ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




18 de diciembre de 2007

Anónimo/a

Como todas las tarde me dirigía a dar un paseo por los alrededores de mi barrio. Nada era nuevo, todo permanecía en su sitio y su coloración acre con destellos grisáceos permanecía intacta ante la caída del sol. Los edificios permanecías quietos, altos y robustos ante el paso de los días y nada nuevo se cocía en aquellos pisos.

Todo, absolutamente, estaba en su sitio hasta que me percaté de una pequeña callejuela por la que nunca había pasado y que siempre estuvo allí. Por alguna razón inexplicable nunca la crucé, es más nunca me entró curiosidad por atravesarla, pero esa tarde mis pasos tomaron un camino distinto de vuelta a mi casa y entré en aquella angosta calle que parecía que había evadido el tiempo. El suelo todavía conservaba el empedrado y las fachadas estaban muy castigadas por las lluvias.

Aunque tenía un encanto un tanto especial eso no fue lo que llamó mi atención. En uno de aquellos portales había pegado un folio donde ponía el siguiente escrito:

“Señor presidente de la comunidad:
Quisiera comunicarle que hay un vecino que se dedica a tirar los restos de comida por la ventana en vez de echarlos al cubo de la basura.

Esto afecta al ala derecha del edificio. Si tiene alguna duda al respecto pregunte a algunos de los vecinos el menú del día y el que haya coincidido con la siguiente lista será el culpable de la misma.

El lunes comió chuleta de cerdo con patata, creo que era asada pues había restos de cáscara de la misma en los bolsillos de mi pantalón de pinza que uso para trabajar. Ese mismo día, en la cena alguno de los miembros de la familia comieron algo que llevaba tomate frito en gran abundancia, mi camisa, antes blanca, puede certificárselo. Al igual que el tanga de mi mujer.

Los calcetines del niño estaban llenos de restos de pan con mantequilla el jueves; y el miércoles, creo recordar que, comieron sardinas. Las raspas que adornaban la falda de uno de los miembros femeninos de mi familia pueden dar fe de ello.

Así que le ruego ponga de manifiesto nuestra preocupación pues los adornos comestibles no son mi gran tendencia en la última moda.

La saluda atentamente anónimo”.

Una anécdota muy graciosa. Los vecinos no eran lo bastante valientes como para dar las quejas personalmente al mismo presidente de la comunidad. Continué con mi paseo hacia mi casa.

Al cabo de dos días la curiosidad me inundó cuando pasé de nuevo delante de la calle empedrada. Volví a adentrarme en su interior y busqué aquel pequeño portal con la nota. No sé exactamente lo que mi mente iría buscando, pero algo encontré. Debajo del escrito de un tal anónimo había otro perteneciente a una tal anónima que decía así:

“Querido anónimo:
Si usted posee alguna queja sobre alguno de los vecinos de esta comunidad, debe decírsela al presidente en persona o nombrarla en la siguiente junta, no ponerlas en el portal.

Como ese no es mi problema, le comunicaré que el menú que ha nombrado es bastante inexacto. Así que se lo nombraré más detenidamente con el fin de que se fije más en los depósitos de comida que pueda encontrarse en su preciosa ropa.

El lunes comimos chuleta de cerdo en salsa barbacoa con patatas cortadas a rodajas con alioli. Lo que usted confunde con cáscaras son finos trozos de ternera chamuscada.

Aquella noche cominos algo con tomate, en eso no se equivocó. Pero no llegó a fijarse en los restos de espaguetis que colgaban del sostén de su mujer dándole un cierto aire al vestuario de Madona.

El martes se libró porque estuvimos todo el día fuera.

Miércoles mi mujer compré jureles. Por si no se dio cuenta el portal no apestaba a sardina ese día, como acostumbra a oler siempre que me da por asar pescado. Ya que abro la puerta de la calle con el fin de que todos los vecinos sepan lo que estoy comiendo.

Por último, el jueves mi hijo tenía ganas de ver los pajaritos comer y decidió echarles pan, que sus calcetines estuvieran abajo es algo completamente circunstancial.
anónima”.

No volví a pasar por aquella calle nunca, lo cierto es que la curiosidad no me volvió a invadir más sobre aquel asunto que, a pesar de que todos podían saber de qué iba, aquello no me incumbía. El incidente no fue llevado muy discretamente, pero todo quedó en el más completo anonimato.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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