ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




5 de noviembre de 2008

Selene. Capítulo XXXIII.

CAPÍTULO XXXIII: HAY QUE SEGUIR PENSANDO.

Aquel trozo rectangular de hierro oxidado, cedía ante la fuerza de la mano de su dueño. Al otro lado, una luz tenue y amarilla, iluminaba la habitación y daba una débil bienvenida a todo el que se atreviera a pasar. Un sillón antiguo, roído por el tiempo, acompañado de una mesita de madera mohosa, llena de papeles, latas de cerveza y un gran cenicero, eran los principales anfitriones de la escena. Justo en el frente, un televisor lleno de polvo y con una imagen difusa, rompía el silencio sepulcral de minutos posteriores.

- ¡Entrad!, no os quedéis ahí – dice Fepico entrando el primero.

Tras un ademán de la mano de su inquilino, los tres jóvenes se aventuran a penetrar en el templo de aquel insólito personaje. Tras aquellos muebles, muros de hormigón macizo, cubiertos de estanterías llenas de cosas, libros, posters y cientos de baratijas, encerraban alguna especie de misterio envuelto en el polvo de los años. Algunos objetos databan de épocas muy lejanas, tanto que su significado se había perdido en el tiempo. Sin embargo, ciertos artilugios modernos, hacían que el cuadro que se pintaba ante sus ojos fuera variopinto y rompiera cualquier esquema preconcebido en sus mentes.

Carente de luz potente o cualquier otra comodidad de la vida moderna, a parte de un frigorífico y un pequeño hornillo, abandonado en una esquina, cubierto de cacerolas mugrientas y agujereadas, por falta de uso y limpieza.

- ¿Y esto? – pregunta Selene intentando ocultar su cara de asco al ver algunos ratones y cucarachas caminando a sus anchas.

- Mi garito – responde Fepico buscando un vaso en un arcón ubicado cerca de ellos. – Me ha costado dejarlo todo a mi gusto – la mitad de su cuerpo se pierde tras la madera decorada, a la vez que su voz. – Fue una buena inversión – saca por fin lo que busca y coloca todo sobre una mesa – es como mi segundo hogar… Después del pub ¡claro! – quita algunos papeles de la mesa y coloca los recipientes de vidrio - ¿Queréis tomar algo? Invita la casa.

- Con dejar de limpiar unos días y no ordenar nada, creo que tenías bastante – añade Yu al comentario de aquel individuo ahora más enigmático que nunca.

Una especie de halo de oscuridad invadía aquel ambiente, la necesidad de saber, unida a los pensamientos de no intromisión morales, de cada uno de los recién llegados, habían iniciado una batalla campal en sus mentes nublando el motivo principal.

Fepico desapareció tras uno de los estantes, tras este, un ruido tremendo de cristales, material de loza y ciertos elementos metálicos, acompañaban los improperios que su boca soltaba al no encontrar aquellos manuscritos que habían ido a leer.

Mientras, Luis completamente impresionado por ciertos objetos y, llevado por su afán de coleccionista curioseaba a sus anchas por toda aquella habitación.

- Te gusta el sitio ¿verdad? – le comenta Fepico a Luis que está impresionado por el lugar. – Se lo gané a un tal Pojinga, hace ya algunos años, era un buen chico, pero acabó mal – mira el libro que tiene en las manos unos segundos. – Lo último que supe de él, es que estaba preso en el infierno con uno que se hace llamar el "nuevo mesías".

- ¿Si? – increpa Selene. – De esos hay muchos en esta época – se atusa el pelo. - ¿Y tú cómo sabes que estaba en el infierno? – lo mira fijamente. – Los vivos nunca sabéis nada de los muertos una vez que se van.

- ¿Quién te ha dicho que estaba vivo cuando lo conocí? – responde con una mirada guasona. – Volvamos al tema – coloca un libro gigantesco sobre la mesa. – Debe de estar por aquí.

Luis mira atentamente la portada del libro, lo cierto es que no tenía nada de particular. Unas letras escritas a mano, como a carboncilla, una escritura ininteligible y miles de separadores, no hacían resaltar nada fuera de lo podría parecerles normal, en aquellos momentos.

- Las rectas a la abuela – lee Luis en voz alta. - ¿No estábamos buscando lo que era ese bicho?

- Mi abuela hacía muchas cosas – dice Fepico encendiendo un cigarrillo. – Era una persona encantadora – expulsa el humo por la boca y se pone pensativo. – Sobre todo cuando cogía su pistola y apuntaba con ella - su mirada comienza perderse en la lejanía - nadie se mantenía en pie tras ver a una pequeña mujer, de no más de metro y medio empuñando aquella maravilla cargada – vuelve de su ensoñación. – ¡Ya no hay abuelas como esas!

- ¡Por suerte! – añade Selene. - ¿Qué puede haber aquí que nos haga encontrar una pista?

- A ver…. – aquel hombre, ahora más enigmático que nunca comienza a pasar las páginas. – Zombis, transformaciones, pociones, tarta de queso,… - dice en voz alta leyendo los diferentes separadores. - ¡Aquí está!... Sombras.

Para su sorpresa aquellas definiciones estaban ausentes de todo sentido, carentes de algún significado o de una simple pista sobre su origen, modo de actuar, qué podían ser.... Las páginas de aquellos manuscritos seguían pasando ante una retahíla de murmullos procedentes de la boca de Fepico. Parecían una especie de conjuro antiguo para invocar algo, pero más lejos de su realidad, las hojas aquella delimitación del tomo, se acabaron. Al final del todo, una llave, sujeta por un lazo manchado en sangre anunciaba su fin.

- ¿Y esto? – dice Yu mirando expectante aquel trozo de metal forjado.

- ¡Esta mujer nunca cambia! – dice Fepico en voz alta para sí mismo. – Tan enigmática como siempre.

- ¿A dónde pertenece esto? – pregunta Selene.

- Pues desde su caja de costura hasta alguna pieza extraña de esta colección – responde Fepico a su pregunta. – Era un poco maniática, todo lo tenía guardado detrás de un candado, una cerradura o una clave secreta – continúa diciendo. – ¿Un poco más de bebida?

Nadie sabe muy bien lo que está pasando, parece que el único que no altera, respecto a la situación, es Luis. Con su sonrisa afable, se toma todo esto como un desafío más, pero después de todo lo que ha visto, cree que no merece la pena ponerse así por una cuestión más surgida por los caprichos de una abuela loca. De todas formas, viendo como es su nieto, puede imaginarse perfectamente qué tipo de mujer era aquella, si es que verdaderamente existió.

Al mirar de nuevo los estantes, estos le llevan a uno en especial. Una especie de máquina del tiempo bien ordenada por épocas. El polvo podía medirse con un metro, pero algo le llama la atención a Luis, todo tiene cerradura. Demasiado pequeñas, demasiado grande, con combinación, sin nada en especial que identifique que pueda pertenecer a esa llave.

Entre tanto, Selene lo observa desde lejos. Confusa y cansada, cree que ha llegado el momento de pasar a la acción, e ir directamente a por el que ha causado tanto ruido. Pero como combatiente eterna, sabe que las batallas con palos de ciego sólo pueden llevarla a la derrota y el comienzo de su aventura en otra vida nueva. Sabe que su novio intenta averiguar algo, mientras su fortuito jefe, se sienta en su cómodo sofá a pensar un poco. Yu permanece histérica, no le gustan los acertijos, a pesar de que a ella hace sus menesteres soltando alguno de vez en cuando, pero el que se los pongan a ella le resulta un tanto irritante.

Un ruido procedente del exterior hace que todos se pongan en alerta, no puede ser nada de la calle, están demasiado lejos de la superficie para que sea tan claro. Algo o alguien a atravesado al puerta. La reacción no se hace esperar, Selene se esconde con su amado tras el muro sin puertas que separa una habitación de otra.

Sin embargo Fepico y Yu, toman cartas en el asunto. Se colocan delante de la puerta de entrada mientras uno toma como arma una botella vacía y otro coloca la mano sobre la empuñadura de su milenaria espada. Algo está adentrándose y se dirige directamente hacia ellos lentamente. Los ruidos de pisadas se unen al tono de varias voces que discuten entre sí, están cerca, tanto que Fepico puede oler el pútrido aroma que desprenden sus cuerpos.

4 comentarios:

sangreybesos dijo...

¡Jaj! ¡Un crossover con ¿Conoce usted su ojete?! Ya te devolveré el envite. Paciencia...

Por cierto, no me gustaría probar la tarta de queso de la abuela de Fepico...

Silderia dijo...

A mi tampoco, pero es que su abuela era especial, ya lo comprobarás más adelante, aunque creo que ya se nota.

Mary Lovecraft dijo...

Hola Silderia!

antes que nada, gracias por visitar mi Averno y decirte que es un honor para mí el que te gusten mis cuentos.

La historia de esta entrada por lo que veo está bastante avanzada así que tendré que ir indagando de a poquito.

Por lo demás, seguiré husmeando otro ratito más por este tu rinconcito, con tu permiso.

Nos seguimos leyendo!! :)

Silderia dijo...

Bienvenida Mary, puedes quedarte por aqui todo el tiempo que desees, mi mundo está abierto a todo el que se atreva a pasar.
Por supuesto lo seguiré haciendo yo con tu averno.