ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




26 de enero de 2009

¿Y SI QUITO UNO MÁS?

Sólo para decorar.

Y si no fuera por aquel botón de tu blusa,
que tanto deseo desabrochar.
Aquellas miradas perdidas
como puntos sin su ojal ....


Y es que el botón siempre ha sido signo de admiración para muchos, propio del mejor coleccionista, inspiración de poemas y creador de palabras despectivas, entre otras muchas referencias, su uso funcional no se le dio hasta bien entrados los siglos.

Conocido desde la época prehistórica, su uso decorativo para las prendas de vestir, daban un toque distintivo a quien lo portara (siempre fuimos coquetos, ¡qué se le va a hacer!), durante los tiempos romanos y griegos esto no cambió, pero pronto se inventó el ojal ¿quién fue? No lo sé, tampoco he encontrado nada al respecto, pero para hacer un agujero al otro lado de la prenda y pasar un trozo de concha, metal, nácar, madera, metal, plástico….etc, no hay que ser muy lista o listo (por lo menos desde mi punto de vista, pero eso no interesa ahora.)

Lo cierto es que se popularizó para el uso de camisas y pantalones, comenzó a fabricarse en serie, pero seguía siendo el típico y aburrido círculo de siempre, así se mantuvo hasta que las mujeres, cómo no, lo pasamos a nuestras prendas. Entonces decidió que tenía que cambiar, mutar para ser más atrayente y diverso, sus formas, tamaños y colores, fueron adaptados a las banalidades exóticas consiguiendo seducir al público femenino. Triunfó como nadie, tanto que en 1930 se fabricaba a granel para todo tipo de prendas, dando una función tanto decorativa como práctica a las prendas.

Aquellos botones forrados, para que no se vieran, de metales preciosos, sólo como uso decorativo, y casi invisibles, unidos a las vestimentas de los hombres, se convirtieron en un bonito divertimento para mejorar la visión y estética de las prendas.

Ahora qué…

Y es que un bonito botón, a parte de sujetar dos trozos de tela, ajustar la ropa y decorar tiene muchos más usos. Como todo tiene un componente muy muy sensual, ¿qué hubiéramos hecho sin ellos? Los escotes de las blusas (prenda por excelencia donde suele encontrarse esta especie diversa) no serían lo mismo sin ellos. Puedes conseguir muchas cosas sólo con desabrochar un botón para abrir más una prenda (seguro que sabéis de qué estoy hablando)

Una camisa tiene un número de botones determinados, eso lo sabemos todos pero, cuántos se han de abrochar para quedar correctamente. A eso no tengo respuesta, lo cierto es que se como pasar de ser una estrecha o una remilgada, a que me tomen por algo que no soy con una misma camisa, sólo tengo de dejar algunos ojales sueltos o agarrados.

- Todos los botones cogidos: no quiero saber nada de nadie, lo que hay bajo esta tela es mío y no pienso dejarme ver ni el nacimiento de mi cuello con los hombros. Esta queda de muerte cuando se porta una corbata, las ganas de desabrochar esos botones dejando la tira de tela puesta, para tirar posteriormente de ella son irrefrenables.

- Justo hasta el nacimiento de la garganta: necesito respirar, voy correcta o correcto, pero a la vez informal.

- Un par de botones más: eso deja ver un poco el canalillo o escote, sexy hasta la muerte. La sutileza está servida. Deja que la prenda se mueva con libertad sobre tus senos tambaleándose lo suficiente como para dejar el misterio escondido y mostrar lo suficiente para que la curiosidad del osado se despierte lo suficiente.

- Hasta el estómago: señoritas, sin misterio no hay seducción. Es la ruptura de lo puramente atrayente con una frase muy típica “te lo pongo todo en bandeja”. Un consejo: Hazte de rogar un poco, después muéstrale lo que tu quieras.

- Con el canalillo y el ombligo: luce esa bonita barriga que tienes, intenta dejar entrever (que no enseñar) aquella marca heredada, cicatriz del cordón umbilical que te dejó tras nacer. Si está adornado mejor, puedes lucir diferentes tipos de piedras y, si no es así, también tiene un bonito encanto (aunque los desvelaré en otro momento.)

A pesar de ello, tú eres la que tienes que decidir lo que vas a hacer, si te encuentras a gusto con una de ellas a delante, qué más da lo que diga, o si lo dejas sólo para la alcoba. ¡Diviértete jugando!

A vosotros también os clasifico.

¿Creíais que os libraríais de mis comentarios? Ni de coña, siempre tengo algo para vosotros. Por supuesto no hay nada más sexy en el mundo que un hombre con traje de chaqueta, camisa y corbata (por lo menos para mí.) Cierto es que es el fetiche por excelencia y, si esto no ha mutado a lo largo del tiempo, será por algo ¿no? Pero también se puede pasar de parecer un dandi a un completo “lolailo” en poco tiempo. Olvidaros de las medallas grandes, una pequeña es muy bonita, incluso varonil, pero los medallones dejarlos colgados en la pared, que es donde están mejor.

La camisa con pocos botones abrochados, el antimorbo por excelencia, dejar que se te vea casi todo el torso pretendiendo esconder parte de esa barriguita (en su mayoría cervecera) no es atrayente, más bien espanta. Desabróchala entera, déjala fuera de los pantalones y acércate, que tienes pelo en pecho (¿de dónde quieres que se agarre?), un par de botones también queda estupendo, dejando ver parte de tu garganta y aumentando el misterio de ¿qué habrá debajo.) Como habéis comprobado aquí es don Juan o Juanillo, a medias no queda bien. Pero como digo siempre, hay gustos para todo.

Una historia de seducción.

Cierto es que hay que tener mucho manejo para abrochar y desabrochar esas pequeñas ruedecitas minúsculas con una sola manos. De eso muchas y muchos entendemos del tema, por lo menos eso creo yo. No es tan difícil hacer eso como quitarle los corchetes que unen los sujetadores (eso es una asignatura pendiente para muchos hombres.)

Os propongo un juego, un ambiente bonitos, a solas, preferentemente, para que no se coarten las libertades, algo de alcohol y una baraja de cartas, puede ser otro juego rápido como el tres en raya (el caso es que sea rápido.) En vez de dar una prenda, vamos a desabrochar un botón, el que os apetezca, ¡da igual! Todos sabemos dónde va a acabar la cosa.

Ahora imaginar, un lugar público, estás loca por atraer la atención del chico que te gusta y…. Te das cuenta que llevas una camisa puesta, pero cómo. Fíjate bien en los detalles de esta: ¿cuántos botones tienes abrochados?, ¿cuántos sin desabrochar?, ¿cuántos voy a unir? Y, lo más importante, ¿cuántos voy a amputar de su ojal esta noche? Puedes desabrochar todos menos dos o tres (eso depende del volumen de pecho que tengas o de lo que te importa o no que vean.)

Llega el momento, suéltate el pelo, ve al servicio (este es uno de los secretos del retrete de las mujeres, el por qué de su tardanza… cha chamm.) En él retoca tus labios, tu pelo, acicálate un poco vamos, abrocha los botones de la camisa que te interesen y desabrocha otros, abre el cuello de la blusa y deja que el último botón, comenzando desde arriba, sea el que muestre una puerta entre tu escote y el resto del cuerpo visible. Demuéstrale todo lo que puede sujetarse ahí en medio y los misterios que aún quedan por descubrir.

Una parte también muy importante, muéstrale tu barriguita, aquel ombligo que arde en deseos por ser acariciado y que ahora se presenta tímido entre dos retales cosidos de tela, deja que las telas se muevan sinuosamente sobre ti, se delicada y natural y sobre todo, diviértete. Unos leves movimientos pueden mantenerlo en vilo toda la velada. La pregunta es ¿dejarás que él desabroche el resto?

2 comentarios:

sangreybesos dijo...

Como bien sabes, yo soy de dos botones, lo suficiente para dejar al descubierto una muestra representativa de mi hirsuto vello pectoral... ¡Donde hay pelo hay alegría!

Silderia dijo...

Y yo sólo me abrocho tres de los ocho que tienen mis blusas.