ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




28 de enero de 2009

Selene. Capítulo XL.

CAPÍTULO XL: UNA RESPUESTA EQUIVOCADA (PRIMERA PARTE.)

Los cuatro flancos de ataque estaban cubiertos por nuestros héroes, en el centro, la linterna de Fepico, iluminaba una gran parte de la sala, apenas unos metros por delante de ellos, pero lo suficiente para poder reaccionar justo antes de ser atacados por uno de esos diablos condenados al infierno.

Yu podía notar la presencia de más de un ser en la habitación, si así podía llamarse aquel sitio perdido de camino a un lugar siniestro y desagradable, sabía que estas antesalas eran un paso común a todas las almas que se atrevían a entrar. El silencio era demoledor, sólo se veía interrumpido por los gritos de aquel cuerpo sangriento y despedazado del fondo de la habitación, la luz iluminaba parte de su rostro enrojecido por ríos de sangre, estaba casi desecho, uno de sus ojos colgaba por fuera de su cuenca y, su brazo, reptaba libremente por el suelo pútrido intentando unirse de nuevo a un cuerpo semidescompuesto. Bajo su cráneo, un gran charco de sangre le daba pequeñas esperanza, con sus pocas fuerzas, doblaba la cabeza en un intento por ahogarse en su propia vida perdida en ríos rojos. Hundía la cabeza durante varios minutos, por segundos, los que a penas dura un parpadeo, parecía que su alma condenada viajaba a otros mundos y su cuerpo maltrecho descansaba, pero ¿dónde va un alma condenada al infierno si ya está en él? La respuesta no se hacía esperar, tras un pequeño lapsus de descanso volvía a abrir sus ojos, tomaba conciencia de su situación estática y volvía a chillar desesperado porque todo aquello acabara.

Aquella chica con rasgos orientales no perdía ojo a la profunda oscuridad que se cernía sobre ellos, sólo dobló la cabeza hacia uno de los lados, en él, el humo del cigarrillo de Fepico, repuesto de su exhausto viaje, la detuvo un momento de sus pensamientos. Aquella punta roja e incandescente no paraba de manar humo, al lado de todos los olores que su nariz podía degustar, eran como perfumes de rosas.

- No dejes de mirar al vacío – le dice Fepico sin soltar el arma y sujetando el cigarro entre sus labios. – Estos bichos son especialistas en la sorpresa – continúa diciendo sin mirarla. – Por fortuna sé como acabar con ellos.

- ¡Estamos en el infierno!.... ¡Maldito viejo! – le responde Yu exhausta. – Te has olvidado que aquí nadie muere – sigue atacando. - ¡Ya están muertos!

- Para ser una diosa antigua conoces poco de este mundo – incide Fepico. – Eso ocurre sólo cuando eres condenado aquí, no si vives en él – la ceniza cae de su cigarrillo y se confunde con el suelo. – No te olvides que ellas son ciudadanos de pleno derecho desde hace milenios.

- Fepico tiene razón – añade Luis. – Apunta a las alas y córtales la base – sonríe sin volverse. – Eso no debe ser muy difícil para ti.

- Seguro – responde la aludida con tono agrio y monótono. - ¡Selene! – dice cambiando la entonación sujetando su arma firmemente y apuntando al vacío. – Tú las agarras y yo les corto las alas.

- ¿Y nosotros? – le dice Fepico.

- Si, eso… ¿Y nosotros? – replica Luis.

- Vosotros ayudar en lo que podáis – baja un poco la cabeza mientras enseña a sus atacantes una media sonrisa muy siniestra.

- ¡Cómo quieras! – le responde Selene a su comentario inicial. - ¡Vamos a recordar viejos tiempos! – ambas se miran de reojo.

- ¡Cuidado! – grita Fepico.

En ese momento un arsenal de armas vuela por el vacío mientras una figura borrosa comienza a dejarse ver, nítidamente, en la oscuridad. Yu se adelanta al ataque sin previo aviso adentrándose en la oscuridad y rompiendo el círculo, no se escucha ni un alma, ni un simple chillido. ¿Qué a pasado? Se preguntan los otros tres combatientes para sí mismos.

- ¡Maldito viejo! – se escucha desde lo más profundo. – Era sólo una pluma – aparece de nuevo a la luz. - ¿En qué estabas pensando?

En ese momento, una cara de dientes puntiagudos, acompañado por una gran zarpa aparece tras ella. No de tiempo de avisarla, demasiado tarde. Esta ataca a Yu por la espalda rasgando su piel como si de mantequilla se tratase y abriendo su carne.

El impulso es muy fuerte y provoca que aquella muñeca de porcelana, fuerte y mal carácter, caiga al suelo como una frágil y delicada niña que ha tropezado con la primera piedra que ha encontrado en su camino al iniciar una carrera por un caramelo. Las heridas no paran de manar ríos de fluido rojo moteado por puntos negros, está abatida, boca abajo y con su quimono completamente desecho por la espalda. Pero no se deja abatir, sabe que le acaban de dar un gran golpe, si hubiera sido mortal ya habría acabado su suerte, esas uñas puntiagudas están cargadas con el más mortífero de los venenos conocidos, pero un dios, aún así, no es inmune totalmente a ellos. Sin embargo, Yu existe desde que la aurora se dignó a dividir el día y la noche, separando a los dos hermanos en un plano diferente con cada vuelta de la abuela Gaia. No podía sucumbir tan fácilmente, le había dado muy fuerte, incluso para un ser inmortal como ella. A pesar de todo, reunió fuerzas y se incorporó de nuevo sin ayuda.

Selene, Fepico y Luis, no podían abandonar sus posiciones, pero su amiga y hermana de sangre, apuntaba con una de sus flechas hacia donde estaba ella. Casi con un esfuerzo superior a ella misma, se levantó, usaba su arma como bastón. Una vez de pié, notó como su labio estaba roto y el veneno fluía hacia el exterior por él. Había llenado todo su cuerpo, eso le producía grandes ardores internos, le durarían a penas unas horas, pero mientras tanto, estaría dolorida y sin muchas ganas de seguir a delante.

Un grito hace que las dos chicas dejen de mirarse a los ojos, son Fepico y Luis, han conseguido coger una de ellas. La mantienen atada y, a duras penas, la sujetan al suelo. Selene se une a ellos mientras Yu sonríe para acercarse frente a frente. Sabe que ha sido ella la del ataque, algunos trozos de tela se conservan en sus patas.

- Pafff….. – golpea a la arpía con todas sus fuerzas. - ¿Dónde estamos? – le pregunta la herida limpiándose la sangre de la cara.

- Ni arriba ni abajo – responde aquel demonio.

- Pafff… - vuelve a abofetearla sacándole uno de sus afilados dientes. – Si hubiera querido respuestas obvias hubiera consultado un libro. - ¿Vas a contestar?

La arpía sonríe de forma horrible, muestra sus dientes afilados y entrecierra sus grandes ojos amarillos. Sus pupilas pueden ver el futuro y el alma de todo aquel que las desafíe mirándolas fijamente y Yu lo ha hecho, pero no pueden mirar dentro del alma de un ser más antiguo que ellos, acaba de descubrirlo y sus facciones cambian cuando lo descubre. Demasiado tarde, su ofensa se ve respondida cuando una catana la atraviesa, justo donde se supone que debería tener el corazón. Unos chillidos tremendos provocan que el esfuerzo de sus captores se multiplique.

- Oh, oh – dice Selene cuando consiguen volver a estabilizarse tras el esfuerzo. – Cuando os diga soltáis al bicho.

- ¿Cómo? – dice Fepico. – ¡Con el trabajo que me ha costado cogerlo! – replica. – Pensaba hacerme un traje.

- Cuando Yu termine con ella no quedará nada para hacerte un traje - le dice Selene.

La arpía se retuerce cada vez más, mientras Yu riza el arma dentro de la herida, bate sus alas para romper las cuerdas, provocando que estas empiecen a ceder. Su fuerza es descomunal. El sudor recorre la frente de Luis, Edimión tenía más fuerza, pero esta se le ha devuelto en parte, aún ha de recorrer mucho camino hasta que su alma vuelva completamente a su ser.

- ¡Ahora! - se adelanta Luis a decir cuando sus palmas comienzan a crear yagas del roce de los nudos.

2 comentarios:

sangreybesos dijo...

¿Vosotros lo que podáis? Para mí que Yu no confía en exceso en el potencial de Luis y Fepico...

Silderia dijo...

No confía mucho en nadie