ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




25 de febrero de 2009

Selene. Capítulo XLIII.

CAPÍTULO XLIII: VOLVEMOS A ENCONTRARNOS.

El despertar no fue muy tranquilo que digamos, Yu, completamente agitada por el sueño, si es que se le podía llamar así. Mira hacia todos lados, no ve nada, simplemente a los dos tórtolos agarraditos y a Fepico durmiendo a pierna suelta, eso si, boca abajo. Recoge de nuevo sus alas y decide hacer partícipe de su despertar a todos.

- Es hora de levantarse – dice en voz alta. – No tengo ganas de seguir aquí.

- Vale, vale – dice Fepico mientras le se levanta evitando las patadas de Yu.

- Yu, ¿te pasa algo? – le comenta Selene. – Te veo un poco agitada.

- Eh… - dice ruborizándose. – No… nada – mira hacia la oscuridad. – No me gusta estar aquí.

- Pues no se diga más – Incide Luis. – Vámonos – señala hacia un punto. – ¿Y estos músculos?

- Estás recuperando tu cuerpo ancestral – le dice Selene.

- Anda, vamos – dice Fepico levantándose. – Musculitos.

Los cuatro comienzan a caminar encabezados por Fepico, que no está muy convencido de su posición en la fila, mantiene las monedas en el bolsillo de su pantalón. Aunque ahora la situación es más difícil. Lleva consigo a tres dioses, uno de ellos se está transformando en lo que era en un principio, cuando le concedieron la divinidad, otro, la más cascarrabia de todos, continúa transformada en su esencia y, espera con deseo, que Selene no lo haga, si una es lo más parecido a un ángel, por lo que le han podido descubir, sólo que con sexo, la otra no quiere ni pensar en qué podría convertirse después de los arrebatos en el bar. ¿Un demonio quizás? Si por algo destacaba Selene, era por ser la primera, la más antigua y poderosa y, a su vez, en la más bella de todas las diosas. Aunque Yu tampoco tenía desperdicio. A pesar de esa cara siempre enfadada, era bella y mucho, cualquier hombre o dios podía haberla deseado durante su existencia.

El camino permaneció en silencio, a penas se escuchaba el crepitar del suelo bajo sus pies y algún leve respirar. Las alas de Yu guardaban la retaguardia, eran grandes y fuertes, blancas y brillantes, podían despertar la curiosidad de cualquiera de las funestas criaturas que allí habitaban.

Esto me suena mucho” – pensaba Luis para sus adentros mientras se internaban en un bosque. A pesar del largo camino, todavía no habían encontrado a Cancerbero, al barquero o cualquier otro indicio que les permitiera entrar a las puertas del infierno. Cierto es que cualquier a de ellos podía haber llegado en el mismo tiempo que dura un parpadeo a su centro, pero llamaría demasiado la atención. Ares podría no recibir de buen agrado a estas visitas, familiar de Selene y enemigo casi perpetuo de muchos dioses, no le agradaba mucho el permanecer en un mundo que él mismo había creado. Era como el hermano malo de la familia, a pesar de todo, los dioses terrenales habían provocado más desastres que él. Encargado de guardar las almas dentro de un mundo inmortal, lleno de atrocidades, asumía su puesto como buenamente podía. De vez en cuando subía al mundo humano, los observaba y, quizás, alguna vez se dignó a renacer para tener una vida mortal.

El bosque, en el que se adentraban, era cada vez más espeso, se enganchaba en las alas de aquella damita oriental, le resultaba difícil continuar. En esos momentos hubiera deseado salir volando. Pero no podía, sabía que Selene se enfrentaría a ella y evitaría que lo hiciera, era testaruda, sin embargo, no hasta el punto de poner en peligro al resto de personas que la acompañaban. Edimión, intentaba apartar todas las ramas que podía y Selene, oculta tras sus espaldas, tocaba con las hojas con la yema de sus dedos, provocando un incendio pasajero, con el fin de facilitarle el paso a su amiga. Fepico, mientras tanto, intentaba romper, a golpe de machete, aquellas ramas gruesas y duras como el acero, a penas conseguía su objetivo.

- Pum, pum, pum…. – sonó cerca de ellos.

El disparo les había alcanzado, por lo menos a las chicas, una de ellas mantenía el perdigón entre sus dientes y la otra, simplemente los había detenido con las manos.

- Son duras de roer – dijo Luis a Fepico mientras se mantenían agachados en el suelo.

- Pum,… - volvió a pasar una bala por su lado.

- Pero ¡qué demonios! – blasfemaba Fepico.

- Demonios – incidió Yu. – Tú lo has dicho – añadió señalando con su blanco dedo hacia el final de un camino.

A lo lejos, una pequeña figura de no más de metro y medio, ataviada con unas botas militares, unos pantalones con mil y un bolsillos, un chaleco antibalas y un gorro con una gran visera se asoma entre las rocas. Unas gafas destellantes, les indica el punto exacto de su ubicación dentro de aquél espeso follaje.

Selene forma una bola de fuego en su mano y apunta hacia el objetivo.

- ¡Espera! – dice Fepico poniéndose delante.

- ¿Qué pasa ahora? – le dice Selene con los ojos completamente negros.

- ¡No lo hagas! – continúa. – Sé quién es y no nos hará daño.

- ¿Pero qué estas diciendo anormal? – le dice Luis.

- ¿No estás viendo que nos quiera matar a balazos? – añade Yu. – Y esto que llevo en la espalda se ve a leguas.

- Dejarme probar una cosa – dice buscándose un cigarrillo del pantalón. – Si no funciona fulmínalo.

- De acuerdo – Selene apagó la bola de fuego volviendo a su estado normal. – Aunque todavía no se que quieres hacer exactamente.

No hubo respuesta, simplemente Fepico se puso en pleno punto de mira de aquel demonio y comenzó a entonar una canción.
“Las dos jarras de cerveza, están en la barra
el camarero no me servirá más,
si le estallo una en el cráneo
quizás de la birra me pueda aprovechar…”

- ¿Fepi? – dice aquel diminuto ser saliendo de su escondrijo.

- ¡Abuela! – grita Fepico cuando escucha esto. – Sabía que no habías ido a parar al cielo.

Ambos, nieto y abuela se acercaron para abrazarse en un cálido saludo. Sin embargo la dulzura, entre ambos no duraría mucho. Un gran bofetón, propinado por la anciana, justo en la mejilla de su nieto rompe todo sentimiento de calor.

- Pero… - dice Fepico tocándose la mejilla. - ¿Ahora qué he hecho?

- Nada – le contesta su abuela. – La fuerza de la costumbre – lo mira colocándose las gafas en su sitio. – Aunque seguro que te lo mereces – lo acusa con el dedo.

- Seguro – le contesta su nieto sonriendo y volviéndose para indicar al resto que se acerquen.

- Se os ve un poco hambrientos y cansados – les comenta la abuela. – Venir a mi casa, no está lejos – dice fijándose en las alas de Yu. – Allí podréis descansar.

Selene, Luis y Yu, siguen a los parientes desde una distancia prudente. Fepico lleva a su abuela en la espalda y ambos van cantando aquella horrenda canción que les hizo reconocerse. A lo lejos, una casa perdida en mitad del bosque les espera.

2 comentarios:

sangreybesos dijo...

Joder, es la abuela de caperucita en versión hard!!! Con casa en medio del bosque y todo! Seguro que es un búnker!

Silderia dijo...

Ya lo verás, lo cierto es que esta mujer es una abuela, a su manera pero es familia de Fepico, que tampoco es muy normalito