
Propio de faraones y digno de emperadores romanos, se volvió un auténtico signo de distinción y buenas maneras; signo de resignación femenina y de puritanismo en el siglo XVIII, una jovencita bien educada, no podía salir a la calle sin ellos.
Antigua invención, cierto. Pero no podemos negar que ha sido provocador de pasiones, el deleite de los engaños y provocador de insultos y duelos, al amanecer, para defender las ofensas o el honor, propio o de una damisela en peligro, a cargo de un valiente caballero.
Fue portado por damas, princesas, famosas malvadas, bellas doncellas y reinas. Y es que, cuando te lo pones, puedes llegar a vestir tu cuerpo de encanto y sensualidad. Esas pequeñas protuberancias de tu cuerpo, que siempre quedan al desnudo, estarán cubiertas, o no, por una cubierta para protegerlos.
De lana, cuero, tela, licra, seda, tela corriente, tul, encaje, semitransparentes, opaco, hasta la muñeca o a mitad del brazo, es capaz de cubrir de formar una apariencia de distinción, o dar un

Todo estaba bien hasta que nos pusimos a pensar.
Como ya he dicho antes, en aquellos siglos en los que todo era pura apariencia, ostentosidad y buenas maneras. Una señorita que se preciara, no podía salir de casa sin ellos. Ya en épocas anteriores, los señores y caballeros de alta cuna, por decir algo, los portaban en sus múltiples salidas para designar un estatus (gilipolleces del ser humano, nunca las podré comprender.)
Hasta ahí, todo correcto. Te tapaba de los fríos invernales, evitaba que tus manos se pusieran moradas o se entumecieran, todo bien. Después apareció su hermano el largo, propio para fiestas y un estupendo acompañante de corpiños y trajes escotados. Las mujeres lo llevamos a un nuevo nivel (esto no importa que se le hubiera ocurrido a un hombre, sino nos llega a gustar la moda, se lo hubiera comido con patatas.) Pero ciertas mentes pervertidas se pusieron a elucubrar nuevos usos para ellos.

El guante, la seda, la música y…
Tanto si estás en la calle como en la alcoba, puedes ponerle muy muy malito, la única diferencia es que en uno de ellos tienes muchas cosas aseguradas y, en la otra, no sabes si vas a conseguir tu objetivo. Da igual, una mujer segura de lo que quiere tiene que arriesgarse o morir en el intento. El no ya lo tienes, ¿qué vas a perder? Que no sucumba, así no pierdes el tiempo y pasas a la siguiente víctima de tus encantos. Ojo, ya depende de ti lo que quieres que dure tu presa, y como siempre digo, hay un límite muy fino entre ser sensual, atrayente, llamativa, elegante y que te confundan con el pendón de turno (¡Cuidado!)
Y entramos en acción, unos ojos pintados o no (eso depende de ti), una mirada penetrantes y unos dientes semidiscretos, alcanzan la punta de la tela que cubre la yema de tus dedos. Poco a poco, los va desencajando hasta que el guante completo llega a mediación de tu mano. Sin quitarle la mirada tomas la otra mano, y sacas con suavidad y sensualidad el primer guante, después haces lo mismo con el otro, pero esta vez al cogerlo, lo estiras disimuladamente mientras te mira. Su posición en diagonal, una leve cara de esfuerzo y de diablesa, unido a un movimiento rápido para colocarlos encima de la mesa o dentro del bolso, puede saltar en su imaginación ciertas fantasías que, hasta la fecha, no se le pueden haber ocurrido en su vida.
Ellos también participan.

Pero es que no podía ser de otra manera, las mujeres decimos mucho que nos encantan los hombres con traje de chaqueta, camisa y corbata. Y es que la imagen de tu novio, chico, marido, amante, rollo,… quitándose esa corbata, mientras te busca decididamente, la imagen de su pecho tras la camisa y su cuerpo casi sudoroso (chicas no reneguéis que a la mayoría os encanta, lo he preguntado, y a bastantes mujeres) puede despertar pasiones en la más frígida. El que él se quite la chaqueta, igual que hace cuando realiza un gran esfuerzo, justo cuando ya no puedes escaparte de sus garras, puede producir estragos en una mujer.
Y la corbata, la estrella de esta parte. ¡Dale una excusa para colocarse los guantes! Un trozo de tela alargado con cientos de usos y, lo mejor de todo, pueden utilizarla los dos. Fantástico.
Todo está servido, los corpiños, las medias de seda, el liguero, los guantes, las corbatas…. El resto es cosa tuya.
12 comentarios:
Salgo bastante bien en la foto esa de la pistola, ¿no?
Si, a ver como la usas y para qué. A todo esto yo tengo unos guantes largos y negros de seda, ¿se te ocurre algo?
Mmm... Tú y yo no hemos ido nunca a un casino, ¿verdad?
Tampoco a bailar.
sangryeybesos dijo...
Salgo bastante bien en la foto esa de la pistola, ¿no?
La verdad es que si que sales bien sí. Si le quitas con el Fotochof el simbolito de la MGM seguro que se confunden y te cogen para la proxima de 007 xD
Cada vez que me pongo los guantes de esos de medio dedo mis padres me dicen que parecen de vagabundo xDD
Un saludo
Yo también tengo unos guantes de esos, me han tomado por imposible.
Pero que vicio tienes angel... y cuanta razón (sobre todo con las corbatas)
Mucha gente debería leerte y tomar apuntes, MUCHA!!!
Por lo que veo tu los tomas y muy bien, por cierto.
Me encanta que os guste esta sección
Ja ja ja, a mi la verdad que los guantes siempre me han gustado. No tanto loas corbatas, siento decir, porque me ha tocado llevarlas por obligación demasiado...
Pero los guantes...
Aquí hay para todos los gustos
Wow! qué descripción, es lo que tú dices, animan a cualquiera el momento quita-corbata :p
yo uso muchos los guantes por friolera por seducción :0
¿Yo el próximo James Bond, Sr. Sanz? Pues no lo había pensado, oiga...
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