El espejo se mantenía erguido en su pétrea pared, apenas podía verse el marco de madera maciza, donde algunos dientes de metal pulido hacían ver lo que antaño fue esa vieja gloria.
Sobre la mesa de ébano, con patas labradas, un pastel partido que contenía una pequeña nota en su interior, en ella, se expresaban estas palabras:
“Lo he hecho con las manzanas que me mandaste. Espero que la disfrutes.”
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