ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




4 de agosto de 2008

Selene. Capítulo XX.

CAPÍTULO XX: CON LOS PIES EN EL ... OTRO PLANO.

Luís se despertó de repente, desorientado y sudoroso. El cuerpo dormido de su amada yacía sobre el sofá contiguo. Miró a su alrededor y todo parecía normal, estaban en el salón del piso de Selene, un trozo de pastel a medio comer encima de la mesa, rodeado por unos platos de postre decoraban el entorno.

Un olor azucarado recorrió todo el ambiente, el estómago de Luis comenzó con su serenata matinal, antes que se diera cuenta que efectivamente era de día. Algunos rayos de luz furtivos podrían haber delatado la altura del sol del medio día, pero sin embargo simplemente se dignaban a dar una tenue y lúgubre claridad a través de los agujeros de las cortinas que tapaban un amplio ventanal de cristales amarillos.

Miró a su enamorada, estaba muy tranquila, seguramente recorría los verdes prados de los mundos de Morfeo. Todavía no quería despertarla, sus mejillas estaban sonrojadas y su pelo alborotado delataban una bonita noche de una fiesta privada la noche anterior. Sin embargo allí había un tercer vaso, quizás al principio de la velada alguien los acompañaba, pero quién podría haber sido, no era capaz de recordar nada. Esperaría a que se despertara ella para interrogarla sobre el tema, ya que lo único que recordaba eran pequeños fragmentos de un lugar muy lejano al que ahora se encontraba.

- ¡Seguro que el pastel lo ha hecho Yu! - Pensaba en voz baja para no despertar a su compañera.

Su estómago volvió a cantar las notas del vacío y la agonía, sus tripas exigían que se les hiciera caso, por lo que decidió dirigirse al frigorífico de la casa para comprobar que podía preparar. Se levantó, todo continuaba en su lugar, pero algo deformaba las imágenes cuando intentaba enfocarlas, se movían y retorcían hasta que perdían la esencia de lo que una vez fueron. Luis volvió a pasarse las manos por la cara para aclarar la vista, como si el cerrar los ojos por un momento hiciera que las cosas volvieran a su estado normal, pero no lo consiguió todo parecía ser aún mas irreal que antes.

Un ciclón de colores lo atrapó por el pasillo de camino a la cocina, miles de tonos giraban a su alrededor, a cada vuelta predominaba uno de ellos y con él un olor característico. El rojo olía a naranja, el azul a gasolina. Todos daban miles y miles de vueltas hasta que se mezclaron formando el negro, entonces paró. Ni siquiera una simple brisa, sólo un lejano aroma a…., se paró un momento a pensar desde que aquella paleta enfurecida lo acogió en su seno “Selene”, dijo cuando aquel leve viento inundó sus fosas nasales.

Miró al fondo y unos ojos verdes esmeralda, profundos como el mar lo miraban desde los límites del infinito. Las pestañas eran como un abanico azabache, simplemente podía vislumbrar eso al fondo, parpadeó, miró y ya no estaban. Siguió su marcha hacia lo que él creía que era la cocina, estaba decidido a sorprender a su amada con un gran desayuno digno de una reina. El camino se volvió estrecho, cálido y la sensación del verano llenó su mente volviendo a recordar su infancia, ahora tan lejana, en los prados de trigo; vio como un niño corría a lo lejos, intentó alcanzarlo, pero era demasiado rápido. Al cabo de unos minutos, después de haber recobrado el aliento miró al cielo, hacía frío mucho frío. Una hoja gigantesca le cayó encima, cuando consiguió salir del entuerto pudo ver la marca de yogures que compraba su novia. Oteó el horizonte y una capa de hielo cubría una gran pared, chilló con todas sus fuerzas pero nadie lo escuchaba, estaba desorientado perdido en el limbo, volvió a elevar la voz.

- ¿Luis? – Escuchó una voz dulce a sus espaldas. – Despierta, estás soñando.

Miró detrás de si, su enamorada vestida con una sábana blanca a modo de túnica tocaba su hombro para intentar sacarlo del trance. Lo miraba muy fijamente, su pelo estaba recogido tras una corona de oro y su piel tenía un brillo semejante al de la plata.

- Luis bienvenido a mi mundo. – Aquella doncella lo besó justo antes de poder decir algo.

- ¿Dónde estamos?

- En el principio de todo, donde todo forma su esencia. De aquí vengo yo. – Levanta la mano y muestra su palma. – Este es el principio de los tiempos, antes de mi y de cualquier otro ser, entonces Gea estaba formada por miles y miles de fragmentos que luego dieron paso a lo que conoces.

Miles de luces aparecieron dentro del microcosmos de su mano, había luces de colores y algunos planetas giraban alrededor de la nada. Él miraba atentamente lo que Selene intentaba explicarle, pero la voz se volvió pesada, monótona y sin a penas sentido en pocos segundos. ¿Era el comienzo de todo? ¿Qué era aquella bella dama a la que le había jurado amor hacía a penas unos meses?

De pronto el vacío, volvió a encontrarse solo, sin rumbo ni camino que le dijera dónde estaba su destino. Su estómago le echó una gran regañina, tenía más hambre que hace unos instantes, ¿o quizás fueron días? La eternidad estaba descolocando su mente y sus pies se elevaron del suelo para obligarlo a seguir un camino incierto, nunca había tomado aquella decisión de seguir, pero tampoco la de continuar. Miles de recuerdos abordaron su mente en aquellos instantes, pertenecían a una vida pasada, antes de la civilización; Selene continuaba en ellas, estaba igual de hermosa y su sonrisa era aún más cálida que la que recordaba.

Por fin encontró una puerta con dos ángulos obtusos, tomó el rabo de burro que colgaba de ella y tiró con todas sus fuerzas. Una gran coz le sorprendió enviándolo a través de una ventana. Se levantó del suelo miró a su alrededor y ahí estaba, la cocina. Intentó abrir la nevera en múltiples intentos, pero su pomo era demasiado pequeño para sus grandes manos.

Tenía sueño, sus párpados se volvieron pesados. Se tumbó en el suelo fragmentado de colores y durmió apaciblemente.

Un cálido beso le hizo volver de la nada, ahí estaba. Ella, complemente despeinada con el rímel corrido por toda la cara y algunas legañas adornando sus glándulas lagrimales.

- Eres lo más bonito que he visto en mi vida. – Le dice Luis con una sonrisa en la cara.

- Creo que las copas en el Pub Put te han sentado mal. – Le responde ella.

- ¿Qué tenia el pastel? – Le pregunta aún tumbado en el sofá con Selene sobre su pecho.

- Pregúntale a Yu, a ver si te lo quiere decir.- Le responde con voz juguetona.

Entonces Luis la toma entre sus brazos, la sube sobre él y comienza a besarla apasionadamente. La tiranta derecha de su camisón cede ante la inclinación de su hombro y una mano varonil, los besos y las caricias vuelan en el aire, las palabras sobran.

- ¡Oye! – Dice Selene cuando él le toca el pecho. - ¿Qué estabas soñando?

- Creo que no sería capaz de explicártelo. – Sonríe. - ¿Por dónde íbamos?

- Me parece que por….. – No hace falta terminar la frase, Luis sabe perfectamente por dónde se ha quedado antes de que ella lo cortara, pero decide tomar otro camino para descubrir el cuerpo de Selene.

2 comentarios:

sangreybesos dijo...

¡Que alguien le dé algo de azúcar a ese tío!

Silderia dijo...

Era uno de los ingredientes del pastel