Hola de nuevo.
Sé que llevo mucho tiempo sin aparecer por
aquí, de vez en cuando alguna que otra entrada, un picoteo que me evadía de la
realidad, al igual que mis cuadros. Un cuento, un relato corto, alguna anécdota
diaria, pero nada más. Parece que he abandonado mi blog, ese lugar que creé
hace ya muchos años con el fin de contar aquello que me quemaba por dentro.
Si señores y señoras, cerré mi laboratorio,
que es esto, mi blog, un lugar perdido en la red donde puedo expresar lo que
pienso, siento y quiero decir, aquello que me ahoga las entrañas y con lo que
estoy o no de acuerdo. Una de mis grandes criaturas donde sólo estaba yo y mis
pensamientos y, por supuesto, todo aquel que estuviera dispuesto a leerlo o no.
No he pasado una buena racha estos últimos
cuatro años, a excepción del quinto (¡ese ha sido estupendo!) Sin embargo, me faltaba
algo, el expresarme mediante las palabras.
Cortar con todo.
Uno de los motivos por los que apenas he pasado
por este rinconcito, una importante parte de mi mundo imaginario, ha sido una
lucha a muerte conmigo misma, con mis propios sentimientos y el tener que
enfrentarme a dos pérdidas muy importantes para mí. La primera fue cuando una
de las personas más importantes de mi vida cayó enferma (la edad no perdona a
nadie) y la segunda, una luz que me encontré por el camino, una hermosa
estrella con cuatro patas que me mantenía a flote mientras mi mundo se caía
abajo (todavía no soy capaz de escribir sobre ellas sin que se me salten las
lágrimas.) A penas un año de diferencia hay entre que las dos se me fueron.
Bueno, pues bien, durante esos cuatro años desde
la enfermedad de una de las personas más importantes de mi vida y de que se
apagara la luz que evitó que yo me cayera, he pasado un pequeño infierno personal.
Por decirlo de una forma suave, me di cuenta que la sangre no es más espesa que
el agua, en cambio, parece que se agria con el vino mal conservado, nunca sabes
si la botella que estás abriendo se parece más a un licor de dioses o a un
vinagre barato. La decisión que tomé no fue difícil después de todo lo que
pasé, en absoluto, lo peor de todo fue la lucha porque esa cortina de humo, ese
velo o máscara (cada uno que le ponga el nombre que quiera,) no volviera a
ponerse en mi camino.
Siempre lo he dicho, la lucha contra ti misma
es lo más difícil de todo, volver a coger un rumbo nuevo y asimilar todo lo que
ha pasado. Mientras la tormenta está en marcha, no te das cuenta, siempre es
después de todo cuando realmente vislumbras los destrozos que han acontecido.
Soy como soy.
Tras un año perdida, casi sin saber qué iba a
pasar, un cambio de aires y dejar a un lado todo aquello que no me convenía.
Encontré algo, una luz, un pequeño grupo de “raritos” o como en el argot normal
de hoy día, un grupo de “frikis”, donde pude ver que había más gente igual que yo,
o por lo menos parecida. Hasta entonces creía que sólo contaba con sangreybesos
(él siempre sabe cómo sacarme una sonrisa.) En ese lugar onírico, por decirlo
de alguna forma, encontré apoyo, amigos y gente con la que compartir aficiones
(eso nunca me había pasado fuera de las cuatro paredes a las que llamo hogar),
vi que había gente con la que hablar de libros que nos fueran las últimas
novedades de la librería, personas con cierta cultura con la que discutir
ciertos temas y, sobre todo, muchas ganas de compartir mundos, conocimientos,
escritos, pinturas, etc. Entonces mis cuadros salieron a la luz, alguien me orientó
y por fin conseguí exponer mis obras, aquellos bichos raros que mi mente hace
que vea dentro de un mundo imaginario, (ese que todos nos creamos de niños y
que yo he conservado hasta hoy), y me esforcé. De pronto, no me hacía falta que
nadie me dijera que valía para tal o pascual, volví a recobrar la fe en mí
misma y a continuar con mi trabajo.
Por supuesto, nunca me olvidé de este rincón,
pero mis dedos no tenían ganas de contar nada. Tenía mucha rabia contenida y,
no es bueno escribir con sentimientos de ira en tu interior, a veces puedes
decir lo que no debes o cosas que simplemente son pasajeras en esos momentos. A
pesar de todo, sigo siendo una loba herida, ya no duele tanto, lo cierto que
las cicatrices sólo me molestan de vez en cuando, como los días nublados o
cuando cambia el tiempo, ciertos recuerdos todavía hacen que se me salten las
lágrimas y otros parecen lejanos, como en un sueño, casi sin detalle alguno.
Entonces fue cuando lo entendí de nuevo, no
tengo porqué librar una lucha eterna contra el mundo por seguir siendo yo,
algunas batallas, a veces hace falta algo de teatro, fingir que no has
escuchado algo o simplemente que te resbale un comentario (¡será que me estoy
haciendo mayor!) Todavía no entiendo cómo puede haber gente que se aburre tanto
como para sentirse mejor intentando echar abajo la autoestima de los demás o
intentando crearte un complejo de inferioridad, cuando son ellos los que se
sienten inferiores sin que ni siquiera los mires. Ahora dejo que ellos mismos se
peleen contra una pared, ¡tengo cosas más importantes a las que dedicarme!
Conclusiones.
Tras todos estos años en los que mis dedos no
me han respondido, y mi cabeza andaba perdida en otras cosas más terrenales y
batallas internas de reconstrucción, he decidido volver a un mundo tan grande
como puede ser el universo, a este grano de arena donde me siento bien haciendo
esto. Es una forma de escape, lo sé, sin embargo es peor liarse a tortas con el
primero que pasa, agriarte el carácter, dejarte llevar por una depresión o
acabar viendo programas basura en la televisión dejando simplemente que el
tiempo pase hasta que me una a mis estrellas perdidas.
Por ello, prefiero seguir pintando mis
monstruos y paisajes extraños, intentar hacer algo con ellos, escribir en este
pequeño universo perdido, leer libros que me llevan a ver nuevos mundos y, de
vez en cuando, entrar en la puñetera realidad para poder ganarme el sustento y
poder seguir con mis planes. No puedo garantizar que haga el mismo trabajo que
antaño, pero sí que me pasaré más a menudo por aquí para poder colgar mis
cosas, sea lo que sea, soltar una queja, mi visión del mundo, un cuento que
sólo se verá por éstos lares… Lo que me dé la gana, para eso es mi rincón del
mundo. Mientras vuelvo, las heridas seguirán curándose, espero que fluyan más
cuentos, anécdotas e historias y, por supuesto, que mis criaturas sigan
pintándose con estas manos casi inútiles, digan lo que digan los demás, lo
único de lo que estoy segura es que a mí me gustan, me hacen sentir bien y que
mi mente se mantiene cuerda de esta forma.
¡Hasta la próxima!