ELABORAR UNA IDENTIDAD ES UN PRIVILEGIO QUE SÓLO EJERCEN AQUELLOS QUE TIENEN LA POSIBILIDAD DE ELEGIR Y QUE LUEGO MANTIENEN EL ESFUERZO DE PENSAR.




6 de diciembre de 2010

NUESTROS MAYORES

¡Cómo pasa el tiempo! Demasiado rápido para fortuna de unos y demasiado lento para desgracia de otros. Digo esto porque si los días transcurren sin darte cuente es porque estás siendo feliz, no te da tiempo a pararte en aquella agonía que provoca que el reloj se pare dejando que un minuto sea una hora y demás metáforas sobre el tiempo.

Aunque también dicen que el tiempo el cíclico, puede y no, las modas de años atrás han vuelto para estar a la última haciendo que muchas personas desempolven sus viejos harapos de los baúles del olvido. Y como eso todo.

¿Os acordáis de esas pequeñas costumbres de nuestros mayores? Esas que provocan que batan la verdura en ciertas sopas donde normalmente se tiran a la basura, que aprovechen al máximo ciertas cosas y que cuando realizan esta acción abiertamente todo el mundo lo ve como una “manía de viejo”, sin intención de repetirme.

Aquella abuela de pelo blanco o teñido, con el cuerpo de las mismas dimensiones que recordamos desde que tenemos uso de razón, con su sonrisa amable y esas caricias cálidas. Esa que cogía el puré de patatas y lo moldeaba hasta que parecieran bolas, del tamaño de una pelota de ping pog, y decía que eran bolitas de polen como las que veía en los dibujos de la tele, la que nos cuidó y crió.

Bueno pues, volviendo al tema y basándome en la teoría cíclica del tiempo, podemos decir que sus tiempos de ahorro y de alargar algunos materiales ha vuelto. ¿Os suenan lo huevos de porcelana o madera? Yo os refrescaré la memoria, los utilizaban para zurcir los agujeros de calcetines y medias con el fin de aprovecharlos un poquito más. Creía que no los volvería a ver más que en cajón de la costura de mi abu, pero no, los he vuelto a encontrarlos de nueva fabricación y con un precio de hoy día.

Y es que la crisis nos afecta a todo, hasta a nuestra forma de mirar las cosas. Antes eran de un solo uso, ahora preferimos las que sean más perennes, antes comprábamos y no nos importábamos si derrochábamos el dinero, ahora nos hacemos la pregunta que tendríamos que habernos hecho hace mucho ¿realmente lo necesitamos?

Pues bien, por fortuna o por desgracia, en eso he salido siempre a mi abuela, el aprovechar los pantalones con bonitos remaches (ya que si el defecto es muy grande hay que hacerlo una virtud) o hacer bolsos nuevos con ellos, dándoles una nueva vida, restaurar muebles antiguos para que parezcan modernos, crear todo aquello que vemos y realizar múltiples objetos funcionales para la casa, o sólo de decoración, fue algo que me enseñó desde que era pequeña. Entre las dos hacíamos muñecas de trapo, casa con cajas de cartón, vestidos para las barbies, sombreros, zapatos, que no tenía nadie en su colección. Y no es que papá o mamá no me compraran cosas era que me gustaba más hacerlo por mí misma, aunque sigo en mis treces.

Ahora no le parece a la gente tan ridículo el aprovechamiento extremos de nuestros mayores, tampoco se ve mal el arreglar una prenda de vestir antigua, coger las gujas y volverlo otra cosa. La máquinas de coser vuelven a sonar dentro de los hogares, la comida precocinada ya no es tan cómoda (aunque a mi siempre me ha parecido una guarrería) y el buscar un uso diferente a cosas que no estaban predestinadas para ello ya no suena tan ridículo.

¡Qué razón tenían nuestros abuelos y abuelas! Su mundo ha vuelto para recordarnos que el derroche no da la felicidad, que el acumulo de cosas, sólo provoca que no tengas sitio en casa para guardarlas,…

Los lujos no son el poder tener un baño de hidromasaje, una casa en la playa o comer fuera todos los días, por poner un ejemplo, aunque hay personas que piensan más alto que yo, en este sentido. Un lujo es poder disfrutar de una buena película, comer alimentos de buena calidad, cocinados por una persona que lo ha hecho con todo el cariño del mundo y sobre todo, tener la conciencia tranquila. Eso es lo que nos hace descansar, el no desear más, vivir con lo que se tiene y disfrutar de ello, el resto, viene solo.

2 comentarios:

Jonessy James dijo...

el lujo son las "pequeñas" grandes cosas, no hay con que quitarme esa idea. y eso lo sabían nuestros mayores, sin duda.
nostálgica la entrada.

saludos afectuosos

jonessy

Silderia dijo...

La nostalgia de una infancia feliz siempre está presente en mi mente Jonessy, pero los mayores tienen razón, disfrutar de las pequeñas cosas que las grandes, son tan exuberantes que no llegar a apreciarlas realmente.
Coge cosas que puedas abrazar y que no se te escurran de entre los brazos.

Besos, Silderia