ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




11 de agosto de 2008

Selene. Capítulo XXI.

CAPÍTULO XXI: PAN RECLAMA SU SIRINGA.

Todo estaba tranquilo, los avatares amorosos habían concluido, ambos amantes se encontraban acostados en la habitación de Selene. Ella mantenía la cabeza apoyada sobre el pecho de su enamorado; miles de esbeltas bailarinas danzaban acariciando los pelos de su pecho, eran como cisnes en sus danzas nupciales mientras un varonil corazón marcaba el ritmo de su compás.


- Selene. – Dice una voz juguetona procedente de su amante abatido.

- Si quieres más me parece que lo vamos a dejar para otro momento. Estoy rendida. – Le responde ella entre ensoñaciones.

- Tengo hambre. – Continúa Luis. - ¿Qué hora puede ser?

- No lo se, pero no tengo ganas de averiguarlo. – Se acurruca aún más junto a él mientras dice. – Estoy demasiado a gusto para moverme.

Se hace el silencio, ambos permanecen como figuras animadas por un corazón que no cesa de latir. Con los ojos cerrados, él recorre lentamente el pelo azabache de su amada mientras, unas uñas esculpidas serpentean por su torso; ambos sientes el cosquilleo interno de unas caricias, tanto que el caer de una lágrima por la piel, se convertía en una sensación dolorosa a su lado. Tal vez permanecieron así minutos, quizás horas, lo cierto es que sería imposible recordarlo. Los colores del atardecer descomponiéndose tras reflejarse en miles de circonitas talladas libremente, el calor procedente de ambos cuerpos y un embriagador olor a flores y fruta fresca, creaban una sensación casi hipnótica. Aquel sitio era como una pequeña salida atemporal de la realidad que se forjaba minuto a minuto, a penas a unos escasos metros tras la puerta. El padre tiempo detuvo el reloj para ambos, evitando que ningún ruido interrumpiera a los dos amantes.


Una mano furtiva se atrevió a romper aquel halo de se seguridad y la falsa sensación de eternidad, pequeños golpes en la vieja madera que protegía a los dos amantes de un mundo duro y cruel, les hicieron despertar de su trance.


- Siiiii…. – Dijo ella con desgana sin moverse de su postura. Su tono era pesado, desganado, todavía no quería despertar de su encantamiento.

- Selene, ha venido alguien a verte. – Le dice su compañera de piso.

- No estoy. – Responde ella moviendo la cabeza para dirigirle una mirada burlona a Luis. – Estoy mala.

- Creo que deberías salir. – Insiste Yu.

- Pues yo creo que no. – Le responde ella sentándose en la cama para encender un cigarrillo. – Dile que te deje el mensaje que ahora mismo estoy fuera de cobertura. – Dice mirando a su novio con cara de guasa.

- Veo que sigues como siempre. – Se atreve a decir una voz masculina al otro lado de la puerta. - ¿Qué ha sido esta vez? Papá no te ha dejado montar a Pequeño o sólo estás en tus días.

Los ojos de Selene se abren como dos lunas llenas, reconoce esa voz. Habría deseado olvidarla a lo largo de su estancia en la ciudad, pero su inconsciente la ha grabado en su memoria. En los meses que lleva lejos de casa, fue lo primero que deseo dejar atrás, en su paraíso impuesto. A pesar de ello los viejos recuerdos y las deudas sin saldar vuelven a resurgir como los fantasmeas de un pasado infeliz.


- ¿Quién es ese gilipollas? – Le susurra Luis. - ¿De dónde ha sacado esa manera de hablar? ¿Del libro como caer como el culo a la primera?


Pero su amada no le contesta, se levanta de un salto y busca en su armario un pijama de raso negro de tirantas con unos pantalones largos. Se los pone y decide dirigirse la puerta.


- ¡Ah, no! – Le dice Luis en voz alta. – ¡Tú no sales de aquí así de sexy! – Le sonríe y la vuelve a besar mientras la sujeta fuertemente por la cintura.


Muy poco importa que el impaciente visitante esté al otro lado de la puerta. Los juegos amatorios vuelven a comenzar entre risas y caricias. Entre tanto, un hombre fornido, de metro ochenta, de tez morena y ataviado con una indumentaria a medida, comienza a enfadarse. Yu lo mira y le dedica una media sonrisa. Escruta hasta el último rincón de aquel intruso, no le trae buenos presagios. Aún así sus dos perlas negras se salpican con pequeñas gotas de curiosidad delatadas por los reflejos de sus pupilas.


- Está con un hombre ¿verdad? – Dice el visitante. – ¿Cuánto tiempo llevan ahí?

- No lo sé. – Responde ella. – Pero cuando llegué ya estaba la puerta cerrada. – Le dice ella muy seriamente. – Eso fue hace dos días. - Vuelve a sonreír.

Miles de ruidos se escapan de entre las paredes de papel. Juegos amorosos que claman una nueva visita a los campos de la pasión. Eso provoca que el indeseado se enfade por momentos, su mente se turba con miles de pensamientos, tantos que se atascan como los pelos en una tubería vieja. Cierra su mano y da golpes aún más y más fuertes exigiendo que se le atienda la chica del otro lado.


Yu da unos pequeños pasos para retroceder y decide mirar la acción desde lejos. Toma un vaso semilleno de una mesa cercana, coge una cuchara del mismo lugar y la llena con el líquido transparente. Entonces sopla sobre él hasta que forma una burbuja, se interna en ella y eleva su cuerpo hasta que se encuentra a una distancia considerablemente segura.


Luis para en seco cuando escucha los golpes tan tremendos. Parece que las bisagras vayan a escupir sus tornillos para que el gigante se derrumbe después de la paliza. Selene se levanta del suelo y se coloca a pocos centímetros de ella.


- Oye Víctor. – Dice Selene. – Hoy no me apetece verte. – Entonces separa las piernas y coloca los brazos en cruz con las palmas de las manos mirando hacia la vieja madera, ya cansada de que la apaleen. – ¿Por qué no lo intentas el siglo que viene? Quizás haga un esfuerzo.


En el mismo tiempo que dura un parpadeo el picaporte de la puerta se abre . Entonces una leve luz sale de las manos de la chica seguida en un fuerte viento. Aquella ventisca controlada intenta mantener a raya a una gran manada de elefantes que se aventura a entrar en su habitación por la fuerza. A pesar de su gran esfuerzo, no da signos de fatiga; quiere evitar a toda costa que ese demonio penetre en su santuario.


- Cariño, creía que lo que vi era una alucinación. – Le dice Luis, esta vez muy seguro que lo que está viendo.

- Tú me pediste que te mostrara mi mundo. ¿No? – Dice volviendo levemente la cabeza para intentar mirarlo. - ¡Bienvenido! – Le dice con una voz forzada.

- Pero, ¿no fue un sueño? – Piensa para sus adentros.

Cuando termina de colocarse el pantalón, cree que es lo más sensato que pude hacer en esos momentos. De pronto la puerta se abre, su novia ha dejado de ejercer presión sobre la madera. Al otro lado, un hombre sudoroso intenta recomponerse atusándose el pelo con las manos, se coloca erguido y seca las gotas de su frente con un pañuelo de seda que ha sacado de su bolsillo.


No la mira siquiera, ahora mismo su objetivo es Luis, aquel que se ha atrevido a internarse en el paraíso prohibido de Selene. Sus ojos se llenan de ira, y como una tremenda mole de músculos se dirige directo al furtivo amante.

4 comentarios:

sangreybesos dijo...

Ja... antes de echar el segundo hay que reponer fuerzas...

Silderia dijo...

de verdad?

sangreybesos dijo...

...a veces no entiendes una broma...

Silderia dijo...

Seguro que no te la he seguido...