ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




9 de abril de 2009

BUEN MENÚ.

Según me habían comentado el lugar de la celebración era de lo más chic, todo de ultimísima moda, en cuanto a la decoración se dice, la mejor selección de entrantes y, como no, lo que más en boga estaba para las bodas de aquel año.

La novia llevaba un vestido de Ágata Ruiz de la Prada, el novio de Victorio y Lucchino, justo como la nueva temporada para bodas y festejos indicaba. Por supuesto la comida no iba a ser menos aún, un convite tremendamente caro justo a las mejores competencias y novedades. Todo copiado de las uniones acontecidas aquel año por famosos y demás estrellas del espectáculo, que habían dado un toque singular a esto de los convites. Sin embargo, la única que para mi era la más bonita de la fiesta era mi chica, aquella con la que comparto casa y cama desde hacía ya varios años. Cada vez que llegaba una cosa como esta a su vida, tenía que recopilar ideas para nuestro enlace, algo de lo que siempre hablábamos y que se que deseaba, pero nunca llegábamos a realizar debido a los múltiples compromisos. Una boda perfecta, quería ella, y esta sería, según palabras literales, “la mejor ocasión para coger ideas nuevas a la hora de montar la nuestra.” Seguro que deseaba algo diferente, pero no tan caro, por supuesto eso nunca lo dije.

Amiga de la novia, desde su más tierna infancia, el único detalle que sabía al respecto era la suma de ceros que habían tenido que unir a un número no unitario para poder afrontar los caprichos de esta.

Allí estábamos, por fin, en la gran puerta de entrada hacia el patio de la recepción, cervezas, vino, tinto y blanco, refrescos para todo el que quisiera, y obligatorio para los niños, no había nada anormal, sino contamos la cantidad de crisantemos que decoraban la sala. Una música estridente, procedente de los mejores compositores modernos, sonaba en un tono bajo y melancólico por los altavoces, todos estaban expectantes que aparecieran los novios, pero para ello habría que esperar un poco más. A lo lejos, un cuchillo alargado y con un cortante filo, anunciaba la existencia de una buena pitanza para la fiesta. Nada más lejos de la realidad, un hombre ataviado con camisa y boina, cortaba finas lonchas semitransparentes de un salchichón, este era largas y gruesas, recién estrenadas, según sus palabras, era de jabugo, yo tenía mis dudas, pero quién iba a replicarle algo a aquel tipo, llevaba un cuchillo en la mano.

- Caballero – me mira mientras pronuncia con un acento cerrado y más bien tosco. – Tome, tome. Verá como no ha probado un salchichón como este.

Con los ojos fijos en un plato decorado a los años 70, de plástico y con una sola lámina, tras la cual se podía vislumbrar el dibujo del círculo, lo miro con ojos atónitos.

- Pase más pa lante, caballero – dice mientras se sube el pantalón, seca el sudor de su frente y me señala con la punta de acero hacia otro cortador.

Sujeto la loncha entre la yema de mis dedos, parece que no hay nada entre ellas, a penas una simple gota de grasa me delata que ahí en medio hay algo. Sigo hacia la dirección que me había indicado, pocos metros hacia allí, veo un montón de niños rodeando a un señor con una tarrina de 50 kilos de margarina, Zas, por supuesto. Estaba untándola con un fino cuchillo de plata sobre hogazas de pan cateto, según él, hecho de lecha esa misma mañana. Me acerco a él, tengo que bajar esa exquisités como sea, no vaya a ser que se me pegue a la garganta y provoque un espasmo no deseado y, en consecuencia, las tres cervezas que me he tomado antes de llegar, salgan estrepitosamente embadurnando el suelo rojo coral.

- ¡Cariño! – se acerca mi novia emocionada. - ¿No es fantástico? – mira todo el panorama. – Un cortador de salchichón, el untador de manteca,…. ¡Hay! – suspira emocionada. – No le falta un detalle.

- Si, sólo falta el chupador de cabezas de gambas profesional – digo mientras doy un sorbo a la cerveza.

En buena hora aparecen, el cortador de salchichón se ha negado a continuar cortando tras haber llegado a la mitad del embutido, dice que la otra mitad es para el final del baile. ¿Será para servirlos como canapés para unas 250 personas que estamos allí? Por lo menos pondrán mortadela, pero con aceitunas rellenas de pimientos, como está de moda.

Entramos en la sala, todo es de color rosa y malva, las sillas están decoradas con flores bordadas, sobre la tela que cubre la silla de plástico, los centros de mesa se componen de pétalos secos y piedras, cubiertas por una urna sucia de cristal, naturaleza muerta lo llaman. Mi amada y deseosa acompañante, casi llora de la emoción, creo que ve demasiada prensa rosa para mi gusto.

El menú. Lo tomo de encima de mi plato. Parece que no tiene mala pinta: carne afrutada, sorbete desestructurado de limón, momia de pescado y aire de chocolate como postre. ¡Suena fantástico! Sin embargo el nombre es un poco cursi.

¡Un poco! ¡Esto es un timo! Digo mientras me sirven un trozo de sandía frita, vuelta y vuelta, con una guarnición de su propia cáscara como adorno. De acuerdo, el comérsela hace el mismo efecto que la viagra, por lo menos, eso he escuchado, pero en infusión.

- ¿Está buena la carne cariño? – me dice aquel ángel confuso.

- Si, sabe aaaa…. Sandía – esputo en última instancia metiéndome un trozo en la boca y saboreando el agua que cae a mi lengua tras morderla.

Cinco minutos, eso fue lo que tardaron en traer el sorbete. El silencio en la sala era enorme, podía cortarse la intensidad del este con un simple palo. Todos estaban deseosos por decir algo, por respeto, no lo hicieron. Se quedaron mirándose a la cara unos a otros intentando decir algo agradable. ¡Bueno! – pensé para mis adentros. – La fruta es recomendable tomarla antes de la comida.

Un simple vaso de agua y un trozo de limón, en forma de media luna colocado en el borde, fue lo que sirvieron seguidamente. Desestructurado decían, a medio hacer sería la palabra exacta. Disfruté de aquel agua con gotas de cítrico, como si me fuera la vida en ello, ya no podía más. Las tripas hacían ruidos indescriptibles en aquellos momentos, cuando llegó el plato fuerte. La momia de pescado, ¿qué sería aquello? Un buen besugo cubierto por una fina capa de lonchas de bacon, ¿tal vez?

Ingenuo de mí, me pusieron un gran plato cuadrado adornado por una raspa de pescado que hacía de sujeción central de una especie de algodón de azúcar blaquecino. Entre ese hilo se podía apreciar perfectamente el esqueleto de ese pez. Ahora lo único que esperaba de eso era que lo hubieran limpiado antes.

Tras la gran pitanza llegaba el postre, ahora sí que me iba a poner morado, estaba hecho de chocolate. Por lo menos algo dulce antes de empezar a beber.

- ¡Quéeeeeeeeee!

Fue lo único que se me ocurrió decir cuando vi una bolsa llena de humo delante de mí. Desabroché el lazo que la mantenía cerrada, un tremendo olor a dulce con menta embriagaron mis pituitarias. Tras la cortina de niebla inducida, una pequeña pastilla de negra, cuadrada y adornada por minúsculas hojas verdes era lo que contenía aquella tremenda envoltura plástica. Ya no podía más, después dirían que les faltó dinero para pagar el convite, y es que no era para menos. Al poco empezó el baile de los novios, las chicas se quedaron mirando extasiadas.
- Un Vodka, por favor – dije yo y algunos más en la barra.

- Lo siento – contestó el camarero. – Hasta que los novios no acaben el baile y cante la dama de honor, tenemos orden de no servir bebidas.

Todos los presentes nos miramos, sonreímos y, como alma que llega el viento atravesamos la salida del hotel dirección a un puesto de hamburguesas. Estaba justo en frente, eran baratas y deliciosas, llenaban el estómago y compartimos un buen rato junto a una jarra de cerveza. Por supuesto se pagó con el dinero del sobre.

A pocos metros, una hermosa mujer, vestida con traje largo se acerca a mí, toma un sorbo de mi bebida, me besa y me enseña el ramo de la novia. Pide una hamburguesa, parece que ella también tiene hambre y coge el pitillo que sujeto entre mis bermellones.

- ¿Quieres algo de bicarnato? - le digo antes que todos los presentes explotemos en carcajadas.

6 comentarios:

sangreybesos dijo...

Pues la rebanada con Zas debió de a saber a gloria. ¡Puta Nouvelle Cuisine!

Silderia dijo...

Algo tenía que tener.

Edu dijo...

No me gustan las bodas y menos en plan "Cuentame". Que alguien institucionalice el amor es como quitarle su esencia mas pura, la libertad de union, sin compromisarios. Por lo menos espero q os aprovechara el menu.
Un Saludo.

Silderia dijo...

La hamburguesa estaba estupenda y el pan con manteca delicioso´.
Un abrazo

Unknown dijo...

Si si, pero seguro que aún tienes el humo de chocolate dando vueltas por las fosas nasales.

¿Que pintaba lo del pan con margarina? No parece muy nuvél cuisín...

Un abrazo

Silderia dijo...

Hoy día todo es chic, sólo hay que decirlo y la gente se lo cree. Lo he visto en la tele y me gustó la idea, sólo la cambié como mejor me pareció. De todas formas lo que vi no era muy diferente.