ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




11 de febrero de 2009

Selene. Capítulo XLII.

CAPÍTULO XLII: ¿REPONEMOS FUERZAS?

- Yu, creo que deberías mirarte la espalda – le dice Luis señalando con el dedo su propia espalda.

- Si, ya lo se – responde pesadamente mientras encuentra aquel retal de color. – La tengo arañada – suspira desesperada cuando lo abre el objeto de su búsqueda frente a ella. - Ahhhh…. – vuelve a suspirar al contemplarla. – Sanará en unos días, no es nada.

- Yu, deberías tocarte los hombros – le vuelve a insistir Luis mientras Selene mira por encima de su hombro con mirada burlona.

- Vale, vale – dice mientras se lleva la mano a la paletilla. – Lo haré… A ver qué mosca te ha picado – sus ojos comienzan a abrirse como platos. - ¡Mierda! – exclama mientras palpa su reverso.

Aquella dama desnuda, procedente de otro mundo y quizás de otro tiempo, estaba asombrada por algo que, al parecer se le había olvidado. Nadie pierde su apariencia real, dentro del mundo de las sombras, una vez la haya invocado. En aquel lugar, las almas se mostraban tal y como eran y Yu no iba a ser menos, su cuerpo estaba en carne y hueso en aquellos parajes, pero su esencia real no era la que daba a los mortales. Si, efectivamente, era bella, digna de admiración, muchas mujeres de la antigüedad intentaron imitarla en vano. Ahora no podía esconder otra parte de ella, las alas, unas tremendas deformaciones de proporciones gigantescas y cubiertas de plumas albinas, salían desde la parte de atrás de sus hombros y se extendían a más de dos metros de distancia, parándose justo a pocos milímetros del suelo.

- No te acordabas ya de esto… - Selene la mira fijamente cambiando el color del paño. – Por eso yo evito enfadarme, ahora será más difícil del camino.

- No te creas, podemos volar – añade Fepico acercándose. – Vuelos gratis, cortesía de los dioses.

- Vaya cagada que acabas de decir – le interrumpe Luis.

- Si pero suena bien – se vuelve a mirar a Yu. – Podrías ¿decirme qué piensas hacer con ese trozo de tela minúsculo? – señala el trozo de tela para acto seguido desviar la mirada hacia la caída de su cinturón. – Ya tienes tapado lo fundamental… ¿Para qué más?

La pequeña muchacha oriental se enfada aún más provocando que le incendien los ojos y dejando que dos llamas de fuego salgan de los mismos, mientras sus dienten se muestran ante su enemigo.

- Ah, ah… - le dice Fepico moviendo el cigarrillo de lado a lado, sujetándolo con dos dedos. – No te lo recomiendo – da una calada. – Podrías quedarte peor de lo que estás. ¡Ángel!

- No estoy tan segura de ello - responde Yu aplacando su rabia. – Aunque así fuera, merecería la pena – comenta vuelta de espaldas y transformando la tela en otro quimono blanco con pequeñas flores de color lila.

- Será mejor que descansemos un rato – dice Selene. – ¿Te acuerdas de cómo hacer una tienda de campaña? – Yu la mira enfadada - ¡Vamos! Es la única forma de poder estar a salvo aquí dentro.

Las alas de la diosa se cierran en círculo formando una cápsula perfecta fuera de cualquier tiempo y mundo. Allí podrán dormir y tomar fuerzas tranquilamente sin ser molestados de nuevo, por lo menos por un tiempo. En su interior, aquel ángel milenario se despega de sus miembros y camina por el habitáculo como si no dependiera de ellas.

Han pasado ya varias horas, quizás días, desde que empezaron a caminar por el mismísimo infierno, no han comido ni bebido nada desde entonces y, mucho menos, han podido dormir un poco, por lo que deciden rendirse al descanso pasajero y reconfortante.

Minutos después, una de las esencias se despega de su cuerpo carnal y se dirige a la luchadora, está desnuda de nuevo, la mira hasta embriagarse de su belleza. Ya no puede más, sus manos han de tocar aquellos muslos prietos y sus pechos pequeños y turgentes. Lo hace, no le queda más remedio, un gran impulso lo obliga a cometer tal atrocidad. Comienza por sus pies diminutos y se eleva a la rodilla, provocando que la chica se despierte; al contrario de lo que pensaba esta se muestra receptiva ante la invitación de su atracador.

Eleva sus manos hasta las rodillas de la chica, las empuja levemente hacia un lado y su cuerpo cede igual que miles de flores cuando se derraman de su cesta. La tiene como deseaba, vuelta de frente a él, con la espalda tocando el suelo y con sus rojos labios, ahora ardientes e hinchados, dejando salir la melodía de la lujuria. Su cuerpo, entonces, decide recorrer un poco más, aquellas extremidades llenas de falanges se cruzan con sus pezones. Entre tanto, su boca se une a acallar el canto eterno del placer, su lengua arde y saliva continuamente, los dedos aprietan unos pezones grandes y duros.

Tras unos instantes de descanso, vuelven a bajar hacia lo que antes tapaba un bonito cinturón. Descienden rápidamente hasta que sus yemas tocan los ríos del placer, que manan desde la gruta de los misterios. Una vez allí el índice y el pulgar se aventuran a acariciar las paredes internas, sus movimientos son lentos y continuos, siguen un mismo ritmo provocando que su hermano más grueso, roce un pequeño accidente que se atreve a elevarse entre los labios inferiores, justo un poco más arriba de los parajes, ahora desiertos, de un bosque frondoso.

Los gemidos comienzan a hacerse cada vez más fuerte, ella desea que continúe con su osadía y, a la vez, que termine con esa parte del trabajo. Mas no habla, sólo cierra los ojos, se retuerce e intenta elevarse para poder tocar el falo de su acompañante. Este está eréctil y deseoso de terminar el trabajo que, con tanto aplomo, ha comenzado su dueño. Yu se levanta y lo tumba en el suelo. Los niveles de su pasión, se notan por tremendos efluvios que salen desde su entrepierna hasta la rodilla, ya no puede más. Se coloca sobre su amante desconocido y comienza a cabalgar cual amazona, mientras chilla desaforadamente.

Aquel extraño, la toma por la cintura y siente como pronto vendrá el final, no desea que este llegue demasiado pronto, pero no hay marcha atrás, la carrera ha comenzado y no puede hacer que se detengan o relentice el paso. Ella chilla más de lo normal, casi no respira y sus manos se aferran a su carne. Unos ojos casi desorbitados delatan que ha llegado, sin embargo, aquel entrometido amante, no se percata de nada. Él también chilla de placer, ha llegado al clímax junto a ella, nota como sus uñas se han clavado en su piel y aprieta sus caderas fuertemente.

3 comentarios:

Edu dijo...

Cada palabra que formas en el relato, es una construccion de amor.
Saludos Literarios.

sangreybesos dijo...

Te ha quedado muy bien, mi vida. Poético pero nada mojigato ni parco en palabras, como a mí me gusta.

Silderia dijo...

Edu, saludos literarios a tí también.

Cariño, mojadito te has quedado tu al leerlo.