ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




1 de abril de 2009

Selene. Capítulo XLVI.

CAPÍTULO XLVI: ABUELA, ESTO SE DICE ANTES.

Aquel silbido se hacía más y más fuerte mientras Fepico buscaba el dinero en sus múltiples bolsillos.

- ¡POOOOOOM!……. – suena a pocos metros delante de ellos.

Una gran ola, turbia las suaves aguas del río mojando a todos lo que allí se reunían en aquel momento. Caronte, debido a la fuerza de esta, deja ver su pútrido rostro, configurado por restos de carne descompuesta, trozos de hueso limpio y tendones aún sanguinolentos, parecía un cadáver recién muerto, a pesar del paso de los siglos. Un pestañeo, fue lo que tardó en volver a cubrirse su rostro y mirar al horizonte.

- ¡Cariño! – dice con voz profunda.

- ¡Abuelaaaaaa! – grita el no tan inocente nieto a la vez que el barquero.

- ¿Creíais que os iba a dejar solos en esto? – dice cuando se pone a la vista de todos los jóvenes. – Ese Hares es un tipo de mucho cuidado – continúa limpiándose las gafas. – Sois demasiado jóvenes para ese gamberro - embaucador.

- ¡Señora! – incide Yu. – Sin faltar… – se para un momento. – Que tenemos más años que usted.

- Te he dicho que no me casé nunca, bribona maleducada – le acusa con el dedo. – Y ¡tú! – se dirige a Caronte. – ¡No me llames cariño! – le incrimina malhumorada. – Lo nuestro fue solo algo de una noche – se atusa el pelo y se vuelve ruborizada. – Por eso no contestaba a tu cuervo pútrido.

- Pero…. – dice Fepico sin creerse lo que acaba de escuchar. - ¿Qué esto fue un royo de una noche? – sigue diciendo sin dar crédito a sus oídos. - ¿Tú le has visto bien?

- Cuando lo conocí era un muchacho apuesto – se disculpa la abuela. – Las granadas fueron las culpables de su aspecto – sigue explicándose. – A demás, ¡yo no tengo por qué darte explicaciones sobre mi vida amorosa! – se dirige a su nieto para empujarle por la espalda. – Anda hijo saluda a tu abuelito – lo acerca a Caronte. – Nunca te lo he querido decir pero es así.

- ¿¡Cómo!? – dicen los cuatro aventureros a la vez.

- Nadie sobrevive a la muerte – le dice Yu. – Son las reglas del infierno, nadie sale de aquí jamás.

- Ah, ah, ah… - le dice la abuela. – Esto es el río que te lleva al infierno, todavía no estamos en él y yo volví tan tranquila a mi casa y con un bombo de tres meses – mira al cielo. – Fueron buenos tiempos.

- ¿Entonces usted no está muerta? – le dice Selene.

- No – la mira la abuela. – Es que me aburría de los de arriba – la mira por encima de las gafas. – Cuando una vive tantos años tiene que cambiar un poco de ambientes, así que decidí venirme a vivir aquí – le sonríe.

- Fepico – le dice Luis poniéndole la mano en el hombro. - ¿Cuántos años tiene tu abuela?

- No lo se – le responde un poco incómodo.

- Trescientos por lo menos – le responde Yu. – Caronte lleva con ese aspecto por lo menos ese tiempo.

- ¡Cariño! – vuelve a decir Caronte. - ¿Te apetece salir a zumbar a las arpías esta noche y descuartizar a algunas almas moribundas?

- Esta noche no puedo – le responde. – Tengo que acompañar a mi nieto para encontrar a Hares – le dice. – Me debe un favor - lo mira fijamente. – Ya sabes – le guiña el ojo. – Pero podrías pasarme al otro lado con ellos y cuando vuelva quedamos – le dice poniéndole morritos. – Tengo ganas de usar mi antigua navaja suiza… - lo mira sonriendo. – Aún tiene artilugios que no sé para qué sirven y están sin estrenar.

- Eres un encanto – le responde. – ¡Subir! Hoy invita la casa – los invita a subir al bote. –Tú puedes cruzar volando y tú, nietecito, ven a mi lado que tenemos mucho de qué hablar.

Fepico no puede hacer otra cosa que colocarse junto a su abuelo y escuchar las batallitas amorosas que vivió junto a su abuela. Sabía que aquella anciana era un poco especial, pero no tanto, quizás ese fuera el secreto de su gran longevidad o simplemente que había tenido suerte en la vida.

A lo lejos Yu, los miraba desde las alturas, contemplaba como Selene no le quitaba la vista de encima. Sin embargo, Luis, contemplaba el inhóspito paraje de una forma un tanto singular, como si ya la conociera. Estaba recuperando todo lo que había perdido en los albores del tiempo y había cruzado ese río al menos tres veces voluntariamente en toda su existencia, todas por una misma razón, a pesar de que jamás su alma volvió de allí, Selene conseguía una y otra vez regresar su alma a la tierra y así conseguir sus propósitos de reencontrarse con él.

En unas dos horas, habían llegado a la orilla. Caronte tomaba suavemente de la mano a la abuela de Fepico, la cual volvió a sucumbir ante los encantos de aquel barquero tosco y desconsiderado, en cambio, su nieto, harto de tantas batallitas, se dispuso a tomar tierras lo antes posible, aún les quedaba mucho camino por recorrer y debía mantener la cabeza despejada. Inquieta y nerviosa Yu les esperaba desde hacía un buen rato al otro lado y los dos amantes, silenciosos, como no era costumbre entre los tórtolos, no cesaban de mirar al inmenso río que separaba ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos. Necesitaban respuestas, cierto. Tenían que para a Víctor y hacer que jamás volviera a reencarnarse, pero antes había que para a su secuaz ayudante. Una mas informe de sombras, con dos ojos enormes y una voz muy familiar, las sospechas sobre quién eran, se volvían cada vez más claras, hacia un solo nombre. Aunque decirlo ahora estaría fuera de tiempo circunstancias. Selene no estaba dispuesta a que esta vez, aquel malhumorado dios se saliera con la suya y tendría que aprender trucos nuevos para ser quien le correspondía, la más poderosa de todos.

Sin embargo, Luis y Fepico, andaban un poco despreocupados por el tema. El viejo sólo estaba allí por una especie de diversión, aunque no estaba seguro porqué un cobarde como él tenía que vigilar a esa chiquilla tan peculiar y Luis, dispuesto a dar una y mil veces, como había demostrado, la vida por su amada, disfrutaba del paisaje mientras intentaba arreglar ese rompecabezas de recuerdos inconexos y hechizos aún difusos, que se habían almacenado en su memoria.

- Señores – dice Yu cuando todos toman tierra. – El infierno, hogar de Hares y lugar de malos presagios.

- ¿Por qué eres siempre tan… positiva? – le dice Selene.

- Sabes que no me gusta este lugar.

- Antes lo adorabas – le increpa su amiga.

- Las cosas cambian – le responde Yu. – ¡Abuela! – llama a la señorita. – Usted delante que se conoce mejor el camino – le hace el gesto de pasar a Yu. – Por lo menos desde hace unos cuantos siglos – murmura para si mientras tuerce su boca en una risa burlona.

4 comentarios:

sangreybesos dijo...

¡Arg! ¿¿Caronte y la abuela de Fepico mantienen una relación sadomaso??

Silderia dijo...

Sobre relaciones no hay nada escrito

Ignotus dijo...

Muy buena, dime, ¿pertenece a la novela que siempre publicas por capítulos no?. Tengo que ser sincero que al leer este capítulo me ha dejado sumamente interesado. No lo había leído antes.

Silderia dijo...

Si, pertenece a Selene, intento publicarla una vez a la semana, pero hay veces que es imposible.