ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




28 de enero de 2010

¡UN PIE EN LA PUERTA!

Silderia, atendiendo a las tares matutinas del hogar, se dedica a arreglar la casa, pero algo le ronda la cabeza, tiene que afilar un cuchillo, denominado como hacha, el cual es entero de acero y mide unos 15 centímetros de largo por 10 de ancho. Así que se dispone ufanamente a realizar la tarea de forma que, cuando vaya a utilizarlo, esté en perfectas condiciones.

Segundos después, se dirige directa al cajón de los utensilios, algunos moldes metálicos de decoración, pinzas, palas de madera, lenguas para rebañar y algún que otro trasto más del que sólo unos cuantos pueden presumir de su utilidad para las artes culinarias, completan el cuadro que se presenta delante de sus ojos mientras busca afanosamente y con mucha delicadeza, el afilador.

Al cabo de unos instantes, proceso por el cual ha intentado en vano no pincharse con alguna de las cosas que habitan en ese lugar de la cocina, sólo se escucha algo de música de fondo y el crepitar del acero contra aquel duro palo metálico cuya función no es otra que la de sacar un filo cortante como el de una katana de samurái, si es que eso es posible, aunque casi lo consigue cuando descubre que la hoja de papel, preparada con premeditación y alevosía, justo antes de la tarea, se corta suavemente, sin embargo, todavía tardará unos minutos más en dejarlo “niquel”, como ella expresaría cuando algo está para ella más que perfecto.

-Ding dong – suena el timbre apartando a nuestra pequeña protagonista de su quehacer.

Eleva la vista y, con el cuchillo aún en la mano, se acerca hasta la puerta. La abre, puede que sea un vecino con algunas de sus chorradas, pero como está sola, ya que sangreybesos se está ganando el pan de ambos, decide entretenerse un poco. - A ver que cosa nueva tienen para estorbarla e interrumpir su labor tan delicada – piensa para si mientras esconde aquel arma blanca tras la espalda.

No es ningún vecino, sólo un simple vendedor que se hace pasar, en un primer momento por encuestador, pero Silderia ya se sabe el truco.

- Buenos días – dice aquel hombre -. ¿La señora de la casa?

- ¿Qué quiere? – dice ella cortantemente -. Tengo mejores cosas que hacer.

- Es para hacerle una encuesta sobre el teléfono.

- Lo siento pero no me interesa.

- ¿Sabe que podría pagar menos de lo que piensa? –insiste -. Si es tan amable… ¡Déjeme una de sus facturas para ver si le han hecho del descuento por zona!

- ¿Usted delira verdad? – le dice ella escrutándolo con lo ojos medio cerrados y mirando por encima de las gafas -. Si cree que le voy a dar una factura mía ¡va listo!… Lo siento pero esta conversación se ha acabado – Y cierra la puerta tras estas palabras.

Ingenua ella, cree que todo eso se va a quedar así. Sabe que no ha sido nada amable, que su tono y forma de expresarse rozaban nada menos que la ironía y la poca educación, sin embargo, ante todo, reconoce para sus adentros que ese día no tenía ganas de entretenerse, como hace cuando un vendedor llama por teléfono, estaba ocupada. Pocos centímetros antes de que se cierre la puerta el insistente empleado pone el pie en el marco de la puerta, la cual rebota levemente contra la mano de Silderia.

Nuestra protagonista olvida lo que porta en la mano izquierda y en un rebota de ira, abre la puerta frenéticamente alzando, cual carnicero, aquel magnífico instrumento de despiezar carne. Corta músculos, huesos y tendones, como si de mantequilla tierna y sabrosa se tratara, para lo cual ella estaba poniendo mucho ímpetu.

La respuesta no se hace esperar, un grito por parte de la falsa atacante; unos ojos saltones, acompañan a unas piernas temblorosas y encorvadas, la manos casi sueltan la carpeta de cuero negro, su piel se ha tornado blanca… A penas unos segundos es lo que tarda en bajar tres tramos de escalera curvados, hasta llegar a la calle.

Silderia, un poco confusa, aún no se cree lo que acaba de ocurrir. Mira su mano, la cual porta orgullosamente ese magnifico artilugio de ingeniería y acero templado. Lentamente cierra la puerta y se dirige hasta su salón, donde cae en un tremendo ataque de risa. Iba a amenazarle por lo que había hecho, pero nunca pensó que le resultaría tan fácil y tan inconsciente deshacerse de una persona tan pesada y con tan pocos modales para la venta.

- Pues…. ¡Muy bien hecho! – le dice su abuela cuando le cuenta la historia -. Cada vez que vayas a abrir la puerta lleva uno de tus cuchillos encima… El cebollero – dice tras pensar un rato el nombre -. Ese que le gusta tanto a tu hermano – continúa diciendo -. ¡Sinvergüenza!... ¡Por eso yo no le abro la puerta a nadie! – aunque tampoco coge el teléfono cuando no conoce el número, pienso yo para mis adentros.

Y es que no se quién es peor, si las circunstancias o las ocurrencias de mi abuela; ciertamente la nieta no se queda atrás, pero le gusta más la sátira del teatro que el género de terror para sus representaciones a la hora de espantar a cualquiera. Aunque… Viendo lo ocurrido… Creo que me lo voy a pensar un poco ¿no creéis?

7 comentarios:

sangreybesos dijo...

Mira que ir a abrir la puerta con el hacha en la mano... ¿y si llegan a ser dos predicadores de la Iglesia de Jesucristo de los Santos y Su Puta Madre de los Últimos Días?

Silderia dijo...

Hubieran salido corriendo igual, aunque de esos tengo una historia real también, ¡buena idea! A lo mejor lo publico o no, depende de lo carente que está de pensamientos esta semana.

Mai Puvin dijo...

Aayy me dio impresión! Buenísima Silderia, un abrazo.

Edu dijo...

Y digo yo porque las empresas nos invaden la intimidad????, ya lo hacen con millones de anuncio en TV y Radio, encima llamaditas de telefono y visitas. Si quiero algo ya voy yo a por ello a comprarlo, no necesito ni charlatanes ni manipuladores de publicidad y producto. Ojala algun dia cojas el telefono y no sea alguien vendiendo internet, sino recitando una poesia altruistamente.
Un Abrazo

Silderia dijo...

Mai Puvin:me alegra verte por aquí, sino te importa,voy a añadir tu blog a mi lista de preferidos para poder ver mejor cuando publicas. Me alegro que te gustara y la impresión se la llevó él, creo que, en estos momentos, como dice sangreybesos, se estará planteando cambiar de trabajo.

Edu: espero que algún día alguien me recite un poema, como tú dices, amigo, amiga o amante, pero sangreybesos prefiere hacer otras cosas, así que tendré que esperar un poco.

Besos para los dos.

Druida de noche dijo...

jajajaja mujer de armas tomar (se te nota en la voz)... Yo pensaba, y si toco el timbre de Lou, mi vecina, y me atiende con un cuchillo qué le digo: ¿lo puedo lamer?... seguro se descoloca y me da su factura de telefono....

besos facturados
Druida.

Silderia dijo...

A lo mejor te da la factura, sabes que las mujeres tendemos a hacer lo contrario, pero mejor tómalo como que hay muchos contrarios a levantar un cuchillo.

Besos.