ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




11 de junio de 2008

Selene. Capítulo XVII.

CAPÍTULO XVII: LUCI QUIERE DESPERTAR.

Aquella noche las luces resplandecían de una forma muy especial, la barra parecía más ancha e imponente que otras veces y casi no le molestaban los ruidos nocturnos que contaminaban el ambiente del pub. Selene se encontraba relajada, tranquila, cada músculo de su cuerpo descansaba sobre nubes de algodón rodeados de un ambiente cálido y olores dulces. Sus labios mostraban sus dientes blancos como perlas cultivadas y su piel mostraba otra lucidez.

- ¿Selene? – Dice una voz a su espalda. - ¿Qué te pasa?

- ¿Qué?... Ah, no nada. – Continúa tarareando una canción mientras seca algunos vasos.

A Fepico poco le dura la preocupación por su empleada, se lo imagina y muy de cerca. Sabe perfectamente que su pretendiente ha conseguido tocar su corazón, no es la primera vez que ha visto a mujeres mal humoradas cambiar su fuero interno de una forma tan radical, y a ella le ha pasado lo mismo. Pero algo le dice que no está tan atontada como le pasa a todos los amantes en sus inicios, de primera hora parece distraída aunque siente que sólo es algo pasajero.

Las moscas de las lámparas anti – insectos comienzan a revolucionarse, de pronto huyen desde todos los puntos del local hacia una muerte segura. El viento en el exterior se mueve violentamente y el ambiente se envejece volviendose cada vez más y más pesado. Los olores han vuelto a mutar, son más pútridos y los reflujos de la cerveza se vuelven más latentes en la atmósfera. Un escalofrío recorre la espalda de la chica, ha aparecido de repente en forma de sudor, esa furtiva gota ha recorrido desde su cogote hasta la punta de su rabadilla. Era fría, espesa y muy rápida. Esto provoca que los tarareos dejen de volar desde sus labios hasta el interior de sus oídos y que pronto su perlada boca, adornada por un bermellón rojo pasión, se vuelva una carnosa fila carmesí.

Como hipnotizada levanta sus verdes ojos hacia la puerta de entrada, la cinta aislante se ha despegado de su boquete habitual y desde allí ve como dos figuras muy familiares se acercan; sus pasos son firmes decididos y no hablan entre sí. Son Roberto y Sergio quienes se adentran por la calle hacia el bar como dos clientes más con ganas de que alguien les parta sus huesos y deje alguna que otra marca violeta en sus caras.

La puerta se abre violentamente, no sin que la camarera advierta que tras ellos se acerca Luis, su furtivo ladrón al que hace unos días le dio la flor de sus entrañas. Entonces le entra un miedo atroz. Sus dedos, en un impulso inconsciente, se abren dejando que el tubo de vidrio pulido se haga añicos contra el suelo dejando una visible marca de su accidente, una última parada antes de viajar al cubo de la basura. Fepico también se percatado de la escena que acontecerá en pocos instantes, algo no anda bien y mucho menos que esos dos traen sólo ganas de bailar, no parecen apacibles bailarinas a las que les apetezca dar giros con el tutu; más bien son como dos moles. Entonces levanta dos tablones del suelo y saca una funda de tela alargada que desata por la punta y la coloca cuidadosamente debajo del mostrador cerca de él.

- Vete dentro, trae dos botellas de whisky del almacén. – Dice Fepico con una mano puesta en el hombro de su empleada. Le sonríe. – De ese especial. – Termina de quitar la funda y deja aparecer lo que guarda debajo de ella. – Esta noche Luci tiene ganas de juerga y hay que celebrarlo por todo lo alto.

- Te vas a meter en un lio. – Le dice Selene. – Vienen a por mí, yo se defenderme sola.

- No te preocupes, es sólo uno más de tantos. Si tengo suerte no tendré que despertarla. – Dice volviendo a taparla. – Tú haz lo que te he dicho y dile a tu novio que se cuide las espaldas. – Coge un cigarrillo del cenicero y le da la última calada antes de apagarlo contra el suelo. – Esto va contra vosotros dos. Pero como es en mi bar también van contra mí, así que la pelea es de los tres. – Fepico coge un vaso y lo rellena. - Cuando salgas con las botellas atiende como siempre, no les des motivos para empezar, sólo les hace falta que alguien de la primera nota para que empiecen a afinar los violines. Entonces ya no habrá nadie que pare el concierto.

Selene se introduce en el almacén, mientras Fepico hace señas a Luis de que se siente en su rinconcito de siempre, pronto llegará su chica a tomarse los chupitos. Mientras, Roberto y Sergio se sientan cerca de él, buscan a Selene con la mirada y se ponen muy nerviosos cuando no la ven a aparecer por ningún lado.

- ¿Estás seguro que sigue trabajando aquí? – Dice Sergio.

- Seguro, ahí está el mentecato que pretende robármela, seguro que no está esperando a su madre.

Los ojos de Roberto se fijan en la figura de Luis como una mira de francotirador. Este, al darse cuenta que le está mirando, reconoce enseguida quién es, no se ha fijado nunca en él pero por los relatos de Selene se imagina quién es perfectamente él y su amigo fiel e inseparable. En un gesto de burla y caballerosidad lo saluda y continúa tomándose una cerveza, cortesía de Fepico. Al contrario que el resto de implicados permanece muy tranquilo, debe ser porque nadie le ha comentado que vienen buscando juerga y de las duras, pero sólo con ver los ojos semi - inyectados en sangre de los dos camorristas cuando ha entrado, se imagina que va a ser una velada corta pero intensa. Aún así ni siquiera su mano tiembla, toma la cerveza directamente de la botella y pide a Fepico que le deja un par de chupitos rellenos y una botella nueva de tequila.
Selene mientras continúa en el almacén, tras la cortina deshilachada y vieja que la separa del exterior, ve sólo a los dos incautos. Coge las botellas de bebida especial que le ha encargado su jefe. Cuando las toca algo para su cuerpo, un viento alcantarillado la envuelve y hace que su melena se libere, algo se despierta en su interior. Una gran sombra se coloca en el mismo sitio y posición que ella fusionándose con su cuerpo, abre de nuevo los ojos para dejar de sentir la botella, y un ente diabólico hace a parición cambiando la expresión de su cara. Vuelve a sonreír y sus ojos deslumbran un pequeño brillo fulgurante, pero algo ha mutado dentro.

Respira hondo por la nariz y lo exhala por la boca, vuelve a incorporarse desde la posición de cuclillas, se atusa el pelo y se va la barra. Allí cruza una sonrisa con aquel truan que le robó el corazón meses atrás, ni siquiera mira a los dos chicos, está demasiado ocupada para prestar atención a problemas tan irrisorios, Luis se merece todos sus menesteres.

Mientras, Fepico mira la escena desde lejos. Ha podido comprobar que los amigos la siguen muy atentamente y que muy poco les importa llamar la atención. Selene continúa su camino hacia el rincón para tomar su bebida favorita junto a su hombre favorito.

- ¿Les sirvo algo caballeros? – Dice Fepico a los recién llegados. – A esto invita la casa. – Le coloca dos vasos llenos de la bebida que le ha pedido a Selene minutos antes.

- Gracias. – Dicen los dos a la vez.

Ambos toman sus copas y se levantan al unísono, sus miradas aterrarían a cualquiera que se atreviera a cruzarlas, sus cuerpos se mueven de forma pesada, sus brazos se contonean y sus pies arrastran por el suelo. Una nube gris inunda sus mentes, van directos hacia Selene y Luis, que están muy acaramelados al fondo del local el uno en frente del otro. La luz amarilla que los ilumina comienza a parpadear y un ruido seco interrumpe la serenata de dulces palabras que se dedican el uno al otro.

Selene vuelve la cabeza hacia el interior del pub, mira a la derecha de la barra, pero ya es demasiado tarde. Están allí, justo a pocos centímetros de ambos, el aire se vuelve completamente espeso, tanto que un leve grito podría quedar ahogado entre la espesura de su densidad, un aire blanquecino sale de la nariz de uno de los agresores, los miran muy fijamente.

- Hola, ¿qué tal? – Dice Luis. - ¿Queréis algo?, ¡Tomad asiento!

1 comentario:

sangreybesos dijo...

Luis es un crack. Con esa última frase me recuerda al típico antihéroe roñoso de un spaghetti western.

Y sigo pensando que yo ya he estado en ese bar.