ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




4 de noviembre de 2009

Selene. Capítulo LX.

CAPÍTULO LX: ¡VENGANZA!

A través de aquellos largos pasillos, la claridad se hacía cada vez más escasa. Nuestros héroes iban caminando lentamente con Hades a la cabeza, detrás de este, la abuela, con su impecable forma de persuasión, mantenía aquella magdalena mortífera en sus manos a la espera de que el dios le diera algún motivo para entrar en acción.

Durante los minutos que duró el camino no se escuchaba un simple susurro, por parte de los interesados. A lo lejos, los quejidos, risas, llantos y monólogos de los internos, inundaban el ambiente bajo la sonrisa mortífera del mismo monarca de los infiernos.

- Ya hemos llegado – dijo Hades señalando una puerta en color ocre -. Bueno… como ya no ha falta me…

- ¡Quieto ahí lagarto a medio hacer! – le dice Selene apuntando con sus uñas -. Abre la puerta y pide que tu mujer esté al otro lado con el libro.

- No… - dice sudoroso -. Si estar está – hace un gesto de atención -. ¿No la escucháis?

- Podrás llevártela pero no debes mirarla en ningún momento -. Se escucha al otro lado -. ¡Ahhhh!... ¡Qué bonitas son las danzas de primavera! Los árboles en flor, las hierva verde y frescas… La la la

- Está – dice Yu -. Más loca que de costumbre. Te cedo el honor de abrir la puerta.

La mano de Hades tiembla estrepitosamente acompañada del rugir de las viejas bisagras.

- ¡Cariño! – dice al entrar.

- ¡Tuuuu! – grita su mujer al verlo -. ¡Te dije que no quería volver a saber nada más de ti! – un lanzallamas sale desde la espalda de Perséfone y lanza su cruel aliento contra su marido.

- ¡Abajo! – grita Fepico muy a tiempo.

- Veo que te tiene el mismo cariño que yo – le dice Selene -. ¡Qué pena que haya fallado!

- ¡Fallado! – dice Hades -. Me ha quemado los tres pelos que me quedaban… ¿O crees que esta alopecia es obra de la edad?

- ¡¿Qué hace aquí esta zorra?! – dice Perséfone al ver a Yu -. Dije que no quería volver a verla.

- ¿Algo que no nos hayas contado? – le dice Luis a Yu.

- Muchas cosas – le responde empujándole por el hombro -. Aunque deberías acordarte de esto.

- No – le responde -. Eso todavía está oculto entre mis recuerdos.

- No es nada – dice Hades -. Ella me rechazó largándose con ese Ares, el dios de la guerra, y yo secuestré a Perséfone en vez de a ella para ser la diosa del infierno.

- ¡Exacto! – dice Yu -. Sólo que yo fui más lista y no dejé engañar. A demás, los músculos de Ares si que tenían trabajo… ¡Tú! En cambio, no eres más que una simple lagartija.

- Eso lo dices ahora – le responde Hades notablemente enfadado.

- ¡Si! – recalca Perséfone -. ¡Zorra engreída! Tenías que haber sido tú la que ocupara mi trono.

- Seguro – le responde -. Pero yo elegí a un bruto para la cama en vez de a un ñoño que regalaba flores.

- ¡Putaaa! – dice tirándose hacia ella para arrancarle los pelos -. ¡No voy a dejar de ti ni los restos! – le chilla mientras tira de su lisa melena negra y caen al suelo.

- Tu mujer es de armas tomar – le dice Fepico a Hades.

- Si – le responde -. Lo malo es que va a salir un poco perjudicada de esto.

- ¿Por qué? – pregunta Luis -. Yu es más antigua, una de las primeras y tiene más poder – dice sin quitar ojo de la pelea de gatas -. Lo peor de todo ello es que ha perdido parte de su poder de no utilizarlo.

- Tu mujer podría cuidar su vocabulario delante de mi – le dice Selene a Hades.

- Podría – le responde -. Pero no es que te tenga mucho aprecio.

- El mismo que yo a ella y a ti – le responde -. O acaba esto, o la dejo hecha escarcha.

- ¡Díselo a ella! – dice su marido impotente.

- Eso no va a hacer falta.

Selene no se deja esperar mucho más. Se acerca a las dos mujeres tiradas en el suelo, la escena no es más que deprimente; Yu mantiene sujeto su mechón de pelo sin querer tocar a Perséfone, mantiene la distancia con su cuerpo, aunque en ciertos movimientos, le es casi imposible, por lo que Selene toma cartas en el asunto.

- ¡Chicas! – dice suavemente -. Deberíais dejarlo – continúa su recomendación -. Las peleas mortales no es algo que sea digno de unas diosas – la cara de Yu va a parar cerca su tacón.

- ¿Por qué no se lo dices a ella bonita? – le responde Yu -. No soy yo la que quiere dejar calva a la otra.

- Vale – responde la diosa primigenia -. ¡Eh! Esto… ¿cómo se lo digo?... ¡Ah, sí!... Perséfone… ¡Basta de jugar a los humanos! – dice mientras le da suavemente con la punta de su bota en el estómago -. Perséfone… Te estás metiendo en un lío –pero aquella mujer dolorida no cesa en su empeño -. ¡Está bien!… Niña mimada de papá ¿quieres dejar de intentar sacarle los pelos a mi hermana o te arranco los brazos de un solo movimiento? – su voz se pone cada vez más ronca, pero no obtiene resultado -. ¡Muy bien! – recupera su dulce voz de siempre echándose un mechón de pelo hacia atrás -. ¡Tú lo has querido!

Selene toma a Perséfone por los pelos y la eleva poniéndola en pié. Yu aprovecha para elevarse y sacar la catana.
- ¡Suéltame! o…

- Se lo dirás a papá – le dice Selene irónicamente -. No crees que ya eres mayorcita para eso niñita malcriada – pega un tirón y le arranca el mechón de pelo con parte de la piel de la cabeza -. ¿Sabes?... Estoy harta de ti y de tus tonterías de adolescente consentida – le pisa su pie descalzo atravesándolo con su tacón -. Tengo muchas cosas que hacer como para tú… ¡Estúpida insolente! Me entretengas con una rencilla ocurrida por tu mala cabeza y tus sueños de amor – coge un dedo de su mano y se lo rompe -. Estoy cansada de tanto dar vueltas… ¡Dime! ¿dónde está el libro de rectas de cocina o te va a doler todavía más? – Perséfone señala un cajón.

La abuela de Fepico se adelanta a cogerlo y se lo enseña a Selene. Ella, descansada por haber cumplido su objetivo, decide colocar al rey junto a su reina. Al hacerlo un hechizo lunar evita que ambos cierren los ojos, se acerca entonces a Yu y le pide la catana. Esta, sabiendo las consecuencias en el estado de enfado de la diosa luna, decide no negarse a ello; aunque de poco le sirve el arma.

Perséfone intenta chillar, pero el filo de la espada atraviesa su garganta dejándola muda al instante. Después arranca los brazos y piernas dejando un torso sanguinolento tumbado en el suelo. Hades, no puede hacer otra cosa que mirar al cielo e implorar a Zeus, pero tiene cosas mejores de las que ocuparse en ese momento. Su prima, aquella a la que traicionó, entre uno de sus más leves hechos, tiempos atrás se vuelve hacia la puerta junto al resto. A pesar de ello, no se encuentra tranquilo.

La habitación arde a penas cerrar la puerta, la catana mágica ha salido disparada por la ventana en busca de su ama y ellos, impotentes ante el fuego mágico ven cómo sus almas se escapan a la espera de una reencarnación. Todo ha terminado, aunque saben, desde lo más profundo de su ser, que volverán a cruzarse con ella y que esto sólo ha sido una leve alivio en el odio que aquella ninfa inmortal, siente por ellos.

3 comentarios:

Edu dijo...

La cultura griega, a parte de eternidad, nos dejo, una mitologia, que producen los sueños y las pesadillas, de la narrativa post-romanticismo del siglo XIX.
Volver a Grecia, es regresar a nuestro Itaca personal.
Un Abrazo

sangreybesos dijo...

Total, que Hades al final no es más que un pobre diablo un poco capullo...

Silderia dijo...

Edu: todas las mitologías producen algo especial en la imaginación. Por lo menos en la mía.

Besos

Cariño: Hades es sólo un pobre diablo más.