanza un beso y se adentra en el portal de su bloque dejando a su desesperado novio un poco enfadado porque su idea no ha dado resultado.

12 de mayo de 2008

Selene. Capítulo XIII.

CAPÍTULO XIII: TEQUILA, CANELA Y NARANJA

El pub Put seguía su velada nocturna, eran ya casi las seis de la mañana cuando Selene no perdía de vista la puerta de entrada. Aquel trozo de madera sin picaporte y curtida con trozos de cinta de embalaje por múltiples lados, no se movía ni por la reacción del viento de la calle. Estaba inquieta y un poco triste en su interior, su corazón se aceleraba con cada minuto que pasaba y su turno estaba a punto de terminar.

- ¡Ya puedes irte! – Dice una voz familiar detrás de ella.

- Pero si sólo son las cuatro, me faltan aún dos horas para salir – Responde.

- Al jefe no se le replica. – Le dice mientras le coloca el dinero en la palma de la mano. – Tu turno acabó, te doy el resto de la noche libre, no te preocupes podré arreglármelas solo. – Le da la espalda a la chica. – Siempre lo he hecho, mañana a la misma hora, se puntual. – Desaparece tras la barra con una media sonrisa, dejando a la chica sola.

Selene coge sus cosas de su “taquilla” y se larga, está a punto de salir cuando la puerta se mueve, alguien va ha entrar en breve, pero no es Luis, sólo una panda de borrachos que desean unas cervezas. Sale se dirige hacia la puerta mientras una lágrima furtiva roza su mejilla, abre aquel trozo de madera y sin mirar atrás va directa hacia su casa.

- ¿Dónde vas? Aún faltan un par de horas para las seis y yo no aparezco hasta las cinco y media.

Al volverse está Luís, la estaba esperando acurrucado en la esquina el pub, la mira sonriendo y le tiende la mano.

- ¿Te apetece acabar la noche conmigo? – La chica toma su mano.

- ¿Dónde vamos? – Contesta secándose una lágrima furtiva en su mejilla.

- Sólo ven conmigo, te invito a tomar algo lejos de aquí.

Selene dio una sonrisa y caminó junto a él hasta su coche. Luis se dirigió al asiento del copiloto, le abrió la puerta y la ayudó a sentarse en su interior, después se situó en el lugar del conductor y se introdujeron en la negra noche hacia el horizonte. Su camino sólo estaba iluminado por la luz de una gran luna llena y la de unos faros que guiaban su camino por una carretera, esta se abría como un gran río negro rayada de peces blancos que los guiaban por un camino incierto hacia algún lugar lejano.

Tras los cristales mugrientos del pub Fepico los miraba sonriendo, en ese momento alguien entró con mucho disimulo, miraba a todos lados ya que no deseaba que nadie lo reconociera esa noche.

- Ya se han ido, has llegado justo a tiempo. – Le dice el viejo sin retirar la mirada.

- Menos mal, no quería joderle la sorpresa a Luis.

- Ponte a fregar los vasos y ponte una cerveza a mi salud.

Pasados unos minutos, ya lejos de los ruidos de la gran ciudad no se veía ningún coche, Selene echó su asiento un poco hacia atrás y Luís, percatándose de que su acompañante estaba lo suficiente cómoda permitió que el techo de su coche abriera una ventana hacia las estrellas. Él sonreía, le veía feliz a través del espejo interior y ella no paraba de sonreír y mirarlo. Estaba fascinada, no sabía dónde la llevaba aquel medio extraño que puntualmente venía todos los fines de semana a verla. Lo cierto era que no le importaba, estaba muy cómoda a su lado y estaba segura que lo seguiría hasta el fin del mundo si él se lo pidiera.

- ¿Tienes hambre?

- Un poco, lo cierto es que casi no he cenado, hoy llegaba un poco tarde. – Le dice suavemente y con tono dulce. - ¿Pero dónde vamos a cenar? Aquí solo hay campo.

- ¿Crees en la magia?

- Puede.

- Pues mira delante de ti.

Tomaron un desvío hacia una carretera secundaria, el camino se volvió turbio, lleno de baches y el paisaje era cada vez más bonito, Selene dejó que el olor de las flores nocturnas la embriagara, el follaje era cada vez más espeso y pronto llegaron a un pequeño claro. Allí entre las sombras había un pequeño tronco cortado hacia donde Luís la guió.

- Espera aquí, no te muevas. – Le dice sentándola en la hierba fresca. – Tengo una sorpresa, no es mucho pero espero que te guste. – Se dirige al maletero del coche y saca comida preparada de un restaurante. – Espero que te guste la comida americana.

- ¿Americana? – Responde ella mirándolo.

- Si, hamburguesa. – Dice mientras se acerca, se siente a su vera y coloca en el tronco los envoltorios con la comida, en el centro de los anillos pone una pequeña linterna con forma de vela. – Que aproveche.

La velada fue muy agradable, Selene estaba disfrutando mucho.

- Espero que te guste. – Decía mientras tomaba un sorbo de su cerveza.

- ¡Y todo esto! ¿a qué viene?

- No se me ocurría una manera mejor de verte a solas, así que aquí estamos. – Selene sonrió. – Tienes una sonrisa preciosa, no sé por qué no lo haces más a menudo. – La chica baja un poco la cabeza y se ruboriza. – Espero que no estés incómoda.

- No, no de verdad.

Miles de hadas luminosas pasaron a su alrededor bailando sus danzas de bienvenida a la mañana. Mientras, los dos enamorados sonreían tomándose una pequeña botella de vino semicaliente, pero les daba igual. La temperatura, el lugar, la conversación y la compañía eran idóneas para Selene, por primera vez en mucho tiempo estaba feliz por estar con un chico, algo en su interior le decía que no era un Roberto y que podía confiar en él. Su corazón le mandaba los mismos mensajes, por lo que encontró paz en su fuero interno y se dejó llevar por el momento.

Al contrario de lo que se podía esperar, Luis no intentó nada. Rozaba su mano con nerviosismo e intentaba acercarse a sus labios, pero los ojos penetrantes de Selene le echaban hacia atrás, no quería incomodarla y mucho menos que pensara que la había llevado allí para hacer el amor solamente. De lejos deseaba acariciar cada rincón de su cuerpo, tocar su cara, recorrer su pelo, rozar sus carnosos labios y decirle todo lo que se le pudiera pasar por la cabeza en aquel momento. En vez de ello, habló con ella toda la noche, dejó que los grillos tocaran sus perpetuos violines y que las ranas entonaran serenatas de amor. Deseaba tanto recorrer los pocos centímetros que lo separaban de su boca que realizó un esfuerzo casi sobrehumano para hacerlo.

Selene estaba cómoda, muy relajada, por una vez podía ser ella. Oteaba el horizonte y a la vez lo miraba a él, estaba confusa ya que lo veía un poco perturbado nervioso y no sabía que era lo que deseaba, a pesar de todo decidió no hacer nada. No quería que pensara cosas equivocadas de ella, ni mucho menos que diera pie a algo para lo que aún no estaba preparada ha hacer con un extraño, aún tendría que esforzarse un poco más para ello, pero su corazón se lo había ganado. De entre los muchos corredores por su corazón, este había entrado casi al final del recorrido tomando un atajo y se había hecho con el título, pero eso aún ella lo ignoraba completamente.

- Selene, se hace ya un poco tarde, ¿estás cansada?

- Dirás un poco temprano, si aunque no tengo muchas ganas de volver. – Se incorporan los dos a la vez. – De todas formas tendríamos que volver necesito dormir un poco.

- ¡Vamos!

Tiempo después estaban de nuevo en la ciudad, el ruido y la polución delataban su situación a lo lejos. Luis aparcó el coche y la acompañó hasta el portal.

- Me ha gustado mucho la cena de esta noche. Nadie se había tomado tantas molestias por mí. – Le comenta mientras busca las llaves en el bolso.

- No ha sido nada de verdad, sólo quería darte una sorpresa. - Selene abre el portal y se dispone a entrar. - ¿De verdad qué te ha gustado?

- Me ha encantado en serio. Bueno, ¿vendrás esta noche?

- Como todas las noches. – Selene entra al portal y justo antes de cerrar. - ¡Selene!

Ella se vuelve antes de que la puerta se cierre, deja que la puerta caiga a su espalda y antes de mediar una sola palabra Luis la besa. Le recorre la cintura con su brazo y con el otro agarra su cabeza y acaricia su pelo. En ese instante un rayo de sol los ilumina de repente, rodeándolos en una elipse y los eleva en el aire, el calor los devora, sus labios se resisten a separarse en una ola de pasión. Sus corazones se paran por unos instantes para volver a ponerse en marcha justo a la misma vez, los dos cuerpos se funden en uno solo durante segundos, minutos, horas,… Eso nadie lo supo, tampoco importaba por fin dos almas solitarias han vuelto a encontrarse tras siglos de búsqueda.

Después todo vuelve a quedar en calma, los dos amantes deciden separarse, sus pies tocan tierra y un agradable olor a café recién hecho riega las calles. Los nuevos enamorados se miran sonrientes.

- ¿Te apetece desayunar? – Luis le tiende la mano y vuelve a besarla mientras ella la toma. – Conozco un sitio muy bonito.

6 de mayo de 2008

Motivos ajenos

Por ciertos motivos ajenos a mi, siento comunicar que durante esta semana no habrá ninguna publicación nueva en el blog, por lo que Selene, Piercing y cualquier otro artículo, relato, cuento u otros documentos que publico normalmente en el blog, serán retrasados hasta la semana que viene.


Nos vemos.

1 de mayo de 2008

Piercing. Capítulo VI.

SEXTO DÍA: “EN EL CINE”

Manuel y Susana están en la entrada de la sala de cine, suben por las escaleras y cuando van a incorporarse en sus asientos:

- Ah – dice Susana al sentarse.

- ¿Qué te pasa? – le pregunta Manuel.

- No, nada, nada, estoy bien – le contesta Susana rápidamente.

Nunca pensé qué esto podría pasarme a mi, piensa Susana mientras va visionando los anuncios de la película.

La película está un poco avanzada cuando Susana hace un movimiento con las piernas y: “uy, qué bien, no sabía que el pendiente daba este tipo de placer, solo. ¡A partir de ahora cuando no quiera atender a algo sólo tengo que sentarme y disfrutar sola!”, piensa mientras una risa le recorre el rostro de oreja a oreja.

La novia de Manuel, parece inquieta, se mueve mucho en el asiento y busca varias posturas mientras piensa: “a ver de esta forma, no; y si muevo las piernas así, ssssiiiiiiiii. Así está mejor, lo malo que no voy a poder disimularlo durante mucho tiempo, tengo que aprender a poner cara de poker si quiero disfrutar de esto en otros momentos. Menos mal que todo está oscuro y nadie puede verme”. O por lo meno, eso es lo que pensaba ella, ya que Manuel se ha percatado de que se está moviendo mucho y de su extraño movimiento de piernas ya que lo hace de una forma, un tanto sospechosa, ya que eso no lo había hecho nunca antes.

- ¿Estas bien?, ¿te duele?, ¿quieres que nos vallamos? – le dice Manuel al oído.

- No, que vá si estoy bien, solo que me ha costado trabajo coger la postura en éstos asientos tan incómodos eso es todo – le dice Susana a modo de excusa.

“Dios mío, la película es malísima, pero por una vez en la vida, ¡no quiero que acabe. ¡Qué bien me lo estoy pasando¡, y ¡cómo estoy disfrutando, anda que si lo llego a saber antes……….”.

Al rato Manuel vuelve a preguntar a su novia, el movimiento sospechoso de piernas no ha terminado aún, y ya lleva así casi toda la película.

- Cariño, ¿estas bien?, ¿te gusta la película? – le vuelve a decir su novio.

- Estoy mejor que nunca – le contesta Susana – ah, y la película es malísima, pero yo me lo estoy pasando pipa.

En ese momento Manuel cae en la cuente de lo que pasa: “¡si será asquerosa¡, está disfrutando con el pendiente y yo aquí, matándome a pajas y sin poder disfrutar de un cuerpo carnal, ¡cómo me gustaría cogerla ahora¡”. Manuel no puede evitar mirar a Susana mientras unas gotas de sudor le caen por la frente. “No ahora no te vayas a levantar – piensa mientras mira su entrepierna durante unos segundos -, tengo que concentrarme en otra cosa para que esto no pase. ¡Ya lo sé¡, me pondré a pensar en el campo, pero entre la tía medio desnuda de la película, lo buena que está, las ganas que tengo de coger a mi novia y mirando lo bien que se lo está pasando, voy a estallar”.

Al terminar la película salen los dos por la puerta y Manuel, aún andaba con el pensamiento calenturiento que le rondaba la cabeza.

- ¿Te ha gustado la peli, cariño? – le dice Susana a Manuel.

- Si – le contesta tímidamente.

- Porque yo me lo he pasado estupendamente – le dice Susana.

Manuel no sabe a dónde mirar y decide no hablar.