ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




26 de enero de 2010

TIC, TIC, TIC…

Las gotas golpeaban su ventana incesantemente, parecían las pequeñas piedras de un amante desconsolado que buscaban su atención. La habitación estaba fría, húmeda y los cristales empañados por el calor interior. Levantó su colcha, aquella con la que había compartido miles de sueños retorcidos.

Al levantarse, un pequeño camisón blanco, que dejaba poco a los ojos ocultos de la imaginación, tornó hacia su posición inicial, justo debajo de las rodillas. Sus zapatillas, castigadas por el tiempo, se resistían a compadecer ante su amo en tan altas horas de la madrugada. ¿Qué estaba pasando? Nada, una simple tormenta de madrugada, había comenzado con una pequeña llovizna. Ya estaba acostumbrada a ello, pero esta vez las gotas no sonaban igual contra aquel débil cristal.

- Tic, tic, tic… - sonaba una y otra vez cuando intencionadamente intentaban atravesar aquella pantalla transparente.

Aún dormida, su mundo se turbaba de colores inauditos para una visión demasiado realista en un mundo gris, tomó aquella pequeña bata de colore chillones y se aproximó al alfeizar de la ventana.

Nada, volvió a identificar aquel ruido que tarareaba tras los cristales.

- Tic, tic, tic… - continuaba diciéndole aquella lluvia de invierno.

- Esto es un poco raro – dijo en un susurro mientras unas delicadas yemas limpiaban el vaho de la ventana -. Debería sonar toc, toc, toc,… Como hace siempre…

Un momento de silencio, segundos que pasaron en un pestañeo y el trueno hizo una magnífica entrada seguida de una luz fantasmal, relámpago era su nombre. Aquel destello de luz dio a lo lejos la impresión de una cara enorme en la lejanía.

- ¿Me estará llamando? – pensaba para sus adentros mientras aquel sonido se repetía sin cesar.
Apagó la luz de su habitación, estaba cansada de ver como todo era igual que siempre pero diferente a la vez. La luz que seguía al estruendo, el golpear de las pequeñas gotas y, sin embargo, era todo diferente a la vez, los sonidos habían cambiado para hacerse más suaves, las luces cambiaron sus colore y las nubes dejaron forma una morfología diferente.
Sentada en el borde de la cama, volvió a mirar aquella ventana. Sonó de nuevo el trueno y la figura volvió a aparecer. No hubo una respuesta momentánea, cuando aquella ráfaga de luz volvió a iluminar la habitación ya no había nadie en ella.

Sin embargo, más abajo, a sólo unos metros de diferencia, a nivel del mar. Una figura mortecina seguía el clamor del agua, el paraguas no le servía para nada bajo aquella cascada enfadada.
El mar tropezaba lentamente contra la arena de la playa, la castigaba una y otra vez con sus golpes secos y, entre tanto desconcierto, ella, dejaba que los restos cansados de una mano invisible, rozaran una y otra vez sus pies descalzos. A lo lejos el trueno volvió a reclamar su atención, un canto confuso sonaba desde el interior del mar, allá a lo lejos, más allá de aquel tremendo horizonte. Dio un nuevo paso, pero las olas ya no podían esperar más, la gran mano de Neptuno, reclamó aquella alma para sus mares, deseaba a una nueva sirena poblando su Atlántida personal. Para ello, volvió a engañar al relámpago, difuminó su imagen en el cielo y, en una simple mirada la raptó para no volver a verse más.

Joven desaparecida, ponían los titulares de prensa dos días después. Una madre que lloraba amargamente, una ciudad inquieta y un caso sin resolver, eso fue la conclusión en tierra, pues, cuando una sirena abandona las aguas o muera por fin, su rey la reemplaza por alguna otra infeliz, no pide permiso, ni pregunta quién estaría dispuesto a sucumbir, simplemente elige a su víctima, se alía con el tiempo y se calma para volver a buscar, una nueva concubina, cuando la otra su reino decide evadir.

Quizás las olas devuelvan su cuerpo muerto, irreconocible tal vez; o simplemente se feliz en un mundo donde todo cambia a la vista, donde la gente no puedan pueda llegar, muerte de pena o de impaciencia por la superficie que nunca podrá volver a encontrar.

4 comentarios:

Ignotus dijo...

Bonita historia, como me gustan, con un final trágico e impredecible. Saludos.

Silderia dijo...

muchas gracias,ya te echaba de menos por aquí.

Un Beso

sangreybesos dijo...

Como de costumbre, los dioses se muestras inmisericordes. Me ha gustado muy mucho, cariño

Silderia dijo...

me encanta que te guste, últimamente es muy difícil sorprenderte