ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




2 de diciembre de 2009

NAVIDAD.

Volvemos a empezar

Es tiempo de navidad, un tiempo para festejar, hacer buenas acciones, recordar a los que no están, celebrar lo bueno y desear buenos propósitos.

He visto cosas hipócritas, pero la cantidad de memeces que se dicen en este tiempo, supera con creces, las que se pueden pronunciar de forma esporádica el resto del año. ¿Por qué? Por que, al igual que otro tipo de fiestas, todo el mundo se acuerda de sacar lo bueno (si es que algunos lo tienen) en esta época del año. Ciertas personas lo hacen hacia mediados de mes, otras simplemente el día antes. Pero es que sino lo reyes magos no te traerán regalos.

Las calles se llenan de luces chillonas y bombillas, los centros comerciales abren todos los días de la semana, la comida se vuelve demasiado abundante y cara, pero no importa, todo se pasa. La gente se dispone a gastarse dinerales impensables con tal de traer abundancia a su casa: la mejor chacina, los mejores jamones, el marisco (no importa que nos sepas como se pela una pata de cangrejo, pero ahí está, en la mesa, dispuesto a hacer las delicias), la comida se vuelve no menos que extraña. Y es que todos intentan poner lo mejor en sus mesas, da igual que no sepas ni como se guisa, de qué forma se sirve, queda bonito y listo, o, mejor dicho, queda fino, de alta alcurnia. El caso es aparentar y desesperarse, exacto, llegar hasta el límite de la paciencia, porque, aunque la gente que venga a tu casa sea familia y haya confianza, los nervios se ponen de punta, quieres que todo salga perfecto, cuidar hasta el último detalle y aquella vajilla de antaño, la de los tiempos de tu abuela, vuelve a ver las luz tras un año entero de encierro entre cajas y puertas de aquel mueble donde se guarda la cubertería bonita y los manteles hechos a mano por alguien del que ya no recuerdas ni su cara. Deprimente no menos.

Festejamos un nacimiento.

Por supuesto todo tiene su fiesta religiosa, aquella de la que jamás nos acordamos en celebrar los domingos, en las que comemos carne los viernes de pascua y no practicamos ni la tolerancia y mucho menos la solidaridad y el respeto a los demás. Pero en estas fechas todo es diferente, ¡es navidad! Suena como si todo se perdonara, como si lo que hubieras hecho o dejado de hacer dejara de tener sentido los meses anteriores. Es como una obligación olvidar los rencores pasados con tal de quedar bien en la foto de familia.

Ja, familia, qué bonita palabra cuando tiene significado ¿verdad? Lo cierto es que, en algunos momentos de tu vida, este gran significante carece completamente de sentido. Aunque es bonito volverse a reunir, a que si. Teniendo en cuenta que no haces nada por verlos en todo el año, que ni siquiera recibes noticias suyas y que, mucho menos, te has esforzado por saber de ellos, es como el reencuentro con extraños. Sobre todo si vives en la misma ciudad. Porque tu verdadera familia se reúne periódicamente, te llaman para ver cómo te va la vida, te ayudan cuando te hace falta, no te reprochan, hacen que te sientas a gusto y, aunque lleves tiempo sin visitarlos, sabes que van a estar ahí en cualquier instante. ¿De qué hablo? Por supuesto tanto de la línea consanguínea como de los amigos, aquellos que se vuelven parte de tu vida, que consideras hermanos, que no van a fallarte, a menos que les vaya la vida en ello y, aún así, cuando no pueden acudir a tu llamada se sienten mal por ello.

El materialismo se sirve en la mesa.

Y nunca mejor dicho, las banalidades de una fiesta (porque este es uno de los significados de la navidad, fiesta) en la que se celebra el solsticio de invierno, han pasado a ser no más que decadentes. El consumismo desmesurado, la pedida de créditos para sufragar gastos, el pagar a plazos lo adquirido y, lo más deprimente, devolver tras la navidad los turrones sobrantes para recuperar el dinero (esto lo he visto yo.)

Ahora las jugueterías hacen sus delicias, pero las de los padres, no lleguéis a pensar en esto los niños tienen nada que ver. Algo más lejos que regalarte aquel spiderman que tanto anhelabas o la cocinita que echa agua por el grifo, un padre dice que no a ciertos entretenimientos porque me van a poner la casa perdida, porque va a poner muchos trastos por el salón o simplemente por el motivo de que a ellos nos les gusta (como si al niño le importara todo eso.)

Sin embargo, los videojuegos están a la orden del día, no importa el que estén recomendados para la edad del chico o de la chica, que le coma la cabeza con cosas absurdas (ayer estuve probando un juego que se llamaba mi boda perfecta, deprimente, creerme. Ciertamente, para algunas mujeres este es el sueño de su vida, puedo afirmarlo de primera mano.) Lo importante de la maquinita es que no estorba, el niño está calladito, no pone trastos por medio y me deja tranquilo o tranquila durante un rato (lo que yo digo, pues no haberlos traído o edúcalos, que no cuesta tanto.)

De todas formas, esto tiene su parte buena.
Es verdad, no me gustan estas fechas, me echo a temblar cada vez que llega el uno de diciembre, y lo odio, ciertamente. Pero estos recuerdos permanecerán en mi toda la vida, el poder cocinar con mi madre horas y horas, la cocinera preferida de la familia por excelencia, para tener lista la comida de noche buena y la de fin de año. El ver como mis primos pequeños (tengo hasta recién nacidos) van creciendo año tras año y notar como todos nos reímos juntos, me hace ver esto desde una perspectiva menos mala, por lo menos lo tomo como otra reunión familiar, de las cientos que se hacen al año (aunque esto lo hago 10 minutos antes de que comiencen los turrones.)

Lo único que me deprime más es el saber que ciertas personas podrían no estar el año que viene, y no precisamente porque vayan a celebrar las fiestas con otras personas, eso me trae sin cuidado, sino nos vemos para la cena de las vísperas, nos encontramos para la sopita caliente de la fiesta, la cosa es templar el estómago, acabar con las sobras y dejar que la indigestión pase.
Bueno, os dejo con vuestros preparativos, el pensar el regalo adecuado para cada uno, el consumismo y los calentamientos de cabeza, que me sienta muy mal diciembre, aunque este año creo que será un poco más leve.

6 comentarios:

sangreybesos dijo...

¿Qué se puede decir de unas fiestas que hasta los más beatos celebran emborrachándose? Bah, si al final somos todos unos paganos sin remedio...

Silderia dijo...

Si no tiene más vueltas, la cosa es celebrar algo. Lo que sea

Druida de noche dijo...

La fiesta es religiosamente pagana. Como todas las fiestas. Solo hay que saber disfrutarla (y ahi los paganos sabemos mas que los religiosos... o quien sabe?)

besos lejanos
Druida

Silderia dijo...

Por lo menos los paganos disfrutamos más sin pensar en otras cosas ajenas a nuestro divertimento.

Me alegra volver a leerte por aqui druida.

Besos

Edu dijo...

Yo celebro el Solsticio de invierno, mas porque me alegro que la luz, regrese poco a poco a llenar la tarde de nuevo. El consumismo desbocado, pervierte, lo que podria ser una fiesta de amistad.
Un Saludo

Silderia dijo...

Yo hago lo mismo que tú, y odio el consumismo evitando perder lo que podría ser una agradable velada celebran que estamos todos junos, aunque eso llega a ser un poco difícil.

Besos