Hoy 24 de Noviembre del 2008, ha sido una mala mañana, mejor dicho, un fatal despertar. No sé porqué ha tenido que suceder así, pero lo cierto es que llevábamos 11 años esperando que esto pasara. Puede que no os parezca mucho tiempo, pero para una mascota si que lo es.Una mañana de verano, íbamos a ver a mi abuela a su apartamento de verano, por lo que mi madre nos mandó, a mi hermano y a mi, a comprar un pollo asado (no es de buena educación aparecer con las manos vacías, y menos si lo haces sin avisar.) Camino del dispensador, en una esquina, había una pequeña bola de pelusa gris con un pico amarillito y unos botones negros, un gurripato. Aquel animalito estaba completamente helado, ni siquiera puso resistencia cuando lo cogimos. Estaba asustado, sucio y con mucha hambre, sabíamos que no estaba bien, pero no podíamos dejar que algún niño desaprensivo lo utilizase paras sus crueles juegos o que los gatos callejeros de mi barrio, hicieran buena cuenta de él. Si algo me ha enseñado mi padre es el amor incondicional por todo animalito viviente, esté en el estado que esté.
Cuando volvimos a casa, yo llevaba a aquel pequeño e indefenso bebé en una gorra y mi hermano traía el pollo asado. Mi frase hasta hoy ha sido la misma: fuimos a por un pollo asado y trajimos uno vivo. La noticia no vino de sorpresa, todos los años traíamos algunas crías de gorrión a la casa, las alimentaba, las cuidaba y, cuando tenían edad para irse, les abría la ventana y dejaba que vivieran su vida como animales salvajes que eran. Pero esta fue diferente.
Enferma, muerta de frío y una cría repudiada del nido, según mis conocimientos. Carecía de
Debido a su falta de casi todo, aquel invierno no le salieron las plumas. A penas podían verse las
puntas de los cañones salir de sus alitas, sus muslitos eran pequeños y había perdido todo el plumón, se moría, eso pensábamos todos. Mucho esfuerzo y cariño eché para que eso no sucediera – de una semana no pasa – me decían todos los que la veían. Cierto, estaba hecha una pena, pero sus ganas de vivir eran demasiadas, y el amor que yo le daba, unido al de toda la familia, no la dejó rendirse a las circunstancias. Esa semana que le daban de vida, se han convertido en 11 años, hoy ha muerto, si, de vieja. Dormida en su jaula, sin dolor, sin agonía, calentita y rodeada de toda su familia, la única que ha conocido. Le pusimos Mary Polli, puede que suene un nombre un poco cruel para un pájaro. Pero es que, era una maría. Cada vez que venía alguien a la casa, tenía que salir a ver quién era, si alguien venía a mi cuarto, le hacía la raya en medio y le peleaba hasta que se iba. Nadie podía ponerme una mano encima, si él estaba delante.
Al principio dormía en mi cuarto, dentro de aquella gorra que le sirvió de refugio cuando la vi por primera vez. El motivo por el que no la eché a volar cuando lo conseguí sacar a delante era porque sería una sentencia de muerte segura, epiléptica, casi sin manejo para el vuelo y medio ciega, habría sido un perfecto plato para ciertas rapaces urbanas, que pueblan nuestras ciudades.
Si supierais cuanto cariño se le puede coger a un pájaro, no más grande que una albóndiga. Nos reímos mucho con ella, también nos dio algunos sustos con sus ataques, todos los años decíamos
Pero todo tiene un fin, y este ha sido el suyo. Muerte por vejez, con cariño, dedicación y una madre humana que ha estado ahí para sacarla adelante, tenía un compañero de juegos, Rodrigo, todavía vive, pero tiene solo un año menos que ella. A este también lo he criado con el mismo cariño y esmero y, creerme, si lo estoy pasando muy mal hoy, no quiero ni pensar qué pasará cuando el otro también se vaya.
A ambos, los alimenté con un palillo de dientes, pan, leche, carne muy picada y aprendía pelar alpiste con los dientes para que ellos pudieran comerlo en sus primeras etapas. Hice lo mismo que sus madres biológicas, sólo me faltó cubrirle con unas alas ficticias para que pasaran frío. El resto es historia.
Ahora podrá volar como nunca hizo, tampoco aprendió nunca, no tenía fuerza en las alas. Espero que, si va a alguna parte, esté bien. Sino, por lo menos hice todo lo que estuvo en mi mano para que pasara esta vida, que desde un principio no la trató bien, lo más tranquila y seguro posible.

Hasta siempre cariño.
6 comentarios:
A mí la Polli jamás me hizo la raya en medio; más bien me trataba con total indiferencia, al contrario que Rodri, que no me puede ni ver.
Lo qu es seguro es que, esté donde esté... ¡la Fausti le estará protestando!
seguro nunca se pudieron ver
Yo ya he perdido varias mascotillas, desde periquitos, peces y algun gato! debo de estar gafado con los pobres animalillos.
DE todos modos tu conciencfia debe estar tranquila. Hiciste todo lo que estuvo en tu mano para su bienestar.
Han sido once años, la cuidé y mimé como a un bebé, mejor dicho como una mamá pájaro a su huevo. era juguetona, graciosa y fea de cojones, pero era mi chiquitilla.
Ahora me queda Rodri, tiene 10 años.
Siento tener que darte mis condolencias.
No puedo decir más.
gracias
Publicar un comentario