ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




11 de enero de 2010

NOSTALGIA SE LLAMABA

Ocurrió una tarde de primavera, aquella chica permanecía sentada en el parque mirando al vacío, simplemente no dirigía su atención a ningún punto. Esperaba simplemente, pero ¿qué o a quién? Seguramente a nadie.

Elevaba la vista sobre su cabeza, algunos árboles habían dado sus primeras flores y las abejas hacían ochos entre sus pétalos, danzando al mismo ritmo de sus aleteos constantes, al otro lado, dos o tres flores más arriba, unos gorriones exponían su amor fogoso al mundo y unían sus picos nerviosamente, en un constante repicar.

- Es cierto – pensó en voz alta y con calma -. Es el primer día de la primavera.

Pudiera ser así, o es que simplemente sus ojos veían el mundo aquel día de una forma diferente. Cuando salió de aquel solitario habitáculo donde residía, el aire la pareció menos frío, los guantes comenzaban a estorbarla y, algunos rayos de sol, calentaban sus mejillas, como hacía tiempo que no sucedía. ¿O era su corazón que volvía a latir? El tiempo pasaba muy lentamente en aquella ciudad perdida y olvidada por las almas colindantes. Volvió a cerrar sus abiertos pensamientos al mundo y siguió oteando a la nada.

Allí permanecía sentada, algo joven y todavía lozana, uno de sus puños, sujetaba con brío aquella cabeza pensante de aventuras amorosas y años pasados en los que festejaba los días soleados junto a alguien. ¿Dónde estaba? Esa pregunta había dejado de importarle hace mucho tiempo, aunque su corazón sentía nostalgia por el tiempo pasado y olvido por lo que jamás sucedió. Y en aquel banco de una lejana ciudad, perdida en la memoria de sus gentes permaneció con gesto incorrupto.

Una pequeña lágrima cayó del cielo justo en su cara, ahora sonrosada por el calor, se quitó uno de sus guantes de piel y la tocó sin retirarla de su piel sonrosada. Entonces alzó la vista y sonrió, elevó sus piernas y se dirigió hacia algún rincón de aquel viejo lugar. Estaba segura, pesaba, era el primer día de primavera.

4 comentarios:

Edu dijo...

La noltasgia, es un lloro suave del corazón de su ayer perdido. La añoranza un deseo del deseo, por volver a ser deseo.
Un Abrazo

Silderia dijo...

Bonito aquello que has escrito, aunque no lo sean, o puede que si, los versos que has improvisado son preciosos,sobre todo lo último.

Un beso

Phoebe dijo...

Oh... Dios mío. Literatura. Hoy he deseado tanto una pizca de un relato decente, literario, profundo...en fin, ya sabes, buena literatura, de esa que adoro porque me dice algo. Y me he chocado con tu escrito, que es mi definición exacta de lo que hoy esperaba encontrar como lectura. He tenido casi tanta nostalgia como la chica que nostalgia primaveras, aunque no le llegue en sentimiento ni a la suela de sus zapatos.


No tiene nada de malo añorar a tu teclado inanimado, como dices, realmente todos añoramos algo que a primera vista no tiene sentido, unos consciente y otros inconscientemente, aunque siempre llegamos a la conclusión de que ese poco sentido que le encontrábamos es bastante más del que creíamos y que no queremos deshacernos de esa pequeña cosita. Creo que te comprendo demasiado bien.
La ilusión que has destilado al hablar de ese día me hace sonreír. Eres muy afortunada, ni siquiera la emoción de un niño hubiera sido suficiente comparada con la tuya.

Un abrazo,

Silderia dijo...

Me alegro que hayas encontrado lo que buscabas en líneas. Lo cierto es que no se como surgió, pero así sucedió cuando me senté delante del ordenador.

Lo de mi teclado, aún no he tenido el valor para tirar el antiguo, son tantos relatos escritos y tantas cosas íntimas compartidas, me ha ayudado tanto a sacar todo lo que pienso que me parece una odisea desacerme de él sin más, pero creo que ese día tendrá que llegar pronto.

Lo del día de reyes y esa ilusión es la que llevo sintiendo cada seis de enero desde antes de tener uso de razón, puedo asegurártelo, a parte de ello es que me niego a que ciertas cosas crezcan, entre ellas una parte de mi que sigue siendo una niña, se ilusiona cuando le regalan caramelos y es la más feliz del mundo con una pastilla de chocolate, no puedo evitarlo y hay gente que lo puede corroborar. Esa es silderia, una niña que no se fue al país de nunca jamás, pero se negó a crecer como el resto del mundo.

Besos y me alegra que el relato de la primavera haya cubierto algo de tu ansia lectora.