ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




21 de febrero de 2011

SELENE. CAPÍTULO LXVII

CAPÍTULO LXVII: EL REENCUENTRO.
Mientras las dos hermanas se adentraban en casa, Luis notaba un ambiente un poco tensa por parte de la madre de su novia. No se creía del todo que se alegrara de verlo y eso le hizo recordar un par de cosas. Algunas jugadas incontables que sería mejor no desvelar a nadie, Selene no debía enterarse, quizás jamás le creería.

- Pasad al jardín – dijo Tea -. Les diré a los criados que preparen una barbacoa para celebrar la vuelta de mis niñas.

Entre tanto, las chicas pasaban por una gran puerta de unos cuatro metros de alto, decorada con oro y plata, aldabas de piedras y textura suave y ligera. Podría parecer que aquel gran amasijo de metal noble pesaría una tonelada, quizás dos. Lo suficiente para persuadir a cualquier forzudo que intentara moverla tan solo unos cuantos milímetros.

El interior de la casa estaba completamente adaptado a aquellos niños tan peculiares que vivieron en ella. Era seguro que todo estaba a prueba de fuegos, roturas, enganches innecesarios o cualquier otra catástrofe titánica o divina que pudiera acontecer. Pero es que cuando tus hijos son dioses no se puede hacer más que adaptar todo a ellos.

Una se convertía en un gran ángel de alas descomunales que volaba por toda la habitación, otro, el magnífico dios del sol, elevaba la temperatura todo lo que podía, no volaba, pero manejaba un gran carro con caballos que si podían cabalgar sobre el viento y, la mayor de ellos, Selene, volaba, tiraba algún que otro rayo de ira y hacía emerger llamas desde el suelo que la elevaban a las alturas. Esto era sólo un ejemplo de lo que podían hacer, las carreras entre ellos un buen día de riñas entre hermanos eran un disparate, Tea intentaba cogerlos al vuelo mientras Hiperón intentaba llenar la sala de oscuridad para que se calmaran. Cosa que no conseguía porque Eos, diosa del alba y Helios, iluminaban sus cuerpos para poder continuar con la trifulca. Acompañados por Selene, cuya luz plateada se hacía incluso más brillante que la de los dos hermanos pequeños juntos.

- Todo está como siempre – le dice Yu a Selene.

- Es cierto – mira hacia el techo -. Las lámparas de piedras lunares, todo bien cogido con refuerzos y el hechizo antiincendios de la abuela todavía está presente.

- ¡Mis niñas! – dice una voz familiar desde el otro lado de la sala -. ¿Dónde habéis estado todo este tiempo?

- Hola papá – dicen las dos a la vez abalanzándose sobre su padre para abrazarlo.

- Selene – no he sabido nada de ti desde la trifulca del supermercado -. Tenías que haberme dicho que necesitabas trabajar, te hubiera dado el puesto de jefe.

- Gracias papá pero…

- Si – le dice su padre cogiéndole la barbilla cariñosamente -. Se que no te gusta que te ayuden – ella asiente con la cabeza – mira a su otra hija -. Yu – le dice -. ¡Mal bicho! – dice dulcemente - ¿dónde has ido en todo este tiempo? – se despega de sus hijas y se pone frente a las dos -. Tenéis que contarme muchas cosas.

- Papá – le interrumpe su hija mayor -. He encontrado a Endimión… ¡Está aquí!

- Y que ha dicho tu madre al respecto – le contesta con cara de circunstancias.

- No ha puesto muy mala cara pero creo que se lo ha tomado mejor de lo que me esperaba – le dice sin creerse mucho sus propias palabras.

- ¡Quitaros esos caparazones! – cambia de tercio su padre -. Estamos en casa y ya no os hacen falta esos pellejos… ¡a ver! Quiero veros como habéis estado siempre en esta casa.

Entre tanto, en el patio de aquella mansión anexa al monte Olimpo el resto de invitados se dedican a beber refrescos y tomar el sol apaciblemente. Thian huele a los invitados desde la una distancia prudencial, entre tanto, la abuela de Fepico mantiene una pequeña charla con Tea.

- Es bonita esta casa – le dice a la dueña.

- Si – le responde sin mirarla mientras toma el sol -. Tiene más de un millón de años y sigue en pie.

- ¡Una construcción magnífica! ¡Ya no se hacen casas así! – dice la abuela intentando imitar la postura de su conversadora.

- Cierto – continúa la conversación -. Elia – eleva la voz -. ¡Llévale más ambrosía a nuestros invitados de la piscina.

- Si señora – se escucha a lo lejos.

- Es la querida de mi hijo Helios, pero eso no va llegar a ninguna parte – le dice Tea a la abuela -. Esa chica no es para él.

- Menuda arpía – piensa la abuela en susurros.

- ¿Cómo dice?

- Eh… no, nada… que menudo día.

Unos momentos más tarde.

- ¿Más ambrosía señores? – les dice Elia bajando la bandeja amablemente.

- Gracias – dice Fepico cuando eleva la cabeza para coger una copa -. ¡Mamá!

3 comentarios:

sangreybesos dijo...

¡Menuda arpía!

Silderia dijo...

Esas son las palabras de la abuela de Fepico, copión.

sangreybesos dijo...

Esa mujer es sabia, a pesar de que está como un cencerro... o precisamente por ello.